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Etiqueta: políticos

SECRETAS REUNIONES

SECRETAS REUNIONES

En democracia, el pueblo tiene el poder y los derechos que muchos le niegan, residiendo en los ciudadanos la soberanía. Esto significa que la democracia es respeto a opiniones ajenas, laicidad estatal, pluralidad ideológica y otras cualidades de igual importancia, pero que vienen escritas en letra pequeña al reverso de la Constitución.

Un pueblo demócrata y adulto no necesita tutelas, ni proteccionismo, ni poderes moderadores de ficticias tensiones, ni silencio negociador por parte de quienes ocupan sillones institucionales, despreciando el deseo del pueblo al guardar secretismo en las mesas de negociación, sin percibir que la lluvia de estos días es un buen momento para disolver en ella las leyendas y cuentos infantiles con que nos durmieron al recuperar la democracia.

Sabed, dominadores del cetro, la balanza y las leyes, que la democracia es luz, taquígrafos, transparencia y publicidad. No estamos pidiendo pintores de escenarios políticos clandestinos que hagan cuadros para los ciudadanos ciegos; ni presencia de orquestas en los procesos negociadores, que compongan música para quienes están sordos; ni periodistas que redacten informes dirigidos a los analfabetos. Pedimos, simplemente, que se respete la inteligencia colectiva. Que retiren los políticos de sus despachos las fotos que tienen del pueblo con los patucos puestos y el chupete en la boca.

Aunque nos den las peores noticias que cabe esperar, es mejor saber lo que está ocurriendo, que ignorarlo. Preferimos saber la verdad, por dura que sea, a vivir ignorantes sobre los platos que se están llevando a las mesas de negociación. Deseamos conocer los guisos que se preparan en las cocinas políticas, para evitar ser envenenados. Queremos estar informados de las palabras, los gestos, las razones y argumentos que cada cual esgrime para convencer al adversario y nos gustaría participar en las decisiones más allá de las urnas, porque las papeletas no son un contrato firmado en blanco sin contenido.

Preferimos sufrir sabiendo la ruta por donde se nos lleva, que ignorar por donde se nos obligará a ir, aunque pretendan conducirnos al más poético parnaso y acabemos en el despeñadero.

RESISTIR

RESISTIR

Camiliño, nuestro último premio Nobel, solía decir que en España el que resiste, gana. O, lo que es igual, en España gana quien resiste. Pero la resistencia no siempre es igual, porque no todas las personas están en las mismas condiciones ni tienen el mismo aguante. En esto, los políticos aventajan al resto de los mortales porque están adiestrados para la resistencia, mientras los votantes agotados desertan, se aburren y hastían, ahogando en la impotencia la resignación por hechos que desaprueban.

Abandonada la lógica natural, oscurecido el sentido común, desterrado el concepto de Estado, postergada la convivencia social, desempolvados anacrónicos fantasmas y con los ciudadanos cansados de defender causas que se defienden solas, quedan pocas opciones para la resistencia, mientras las náuseas nos impiden digerir los platos que nos ponen sobre la mesa política.

Son tantos los digo-diegos, tanta la mendacidad dominante, tantas las promesa incumplidas y tantas las contradicciones, que los ciudadanos deambulamos sonámbulos con el emoticono del asombro en la cara, incapaces de dar una respuesta, porque a nuestra rebeldía apenas le quedan unas gotas en el depósito de la resistencia, mientras planea sobre nuestras cabezas el buitre negro de una nueva crisis, que solo afectará a quienes no la estamos provocando.

Nunca la sordera política fue mayor, aunque todos los líderes presuman de haber entendido el mensaje del pueblo, sin comprender nada. Todos presumen de victoria, menos el “ciudadano” que perdió la brújula y ninguno de su equipo fue capaz de prevenirle sobre el acantilado que tenían delante, donde todos se han despeñado camino de la travesía del desierto que les espera.

Mientras se ponen fronteras unos a otros desde las tribunas, la humanidad cruda y espesa de militantes forman coro rechazando que “no” debe en ocasiones ser “sí”,  o gritando “a por ellos” con la amnesia propia de quien olvida las consecuencia que ese grito ha tenido para los españoles en su historia, cubriendo con ignorante yeso el cuadro de los garrotazos de Goya, preludio de la tragedia más indeseable.

Felicitemos, pues, a todos los líderes vencedores por la derrota que los ciudadanos hemos sufrido, recordándoles la herida que están abriendo como testimonio de una victoria que entrará en la historia por la puerta de atrás, siendo recordados tales líderes como los más carentes del sentido de Estado tan necesario en estos momentos de obligado entendimiento, concordia y esfuerzo unido para salvarnos de lo que parece inevitable.

CUENTA ATRÁS

CUENTA ATRÁS

Pasado el día de la “santidad universal” como prodigalidad espiritual de Dios Padre. Una vez recordados los difuntos que todos guardamos en el corazón. Y superada la resaca del caricaturesco festival de Halleween con “noche de brujas” incluida, importada de los países anglosajones junto al árbol de Navidad, compañero del “belén”; y Papá Noel procedente de tierras frías que se une a los reyes de oriente en el reparto de dádivas, pasamos a celebrar la inminente fiesta democrática que se avecina, sin atribuir santidad a los protagonistas, ni ponerles una vela funeraria, pero guardando los pocos regalos sociales que tenemos, para evitar que nos desaparezcan antes de lo que pensamos.

A las urnas iremos el próximo domingo con el alma en vilo, velo y vela, sin saber qué nos esperará al día siguiente, porque lo único claro que tenemos es que nada tenemos claro, incluso los que aparentan tener las cosas claras aunque sepan tanto del futuro como Sandro, Rappel, la Bruja Lola y el resto de los vidente que dicen ver lo invisible.

Participemos, pues, en el festejo democrático al que nos invitan, olvidando los pasados días folclóricamente tenebrosos y pongamos atención en la historia que nos espera, sin ocultar la indignación con disfraces sanguinolentos, cabezas taladradas por cuchillos y rostros deformados para asustar a farsantes, politiqueros, electoreros y especuladores, camuflados en listas electorales cerradas junto a políticos honrados.

Los colegios electorales, como ayer los cementerios, se convertirán en centros de peregrinación donde creyentes y descreídos no acudiremos con intención de limpiar tumbas, adecentar nichos y rezar por los familiares que se anticiparon a nosotros en el viaje a la eternidad que a todos nos espera, pero sí con el deseo de higienizar la vida política, expurgar la corrupción y deshollinar la mendacidad, sabiendo que nuestro empeño será inútil porque la politiquería y electorería no tienen posibilidad de redención.

POLÍTICOS Y POLITIQUEROS

POLÍTICOS Y POLITIQUEROS

De la misma forma que debemos distinguir candidatos y electoreros, también conviene diferenciar Políticos de politiqueros, aunque no tengamos opción de elegir a los primeros en las urnas electorales, por estar obligados a votar listas cerradas donde se mezclan unos con otros, sin darnos posibilidad de cribarlas dejando en el cernedor los candidatos gruesos y detestables para ser arrojados al estercolero social de donde nunca debieron salir.

Una cosa son los Políticos, así, con mayúscula; y otra muy diferente los politiqueros con minúscula por su pequeñez moral, diminuta capacidad y escasa competencia. Contándose los primeros con los dedos de una mano y los segundos en un ábaco de dimensiones astrales, porque no abundan los ciudadanos honrados, dispuestos a gestionar con generosidad, competencia y vocación de servicio público el interés común de los vecinos que representan.

Son los Políticos un bien necesario para la sociedad; y los politiqueros una peligrosa pandemia, -sin vacuna ciudadana posible mientras no se abran las listas electorales-, que amenaza con arrasar los valores democráticos fundamentales, mientras los ciudadanos no tengamos la posibilidad de eliminar la pandilla de electoreros desaprensivos que ensuciarán las candidatutas partidistas en el otoño electoral que se avecina.

El Político se diferencia del politiquero en que el primero se sacrifica por la comunidad que representa, y el segundo sacrifica los votantes a su voluntad. El Político tiende puentes; el politiquero abre desfiladeros. Uno habla; el otro grita. Uno sonríe; el otro frunce el ceño. Uno propone, escucha y negocia; el otro ordena y tiene sordera social crónica. El Político tiende la mano, el politiquero esconde una carta marcada en la manga. Uno es sincero y convincente, el otro mentiroso y confuso. El primero puede vivir de su trabajo; el segundo parasita a los vecinos por su incapacidad para de encontrar espacio en el mercado laboral; uno ejerce la política, el otro practica la politiquería; uno es “intocable”, al otro se le puede sobornar con un plato de lentejas; uno camina erguido, el otro se arrastra a los pies de su amo. El Político es tolerante, insobornable, justo, generoso y servicial; el politiquero es dogmático, corruptible, arbitrario, codiciosos y avaro.

El Político pretende el interés común y el politiquero el beneficio propio; el primero dialoga, el segundo confronta; el primero persuade, el segundo ordena, confundiendo autoridad con autoritarismo. Uno busca la paz, el otro fomenta la discordia. Hay Políticos en la izquierda el centro y la derecha; encontrándose abundancia de politiqueros en la derecha, el centro y la izquierda, porque en esto falla la teoría relativista y la geometría espacial, pues ambos se distribuyen indistintamente en el colorín político.

Manejan los politiqueros como nadie el lenguaje de la confusión, mezclando embustes con afirmaciones solemnes; falsas promesas con declaraciones de principios; y contradicciones perdidas entre frases sin sentido. Son personas que viven de la política y no para la Política. Es decir, que el oficio de los politiqueros no es mejorar la calidad de vida de los ciudadanos y ayudarles a vivir en paz con el bienestar y la prosperidad que merecen, sino yantar beneficios personales, libar prebendas y expulsar delatores de sus fechorías.

¡Ah!, y que no haya duda: tenemos politiqueros de todos los colores, escondidos en los rincones de cada partido político, sin que nadie se atreva a enfocarlos con un cañón de luz para ser vistos y expulsados a las tinieblas del olvido social, donde solo hay llanto, frustración y crujir de dientes.

MAGISTRAL MAGISTERIO DEL MAGISTRADO MARCHENA

MAGISTRAL MAGISTERIO DEL MAGISTRADO MARCHENA

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Concluida vista oral del juicio a los políticos catalanes encarcelados por su intento secesionista, es momento de hacer balance del mismo, comenzando por rechazar el apellido con que se ha calificado el litigio pues no se ha juzgado ningún “procés-proceso” político independentista, sino a personas políticas que cometieron actos delictivos en un esperpéntico ensayo separatista, que concluyó en desbandada, deserciones, silencio y decepción de los abducidos.

Por encima de todo lo acontecido durante el juicio, nos queda el estimulante recuerdo de un jurista excepcional, soberbio magistrado y modélico presidente, con talento singular para ofrecer al mundo la imagen de una justicia española muy diferente a la que ha ido en los últimos años dando tumbos por despachos políticos, tribunales internacionales, medios de comunicación y mentideros públicos.

Nunca una sentencia judicial estuvo tan legitimada antes de ser emitida como la esperada para los presuntos delincuentes juzgados por el más alto tribunal de nuestro país, pues nadie duda de su licitud y conformidad con las leyes de nuestro ordenamiento jurídico, ello gracias a la independencia política, erudición penal, conocimiento procesal, honradez mental, paciencia beatífica, estoica tolerancia y respetuosa actitud demostrada por el presidente Marchena.

Merecida confianza otorgada a quien ha demostrado serenidad infinita con acusados, testigos y defensas Singulares reflejos mentales para sortear con agudeza los regates, cepos, ratoneras y celadas que los abogados defensores le han puesto en el camino a la verdad. Tenemos certidumbre en el veredicto de un tribunal presidido por quien ha demostrado sobrada sabiduría jurídica para argumentar legalmente sus requerimientos sin posibilidad de réplica. Credibilidad en un magistrado respetuoso, que ha sabido conjugar la exigencia procesal con el amable razonamiento; armonizar la capacidad de diálogo con el límite impuesto por la frontera legal; conciliar tolerancia y rigor; y acomodar las normas procesales a lo más oportuno en cada momento.

Demos las gracias al magistrado Manuel Marchena por devolvernos la confianza en la justicia, aunque un buen abogado amigo dice que no todos los jueces son “marchenas”. Gracias por su talla profesional dignificadora de las togas judiciales que otros colegas han degradado. Y gracias por su lección pública televisada de cómo presidir un tribunal de justicia.

Proponemos por ello que se difundan los vídeos de sus intervenciones en cursos de Jueces, Facultades de Derecho, Escuelas de Prácticas Jurídicas, Colegios de abogados, despachos políticos y tribunales judiciales, para que magistrados, jueces y juristas sigan sus pasos en futuros los tribunales de justicia.

Hoy lamentamos que la sucia maniobra política urdida en su día por corruptas manos de Génova y/o de Ferraz, le hiciera presentar la dimisión voluntaria a la presidencia del Consejo General del Poder Judicial, sin darle tiempo a calentar el sillón, porque hubiéramos tenido un gran jurista a la cabeza de la mayor institución judicial del Estado. Pero el Ayuntamiento de Las Palmas donde nació tiene la oportunidad de hacerle hijo predilecto y dar el nombre de “Juez Marchena” a una calle de su municipio.

¿DE DERECHAS O DE IZQUIERDAS?

¿DE DERECHAS O DE IZQUIERDAS?

Un lector desconocido para mí que sigue mi página Web y los escritos que diariamente escribo en Facebook, me pregunta por tercera vez si soy de izquierdas o derechas, pidiéndome una respuesta a ello que intentaré facilitarle contándole mis aspiraciones, para que sea él mismo quien me clasifique, confirmando así el afán etiquetador del alma española que pretende encasillar al vecino, para evitarse pensar más allá de la simple calificación que aparentemente define a cada cual.

Debe saber este amigo, que aspiro a la igualdad de derechos y obligaciones básicas para todos los seres humanos.

Que aspiro también a que la vida sea el valor supremo y su defensa una obligación para dioses, leyes, jueces, mandamases, súbditos e intermediarios.

Aspiro a una libertad máxima, pero no absoluta, porque nuestro pensamiento está condicionado y nuestras acciones limitadas por la libertad del vecino.

Aspiro a una sociedad en la que nadie esté por encima de nadie en dignidad, respeto, derechos y atenciones.

Aspiro a que desaparezcan los explotadores, gandules, tramposos, parásitos, cínicos, corruptos y otras subespecies humanas carroñeras.

Aspiro a que quienes practican la discriminación y marginación social sean discriminados y marginados para que prueben tan despreciable bebedizo.

Aspiro a que nadie se enriquezca a costa del sudor ajeno, ni se aproveche de la desgracia, sufrimiento o infortunio de los demás.

Aspiro a que todos los seres humano tengan la digna vida que merecen, aunque no sean hijos de Dios ni aspiren a una gloria eterna inasequible a su razón.

Aspiro a que los católicos que se dan golpes de pecho y no practican el evangelio sean expulsados de los templos a cintarazo limpio.

Aspiro a que la defensa de los débiles sea patrimonio y afán de la raza humana, sin demandar etiquetas a los debilitados.

Aspiro a que toda ideología que no atente contra la vida y derechos humanos sea considerada y el pensamiento divergente respetado.

Aspiro a que desaparezcan los politiqueros y electoreros que han usurpado sus puestos a los políticos con vocación de servicio.

Aspiro a que los diez mandamientos del liberalismo, pacifismo, ecologismo, sindicalismo, feminismo, laicismo, elegebetismo, izquierdismo, derechismo y centrismo, se resuman en el Humanismo como elemento aglutinador de todos los bienes y virtudes humanas.

Aspiro, en fin, a que la Declaración Universal de los Derechos Humanos, pase de las musas al teatro, como las obras de Lope de Vega y que la sociedad sea un gran Fuenteovejuna con todo el pueblo unido y afanado en equilibrar la balanza de la justicia y poner la venda en sus ojos.

Bueno, amigo, espero que con estas aspiraciones tengas bastante para encasillarme y quedar tranquilo; pero dime en qué grupo me has incluido para salir de él inmediatamente y afiliarme a un partido inexistente, en el que no puedas encerrarme ni ponerme en el lomo la marca de ganadería alguna.

LA CARRERA DE DON TANCREDO

LA CARRERA DE DON TANCREDO

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Don Tancredo López se anunciaba como “fascinador ilusionista de toros bravos” en los carteles publicitarios de 1901, famoso personaje de temerario valor que conseguía llenar las plazas de toros plantándose inmóvil ante la cara de un bravo cornúpeta, antes de que los toreros lancearan, banderillearan y estoquearan al cuatreño.

El día que hoy recordamos, esperó nuestro héroe en el callejón a que se despejara el albero y los areneros colocaran en el centro del ruedo, frente a la puerta de toriles, el blanco pedestal correspondiente, al que se subió orgulloso y ceremonialmente el “rey del valor”.

Una vez en lo alto de la tarima, saludó al público que llenaba la plaza, brindándole  la suerte que iba a ejecutar, antes de cubrirse el rostro con una careta blanca y hacer la señal convenida al torilero Albarrán, quien descorrió el cerrojo de chiqueros y abrió el portón de los sustos por donde salió al galope el morlaco “Sacristán” con el número 14 en el costillar, llevado allí cansado de pastar en la finca de Víctor Biecinto, dirigiéndose a don Tancredo con un bufido que silenció los tendidos.

Se acercó el toro jabonero, sucio, corto y apretado de cornamenta al inmóvil temerario, olfateándole con el hocico la cintura, para después girar a su espalda y observarlo atentamente por la espalda, cuando los espectadores comenzaron a aplaudir entusiasmados asustando a la res que envistió al pedestal, obligando a salir corriendo a don Tancredo delante del toro, salvándole de la cornada los peones que arrojaron sus capotes a la cara del animal, permitiendo a la estatua humana saltar la barrera y salir luego al ruedo para recibir la ovación correspondiente, con vuelta al ruedo incluida.

A los tancredos políticos no les ocurre esto porque nadie les aplaude por quedarse inmóviles frente a los problemas, como mérito para salir luego en las fotografías de los carteles electorales.