OSAMA

OSAMA

OSAMA

Que nadie confunda el prenombre de Bin Laden con el ¡Hosanna! de los Salmos que significa, “sálvanos, por favor”. Pero que todos se pregunten quiénes y por qué pidieron la salvación al fundador de Al Qaeda, pues en la vida lo realmente importante no son las cosas que se hacen, sino el porqué se hacen.

He condenado siempre la muerte de cualquier ser humano a manos de su vecino, luchando contra el empeño de la sinrazón por dominar a los seres racionales que poblamos este territorio común, devastado por guerras desde su nacimiento.

Digámoslo de una vez: el oficio más antiguo no es el de puta, sino el de soldado.

La historia de la Humanidad está jalonada de guerras que amenazan no terminar nunca. Guerras provocadas por demenciados líderes carismáticos que envían jóvenes al matadero, pidiendo cada uno a su Dios la bendición de los estandartes y su intervención en la victoria para aniquilar más fácilmente al enemigo.

No, no me alegra el asesinato de Bin Laden, ni me complace las felicitación de mi gobierno a su homólogo americano porque tenemos abolida la pena de muerte, incluso para el mayor asesino que pudiéramos tener entre nosotros, y porque mi confianza en la redención me impide aplaudir la muerte de un ser humano a manos de otro, por merecido que el condenado tenga ese castigo. Además, el asesinato de Bin Laden no producirá beneficio alguno, sino todo lo contrario, como podemos ver en las caras de los neoyorquinos, de los embajadores y de los viajeros.

Quien considere que con la muerte de tan detestable y mortífero líder va a erradicarse el terrorismo islámico, está equivocado, porque ninguna violencia ideológica concluye con la muerte del líder, que es inmediatamente sustituido por otro de similar condición.

La única forma de terminar con todas las guerras y con el terrorismo es educar a los terrícolas, porque sólo la cultura hará posible el milagro de la reconciliación perpetua. Y hacer esto es fácil: basta dedicar los presupuestos de defensa de todos los países a construir la paz, levantando escuelas y promoviendo industrias donde la miseria tiene su territorio y la ignorancia campa por sus respetos.

Quimérico, ya lo sé, pero dejadme soñar en un mundo feliz, sin hambre ni guerras.

Y tened en cuenta que mientras haya un solo ciudadano convencido que tras su muerte va a disfrutar de una vida eterna junto al dios que determina su creencia, no habrá nada que hacer contra el terrorismo fundamentalista. Y si, además, ser mártir de la causa concede al inmolado privilegios adicionales sobre el resto de los creyentes, siempre habrá alguien dispuesto a rodear su cintura de explosivos para ganar la recompensa divina.

 

ERNESTO SABATO

ERNESTO SABATO

ERNESTO  SABATO

Todas las crónicas han cometido el error de anunciar la muerte del escritor Ernesto Sabato, – al que todos llamamos Sábato -, porque el autor de “El túnel”, “Sobre héroes y tumbas” y “Abaddón el exterminador”, había fallecido ya hacía tiempo, dejándonos su obra literaria colgada en las estanterías domésticas.

Lo que no han voceado bastante los pregoneros ha sido el compromiso ético de este provinciano bonaerense, ejemplo de honestidad y de lucha para que aparecieran los desaparecidos.

Pero este anarcocristiano también ha desaparecido, para desgracia de la raza humana, dejando perpetuamente decapitada la Comisión de Desaparición de Personas, aunque vivan para siempre y mantengan eternamente su vigencia las páginas que dejó escritas en el informe “Nunca más”.

No encuentro mejor forma de expresarle mi respeto y gratitud por su testimonio y fe de vida, que difundir aquí el poema que a él dedico con el título “Mayo tiene una plaza”, que podéis encontrar en la página Poemario de este blog.

 

ANASTROLÁCICO

ANASTROLÁCICO

ANATROLÁCICO

Agradezco en esta entrada al infantil vecino de la pedanía valenciana de Borbotó su esfuerzo por aumentar nuestro vocabulario, ya que las palabras, gestos y actuaciones de este abogado venido a más por el milagro político, ponen en evidencia las limitaciones de nuestro léxico, obligándonos a definir nuevos términos en el diccionario que expliquen sus comportamientos.

La anástrofe es una inversión en el orden de las palabras de una oración para conseguir un determinado efecto, pero si la finalidad pretendida es inducir a error o engañar haciendo afirmaciones falsas con apariencia de verdad, entonces las cosas cambian. Es decir, cuando se intenta hacer bueno un razonamiento falso, la trampa se llama falacia. Por eso la nueva figura literaria que define la actitud de este sofista de nuevo cuño recibe el nombre de anastrolacia, y él, como practicante modélico de tal doctrina polítiquera, que ejerce su oficio ataviado con adefesios benefactores de intereses propios camuflados en donaciones inexistentes, merece llamarse anastrolácico, paradigna del cinismo y la cara cementada.

Para que nos entendamos, si este politiquero en cuentión silogiza con dos premisas diciendo: yo soy político y doy dinero para luchar contra la corrupción, es fácil cometer el error de concluir que quien lo dice es un político honrado, aunque no lo sea, como parece intuir el juez que le investiga, por mucho que el silogismo se empeñe en engañarnos.

Venga, no vamos a ocultar más la noticia. La decisión del presidente de la Generalitat valenciana de enviar seiscientos mil euros a Sudamérica para luchar contra la corrupción, ha provocado un colapso en los centros sanitarios de la comunidad que dirige, bloqueando los servicios de urgencia de los hospitales porque a medio país valenciano se le han desencajado las mandíbulas por las carcajadas que ha provocado su decisión. Y la otra mitad de ciudadanos, incluyendo a sus tiralevitas, están en tratamiento psiquiátrico por la irritación que les ha producido un insulto de tamaña magnitud, habiéndose quedado los sanatorios de la ribera del Turia sin camas libres.

Así son las cosas y así tengo que contarlas a quienes abren cada día esta ventana con la esperanza de encontrar comentarios menos desgraciados, porque a nadie le agrada saber que miles de conciudadanos están en un estado de shock de consecuencias impredecibles.

Ahora queda por saber cuál va a ser la reacción de los afectados cuando recuperen la movilidad de sus mandíbulas y el entendimiento. Pero la lógica mental, el sentido social común y el respeto a uno mismo debería condenar a galeras la arrogancia y el desprecio con el que Paco Enrique fustiga la inteligencia de sus administrados.

No estaría mal que los votantes botaran de una vez a semejante botarate y los militantes populares salvaran la dignidad de un partido que este dirigente no ha sabido mantener, aunque siga gobernando el país de las flores, de la luz y del amor, que tanto ama y disfruta periódicamente quien esto firma, en compañía de los buenos amigos que allí tiene.

 

INMIGRANTES

INMIGRANTES

INMIGRANTES

La entrada de hoy iba dedicada a una realísima boda de la que no hemos tenido noticia alguna. Ya estaba escrita con ironía y ánima republicana, cuando se cruzó en mi camino el relincho de una señora enviando a su país a dos repartidores extranjeros que buzoneaban propaganda en los portales para llevarse un mendrugo de pan a la boca.

Pedí simplemente a la madama respeto a las personas y al trabajo que hacían, marchando a casa cabizbajo recordando mis largos años de emigrante de lujo y las penalidades sufridas, a pesar de tener asegurada vida fácil, buen salario, apoyo institucional y protección oficial.

Quisiera haberle dicho a tal señora que bajo la piel de aquellos inmigrantes  circulaba su misma sangre, latía idéntico corazón y su alma guardaba los mismos sentimientos. Le hubiera hablado del instinto de supervivencia, del hambre que reseca la piel y le hubiera recordado que algunos de ellos han venido con sus mujeres e hijos. Otros con un amigo para compartir juntos las penas. Y gran parte llegaron solos, huyendo de una obligada bulimia, de enfermedades endémicas y de perpetua miseria en sus países de origen, donde el azar les había condenado a vivir, porque nadie decide la cuna ni expresa siquiera el deseo de venir al mundo.

La señora debe saber que muchos hicieron el viaje en cascarones funerarios, llegando a nosotros con ojos enrojecidos de tanta lágrima, tanto mar y tanto viento, buscando una patria redentora que les redimiera de la pobreza, trayendo sus costumbres, sus canciones, sus bailes, sus juegos, sus dioses, sus imperfecciones, el olor de su tierra y la torpe pericia de un oficio aprendido de sus padres para sobrevivir en un ambiente hostil, donde se abren paso siendo muchos de ellos explotados por mercaderes del infortunio.

Son los inmigrantes trabajadores aptos para cualquier trabajo no cualificado, sin especialidad alguna, ni título acreditado. Expertos en el sacrificio diario y en la renuncia permanente al mínimo lujo, llegando incluso a perder sus nombres al ser deformados en boca de vecinos, patrones, policías y vendedores.

No debe importarnos de donde vienen sino hasta donde podemos llegar juntos, compartiendo el mismo cielo, el mismo pan, el mismo vino, el mismo aire y el mismo suelo, con la misma entrega que nuestros hijos comparten juegos, sonrisas, aficiones y esperanzas con los de ellos, hasta llegar a conquistar unidos el futuro, respetando nuestras mutuas diferencias.

Han venido hasta aquí acortando el indigente camino del dolor a través de océanos y desiertos, con la obsesión de regresar a la tierra que les vio nacer, pero muchos compartirán cementerio con nosotros, siendo llorados por sus compañeros en el idioma natal que conservarán siempre, sin llegar jamás a aprender bien el nuestro, salvando a los que vienen del cono sur americano.

Aquí tendrán hijos y nietos, que curaran a nuestros hijos, proyectarán nuestras casas, fabricarán muebles y cultivarán el trigo que llevará el pan a nuestra mesa, terminando por hermanarse con la tierra de acogida sin olvidar su procedencia y recordando con admiración al abuelo que un día se jugó la vida en la patera o la deportación en la aduana para darle a ellos el futuro que la suerte les había negado.

 

PERIOCISTAS

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PERIOCISTAS

Podemos estar de acuerdo en calificar de escritor/a a toda persona escribe, – aunque muchas de ellas merecerían ser llamadas escribidoras -, porque no existe titulación alguna para actividad tan estimulante y digna.

Pero esto no ocurre con el periodismo, cuyos titulados soportan estoicamente un intrusismo profesional desconocido en otros oficios, viendo como se autocalifican de periodistas personas que no han pisado las aulas, y otras con diplomas universitarios que nada tienen que ver con el periodismo, aunque ejerzan dignamente su trabajo.

Pero no es a estos honrados entrometidos a quienes voy a referirme, sino a los periocistas. Es decir, a los desvergonzados suplantadores de verdaderos periodistas, acrediten o no la titulación exigida para ejercer tan noble ocupación, ya que para desgracia de todos tienen en sus manos un micrófono, una pantalla o una página, desde donde clavan rejones a la sensibilidad y cultura de propios y extraños.

Me refiero a quienes desde la tribuna pontifican con ignorancia, insultan sin reparos, desprecian a disidentes, pervierten argumentos, condenan el pensamiento divergente y ocultan información que no beneficie a sus patrones y/o a ellos mismos, con un descaro que espanta y una impunidad que irrita.

Hablo de los “creadores de opinión” que agitan los peores sentimientos en televidentes, oyentes y lectores, sin tomar nota de las consecuencias que esto tiene para la convivencia social, porque cuando se calienta la sangre de un fanático es difícil encontrar un extintor que apague el fuego fatuo que se propaga entre las cisuras cerebrales por donde circula el éter del resentimiento, la frustración y la venganza.

Aludo a quienes patrocinan y dirigen programas donde los argumentos de los contertulios son silenciados por las interrupciones continuas de los periocistas que comparten la mesa, impidiendo que los adversarios expongan sus razones. Programas donde el grito cobra fuerza de persuasión y el desprecio a otras ideas y opiniones es norma de conducta.

A estos fascistas de nuevo cuño me refiero, y a cuantos los sustentan, porque en una sociedad democrática, que presume de culta y civilizada,  no tienen cabida las soflamas, los libelos, las descalificaciones, los insultos, las injurias, los engaños, las manipulaciones informativas, el cinismo y todo aquello que dificulta el entendimiento, aunque resulte imposible llegar a él, porque no todo vale, a costa de nada.

En su particular cruzada contra el infiel, estos “pequeños talibanes de sacristía” no reparan en gastos y tiran por la ventana todo lo que les estorba, aunque se trate de la dignidad de las personas y de su honor, con una falta de vergüenza que avergüenza, ensartando el estoque hasta la bola, sin valorar las graves consecuencias que sus soflamas pueden tener, al no dejar títere con cabeza que no piense como ellos.

 

MI CIUDAD

MI CIUDAD

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MI CIUDAD

Me pregunta un desconocido internauta desde qué ciudad escribo este diario, y le propongo jugar a las adivinanzas hablándole de ella para que su entendimiento dé respuesta a la pregunta que formula.

Cuelgo estas notas asomado al balcón de una ciudad con entrañables plazuelas y callejas. Culta, alegre, conservadora y olvidada de veloces raíles, al oeste de la piel de toro, donde sus vecinos se esfuerzan por adquirir la cultura urbana necesaria para desterrar el aldeanismo secular, tratando de eliminar residuales actitudes provincianas y caciquiles propias de otro tiempo, mantenidas por quienes deciden en sus despachos sobre nuestra vida y hacienda.

Una ciudad altanera y orgullosa de ser uno de los más bellos museos al aire libre que pueden contemplarse en el planeta. Sus monumentos, blasones, enrejados y fachadas son un recreo para la vista, especialmente el tapiz pétreo que se levanta sobre las puertas de su inimitable fachada universitaria, del que los japoneses se han llevado una réplica del mismo.

Dos universidades, dos catedrales, cinco puentes sobre el Tormes, un Lazarillo, una Celestina, templos a granel, conventos por doquier, un verraco y una rana, hacen las delicias de los visitantes que desbordan las arcas de centros de hospedaje y alterne, más sonrientes los fines de semana y en vacaciones, cuando atienden  complacientes a los turistas que llenan hasta rebosar sus faltriqueras.

Farolas titilantes iluminan con luz ocre los antiguos rincones, deleitando el espíritu de los enamorados que pierden sus pasos por La Latina, Libreros, Serranos, Veracruz, Tentenecio, Patio Chico…, callejas insospechadas para quien no conozca la ciudad ni haya gustado de la apacibilidad de su vivienda. Contraste que concilia sin esfuerzo con el bullicioso colorido de su Gran Plaza, en horas tendidas al sol con placentero gusto de jóvenes multinacionales que aprenden a amarse en la ciudad.

Metrópoli de lujo para vivir, a pesar de los vándalos nocturnos que la despedazan; de las vulgares palomas que blanquean los aleros, tejados, fachadas y aceras con sus excrementos; de los descerebrados que garabatean groseramente con sprays puertas y paredes; de los gamberros que se abstienen de respetar el descanso ajeno; y de los estorninos que pespuntean de negro cúpulas y portadas.

No sé si haber capitalizado la cultura europea hace nueve años ha mejorado la erudición de sus vecinos en esta ciudad pretendidamente universitaria e intelectual, con plazas “hostialeras” para acoger medio mundo y más de treinta mil estudiantes que sólo aportan “movida nocturna” a la ciudad e insomnio a los vecinos.

 

LOS TIENESTUDIOS

LOS TIENESTUDIOS


LOS TIENESTUDIOS

Dentro de la variopinta fauna política donde hay especímenes de todas clases, existe la pandilla de los “tienestudios”, donde se agrupan todos los retrasados de la clase, que fueron incapaces de alcanzar una titulación universitaria.

Son individuos de bajo perfil intelectual y mucho poder. De escasa formación mental y mucho poder. De insuficiente capacidad de pensamiento y mucho poder. De poca cultura, escasa educación y mucho poder. Ignorantes de que las urnas dan eso, poder, pero nunca sabiduría.

Es un grupo sexualmente mixto porque lo único que les distingue son las prendas íntimas y la posibilidad de parir o no de parir. Por lo demás no hay diferencia entre ellos, ya que la procedencia social no limita sus posibilidades, que son infinitas, ni la falta de inteligencia es un obstáculo para llegar donde su ambición determine, si el partido lo permite.

Como de todo se aprende, el mal ejemplo de algún sabio, plurititulado en nada, les enseñó que el camino seguido por tan nefasto sujeto de presumir de títulos universitarios inexistente tenía que sustituirse por la torpe ambigüedad del “tienestudios”. Y digo torpe porque hasta la Antártida llegan las carcajadas de los ciudadanos cuando leen en las biografías de tales mendas que “tienen estudios de…” Pongan ustedes a continuación de los puntos suspensivos lo que les plazca y cumplirán con la moda política del “tienestudios”.

De forma tan burda pretenden convencer a los votantes que fulano es casi arquitecto; que mengano, está a punto de ser médico; que zutano se encuentra a las puertas del Nobel; y que a perengano le falta un suspiro para ser magistrado.

Tales mentecatos ignoran que esa trampa dialéctica no distrae ni engaña a los ciudadanos que pretende confundir, porque con la artimaña que emplean todos los españoles tenemos estudios de todo.

¿Quién no tenido en sus manos el plano de una casa? ¿Hay alguien que no se haya leído un prospecto de medicina? ¿Cuántos semejantes no han dedicado algún minuto de su vida a leer una página literaria? ¿Quién no ha puesto su atención en una sentencia judicial? ¿Existe alguien que no haya garabateado un dibujo? ¿Alguien se ha privado de meditar con el libro sagrado entre las manos? Pues, según ellos, eso nos permite tener estudios de arquitectura, medicina, literatura, judicatura, arte y teología, capacitándonos para lo que no están capacitados quienes integran el grupo de los “tienestudios”.