VALE, PRESIDENTA, PERO…. ¿Y LA BOTELLA?

VALE, PRESIDENTA, PERO…. ¿Y LA BOTELLA?

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La falta de actitudes deseables en los políticos, – tan habituales en el resto de los mortales – provoca que cuando un profesional de las urnas manifiesta comportamientos al uso en cualquier otro foro, merezca felicitaciones, como es el caso de doña Espe.

Acostumbrados a ver  los políticos ocultando sus errores bajo las alfombras y sabiendo que en su diccionario no existe la palabra perdón, complace ver a la Presidenta de la Comunidad de Madrid reconocer públicamente un error cometido y pedir disculpas por ello, explicando además las causas del yerro.

Reconozco  que sólo me une a Esperanza Aguirre nuestra común afición al golf y el haber disputado con ella, algún trofeo. No más. Ni siquiera los años que estuvo al frente del Ministerio de Educación entre 1996 y 1999 sufrí sus decisiones porque me encontraba disfrutando un privilegiado exilio en Bruselas.

Pero mi alejamiento ideológico con la presidenta no me impide felicitarla por su envidiable cintura política, su acertado populismo, su valentía para entrar al “trapo”, – venga éste de donde venga -, su sonrisa al tiempo que golpea, su desparpajo para aceptar errores y su oportunidad pidiendo disculpas.

Esto ha hecho ayer públicamente reconociendo el desacierto cometido al afirma que los profesores de Secundaria trabajaban solamente veinte horas semanales, algo que dio lugar a mi artículo del 2 se septiembre en el que puede verse la réplica a sus declaraciones.

Pero no os hagáis ilusiones porque el ejemplo de la Condesa consorte de Murillo no llegará a los bancos azules, ni a los escaños parlamentarios, ni a los concejos. Menos aún en momentos preelectorales en los que esta Grande de España ha dado la cara para ganar votos, por contradictorio que parezca.

Su intuición política le ha hecho saber que con esas actitudes nos dejaríamos engañar los que llevamos años esperando un mínimo gesto de honradez por parte de los políticos, aunque sea oportunista su actitud y carezca de la sinceridad que deseamos.

Ahora sólo falta que la concejala de Medio Ambiente del Ayuntamiento madrileño, ex-alcaldesa de la Moncloa, siga el camino de su amiga y se acerque al confesonario para arrepentirse de la gran mentira que ha pronunciado, pues no es cierto que los funcionarios del Ayuntamiento madrileño trabajen mucho más que los profesores como afirma, puesto que los empleados municipales tienen firmadas 35 horas semanales de trabajo en su convenio, y los profesores 37,5 horas. ¡Vaya por Dios!

NISI ITA, NON PUTO

NISI ITA, NON PUTO

Así, en latín, para que me entiendan los sacerdotes españoles, cuya edad media se sitúa en los 63,3 años llegando en algunas diócesis al 72,4, dominadores, por tanto, del latín que estudiaron durante muchos años en el seminario para decir la misa en tal idioma, hasta que Juan XXIII los puso cara al público y hablando castellano.

El resto de seres humanos deben saber que la expresión latina que da título al artículo de hoy significa en castellano algo así como “al menos que así sea, no lo creo”, o de forma más sencilla: “si no lo veo, no lo creo”, como Santo Tomás dijo a sus compañeros al pedirles ver las llagas del Señor.

Efectivamente, lo he oído hace unos minutos por la radio, y he quedado estupefacto con la increíble noticia que han lanzado las ondas. Esto significa que no creeré lo que acabo de oír hasta verlo cumplido, porque las inocentadas se guardan para el 28 de diciembre.

Al parecer, – no se rían -, la Jornada Mundial de la Juventud es candidata al Premio Príncipe de Asturias de la Concordia, es decir, que aspiran a llevarse 50.000 euros, una escultura de Miró, un diploma y a una insignia, el millón y medio de personas anónimas que participaron en las jornadas festivas publicitarias. Salvo que se haga cargo de los beneficios la institución católica representada por su jerarquía cardenalicia. ¡Manda huevos!, que diría el catoliquísimo Federico Trillo, aunque a sus jefes del Opus Dei no les hiciera mucha gracia el lamento de su socio.

Espero que no sea así, porque la JMJ no merece un premio que se concede a quien haya contribuido de forma ejemplar y relevante al entendimiento y a la convivencia en paz entre los hombres, a la lucha contra la injusticia, la pobreza, la enfermedad, la ignorancia o a la defensa de la libertad, o que haya abierto nuevos horizontes al conocimiento o se haya destacado, también de manera extraordinaria, en la conservación y protección del patrimonio de la Humanidad.

Por una vez, hay que confiar en que el presidente del jurado, Álvarez Cascos, el banquero Rato y la multimillonaria Koplowitz, hagan bien su trabajo y proclamen hoy en el hotel Reconquista de Oviedo como ganador del Premio a la Concordia a cualquiera de los otros 43 aspirantes, entre los que destacan las personas que se dejaron la piel en el tsunami de Fukushima (Japón); la Organización No Gubernamental Parent’s Circle- Families Forum, formada por israelíes y palestinos en lucha por la reconciliación de las dos comunidades; Sylvia Earle por su amor a los océanos; Vandana Shiva, defensora de los derechos de los pobres sobre los recursos naturales; o cualquier otro candidato que no sean los folclóricos festivaleros y jerarcas eclesiásticos defensores de la pobreza, que han gastado ¡un millón de euros! en propaganda rejuvenecedora de lo imposible, cuando en Somalia están condenados a morir de hambre 750.000 hijos del Dios que predican sin sonrojarse.

NOTA:  ¡Uf, menos mal! Tres horas después de publicar lo anterior, también la radio ha traído a mi mesa de trabajo la buena nueva  de que los ‘héroes de Fukushima’, han sido galardonados con el Premio Príncipe de Asturias de la Concordia 2011 por su «valeroso y ejemplar comportamiento».

GODIVAS Y CUADRÚPEDOS

GODIVAS Y CUADRÚPEDOS

En todas las profesiones es necesario acreditar  conocimientos sobre el oficio que se ejercita, salvo en una de ellas, que sin ser profesión, es una de las más profesionalizadas a tenor del largo tiempo que los beneficiarios la ejercen. Y sólo en una profesión, el sujeto que la ejerce dispone de asesores que le aconsejen, para suplir la ignorancia sobre el tema que el responsable exhibe sin recato.

Para acceder a la función pública todos los ciudadanos deben superar unas pruebas específicas, muy competitivas, salvo para ocupar las más altas responsabilidades del país, a las que puede acceder con el mínimo esfuerzo el más ignorante del reino.

Comprenderéis que estoy hablando de la profesión política, – oficialmente inexistente -, y de los profesionales que la ejercen, es decir, de los políticos. Galápagos provistos de una concha donde rebotan los pudores que avergüenzan al resto de ciudadanos y una cara más dura que el diamante.

Unidos, pues, el atrevimiento y la ignorancia, no extraña que los regidores nos lleven de tumbo en tumbo, guiados por asesores de tres al cuarto, más políticos que profesionales, porque los buenos técnicos suelen dedicarse a su oficio.

Tal situación explica las consecuencias de poner la educación de una Comunidad en manos de una Técnica en Información y Turismo como doña Espe, que lleva a su lado como vicepresidenta a una licenciada en Económicas llamada Lucía, que ya dejó ver los dientes en 2007 privatizando el Colegio Miguel Ángel Blanco, adjudicando su gestión a una empresa sin experiencia en el ámbito educativo, que luego fue ilegalizada por el Tribunal Superior de Justicia de Madrid.

No es el turismo, – oficio de la presidenta -, ni el producto interior bruto, – ocupación de la vicepresidenta -,  el bien más preciado de un país, sino la formación de sus ciudadanos, como sustento de  la democracia, base del progreso, soporte de la convivencia, eliminación de los fundamentalismos y confinación de las guerras.

Cuanto más se popularice, expanda y facilite la educación de los ciudadanos, mayor será el bienestar, la paz y la riqueza de un país. Es importante que los responsables educativos perciban su tarea con mesianismo social, y los ciudadanos tenemos la obligación de poner la educación en manos de personas que así lo sientan, porque de lo contrario será como dar godivas a un cuadrúpedo.

LA BURBUJA DE «INDIGNADOS» E INDIGNADOS

LA BURBUJA DE «INDIGNADOS» E INDIGNADOS

Politiqueros, banqueros y especuladores nunca tomaron en serio la burbuja inmobiliaria que los expertos anunciaban, porque sabían que toda la mierda derivada de su inevitable explosión nunca llegaría a salpicarles, y tenían razón.

Ahí siguen los miembros de esos tres colectivos ocupando suntuosas viviendas, brindando con Moet Chandon, navegando en yates de lujo, viajando en coches de gama alta y multiplicando sus ingresos, mientras los inocentes sufridores de sus acciones se hacinan bajo plásticos tras el desahucio, beben agua en los regatos, flotan en lodazales, viajan hacia la nada en las oficinas del paro y multiplican el dolor, la impotencia y la indignación, padeciendo injustamente las consecuencias de una crisis en la que no tuvieron arte ni parte,  que terminará por llevarlos a las barricadas.

La sordera de los parlamentarios, el abuso de los consejos de administración y la indiferencia de los estraperlistas continúan soplando la burbuja de “indignados” e indignados, sin percibir que su explosión les pondrá contra las cuerdas, impidiendo que salgan ilesos de la deflagración que se avecina, por ignorar que la paciencia tiene un límite y la resignación no es eterna.

En esta ocasión los explotadores rodarán  por el suelo al silbo de la revolución, porque es muy extensa la amargura, excesivo el agravio, demasiada la aflicción y profundas las llagas del alma. Sabed, granujas de guante blanco y buitres de la miseria, que un hispano herido tiene más peligro que un león hambriento y en estos momentos son millones los españoles indignados que están heridos y al acecho.

ES HORA DE HABLAR

ES HORA DE HABLAR

La inevitable asistencia a clase diaria en la escuela de la vida, no facilita el aprendizaje de actitudes comprometidas con la verdad, sino todo lo contrario. Aprendemos en cabeza ajena que la victoria de David sobre Goliat es un cuento bíblico que nada tiene que ver con realidad.

Así, sabemos que combatir con desiguales fuerzas sólo conduce a la derrota del más débil, porque la diferencia se resuelve siempre a favor del corpulento, por mucho que el primero corra o se enrosque impotente en el rincón, mientras el equipo de matones al servicio del patrón le rompe los huesos a puñetazos.

Quienes han sufrido flagelaciones injustas, saben bien de qué hablo, pero los que no hayan sido todavía abofeteados han de saber lo que sufre el fustigado cuando el poder agrieta cínicamente la vida de un honrado ciudadano y además envía a la papelera las réplicas del ofendido ocultando al público su verdad, al tiempo que sigue apaleándole hasta dejarlo noqueado en el suelo sin concederle la palabra, envuelto en la mayor indefensión y lamiéndose las heridas con impotencia y dolida frustración.

Sabed todos que la coz al aguijón concluye siempre con la cojera perpetua del ingenuo mentecato en su intento por dañar el puntiagudo acero de la maldad contenida en el poderoso, que no tolera ni el roce de la más leve insinuación.

Enseña la vida que la denuncia pública del trampero concluye siempre con la ruina del monigote. Pero también advierte que la manipulación es preludio del insomnio porque la vileza de quien la practica sólo merece el descanso eterno.

A pesar de tales riesgos, ha llegado el momento de levantar las alfombras institucionales y desempolvar la verdad, aún a costa de los latigazos que espera a quienes lo hagan.

Es tiempo de convertir la mentira oficial en verdad pública, mostrando al mundo la mierda oculta en bastidores, porque el engaño sólo beneficia a quien practica tan detestable oficio, merecedor del mayor desprecio por parte de la gente honrada.

Es tiempo de liberar temerosas cadenas que someten la voluntad de los débiles a la fuerza de los dominantes, ahogando en el mutismo sus denuncias.

Es tiempo de airear la podredumbre, corrupción, cambalaches, maldades y envidias, que deambulan por mesas de negociación, redacciones de periódicos, consejos de administración y despachos políticos.

Es tiempo de señalar públicamente con el dedo a los protagonistas de la miseria moral que se extiende imparable por la sociedad, con una impunidad que sorprende al espíritu más ingenuo.

Es tiempo de pedir a los medios de comunicación que rompan el pacto de silencio y abran las ventanas al pueblo para que éste pueda  arrojar al vertedero la porquería que guardan en los cajones.

Es tiempo de confiar en que los honrados militantes de los partidos rompan la disciplina y levanten la veda que les prohíbe denunciar las corruptelas internas, dejando al pairo a compañeros enviciados que tanto daño hacen a la honradez de muchos.

Ha llegado la hora de que honestos vecinos pierdan el miedo a la fumigación por decir palabras elevadas en decibelios, más allá de lo autorizado por quienes dominan la sociedad.

¿BERMUDAS EN EL CONGRESO? NO, GRACIAS

¿BERMUDAS EN EL CONGRESO? NO, GRACIAS

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El empeño del señor Bono por conseguir que quienes visiten la casa de sus “padres políticos” lo hagan con el mismo recato que acuden a las iglesias, le ha llevado a vestir como santos a los turistas que abren la boca mirando al techo del salón para ver los orificios que hicieron los tricornios aquel patético 23 de febrero. Pero, claro, no se da cuenta el presi que sus pupilos parlamentarios no merecen el respeto de los dioses – que son tres -; de las vírgenes, que hay cientos de ellas -; y de los santos, – contados por miles.

Según reza la circular de la Secretaría General, aprobada por la Mesa del Parlamento el 21 de junio: «El acceso y la circulación por los edificios del Congreso de los Diputados deberá efectuarse con la vestimenta adecuada al decoro exigible». Es decir, que desde el 1 de julio se nos impide a los hombres pasear en pantalones cortos por los pasillos y apoyar camisas cortas de manga en el respaldo de los escaños, teniendo prohibido las señoras lucir tirantes, generosos escotes y escuetas minifaldas, como muestra de respeto a la Cámara y dignificación de la Institución.

No está mal la norma, pero a los ciudadanos nos gustaría que se dignificara el Congreso por otros caminos más justos, serios y beneficiosos para nosotros, convirtiéndolo en caja de resonancia ciudadana y auténtico foro de representación popular. Desearíamos que la inmunidad judicial y los privilegios de sus señorías se fueran a la papelera. Quisiéramos ver a los diputados trabajando para justificar el sueldazo que ganan. Aspiramos a ver fuera de los escaños a todos los encausados en procesos judiciales y a los sospechosos de corrupción. Anhelamos que los congresistas se remanguen las mangas de las camisas y se pongan al servicio de los vecinos.

Pero mientras estos deseos se cumplen, quien no guarde en la Cámara el decoro que satisface a Bono, a la calle. Así se ha hecho con diez periodistas, que fueron invitados a abandonar las instalaciones con modales impropios de la más simbólica Institución democrática, por orden del sumo pontífice parlamentario, don José, para satisfacer sus ínfulas de Papa.

Y no es que el señor Bono sea un puritano, no; aunque siga fielmente las normas morales con gran rigurosidad, pero sin ostentación ni exageración alguna. Todos sabemos que sus virtudes evangélicas, le impiden llevarse un lápiz que no sea suyo, como demuestra la pérdida de patrimonio personal que ha sufrido desde que llegó a la política hasta hoy, prácticamente en la ruina. Tampoco el señor Bono es un cínico porque no ha pertenecido, ni pertenece, ni pertenecerá a la escuela filosófica griega fundada por Antístenes, que rechazaba los convencionalismos sociales y defendía una vida austera. Ya.

Por eso, tildar al multimillonario presidente del Congreso de cínico y puritano es tan falso e injusto como llamar chorizo y lenguaraz al “pelucas”.

LOS PROFES Y DOÑA ESPE

LOS PROFES Y DOÑA ESPE

Las declaraciones hechas ayer por la Presidenta de la Comunidad de Madrid, Esperanza Aguirre, sobre el horario de trabajo de los profesores de Secundaria, sólo pueden calificarse de cinismo malintencionado entreverado con manipulación descarada. No caben otras opciones para justificar sus palabras, en este mundo político de mediocridad, trampas y mentiras, donde la  ignorancia, el engaño y la perversión argumental, se están convirtiendo en patrones universales de conducta para conseguir objetivos inalcanzables por vía de la honradez y el talento.

Si la Condesa consorte de Murillo y Grande de España afirma sinceramente que  las 20 horas de trabajo de los profesores  son inferiores a las dedicadas por el resto de los madrileños a su oficio, pone en evidencia que pasó por el Ministerio de Educación sin romperlo ni mancharlo.

Pero cuesta trabajo creer que una señora tan lista, haya dirigido a los profesores durante tres años sin enterarse que las 20 horas lectivas, es decir, las que el docente pasa frente a los alumnos, sólo representa una parte del trabajo que éstos realizan, como queda rubricado en las 40 horas semanales que firman cada mes, dedicadas también a preparar clases, corregir pruebas, resolver problemas, elaborar programas, hacer adaptaciones curriculares, asistir a reuniones, diseñar experimentos, confeccionar resúmenes, realizar esquemas, atender a padres, etc.

Actividades a las que se pueden añadir otras complementarias nada desdeñables como soportar el desprecio de autoridades públicas, resistir insultos e insubordinaciones de los alumnos, aceptar el control de incompetentes inspectores, resignarse ante la critica social por unos periodos vacacionales nada comparables a los que disfrutan los funcionarios de prisiones o los controladores aéreos, vivir la esclavitud horaria de las clases y aguantar a treinta hijos que no soportan sus padres.

Las declaraciones de la susodicha regente obligan a pensar en una premeditada y burda manipulación de la realidad docente que es preciso denunciar ante los lectores de este blog. La ignorancia y el descaro de esta técnica en Información y Turismo llega a extremos insultantes, obligándonos a decir en voz alta el esfuerzo intelectual, psicológico y social que representan los periodos lectivos, en nada comparable con el exigido en otros profesiones.

Ha de saber la Condesa que en cada hora de clase los profesores han de trabajar la motivación de los alumnos, detectar los preconceptos, provocar el conflicto cognitivo, modificar sus ideas previas y consolidar los nuevos conceptos. Por otro lado, deben que explicar con claridad, promover la participación, atender a los rezagados, evitar la decepción de los aventajados, responder a preguntas, mantener la atención, preguntar oportunamente, poner notas, hacer puntualizaciones, insistir en las ideas importantes, reforzar los matices, anotar las ausencias, resumir lo explicado, controlar el ritmo, ajustar el tiempo, facilitar materiales y revisar la tarea individual.

Por si esto fuera poco, tienen que controlar el volumen de voz para que se sitúe entre lo inaudible y lo que aturde. Si son monótonos en la exposición, se dormirán los alumnos, pero si las variaciones de su voz son excesivas, algunos se perderán. El vocabulario ha de ser rico y adecuado. Han de tener buena dicción, evitar las muletillas, adecuar las pausas, hacer los cortes cuando proceda y relajar la clase en el momento oportuno.

Si sus gestos son moderados pueden resultar inexpresivos, pero si los exageran hacen el ridículo. Si el ritmo es rápido pierden a los alumnos menos aventajados, pero si es lento se les van los del extremo contrario. Si les ven desganados no lograrán la motivación adecuada, pero si están permanentemente entusiasmados acabarán con un mote popular. Han de manifestar su sentido del humor a tiempo porque de lo contrario las risas que intentan provocar tendrán un origen diferente al que pretenden. Si suscitan poco la participación algunos alumnos se desconectan, pero si la promueven demasiado corren el riesgo de romper la clase por el eje. Deben presentarse ante los alumnos relajados y tranquilos, aunque acaben de salir de un conflicto dos segundos antes, o lleven sobre su espalda un grave problema personal.

Además, han de ser ser imaginativos para las soluciones. Creativos en las aclaraciones. Equilibrados en las apreciaciones. Justos en las valoraciones. Mediadores en los conflictos. Dialogantes ante los problemas. Autocríticos con la tarea. Comprometidos con sus ideas. Moderados en las expresiones.

¿Le parece poco, Condesa? Pues hay más. Dado que se trata de educar a los alumnos y de provocar conductas deseables para la sociedad en la que van a integrarse, los profesores han de esforzarse, y esforzarse mucho, – algunas veces hasta la santidad -, por ser respetuosos con el descarado; tolerantes con el desobediente; educados con el descortés; comprensivos con el hablador; amables con el impertinente; críticos con el soberbio; pacientes con el despistado; flexibles con el intolerante; despiertos con el adulador; ágiles con el pícaro;…. y simpáticos con todos.

Venga presidenta, déjese en paz de provocaciones y no juegue con el colectivo responsable de instruir a los futuros dirigentes sociales, para que de las aulas no salgan ciudadanos como los que ahora nos gobiernan.