SALVADORES

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SALVADORES

Puestos ya definitivamente en su sitio los redentores militares que durante siglos han pretendido salvarnos de múltiples desgracias, nos queda todavía por superar el empeño de las autoridades civiles y religiosas por alejarnos de los graves males que nos rodean, aunque en algunas ocasiones hayan sido generados por ellos mismos, erigiéndose en salvadores de la raza humana, sin darse cuenta que somos lo suficientemente mayorcitos para equivocarnos por nuestra cuenta, sin necesitar la ayuda de nadie.

Hay que decirles que su empeño es baldío por innecesario, y que carece de justificación porque las actitudes que pretenden enmendar no dañan intereses ajenos, ni ponen en peligro la salud de otros y, menos aún, limitan las libertades de los demás, como ellos pretenden hacer con las nuestras.

Déjennos en paz, por favor, las curias cívicas y eclesiásticas. Déjennos caminar con nuestros errores a cuestas, disfrutando de la libertad que merecemos. Déjennos pensar libremente, obrar libremente, soñar libremente, y dejen de aturdirnos con mensajes protectores que sólo pretenden usurparnos la poca libertad que nos queda. Déjennos hacer cuanto nos plazca, aunque no sea políticamente correcto ni doctrinalmente acertado, y nosotros les agradeceremos que nos permitan sufrir con resignación el dolor de nuestra independencia de criterio.

Guarden en sus cofres las medidas autoritarias y protectoras de épocas no muy lejanas, dictadas por fueros y catecismos. No intenten imponernos medidas trasnochadas aplicadas por tradicionales padres de familia y déjennos volar tranquilos sobre leyes no naturales y fuegos infernales, pues nos bastamos por nosotros mismos para sobrevivir. Ahórrense consejos sobre lo que debemos ver, oír y entender. Eviten guiarnos por la senda de la virtud cuando nuestra brújula indique sentido opuesto. Rehúyan adoctrinarnos sobre comportamientos sociales legalizados por ustedes y conductas religiosas impuestas por la sotana. Esquiven aconsejarnos sobre lo que a nosotros toca decidir. Eludan vestirnos con babis de colores porque tal hábito no corresponde a nuestra mayoría de edad. No se constituyan en oráculos de sabiduría absoluta porque estarían en la frontera del error. Corten los hilos que han cosido a nuestros brazos y piernas, y dejen de tratarnos como marionetas de su guiñol porque preferimos errar a ser manipulados por manos de solemnes ignorantes reconvertidos en sabios con el salvoconducto de papeletas electorales o mediante inspiración divina falsamente otorgada en las pilas bautismales.

No se olviden que el territorio privado que pretenden gobernar es lugar que sólo a nosotros pertenece, donde tenemos reservado el derecho de admisión.

Y no se preocupen por nuestras preocupaciones y desvelos porque ya estamos nosotros bastante preocupados con sus velatorios por la libertad que pretenden usurparnos.

 

SANSONES CARRASCOS

SANSONES CARRASCOS

SANSONES CARRASCOS

Continúa la Feria Municipal del Libro luciendo en sus casetas magníficos ejemplares donde se cuentan las aventuras del señor Quijano, lo cual da pie a reflexionar sobre los sansones carrascos que juegan a lo que ignoran en muchas latitudes del planeta.

Sabemos que entre los ciudadanos normales abundan los quijotes tanto como escasea el quimérico caballero entre los dirigentes políticos locales, regionales y nacionales, donde hay sobreabundancia de carrascos, aunque no todos tengan grandes los cuerpos, caras redondas, narices achatadas y amplias bocas, como tenía el bachiller de la inmortal obra. En cambio, se parecen mucho a él en su donaire; en su regusto por burlarse de los visionarios; en su aparente talento; y en su natural condición maliciosa.

Asistimos estupefactos a la paradoja de ver como los actuales bachilleres cervantinos homenajean al Quijote, exhibiendo una preocupante y contagiosa enajenación mental transitoria, descubierta solamente por los incontables sanchos que están presentando en los juzgados la denuncia correspondiente, acusando a estos carrascos de faranduleros, porque “donde reina la envidia no puede vivir la virtud”. En el mundo de nuestros vecinos bachilleres, la codicia tiene brillo propio, sin necesidad de pulirla con extraños anticuerpos ni bálsamos de fierabrás, porque basta darles una pequeña mano con algún abrillantador político de cualquier signo.

Mientras esto ocurre, los carrascos mantienen su empeño en derrotar la utopía, disfrazándose para ello con camuflajes muy extravagantes que pretenden despistar a la concurrencia, mientras contemplan asombrados el desfile de oportunistas que sortean la fingida vigilancia de sus cómplices, contando con la íntima colaboración de curas y barberos que expurgan la biblioteca de los sueños y queman los libros causantes de tan hermosa locura.

El final de la historia será el de siempre: el día 22 la realidad vencerá, una vez más, a la utopía, y los nobles altruistas rodarán por el suelo, ante los carrascos que habrán engañado de nuevo a los quijotes, disfrazándose de blanca luna. Con la derrota a la espalda, se incorporará del suelo la cordura cansada de luchar y se hará vulgarmente humana. Tomará cuerpo mortal y recobrará el apellido entre el aplauso funerario de los carrascos que se complacerán por la nueva incorporación muchos a su interminable lista de desertores.

Así seguirá menguando la delgada fila de los que luchan por un mundo más quimérico y feliz. Así se reducirá el escaso grupo de idealistas que van quedando desperdigados por talleres, oficinas, escuelas, sanatorios y audiencias, con la bandera de la fantasía en la mano y su espíritu bombeando ilusión y energía en cada latido del corazón.

El epílogo de esta historia de caballerías nos desvela una inesperada y amarga verdad, al permitirnos comprobar que el loco quijote tenía menos razón que el cuerdo quijano, porque los encantadores, tramposos y perseguidores que denunciaba continuamente el caballero andante, existen de verdad y son reales, venciendo otra vez escondidos bajo los disfraces del bachiller, la sotana del cura y la bata del barbero.

Ellos dejarán en la cabecera doliente de su cama, el billete sin retorno para que nuestro héroe de leyenda emprenda su melancólico viaje final, acompañado por todos los defraudados ante el engaño colectivo al que les han llevado los ambaucadores.

 

PROBLEMAS FATUOS

PROBLEMAS FATUOS

PROBLEMAS FATUOS

De la misma forma que se producen luminiscencias nocturnas originadas por la inflamación de sustancias químicas debidas a la putrefacción de animales y vegetales, llamados fuegos fatuos, también se producen llamaradas espontáneas en la sociedad por la descomposición interna de la política que aplica mecheros donde los políticos echan gasolina, militarizándonos luego a todos con extintores en la mano para apagar esos incendios.

Trajes nunca pagados, enchufismos en las Juntas, reclinaciones de presidentes, declaraciones inoportunas, negativas a comisiones, sentencias judiciales, etc., ocupan a los políticos más horas de reloj, desgaste personal y malestar general, del que estos asuntos merecen, precisamente en tiempos de sangre, sudor y lágrimas.

Y no es que esos chispazos carezcan de importancia, no. Pero obedecen a luchas partidistas por conseguir o mantener el poder, que sólo a los interesados beneficia, en vez de  ocuparse en dar de comer a los hambientos que peregrinan por los contenedores, en ofertar empleo a los cinco millones de parados que van con el alma en pena por las calles, en enseñar al que no sabe, para erradicar el millón de analfabetos que tenemos entre nosotros, o en apretarse ellos el holgado cinturón del pluriempleo y los sueldos millonarios, en vez de cinchar a la clase media.

Cuántas veces he hablado de la rara habilidad que tienen los políticos para crear un problema donde no existe y luego pedirnos a todos que vayamos detrás de ellos con la pancarta, coreando las consignas que nos dictan los infiltrados en la manifestación.

El mundo de los políticos profesionales, tiene poco que ver con el mundo real de los ciudadanos. Basta recordar la estupefacción de los comisionados cuando una cacereña de Vallecas les gritó en plenas narices las verdades del barquero. Parecían escuchar a una extraterrestre. Pero no se hagan ilusiones, fue simplemente un espejismo, porque su aterrizaje a la realidad apenas duró el tiempo justo de intervención de esta ciudadana. Enseguida aprovecharon el humo de la conmoción inicial para ascender de nuevo al paraíso de sus intereses personales, donde habitan.

Se va a necesitar mucho papel de lija para borrar las huellas de la decepción provocada por estos dirigentes; mucho papel moneda para compensar tanto desconsuelo; mucho papel de celo para pegar descosidos; y un rollo enorme de papel de estraza para envolver los pesares de quienes estamos sufriendo las consecuencias, viendo a los políticos con la cerilla en la mano dispuestos a provocar un nuevo fuego fatuo, mientras arde a sus espaldas el país.

 

VÁNDALOS

VÁNDALOS

VÁNDALOS

En el quiosco se quejaba airado un ciudadano de que el puñadito de salvajes de turno le hubieran pinchado dos ruedas del coche y destrozado el espejo retrovisor a la puerta de casa, cerca de la “movida”. Locura que convenía mover a una isla desierta, con caníbales incluidos, para que estos maleantes no desentonaran.

“Pintadas” en puertas y fachadas sin gracia alguna, que más parecen garabatos malintencionados para hacer daño gratuito. Gritos, cantos, broncas y peleas que perturban el descanso de quienes lo merecen, unidos con daños a bienes privados y mobiliario público urbano que se han convertido en rutina semanal, cuando la jornada laboral abre las puertas de la jaula y deja en libertad a los vándalos, que campan por sus respetos, sin que las autoridades locales hagan mucho para evitarlo.

Los sábados y domingos a primera hora de la mañana, una parte de la ciudad reproduce el escenario donde se rodaron las más devastadoras escenas que produjo el paso de los cuatro jinetes de la Apocalipsis, la marabunta, las plagas de Egipto y el caballo de Atila, juntos, consiguiendo que los vecinos desarrollen un especial sentido del equilibrio que para sí quisieran muchos funambulistas, sortenado con asco las vomitonas, cascos rotos de botellas, vasos de plástico, huellas de alcohol y basura de contenedores vertida por una recua de humanoides descerebrados que no saben mear lo que beben y tienen que hacer méritos para ser integrados en la manada, dando la nota amarga.

Queda el consuelo de pensar que gran parte de nuestra juventud no es así, ni mucho menos. He pasado toda mi vida entre jóvenes y certifico que la mayoría de ellos responden a un perfil bien distinto. Sólo una minoría forma estructura social de grupoide, aunque sea muy ruidosa, irresponsable, dañina, temeraria e indeseable.

Estos bárbaros tienen una estructura mental tan reducida que no les permite divertirse sin alcoholizar sus venas y atentar contra los bienes ajenos. Muchos de estos patanes de feria son elementos neutros en manos del jefecillo de la banda que gobierna la manada de reses, sin espacio en su frente para dar cabida a una tarjeta de perfil.

Al contrario que los toros de lidia, cuando están aislados muestran la mansedumbre de los cabestros y basta una palmada para que salgan corriendo con el rabo entre las piernas a esconderse como ratas en las alcantarillas. Pero jaleados por la manada y desinhibidos por el alcohol, son capaces de rajar Las Meninas con una navaja, darle un martillazo al David o quemar El Quijote.

Tengo un grave problema intelectual con estos cafres, y es que no los entiendo.  Mi cerebro se bloquea y la lógica común pierde el rumbo en las extensas planicies de sus encefalogramas planos. Tal vez por eso los sufro con desprecio y pido para ellos la exclusión de la sociedad. No puedo entender el daño gratuito, el perjuicio indiscriminado o la lesión caprichosa, porque sólo concibo tanta maldad en mentes enfermas e irracionales.

 

QUIJOTE UNAMUNO

QUIJOTE UNAMUNO

QUIJOTE UNAMUNO

La inauguración de la feria municipal del libro me permite hermanar al caballero manchego con el sentidor vasco, ambos patrimonio de la humanidad, aunque el segundo de ellos este despatrimoniado en su tierra adoptiva.

Impulsa las actuaciones de los quijotes un fondo de bondad compatible solamente con sentimientos de similar nobleza, y singulares puntos de ingenuidad los caracterizan, aderezando su romanticismo con unas gotas de valor, dos cucharadas de generosidad, tres paladas de idealismo y un tren repleto de solidaridad.

La ocupación principal de los quijotes consiste en desfacer entuertos allí donde el agravio asome por la ventana o se deje entrever a través de los visillos. Les basta imaginar el perfil de la injusticia para empuñar su lanza y ayudar a los desfavorecidos o defender a los desventurados, mientras persiguen incansablemente por todos los rincones un amor platónico al que entregarse plenamente y sin reservas.

Vieja idea en odre nuevo que Antonio Machado recogió para retratar a nuestro hombre como  “donquijotesco don Miguel de Unamuno”, que caminaba “jinete de quimérica montura, metiendo espuela de oro a su locura, sin miedo de la lengua que malsina”, dedicado a la obra universal.

A lomos de este empeño he cabalgado durante años tras las huellas de tan noble caballero, proclamando que su vida fue una lucha permanente en defensa de la verdad y la justicia, denunciando la calumnia y la mentira, allá donde tropezó con ellas, para hacer del romántico quijotismo norma de conducta, y despertar las conciencias de todos con la verdad.

Moral de quien fue quijotista – no cervantista – nacido lejos de La Mancha y asentado en la conventual Salamanca, claustro y celda del catedrático andante, desde la cual esgrimió su lanza contra malandrines, gandules, fariseos, mercaderes, defraudadores, negligentes, corruptos, politiqueros, desaprensivos y otras especies de la fauna bípeda racional a quienes no dio tregua ni concedió mínimo espacio entre nosotros.

La verdad por encima de todo, fue su lema. Y así lo dejó escrito con estas palabras: “No me prediques la paz que la tengo miedo. La paz es la sumisión y la mentira. Ya conoces mi divisa: primero la verdad que la paz”. Algo que repitió en varias cartas, escritos y conferencias a lo largo de años, ratificando con firmeza tal convicción.

Quién sino este verdadero Quijote podría ser capaz de renunciar a todos los honores para mantener su independencia de criterio por encima de lo estimado políticamente correcto. ¿Hubiera obtenido el Premio Nobel si traiciona su curiosidad intelectual negándose a ir al dichoso mitin de Falange? ¿Mantendría el rectorado vitalicio y la alcaldía honoraria perpetua si hubiera satisfecho el deseo de los hotros y no su propia conciencia? ¿Habría ocupado un escaño en la Cámara Alta correspondiendo al guiño del ministro, en contra de sus convicciones? ¿Qué recompensas tenían reservadas para él los militares rebeldes si hubiera agachado la cabeza ante los sables golpistas?

Quién sino este Quijote pudo pasarse la vida luchando contra todo y contra todos, contra esto y aquello, contra las injusticias, los abusos, la ignorancia, la incivil guerra, la política, los usurpadores y los electoreros, anteponiendo siempre su lealtad intelectual y honradez personal, para acabar sólo y abandonado en una helada casona, entre el silencio castañeante de los pocos amigos que ahogaban su dolor en lágrimas heladas por el miedo, mientras los falangistas subían al primer piso del número 4 de la calle Bordadores, ajustándose los negros correajes para comprobar que efectivamente había muerto el caballero.

 

LENGUAJOLLE

LENGUAJOLLE

LENGUAJOLLE

No se puede negar que haya otros mundos en este que vivimos, y parece una memez – por obvio – reconocer la existencia de diferentes idiomas reglados de comunicación. Incluso puede aceptarse el mestizaje de lenguas como patentizan quienes hablan el hispaninglis con gran soltura.

También satisface el enriquecimiento del castellano con vocablos profesionales pertenecientes a los distintos gremios, algo que incrementa dignamente el diccionario, de manera especial en el campo de las nuevas tecnologías informáticas.

Evitando referirnos al lenguaje empleado por grupos específicos como mercheros, gitanos, roqueros, punkis, y otros sociodialécticos marginales, quiero referirme al lenguajolle, es decir al nuevo lenguaje que los jóvenes utilizan en la calle para comunicarse con sus coleguillas en presencia física o a través de las microondas de sus teléfonos móviles, utilizando palabras capadas a su gusto para agilizar la comunicación y ahorrar el tiempo que luego tiran por la ventana.

El vocabulario de los jóvenes se reduce a pocos términos, entre los que destacan: tío, vale, rollo, ya, paso, jo, guay, corta, tronco y poco más. También manejan con facilidad palabras como manifa, masoca, fumeta, monki, pijiguáis, pseudogrunge, porreta, travelos, buseto, truño y toda la serie de los “ata”: pegata, cubata, drogata, y bocata. Metiendo antes de papear, después de abrirse al  kely.

Igualmente, utilizan frases de dos o tres palabras como comer el coco,  parkear la troca, estar rayado, dar el cante, echar la peta, tirarse el folio, quedar tuti, chico estuche o porfaplis, que es una asociación simbiótica, lingüística y reiterativa.

A todos ellos, – a estos jóvenes, claro – quiero dejarle este mensaje de móvil para que no me olviden:  Ns vms dsps o ns vms mñn tmb, xo ntp m da xq tkm. A2. xD :p

Terminemos con los extranjerismos, moda dominada por el anglosajón que ha infestado el vocabulario juvenil con términos innecesarios de difícil asimilación, que tienen su correspondiente en el diccionario de la lengua española.

A sí, por ejemplo, quiero deciros que llegué jet-lag del viaje al spa con mi personal trainer de hacer business  y car wash. Como shopping victim que viste fashion fui al oulet con la baguette de backstage  haciendo trekking , donde estaba una blackberry anunciando overbooking porque había talk-show en prime time y carencia de lignerie. Bye

 

REFLEXIONES PRE-ELECTORALES

REFLEXIONES PRE-ELECTORALES

REFLEXIONES PRE-ELECTORALES

En voz baja y sin pretensiones de ser escuchado, pero con la conciencia tranquila de proclamar a los cuatro vientos mi pensamiento, sugiero a los candidatos que no intenten confundir a los electores porque la inteligencia colectiva es avispada y no se deja embaucar con manipulaciones informativas ni quiméricas promesas, por muy firme que sea el poder ejercido por los medios de comunicación. Tal vez por eso, inaugurar obras públicas inconclusas o poner primeras piedras en el vacío durante el periodo pre-electoral, contribuye a desviar el voto de los indecisos hacia la facción opuesta.

Ocultar información, mentir o decir medias verdades es tan deshonesto como peligroso para los intereses propios. Igual que limitar las entendederas a privados dividendos, porque no beneficia ni produce réditos a quien sólo comprende aquello que le conviene.

Responder con evasivas a preguntas concretas, contestar sobre aquello que no se interroga, pretender justificar lo injustificables, aludir a lo que no corresponde y criticar al ausente, no sólo es de mala educación, escaso gusto y poca sensibilidad, si no que además resta papeletas electorales.

La prepotencia y presunción de victoria, puede desterrar a las tinieblas a todos los primos de zumosol por muchas elecciones que hayan ganado hasta ahora. Y debe tenerse en cuenta que limitar libertades, poner cruces en la frente de los disidentes y señalar públicamente con el dedo a los librepensadores, conduce a la rebeldía de los estigmatizados.

Hablar claro obliga a decir la verdad por dura que ésta sea, y es momento de advertir a los votantes que la verdadera crisis no ha empezado, que todos debemos apretar los dientes, que la bonanza no volverá en muchos años, que la salida pasa por trabajar con sacrificio, que debemos estar despiertos ante los especuladores sin escrúpulos y que todo ello será posible si ocupan los escaños los mejores y más capacitados, sin importar el sexo, la militancia ni los juegos de poder individuales o colectivos, sino criterios de competencia profesional, liderazgo natural, conocimientos y experiencia, por encima de todo amiguismo, compraventa de favores o interesadas presiones.

Los aspirantes han de saber que la humildad les llevará más lejos que la soberbia; que el diálogo evitará la confrontación; que la negociación esquivará el rechazo que produce la imposición; que el control evitará la oportunidad del pelotazo; que el sectarismo es preludio de discriminación; el monólogo político, la antesala del cesarismo; el despotismo, comienzo del ocaso; el engaño, fuga de los titubeantes; la manipulación, preámbulo de rebeldía; y el adoctrinamiento certificado de defunción de la libertad de pensamiento y de la razón.