JUGANDO CON EL GÉNERO
Una querida amiga, que lleva con generosidad, orgullo y dignidad ejemplar su oficio de maestra rural, me envía hasta mi reposo en Mojácar un correo que le agradezco, porque me da pie a jugar con el género gramatical sin ánimo de molestar a personos que combaten el ingenuo y tradicional lenguaje sexista.
Espero también que la miembra asesora de la Agencia de Naciones Unidas para la Mujer, entienda este juego como broma que alivie la pesadumbre que padecemos, aunque Bibiana Aido no la sufra en sus relajantes paseos por las calles de Nueva York hablando por el móvil con Leire Pajín, que descansa en un banco frente al Capitolio, para recuperarse del agobiante trabajo que tiene en la Organización Panamericana de Salud, cobrando ambas un sueldo que no les permite llegar a fin de mes.
Sin entrar en profundidades lingüísticas, es de dominio público que las palabras de género femenino terminan en la letra a, y las referidas al masculino en la o, precedidas ambas de las correspondientes partículas gramaticales, pero no siempre ocurre esto así, lo que provoca malestar en sectores que defienden desigualdades difíciles de conseguir.
Esto le ocurrió al sindicalisto periodisto que fue de turisto con el poeto y el contratisto a escuchar al orquesto formado por pianisto, trompetisto y violinisto, artistos detenidos por un policío que salía del dentisto con un golfisto, para ir al masajisto sin avisar al telefonisto porque el electricisto estaba en el oculisto esperando que el maquinisto dejara de ser machisto.