¿IGNORANCIA O MENTIRA?
Si el jefe de una organización afirma no esterarse de las corruptelas que suceden en el despacho de al lado, en la tesorería, en la secretaría y en las reuniones, siendo todo ello conocido en los mentideros de las antípodas geográficas, ese patrón no puede seguir al frente del grupo. Pero si tampoco sabe nada de los manejos sucios que realizan sus colaboradores más cercanos que llenan las huchas propias y de la organización con trampas, solo cabe la fumigación política del personaje, por ignorante o mentiroso.
El dirigente que deambule por los pasillos de la organización que preside, más despistado que el emperador romano Claudio o mintiendo más que Pinocho, no está en condiciones de dirigir la empresa, por mucho que se empeñe en seguir llevando el timón de una nave que zozobra en océanos de corrupción, camino del naufragio moral.
Sobra decir que el problema se acentúa si el despistado o mentiroso rige el destino de millones de ciudadanos que no son juguetes, ni muñecos de un guiñol, ni ratones de laboratorio, sea el tramoyista quien sea y del partido que sea, porque el pueblo no se merece inquilinos dormidos en palacios presidenciales, que vayan de un sitio para otro sin saber nada o mintiendo no saberlo.
Por ignorantes o mentirosos, el gallego y la condesa deben abandonar sus sillones, pues ni los más cercanos se creen que un registrador de propiedades ajenas y una caza talentos hayan sido los personajes menos informados de las corruptelas que se guisaban en los figones regentados por ellos, pretendiendo salir inmaculados de la mierda que les rodea aprovechando que son escurridizos como anguilas en aceite y hábiles como trileros de feria que llevan en la cartera más trucos que Tamarit en su maleta.