LA BURBUJA DE «INDIGNADOS» E INDIGNADOS

LA BURBUJA DE «INDIGNADOS» E INDIGNADOS

Politiqueros, banqueros y especuladores nunca tomaron en serio la burbuja inmobiliaria que los expertos anunciaban, porque sabían que toda la mierda derivada de su inevitable explosión nunca llegaría a salpicarles, y tenían razón.

Ahí siguen los miembros de esos tres colectivos ocupando suntuosas viviendas, brindando con Moet Chandon, navegando en yates de lujo, viajando en coches de gama alta y multiplicando sus ingresos, mientras los inocentes sufridores de sus acciones se hacinan bajo plásticos tras el desahucio, beben agua en los regatos, flotan en lodazales, viajan hacia la nada en las oficinas del paro y multiplican el dolor, la impotencia y la indignación, padeciendo injustamente las consecuencias de una crisis en la que no tuvieron arte ni parte,  que terminará por llevarlos a las barricadas.

La sordera de los parlamentarios, el abuso de los consejos de administración y la indiferencia de los estraperlistas continúan soplando la burbuja de “indignados” e indignados, sin percibir que su explosión les pondrá contra las cuerdas, impidiendo que salgan ilesos de la deflagración que se avecina, por ignorar que la paciencia tiene un límite y la resignación no es eterna.

En esta ocasión los explotadores rodarán  por el suelo al silbo de la revolución, porque es muy extensa la amargura, excesivo el agravio, demasiada la aflicción y profundas las llagas del alma. Sabed, granujas de guante blanco y buitres de la miseria, que un hispano herido tiene más peligro que un león hambriento y en estos momentos son millones los españoles indignados que están heridos y al acecho.

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