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Mes: enero 2015

CARTA DE UN INMIGRANTE A LOS REYES MAGOS

CARTA DE UN INMIGRANTE A LOS REYES MAGOS

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Desconocidos Reyes Magos:

Me dirijo a ustedes sin conocerles, pero mi vecino me ha hablado de la generosa bondad que practican, y aprovecho su venida esta noche mágica para pedirles que dejen en mi alma el consuelo de su compañía y lleven a mi familia el abrazo que desde aquí les envío, esperando que mi soledad, trabajo, dolor y sacrificio, sirvan para hacerlos sonreír.

Pido también que muevan los corazones de quienes desgarraron mi carne con agudas concertinas, de quienes comercian con mi vida, de los explotadores que abusan de mi indigencia, de los legisladores que exigen mi persecución, de los ciudadanos que temen perder un trabajo que nunca realizarán y de la indiferencia que me aísla con otros marginados en guetos abandonados a su suerte.

Pido que el color de mi piel, la religión que profeso, la cultura que mantengo, la ropa que uso, el idioma que hablo y las costumbres que practico, no sean un obstáculo para el entendimiento con los ciudadanos de la tierra donde sobrevivo entre la miseria y el desprecio de la xenofobia.

Pido ser tratado con el mimo y cuidado que se dispensa a los animales de compañía y que la actitud mantenida por estos sirva de ejemplo a mis vecinos, porque el afecto, lealtad y apoyo que recibo de mi perro es comparable en magnitud a la hostilidad y el desapego que me otorgan los seres que comparten raza humana conmigo.

Les pido, majestades, que agiten el alma ciudadana y renueven el amor evangélico de los creyentes, para que la la empatía y solidaridad alivie esta noche la soledad origen de mis lágrimas, el temblor por el incierto despertar, la pesadilla vital que me oprime, el doloroso alejamiento familiar, la pobreza de mi mesa y la falta de regalos en mis zapatos.

Pido, finalmente, a Baltasar que comparta con nosotros el cariño que hoy se le otorga, porque los de su misma piel merecemos cada día el mismo respeto y afecto que recibimos cuando lo suplantamos en las caravanas reales que hacen felices a los niños, pues los inmigrantes también tenemos corazón, familia y sentimientos que merecen un puñadito de felicidad, ayuda, cariño y comprensión.

EL «OFICIO» DE SER PADRES

EL «OFICIO» DE SER PADRES

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En vísperas de Reyes Magos, cuando hacen de monarcas conseguidores los padres de las criaturas que sueñan el milagro de la magia, es buen momento para reflexionar sobre el oficio más antiguo de la Humanidad, aunque algunos pretendan conceder esta primacía a las mujeres de vida fácil, usurpando el privilegiado lugar a los padres, merecedores de tal honor por derecho propio.

No hay «oficio» más difícil, sacrificado y en ocasiones desagradecido, como la de ser padres. Ingrato, porque no siempre llaman a su puerta los beneficiarios para dejar una limosna de gratitud; difícil, porque los padres desconocen a veces la ruta a seguir para abrir sendero a los hijos; y sacrificado, porque no admite descanso, se trabaja a jornada completa de veinticinco horas diarias, se paga la vida como salario y no hay jubilación posible.

La paternidad y maternidad son estados que corresponden a padres y madres, compartiendo tareas sin desmayo con inagotable entrega a los hijos, perenne quehacer diario, dedicación incondicional, generosidad ilimitada, paciencia infinita y tolerancia beatífica, sin esperar a cambio más que besos y sonrisas de los favorecidos por tanta abnegación, sacrificio, renuncia, sudores y dolores.

Los padres engendran vidas que no les pertenecen, protegen aves que volarán lejos algún día a su propio nido, orientan el rumbo de náufragos hasta que ellos adquieren pericia para viajar por la vida, ejemplarizan con la esperanza de que sus actitudes perduren y entregan a los hijos cuanto les pertenece, incluido aquello que no tienen.

En compensación, los padres son el primer blanco de la ojeriza infanto-juvenil de sus hijos, porque representan la fuerza opresora más inmediata y cercana, que impide a los principitos hacer aquello que les gustaría hacer y no deben hacer, obligándoles los padres a hacer lo que de ninguna forma harían si no fueran obligados a hacerlo.

El legítimo deseo de los padres y su mayor aspiración es ver crecer a los hijos sanos y felices, hacerse hombres y mujeres en libertad, trabajar en aquello que les satisface, tener una pareja que los complemente y formar un nuevo hogar, algo que contradice su aspiración  de que los hijos permanezcan siempre junto a ellos.

PATRONAZGOS CONFESIONALES

PATRONAZGOS CONFESIONALES

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Santos

Llama la atención que los gremios profesionales, agrupaciones sociales y colectivos ciudadanos de un Estado constitucionalmente aconfesional, tengan santos patrones, Vírgenes patronales o Cristos apadrinadores que los protejan con escasa protección, propuestos en el calendario litúrgico-laboral por la iglesia católica.

Esto es algo que tiene mucho que ver con la España de sacristía, porque no hay grupo que se precie que no tenga su santo patrón, desde las jóvenes casaderas que solicitan la ayuda a San Antonio de Padua y Santa Catalina de Alejandría hasta los carpinteros protegidos por San José, pasando por abogados, médicos, artistas, economistas, policías, ingenieros, labradores, dentistas, maestros, ópticos, tejedores, toreros y transportistas, hasta los políticos están bajo la protección de Tomás Moro, el santo que más trabaja en el cielo.

Por mucho que sorprenda, también tienen su patrón los moteros, esclavos, cerrajeros, divorciados, loteros, enfermos, inmigrantes, cofrades, pastores, sastres, melancólicos, radioaficionados, tintoreros y militares. Sobre todos ellos los militares, que no se conforman con tener un solo patrón para todos ellos, sino que cada ejército, agrupación y arma tiene su protector.

Así, san Juan Bosco es patrón del Cuerpo de Especialistas del Ejército de Tierra; la Virgen del Buen Consejo, patrona del Cuerpo Militar de Intervención; San Juan Nepomuceno, patrón de la Infantería de Marina, san Fernando, patrón de los Ingenieros; san Juan Bautista, patrón de la Guardia Real; la Virgen del Perpetuo Socorro, patrona del Cuerpo Militar de Sanidad; la Virgen del Carmen, patrona de la Armada; Santiago Apóstol, patrón del Cuerpo General de Caballería del Ejército de Tierra; la Virgen del Pilar, patrona de la Guardia Civil; santa Teresa, patrona del Cuerpo de Intendencia del Ejército de Tierra; santa Cecilia, patrona del Cuerpo de Músicas Militares; santa Bárbara, patrona del Cuerpo General de Artillería; la Inmaculada Concepción, patrona de Infantería; la Virgen de Loreto, patrona del Ejército del Aire.

HACER FELIZ AÑO

HACER FELIZ AÑO

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En este día de buenos deseos hacia los demás, hago de las rutinarias intenciones un compromiso de vida, proclamando mi sincera propuesta de contribuir a la felicidad ajena, sabiendo que serán muchas las ocasiones que el año 2015 me brindará para hacer posible el deseo que hoy expreso con vocación de realidad.

Por eso, no deseo a mi familia, amigos y vecinos que tengan un feliz año nuevo, sino que intentaré realizar mi empeño en hacerlos más dichosos, cambiando el sonsonetario “feliz año 2015” por el comprometido “te haré más feliz en 2015”, poniendo mi voluntad al servicio de las personas que me rodean para contribuir a su bienestar a lo largo del año que hoy comienza.

Los que se unan a mis intenciones, más allá de los rutinarios deseos, deben saber que no será fácil cumplir tal propósito porque tendrán en contra todo aquello que se ocupa en preservar el propio bienestar, por encima de la buenaventura ajena, pues hacer felices a los demás implica sobreponer la generosidad, al beneficio personal; la pereza moral a la diligencia espiritual; el cansancio a la fortaleza; la decepción al compromiso; el desánimo a entusiasmo; y la intolerancia a la indulgencia.

Pugnar por el bienestar de los demás exige renunciar a la condición humana determinante que nutre el instinto de supervivencia propia, para hacer posible la supervivencia de los demás. Rechazar la complacencia propia en beneficio de la satisfacción ajena. Desertar en la batalla por alcanzar la gloria personal, subiendo a hombros a quienes no lleguen los aplausos.

Poner la voluntad al servicio de la felicidad ajena implica estar dispuestos a ofrecer sin recibir ofertas; a luchar por quienes nos abandonarán en el combate; a ceder el paraguas en los aguaceros de la vida; a llevar el peso del dolor de quienes nos han dañado; a dar y darse sabiendo que la donación dejará rasguños, porque hacer felices a los demás implica sacrificio personal, renuncia a intereses propios, privación de bienestar y concesión de tiempo no disponible.

Con esa intención comienzo el año nuevo, prometiendo ocuparme algo más de la felicidad de quienes comparten mi vida sin desearles feliz año, esperando comparecer ante todos los lectores de este blog el próximo San Silvestre para decirles que cumplí en 2015 lo prometido un día como hoy en que pongo mi empeño a favor de la felicidad de quienes me rodean.