¡ SILENCIO, SE JUEGA !

¡ SILENCIO, SE JUEGA !

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La maldad de la bomba neutrónica consiste en mantener los edificios intactos en su sitio, mientras pasa la guadaña por los cuerpos humanos, segando a neutronazo limpio células animales a diestro y siniestro, dejando las calles y plazas libres de todo semoviente durante las 48 horas que dura la radiación ionizante aniquiladora.

Bien, pues ese mismo efecto consigue el fútbol, aunque sus consecuencias no vayan tan lejos y se queden en tres o cuatro infartos, algunos gritos descompuestos, un par de bengalas desaprensivas y miles de discusiones intrascendentes entre los aficionados de uno y otro bando, lo que facilita la disgregación y el despiste colectivo.

Lenin hablaba de un alienante opio teísta que contaminaba el pensamiento, al que Unamuno opuso el ateísta viciador de sangre; pero pocos  han puesto la atención en el opio balompedista, tan utilizado en épocas no muy lejanas para alejar malos deseos de libertad, justicia y democracia.

Los singulares periodistos deportivos y las jóvenes periodistas deportivas que nos deleitan con sus inteligentísimas crónicas y acertadísimos comentarios, han agotado ya el repertorio de calificativos para definir partidos de fútbol como el de ayer, porque ya no vale eso del partido del año, de la década o del siglo. Alguien lo ha llamado del milenio, a un paso ya del Cron y el Eón.

Tres veces he ido a un campo de fútbol. La primera en Madrid a ver las últimas patadas de Di Stéfano a un balón en el Bernabéu, acompañado de entrañables amigos del Infanta. La segunda visita la hice al Helmántico aplaudiendo el ascenso del Salamanca a primera división con la pasividad del Betis, sin prestar mucha atención al partido porque mientras los equipos se besaban, nosotros dábamos cuenta de un cordero asado que llevó el dueño de un restaurante. La tercera y última vez fue en Bruselas con varios compañeros, a ver como España ganaba a Bélgica en el estadio de Heysel.

Eso es todo. Pero intentaré esta mañana ver el resumen del Barça – Real Madrid de ayer, porque quiero decir algunas tonterías de profano a los buenos amigos que me disputarán esta tarde sobre el tapete verde la dominguera partida de mus.

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