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Mes: febrero 2012

CIERTO OLOR A PODRIDO

CIERTO OLOR A PODRIDO

Con este título no me refiero a la novela de Martín Vigil, sino a ciertos hedores altamente desagradables y penetrantes provenientes de cadáveres o de frituras de honor en togas, con aceite desnaturalizado de colza.

Días atrás pensaba que algo debía estar boca abajo en la justicia española cuando se procesaba a un juez en contra de la opinión del fiscal que pedía la absolución y con la oposición de prestigiosas organizaciones mundiales como Amnistía Internacional, Human Rights Watch y la Comisión Internacional de Juristas, que estuvieron presentes en el juicio como observadoras.

Comenzaba a llegarme un cierto olor a podrido al  ver en el banquillo a un juez en contra de la doctrina “Botín” del propio Tribunal Supremo que impide abrir juicio oral a instancias solamente de la acusación popular.

El sentido común me prevenía de algo perverso circulando por los despachos supremos al enterarme que el tribunal no había admitido la declaración de los tres jueces de la Audiencia Nacional que respaldaron la decisión de Garzón; ni la comparecencia de la fiscal del Tribunal Penal Internacional; ni la presencia en el estrado del juez que proceso a Pinochet; ni estuvo dispuesto a escuchar al magistrado argentino que anuló la Ley de Punto Final y Obediencia Debida.

Pero la confirmación a mis dudas llegó ayer de la mano del mismo tribunal que ha expulsado a Garzón de la carrera judicial, archivando la causa contra él por los cursos en Nueva York, cuando la maquinaría estaba ya en marcha. Repentina actitud, contraria a la posición mantenida por el magistrado instructor del caso, entendiendo Marchena que el delito de cohecho impropio que le imputaba – hasta ayer, ojo – había prescrito.

A estas alturas de la película se dan cuenta que la querella presentada por Panea y Mazón el 12 de junio de 2009 había prescrito. ¿Cómo es posible que unos magistrados tan honrados, experimentados, informados, sabios, respetados y poderosos, no hayan advertido hasta hace veinticuatro horas tal situación, si el proceso llevaba ¡tres años! abierto?

Tampoco ha colaborado a la buena marcha del negocio la traición subconsciente sufrida por la portavoz del CGPJ, Gabriela Bravo, declarando que no todos los imputados son iguales, con la que está cayendo. Después aclaró el lapsus diciendo que dijo lo que no quería decir, pero quedó dicho, aunque echara la culpa al personal diciendo que no se le había comprendido.

Sus señorías comprenderán que muchos ciudadanos no entendamos nada de lo que sucede y que no nos creamos tantos hechos sin sospechar una segunda verdad, salvo que se nos expliquen mejor las cosas para iluminar nuestra ignorancia judicial, porque las encuestas sociales rechazan mayoritariamente algunas sentencias y prestigiosos juristas están en desacuerdo con ellas.

GENE SHARP I I

GENE SHARP I I

El noventa por ciento de los ciudadanos del mundo necesitamos leer la segunda parte del libro de Gene Sharp, a la vista del éxito mundial obtenido con la primera parte de la obra en países como Birmania y Egipto, por citar dos de ellos entre la decena que ya se han beneficiado de sus tesis.

Con su primer ideario “De la dictadura a la democracia. Un sistema conceptual para la liberación” ha conseguido liberar a muchos pueblos de funestas dictaduras, predicando la revolución pacífica, desde su Institución Albert Einstein con sede en Boston.

Ahora le toca escribir la segunda parte. Tiene que decirnos Gene cómo pasar de un sistema capitalista sin futuro a otro nuevo sistema que haga más felices a la mayoría de los humanos, recurriendo para conseguirlo a las pacíficas armas que han puesto patas abajo a muchos regímenes totalitarios.

La respuesta a la inevitable decadencia del capitalismo sólo puede venir de mentes como la de Sharp, si no queremos hundirnos en la mierda antes de lo previsto y sin posibilidad de redención futura.

Algo que fue bueno en el contexto del siglo XV, cuando surgió el capitalismo al hilo de los intercambios marinos y la transformación de las fuerzas productivas, ya no sirve para el siglo XXI. Algo, como el dinero, que fue instrumento de cambio en su época, se ha convertido en referente obligado para este capitalismo feroz que convierte en mercancía hasta los valores morales más esenciales.

Todo ello en un marco institucional soportado en tres pilares deteriorados, donde la política, la religión y la economía especulativa ya han dicho todo lo que tenían que decir en la historia de la humanidad. Soportes obsoletos y rancios que no merecen el poder que tienen y han de ser sustituidos por odres nuevos.

Si estamos viviendo una crisis originada por deudores que no pagan a especuladores, la solución no pasa por limitar las posibilidades de trabajo y recursos de los insolventes, sino en promover nuevas áreas productivas que fomenten el mercado laboral y permitan a los entrampados pagar su deuda, sobre la base de que sin gasto no hay producción, sin producción no hay dinero y sin dinero es difícil pagar empréstitos.

Digo esto, como buen español, que sin entender de ello me permito la licencia de opinar, ejerciendo un derecho que a nadie perjudica porque no decido nada. Quien tiene que darnos una solución a la crisis del capitalismo es Sharp, o alguien como Gene Sharp, a quien cedo la palabra.

ÚLTIMAS NOTICIAS

ÚLTIMAS NOTICIAS

A la redacción de este “Itinerario de vida y opiniones” han ido llegando a lo largo de la noche las siguientes noticias que pasamos a los lectores:

Finalizará la crisis cuando los indignados tomen las bastillas bancarias y transformen el Parlamento en Asamblea Nacional Constituyente.

El Congreso mantendrá la opacidad en dietas y complementos de los parlamentarios para proteger la salud cardiovascular de los ciudadanos.

Un equipo de científicos belgas ha confirmado que la unión de una pera con una manzana no produce dos peras o dos manzana, sino una botella vacía.

Los periodistas no estarán obligados a cumplir el código ético profesional y podrán manipular las noticias según la ideología política que tengan.

El Tribunal Supremo acepta la querella presentada por “Mentes sanas” y sentará a Gila en el banquillo por urdir una guerra incivil que no existió.

Rajoy promete dar la cara ante los ciudadanos cuando todos sus ministros, asesores, guardaespaldas y chóferes, tengan la cara partida.

Canal Plus-Prisa ha pedido a su homólogo francés que los guiñoles ridiculicen a Garzón para que todos nos unamos, como en 1808.

El programa “Salvados” se ha declarado incompetente por falta de medios para salvarnos del estercolero de “Sálvame”.

A partir del próximo lunes, un retrato preterista de Rubalcaba pasará a formar parte de la galería fotográfica “Nuevos rostros del cretácico”.

El gobierno aprobará en el Consejo de Ministros del próximo viernes, la imposición inmediata de una ecotasa turística a los emigrantes.

Fuentes del Vaticano anuncian la creación de un colegio para educar en la fe católica y dar cariño a niños huérfanos, regido por clérigos.

Arancha Sánchez Vicario participará en un reality show, pulsando el interruptor que conecta la silla eléctrica donde estarán sentados sus padres.

La Asociación Mundial “Mentira y abuso” concede el premio “Trilero del año”  con distintivo de oro a Urdangarín, y mención especial para su esposa.

El rey ha pedido arbitrar la final de su copa entre el Barcelona y el Bilbao, para que no haya dudas sobre la aceptación popular de su arbitraje.

Según fuentes del Ministerio del Paro, la reforma laboral proyectada aumentará considerablemente el tiempo de descanso de los trabajadores.

Se anuncia en el Boletín Oficial del Congreso que los políticos seguirán poniendo cada vez más problemas a las soluciones del país.

¿EL FIN NUNCA JUSTIFICA LOS MEDIOS?

¿EL FIN NUNCA JUSTIFICA LOS MEDIOS?

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Todos los viernes a mediodía nos reunimos un grupo de amigos en una taberna para charlar, mientras libamos vino de la Ribera del Duero acompañado de aperitivos. Formamos el grupo: dos inspectores de Hacienda, un mandamás de aduanas, un notario, un abogado, un asesor fiscal, ocasionalmente un constructor y tres jubilados, entre los que me encuentro.

Ayer debatimos si el fin justifica o no los medios empleados para conseguirlo, y quiero extender la discusión a este blog exponiendo los argumentos que defendí ante los amigos, convencido que si los medios empleados no son perversos y el fin es bueno, aquellos pueden y deben ser empleados, invalidándose la categórica frase de que “el fin no justifica los medios”.

La locución contraria procede de un manual de ética del siglo XVII escrito por el jesuita Busenbaum, en el que confirma la licitud de los medios cuando es lícito el fin perseguido. Pero evito el maquiavelismo que subyace en esta idea, rechazando que las guerras justifiquen fin alguno por lícito que éste sea; que el terrorismo sea aceptable por bueno que finja ser el fin que persigue; o que un golpe de Estado merezca el aplauso con el pretendido fin de librar a los ciudadanos de martillazos y golpes de hoz.

Tampoco aceptaría matar a los pobres para acabar con la pobreza, exterminar a los mendigos para erradicar la mendicidad, fumigar a los enfermos terminales para ahorrar dinero o aniquilar a los parados para terminar con los desempleados, siendo lícitos los fines perseguidos.

Por otro lado, no comparto la hipocresía social que acepta sin reparos las adhesiones y conversiones católicas obtenidas bajo la amenaza del infiernos, abusando de la ignorancia ajena, ni justifico las declaraciones de culpabilidad, delaciones y acusaciones obtenidas bajo tortura, ni aceptó la salvaje contaminación ambiental derivada de los medios empleados para el progreso.

Igualmente, hay medios detestables que la sociedad tolera complaciente considerando que el fin pretestado justifica el daño causado, como sucede con las penas capitales o las condenas carcelarias. Incluso, en menor grado, no faltan educadores y padres en las filas del conductismo, que aplican sanciones educativas para lograr conductas socialmente deseables y éticamente correctas en la cultura dominante.

Pero hay medios condenados en un contexto que merecen aprobación en otro, como es el caso del hurto para sobrevivir o la agresión en defensa propia.

Las propias normas, sean éstas cuales fueren, son coactivas y limitantes de la libertad personal, pero son el medio empleado para conseguir un fin, avalando su empleo el valor que las justifica. Así, las normas de convivencia, las de tráfico, las de disciplina, las de comportamiento, están amparadas por el valor de la convivencia, haciendo que el fin justifique los medios empleados, aunque estos sean coercitivos.

¿El fin nunca justifica los medios, como dicen quienes lo dicen?

CEDO LA PALABRA

CEDO LA PALABRA

Hoy cedo el espacio de este blog a dos amigas y tres amigos, seleccionados entre los 23 correos que he recibido con motivo de la sentencia condenatoria al juez Baltasar Garzón. Aquí os dejo sus opiniones:

Un compañero que estuvo conmigo Zurich me pregunta: «Paco, is it true that he was condemned to judge Garzon?»

Desde Valencia me dice una amiga: “Hoy siento vergüenza de ser española. Siento espanto a ser juzgada por  la justicia española ( si algún día, p.ej., me vuelvo majara o presa del Alzhaimer o simplemente despistada y salgo pitando de algún comercio sin pagar 3 euros. Sugiero  que nos declaremos apátridas si no queremos o no podemos salir pitando de esta España que creíamos superada. Las manifestaciones han sido pamplinas. Las adhesiones más pamplinas. Los e-mails, absurdas pérdidas de tiempo. Siento náuseas de las informaciones. Temo tener que renunciar (tiempo al tiempo, y poco) a la radio pública . Es para salir corriendo , sin rumbo claro, y no volver la vista atrás para nada. En fin, ¿alguien siente lo mismo? ¿Parecido? ¡¡¡Por  favor, decidme que sí!!!! «Si me queréis , irse». ¡¡¡Qué asco, qué asco, qué asco!!! Supongo que, ya que nosotros no habíamos sufrido ninguna guerra, ni exterminio, ni hambre… teníamos que pasar por algo gordo:  Le-voilà, la España actual. Saludos desde el diván del  psiquiatra”.

Uno de los amigos madrileños, me escribe: “Querido Paco: La unanimidad de los jueces me hace pensar que algo mal debió hacer el juez Garzón para ser condenado sin discrepancia entre los jueces. ¿Pero tan malo, tan malo, tan malo como para expulsarlo de la carrera judicial? No lo sé , chico. Te imagino cabreado y con ganas de reventar el blog contra las paredes del Supremo. Tranqui”.

Desde Barcelona recibo: “Supongo que te habrá jodido la sentencia a Garzón, pero es así y la tiene merecida. Cuando alguien se mete en una ratonera sabe que puede quedar atrapado en ella. A los divos que dejan de pisar tierra porque la vanidad los aleja de la realidad, suele ocurrirles estas cosas. Me alegro, Paco. Lo siento”.

La quinta amiga es más lacónica, pero no menos expresiva: “Yo que tenía la esperanza de ser juzgada algún día por Garzón, a partir de ahora seré buena para no caer en manos de estos”.

Por mi parte, sólo añadir decepción, indignación, impotencia, irritación y frustración, no por la sentencia en sí que los jueces sabrán, sino porque veo a los implicados en el caso Gürtel frotándose las manos, dándose abrazos y brindando con Moet Chandon porque esta sentencia anulará muchas pruebas y les permitirá seguir paseando su impunidad en limusina por la calle de Alcalá con la falda almidoná y los fajos apoyaos en la cadera.

GABACHOS

GABACHOS

Ni es oro todo aquello que reluce en el chovinismo francés, ni su paranoia narcisista es epidémica, ni el patrioterismo visceral afecta a los cuerdos, ni la mitomanía irracional está generalizada, ni todos los franceses son gabachos, aunque a muchos les cueste creerlo.

Al decir gabachos no tengo en la memoria a quienes sufren paperas y tumefacciones en la glándula tiroides, sino a los franceses que nos invadieron hace años con la anuencia, beneplácito y aplauso del gran felón, y a tiro limpio trataron de mantener el dominio sobre una finca que no les pertenecía.

Al decir gabachos no me refiero a las personas nacidas en algún pueblo de la falda francesa de los Pirineos, vecina a la nuestra, sino a los despreciables vecinos que impunemente desvalijan los camiones españoles con verduras que pasan por su territorio camino del norte.

Al decir gabachos no quiero identificar a los franceses despectivamente con los gringos, sino a los que fueron “amables” con los exiliados republicanos que huían de nuestra guerra incivil, “recogiéndolos” en campos de concentración para que no se dispersaran por el país.

Al decir gabachos no pretendo hablar de los franceses que habitan en la ribera francesa del río Gabas, y sí del grupo de indeseables que han difundido por el mundo la macabra insinuación de dopaje de nuestro querido Rafa Nadal, simplemente por dejarles sin trofeos en las estanterías.

Al decir gabachos no pongo la atención en el occitano “gavach”, montañés negro, que procedía en el siglo XVI de la región septentrional del país vecino y hablaba muy mal francés, sino a los gabachos que han hablado siempre mal de nosotros, creyéndose ombligos del mundo.

Al decir gabachos no me refiero a los buches de las aves ni al bocio tan frecuente entre los montañeses septentrionales franceses, sino a los que padecen desde hace siglos envidia crónica de sus vecinos del sur, difundiendo con desprecio que África comienza en los Pirineos.

Pero que nadie se alarme. La pretendida ofensa pública a Rafa Nadal – que a todos ha pretendido ofendernos -, tiene su origen en la desneuronización que han sufrido algunos moñigotes de carne y hueso por fusión de los axones de tantas bofetadas hispanas recibidas.

Durante muchos años he convivido día a día y codo a codo con profesores franceses, y puedo asegurar que no encontré gabacho alguno entre ellos. Pero también sé que esta subespecie prolifera como hongos otoñales entre los descerebrados que abundan en las cadenas televisivas, por mucho que engolen la voz, estiren el cuello y quieran contagiarnos a los demás su frustración con estornudos semejantes al salivazo que han arrojado impunemente contra Nadal.

VENCER EL MIEDO

VENCER EL MIEDO

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Pocas emociones tiene más poder sobre nosotros que el miedo, ni existe argumento mayor para explicar algunos comportamientos. Tal emoción incontrolada se sostiene por la aversión instintiva que tenemos a todo aquello que pueda hacernos daño y perjudicarnos, siendo a veces desproporcionado el temor sentido en relación con la amenaza que lo genera.

Esto explica que el miedo haya sido hábilmente utilizado como ariete contra la insumisión y rebeldía de pueblos y personas, por dirigentes políticos, económicos y religiosos, con el fin de lograr sus objetivos, con el menor esfuerzo posible y máximo rendimiento.

De esta forma, el miedo ha sido el arma psicológica empleada por los dictadores para imponer su ley sembrando el terror entre los administrados, porque quien recibe amenazas de muerte en un Estado totalitario, admitirá en silencio grilletes y latigazos, pidiendo a su virgencita quedarse como está.

Los directores, gerentes y patrones saben que intimidando a los subordinados con despidos y traslados que amenacen su estabilidad profesional, económica y familiar, conseguirán la sumisión, explotación y obediencia de los temerosos empleados y funcionarios.

Incluso en la educación doméstica y escolar de la infancia se ha utilizado tradicionalmente el miedo que genera el “hombre del saco”, la turbación que producen las sanciones y el consiguiente desconsuelo a la falta de regalos mágicos reales, para conseguir que los temerosos niños sean buenos y complacientes a la voluntad de padres y educadores.

En mis tiempos adolescentes, muchos predicadores de la frustración nos amenazaban con perder la virilidad, contraer enfermedades extrañas y ser eternamente condenados al fuego del infierno, si no evitábamos las inevitables y placenteras masturbaciones al descubrir el sexo. Siendo entonces, y ahora, la amenaza del castigo el mejor argumento utilizado por muchos para conseguir sus objetivos.

Hoy día, políticos y banqueros están inoculándonos miedo en las venas para conseguir paralizarnos y ganarse nuestro aplauso resignado a unos recortes y austeridad que a ellos no les afecta, sin darnos tiempo a reaccionar porque han logrado limitarnos y atenazarnos, haciéndonos caer en la trampa de un miedo inexplicable, porque no existen razones para tenerlo mientras ellos sonrían.

Sin darnos cuenta, estamos frente a nuestro mayor enemigo, al irracional elemento causante de la desdicha general. Tenemos dentro del cuerpo social el origen de la infelicidad colectiva, el fantasma irreal que atenaza la esperanza en el futuro, el origen de nuestra resignación, la causa de nuestros males, y no hacemos nada por expulsarlo del cuerpo.

Es hora, pues, de actuar. Es hora de darnos cuenta que el miedo sólo tiene espacio en nuestra vida cuando abandonamos la razón. Esto quiere decir que para acabar con él debemos maridar la cordura con el firme propósito de vencer el miedo que nos oprime y salir a la calle para ganar el futuro.