NOITE DA QUEIMA

NOITE DA QUEIMA

Me encuentro en la ciudad donde nadie es forastero golfeando durante unos días, dispuesto a celebrar esta noche la llegada del solsticio de verano al hemisferio norte, saltando nueve veces sobre la hoguera para ganar protección contra el infortunio y tener la
suerte de no encontrarme la desgracia en el camino durante el año que falta hasta la próxima hoguera.

 

 

 

 

 

Con el rostro iluminado por el fuego, pediré inútilmente que el sol no pierda fuerza, consciente que su debilidad irá en aumento a partir de hoy hasta alcanzar su límite con la
llegada del solsticio de invierno. Pero mantendré la esperanza en el fuego purificador como ardiente clavo al que agarrarme en estos momentos de dificultad, junto a los miles que anhelan el milagro de la catarsis depuradora.

En la playa nocturna chispeante de ritos precristianos intentaré comunicarme con el más allá para espantar los malos espíritus que habitan entre nosotros aprovechando que “en San Xoán meigas e bruxas fuxirán”. Pero no lo conseguiré porque su vida es larga y negros sus efectos.

 

 

 

 

Compartiré cachelos y sardinas asadas en fraternal compañía junto a desconocidos y juntos brindaremos con poción mágica hecha a bases de aguardiente, frutas, café y azúcar, tras dejarla arder en una marmita mientras conjuramos hechizos y maldades con cantos y
oraciones, pidiendo a las fuerzas del aire, la tierra, el mar y el fuego que el espíritu de solidaridad se una a la fiesta en todos los rincones del mundo.

CENSURA EN DEMOCRACIA

CENSURA EN DEMOCRACIA

¿Alguien ha llegado a creer que la censura sólo existe en los regímenes totalitarios o en las religiones? Nadie, claro. Porque todos sabemos que en democracia vuelan los pretextos sobre la cabeza de los censores, y las excusas para el tijeretazo sonrojan al espíritu más infantil. Es decir, en los países democráticos no existe censura oficial – ¡faltaría más! – entendida como intervención directa y abierta del poder para controlar la libertad de expresión, criminalizando ciertas opiniones. Algo así como lo ocurrido en nuestra moderna historia durante cuarenta años, en la que algún escritor muy premiado fue destacado censor del régimen.

Es evidente que estas groserías intelectuales han desaparecido en la democracia, lo cual no significa que los recortes se hayan extinguido, porque censurar es detraer, o sea, apartar, suprimir. Y ahora se siguen retirando opiniones aunque no pretendan subvertir el régimen, escandalizar a los menores o insultar al prójimo.

El veto es tan sutil que sólo es percibido por quienes están bien despiertos y lo descubren tras los dialécticos ropajes con que visten los poderosos y poderosillos, las mordazas que imponen a los demás. Atrezzos postmodernos con enaguas de anticuario. La veda a la libre
opinión es un bisturí con impuesto de lujo, porque desde que se inventó la democracia, también la censura cotiza en bolsa, y las acciones se las reparten los que quieren mantener el status quo, controlar la sociedad y pasar el cepillo entre los reclinatorios de la política. Son estos quienes envían sus sicarios a restregar la bayeta sobre los muros donde los inconformistas denuncian la incompetencia de quienes tienen llave de la hucha que guarda las ideas promovidas con sudor de la mente, mientras ellos imponen con humor vítreo la condenación a los desafectos.

Censurar una opinión significa hurtarle al opinante el derecho a decir lo que el censor no quiere oír, algo que implica prepotencia, mal uso del poder y cobardía, con un punto de cinismo en los censucresores. Porque la democracia tiene su censucracia y sus censucresores, que se corresponden con la censura y los censores absolutistas, adoptando en ocasiones una forma reflexiva de temor. Lo de reflexiva no se refiere a una actitud meditativa, sino que expresa lo que gramaticalmente se entiende como acción realizada y recibida al mismo tiempo por el sujeto, es decir, autocensura, aunque con frecuencia tenga mucho de heterocensura encadenada. En cambio, lo de temor está claro: por miedo. O sea, que una cierta censucracia es autocensura que los sujetos se imponen a sí mismos e imponen a los demás, por miedo. ¿A qué?

Además, la censura en democracia va encadenada porque si alguien de un escalón intermedio quiere alcanzar algo de quien está por encima de él, someterá la opinión de los que tiene debajo para conseguir su objetivo, alegando fingida incorrección política, falsa inoportunidad, ficticio enojo de los afectados, legendarias disculpas, novelescas justificaciones o irreales consecuencias, cuando lo único cierto es que la libertad de cada cual termina donde empieza la del vecino y el respeto que a éste se le debe.

Eliminar una opinión crítica significa cerrar una ventana por donde asomarse al verde campo, – por esperanzador – de la libertad. Sólo la mentira es más pesada que las cadenas verbales y más penosa que los bozales periodísticos. Y el mayor pecado no tiene forma de manzana sino de censura porque nada hay más triste que un periodista  doblegado a la cabecera del rotativo por un puñado de lentejas. Nada hay más penoso que ver al interventor de una página web abierta a la participación, cercenando opiniones contrarias a los intereses del sitio por miedo a que un “meneo” les haga perder ¿qué? Nada hay más censurable en democracia que los censores, por mucho que estos quieran disfrazarse y ocultar sus rostros.

Cuando se aplica una engañosa política institucional o privada pretendidamente democrática y liberal, que calificaríamos de spín, en la que todo cabe: tachaduras, recortes, manipulaciones, desinformaciones y engaños, siempre pueden alegar los “amos” el derecho legítimo que les asiste a usar los medios que controlan, según se les antoje. Vale. Pero ese medalagonismo tiene un nombre, y todos sabemos cuál es.

El resto son historias que tienen mucho que ver con prodigiosas fabulaciones institucionales, pseudoimágenes televisivas, afonías radiofónicas, tachones periodísticos, manipulaciones internéticas y censuras similares. Pero como dijo mi satírico y sabio tocayo, no debemos callar por más que con el dedo sobre la boca nos conminen al silencio, nos amenacen, nos silencien o nos destierren, porque la lengua de Dios nunca fue muda y la libertad de expresión es indomable.

ESFERICIDAD DEL INSULTO

ESFERICIDAD DEL INSULTO

Dirigiéndose a un peón de albañil que habría hecho algo censurable según el criterio del constructor, éste le insultaba llamándole tonto esférico, es decir, que el pobre obrero era tonto, se le mirase por donde se le mirase, dada la homogeneidad de la esfera.

Pero lo que este católico de misa dominical utilizaba como insulto degradante a uno de sus “hermanos”, la iglesia que en su seno lo cobija declara al ofendido afortunado en su esfericidad porque los bienaventurados resucitarán en forma de esferas y entrarán rodando en la eternidad, según nos cuenta Borges que anticipó hace casi dos mil años Orígenes, en Alejandría. Vamos, que el trabajador ofendido es un resucitado que va camino de la eternidad rodando, ….por el suelo, a base de patadas , como la propinada por el patrón.

Junto a este humilde obrero, – tonto esférico según el capataz -, ruedan a su lado muchos  pobres de verdad, no de espíritu evangélico, acompañados de forzados mansos capados en su libertad por la dureza de una vida inmerecida, porque nadie es acreedor de la necesidad, mientras haya quien arroja al contenedor el sustento de una familia.

También ruedan con el tonto los que lloran su desgracia compartiendo las desgracias de quienes tienen hambre y sed porque les falta el pan, el agua y, por supuesto, la justicia. Los misericordiosos no ruedan, pero van al lado de ellos retirando las piedras del camino para evitar que se desnuquen en alguno de los giros. A los puros de corazón no se les ve por parte alguna dado que no pasan de media docena. Los pacificadores ruedan también hasta que una bala les hace pedazos el corazón y entonces ya no ruedan, sino caen como tablones sobre la arena del desierto.

Los que no ruedan con los afortunados tontos esféricos son los políticos perseguidos por la justicia que piensan poco en el cielo, porque están muy cómodos en los sillones oficiales. No ruedan, pero flotan en el aire girando sobre el patriarca, centrifugando cuanto interfiere a sus intereses y manteniéndose en órbita circular sobre la presa como hacen los buitres con la carroña.

PACTO DE LA PESETA

PACTO DE LA PESETA

El pasado 19 de abril, la Comisión Económica del Parlamento Europeo ratificó  el pacto del euro acordado el 11 de marzo por el Consejo extraordinario, con el fin de impulsar la competitividad y reducir el endeudamiento público. Pacto que será previsiblemente aprobado en el pleno del Parlamento europeo del próximo día 27.
¿Cómo se impulsa la competitividad? Pues bajando los gastos, es decir, los salarios, que se
vincularán a la productividad y se negociarán a título personal y no colectivamente, aumentando al tiempo la flexibilidad laboral. Todo ello acompañado de un pacto de estabilidad para reducir el déficit por debajo del 3 % reformando el sistema de pensiones, el modelo sanitario y las prestaciones sociales, con aumento de la edad de jubilación.

De esta forma tan sencilla se obligará a los ciudadanos a pagar una crisis en la que no han tenido arte ni parte, con ajustes brutales que beneficiarán a los propios responsables de la
crisis, porque a los bancos apenas se mencionan en el pacto, ni se proponen medidas concretas que eviten nuevas crisis, limitando la libertad de los especuladores financieros.  ¿Será porque en los Consejos de administración de bancos y cajas hay demasiados políticos sentados en sus sillones?

Además, el pacto se firmará con alevosía y nocturnidad, sin consultar sobre ello mediante referéndum a los 330 millones de afectados, porque como todos ustedes saben, cuando se hace una ley de caza no se cuenta con las perdices.

Pero, – ¡oh, sorpresa! – cientos de miles de ciudadanos se echaron ayer a la calle y otros millones estuvieron a su lado en casa, proponiendo al mundo el “pacto de la peseta”, es decir las medidas que los ciudadanos españoles aprobaron en asamblea para salir de la
crisis, resumidas en las siguientes  propuestas, con añadidos personales del autor de esta bitácora:

1 – Impedir que los políticos reciban unos ingresos superiores al 10 % de los que perciben en su trabajo habitual, incluidos los que están cobrando la prestación por desempleo.

2 – Reformar la ley electoral para que un ciudadano procesado judicialmente no pueda presentarse a las elecciones.

3. – Acabar con la partitocracia electoral, abriendo las listas electorales de candidatos al voto ciudadano.

4 – Exigir responsabilidades judiciales a políticos incompetentes, cuando su inoperancia sea manifiesta, su gandulería ostensible y sus errores evidentes.

5 – Obligar a los políticos a tener dedicación exclusiva a su trabajo en el Parlamento, Concejo, Ministerio, Diputación o cualquier institución pública a la que acceda por vía electoral.

6 – Inhabilitar a los corruptos de por vida para ejercer cargos públicos y privados con mínima responsabilidad de gestión y  poder.

7 – Luchar contra el fraude fiscal, que asciende a cotas delirantes, obligando a pagar más a quienes más tienen.

8 – Defender los servicios públicos de salud, educación y bienestar social, así como el derecho a una vivienda digna para todos los ciudadanos.

9 – Control absoluto sobre las actuaciones de los bancos y cajas de ahorros, con medidas contundentes que eviten la especulación, el abuso y la mala gestión.

10 – Regeneración ética de la vida pública, transparencia en las decisiones, respeto a las minorías y exigencia de responsabilidades que elimine la actual impunidad con que muchos actúan.

Cuando se cumpla este “Pacto de la peseta” hablaremos, señores diputados, del “Pacto del euro”, y aceptaremos gustosos la que se nos viene encima, conscientes  que hagamos lo que hagamos y digamos lo que digamos, nada nos librará de lo que ustedes decidan, porque su sordera crónica les impide oír el clamor popular, y el poder de las urnas les otorga razones políticas para hundir la moral de muchas familias con el ajuste que asoma, aunque les falten razones morales para hacerlo con los inocentes de la tragedia.

 

MANIFESTACIONES

MANIFESTACIONES

Un megáfono con la voz ronca anunciaba en los Cantones que la manifestación organizada para el día de hoy por los “indignados” a las siete de la tarde, comenzaría en la plaza de Orense. Pedía el portavoz, orden y respeto durante la marcha, invitando a los asistentes a maniatar alborotadores, apedrear apedreadores y poner bozales a los provocadores para abrochar insultos, con objeto de ir juntos en paz camino de la guerra. También pedía que las enseñas de partidos políticos y banderas sindicales se humedecieran con gasolina y fueran a la pira, sin sus dirigentes, claro, aunque no faltaran ganas de hacerlo.

Dejaba claro el pregonero, que el 15-M es un movimiento ciudadano independiente de siglas y colores, amamantado por una situación insostenible, de la que han salido beneficiados quienes la han provocado, mientras las inocentes víctimas anónimas de la catástrofe están sufriendo daños colaterales, hambre real y sed de justicia condenatoria, al tiempo que detestan ser bienaventurados evangélicos.

Las manifestaciones de hoy deberían activar sumarios judiciales pendientes y abrir muchas celdas en cárceles españolas para que en ellas entren bajo palio quienes se dan golpes de pecho en los reclinatorios con la mano derecha y embargan por la izquierda a quienes han arruinado. La marcha de esta tarde debería eliminar los brindis oficiales, privilegios, dietas, salarios y holgazanería de aquellos políticos preocupados por su cuenta corriente y la de sus familiares y amigos, en un ejercicio de nepotismo detestable. Las manifestaciones tendrían que desnudar de cintura para arriba los consejos de administración bancarios abriéndoles la válvula pulmonar de oxígeno financiero para dar aquello que les sobra, a quienes todo les falta.

Pero más que nada, estas manifestaciones deberían eliminar la sordera política del ejecutivo, la indiferencia de los escaños y el desprecio de los banqueros, para que nunca más haya que desempolvar pancartas pidiendo lo que por derecho corresponde, sin necesitar defensa alguna. No pretenden los “indignados” negarse a los necesarios ajustes que han de venir, sino a que sigan sin ajustarse el cinturón quienes más tienen y se mantenga la politiquería de politiqueros que asientan sus ombligos en sillones mercenarios.

Con estos deseos en la cabeza y el corazón enrojecido de impotencia, irán miles de ciudadanos a las manifestaciones de hoy, llevando en el punto de mira a quienes han pretendido mostrar este movimiento ciudadano como algo que no es, para justificar las porras y ahogarlo en la nada metafísica antes de que llegue a más.

Son muchas energías y tiempo consumido en reivindicaciones innecesarias, por su evidencia. Muchas las lágrimas vertidas, mucha la frustración soportada y grandes las esperanzas perdidas, por lo que no queda otra opción que la rebeldía democrática pacífica. Pero si ésta no se atiende habrá que desempolvar la ira evangélica contra los mercaderes de la felicidad ajena.

Deben saber los dirigentes políticos, financieros, sociales y religiosos, que un “indignado” herido es peor que un miura corneado, y en estos momentos gran parte de ciudadanos están heridos y al acecho, hartos de encomendarse a la santa paciencia, asistir a novenas parlamentarias con resignación y suplicar una redención que parece no llegarles, porque nuestra sorda democracia  resuelve los problemas dándoles una pancarta a los manifestantes, para que todo siga igual.

EL DÍA e

EL DÍA e

 Que no se molesten catalanes, vascos, gallegos, mallorquines, valencianos, saharauis, amazónicos, andinos, beliceños, caleños, llaneros, caribeños, chilotes, cuyanos, mexicanos, tucumanos, llanitos y tantos otros, si este sábado 18 de junio de 2011 nos referimos a la lengua española hablando de la castellana, en vísperas que el solsticio de verano alumbre con su fuego millones de ventanas.

Celebrar la fiesta del español es celebrar la fiesta de una lengua oficial en veintiún países, a la que se han entregado once premios en Estocolmo, además de ser la segunda más estudiada en el mundo y la tercera con mayor número de usuarios en Internet, según informa la pantalla del Instituto Cervantes.

Es el español la torrencial lluvia de palabras que inunda libros, periódicos, emisoras de radio y cadenas televisivas, formando el gran imperio de la lengua española, sin imperialismo alguno.

A quienes desestiman el placer de disfrutar la literatura española voy a decirles que la honesta envidia intelectual de una colega holandesa que compartió tarima conmigo en Bruselas, la llevó a estudiar español solamente para disfrutar del Quijote en lengua original, sin artificiosas traducciones, por buenas que éstas sean.

A esta amiga utrechtense dedico el artículo de hoy con mi mejor recuerdo hacia ella porque sé que habitualmente se pasea por las páginas de mi bitácora, y la invito a participar en las actividades que en Utrecht celebra hoy el Instituto Cervantes, donde podrá degustar sabores hispanos, asistir a clases de español, oír canciones y, sobre todo, participar en una lectura del Quijote.

Desde este blog levanto mi copa de cava español para brindar con los quinientos millones de hispanohablantes que están repartidos por los diferentes rincones del mundo, entre los dos extremos del Pacífico y desde el Círculo Polar Ártico a la Antártida. Y quiero hacerlo porque el español me ha dado vida, a pesar de los esfuerzos que ha hecho la vida por apartarme de él.

He clavado mi estaca durante años en varios países europeos donde me he visto obligado a comunicarme en lenguas diferentes a la española que me sustenta, pero jamás dejé de pensar en español, de soñar en español, de escribir en español, de traducir al español los pensamientos y de llevar el español como bandera allí donde estuve

¡Ah!, para complacer la petición del Instituto Cervantes, diré que mi palabra fonéticamente preferida es alcorque; la nacida con mayor vocación social, honradez; en las relaciones personales, nada estimo más que la sinceridad; sosiego los latidos del amor con el pronombre personal ; en el trabajo profesionalmente pido competencia; generosidad es mi palabra para salvar la convivencia; pido responsabilidad a las personas por sus actos; para los corruptos demando justicia; condenación a galeras sin remisión de pena a los tramposos; solicito el destierro a los politiqueros; y vaya para los desfavorecidos mi solidaridad.

 

 

MENÉAME, UN JUEGO DIVERTIDO

MENÉAME, UN JUEGO DIVERTIDO

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Entre los juegos virtuales que pueden hallarse en comercios informáticos,  grandes superficies, casas de amigos e Internet, destaca por sus virtudes una diversión que sólo pretende llevar a los usuarios a elevados niveles de energía karmática trascendente, en función del comportamiento que tengan sobre la pantalla y de las acciones que realicen durante el tiempo de recreo.

Consiste el pasatiempo en buscar una noticia entre las miles que vuelan por la red y colgarla en la página de juego.  Algo que a primera vista parece fácil, simple, monótono y aburrido, ¿verdad? Pues está muy equivocado quien piense así, porque la noticia no puede estar repetida, ni copiada, ni falsear la verdad, ni contar peripecias del tío Bartolo, ni ser añeja, novedad amarilla, publicitaria o autopropagandística de blogs o páginas web.

En el sitio entran cientos o miles de noticias al día y hay que anticiparse al adversario para ser premiado con la rosquilla, porque de lo contrario los tres “controladores” isleños: Ricardo, Benjamín y Carmen, acompañados de cinco cibernéticos, el “nocturno” de la estepa y cientos de “cómplices”, bloquearán, castigarán y enviarán a las tinieblas al despistado, con sus votos negativos, comentarios y censuras, haciendo que el karma del intruso no levante el vuelo.

Pero en la dificultad está el aliciente del juego meneador, porque así hay que tomar el invento del argentino Galli, copiado de la americana Digg sin que esto nos permita calificar “Menéame” de “spam” o “plagio”, como en su página se hace con muchos de  los envíos que recibe. Contradicción que debe asumirse mirando para otro lado porque se trata fundamentalmente de jugar, dejando aparte cuestiones de menor importancia.

Como juego debe tomarse “Menéame” para evitar dolores y purgaciones como las sufridas por los decepcionados que han pasado por el sitio pensando que era lo que no es. Ingente colectivo que va lamiéndose las heridas por los foros, quejándose de manipulaciones internas y otras fechorías, que no afectan a quienes borran la seriedad de su intención y convierten la tarea en actividad lúdica o simple divertimento, con unas cualidades que para sí quisieran muchos de los miles de juegos que dan vueltas por el mundo en consolas de alto precio.

Es más, si el fraude denunciado se consuma y las trampas son ciertas, sean éstas bienvenidas porque añaden un estímulo complementario al juego, como pasa con los bunkers, rías, lagos y árboles repartidos por los campos de golf, que espolean el juego con dificultades añadidas, aunque en principio no estuvieran en el terreno y hayan sido puestas con el propósito de entorpecer los golpes y darle larga vida, porque sin ellas el golf habría muerto de aburrimiento. Ya sé que en el campo de golf se ven trampas y en “Menéame” se intuyen, pero da igual porque lo importante es su efecto estimulante, dificultando la victoria. Triunfo que se obtiene al llegar al vigésimo karma, llevando a portada noticias que permitan al porteador ser el más grande y recibir el aplauso de los miles que gritan dando vivas a la madre que parió al vencedor.

Para obtener tal honor hay que ser ágil en la búsqueda; despierto en la anticipación; paciente en la espera; perseverante en la derrota; sordo a las críticas;  acertado en los comentarios; y prudente en las jugadas. Haciendo eso, el ganador será famoso en Australia, conocido en el Polo Norte, ovacionado en el Machu Pichu, jaleado en la Pampa,  aclamado en los fiordos,  popular en el Himalaya y glorificado en los campos de Aaru tras alcanzar el nirvana.

A semejante estado de felicidad sólo puede llegarse olvidando que “Menéame” es un recopilatorio de noticias ya publicadas, donde unos disputan a otros vanidades, y considerarlo como un juego simplemente, porque no es más que eso. Las primicias se hicieron públicas en la prensa digital, emisoras de radio, televisiones, páginas Web y blogs, antes de llegar al juego.

Para evitar que los ingenuos ilusionados que inician la partida den palos de ciego al aire sin acertar con el botijo, les diría que no sufrieran en la competición porque siempre habrá alguien que desenfundará la noticia antes que ellos, y que eviten pedir a los amigos que les empujen porque más dura será la caída si los vigilantes detectan la ayuda de costaleros. También les aconsejarían que no apostaran por noticias que han sido votadas negativamente, porque les afeitarán el karma en seco dejándolos sin derechos, y que no les importe ver en portada a los mismos y a la cola los de siempre.

Si esto hacen serán largos sus días en el juego y su karma ascenderá a cotas de victoria con la autorización de poderosos teclados, que impondrán sobre sus frentes coronas de laurel con 20 karmáticas hojas, símbolo de la conquista sobre ellos mismos que deberán tomar como recompensa a cuanto han informado y se han informado; a cuanto han enseñado y aprendido tras recorrerse todas las esquinas del mundo.

Las virtudes fundamentales de pasatiempo tan singular, recuerdan en número a las tres teologales enunciadas por Astete en 1599, cuando todavía no habíamos tenido oportunidad de jugar al “Menéame”:

Divertido

Es la cualidad principal de tan solaz esparcimiento, que obliga al jugador a buscar y rebuscar rabos mordiendo perros por los rincones. Que exige anticipación y reflejos para retirar el pie antes de que le pisen – la noticia, claro -. Que promueve la inquietud por el chaparrón que pueda pillarle en la soledad de la entradilla sin visitas consoladoras. Que demanda fortaleza para superar el desánimo de la censura. Y ¡cómo no! que reporta la satisfacción del éxito cuando la noticia ha sido votada por dos internautas despistados, ya que las ovaciones son para “escolares” tertulianos que habitan en “mundos” periodísticos formados por “países” independientes, donde los “ser-es” radiofónicos “cope-an” entre ellos, dejando a los blogs independientes a la intemperie, entre la indiferencia del “público”.

Informativo

Buscar información por el mundo para informar al mundo de lo que pasa en el mundo, es la mejor forma de estar informado de lo que sucede en el mundo. Suerte tenemos que no haya noticias en otros planetas, porque bucear en periódicos universales, haría imposible la tarea. Actividad por otro lado innecesaria, pues en el globo terrestre hay suficiente agitación para saturar varios “menéames”, si los hubiera.

Formativo

Quien se informa, se forma, porque no puede haber información sin formación, aunque algunos titulares de noticias lleguen tan deformados que desinformen a quienes aspiran a informarse. No es que “Menéame” sea una enciclopedia de sabiduría o un foro de análisis de noticias, pero es una fuente de formación, aunque algunas primicias mundiales no pasen de la media docena de votos.

Hasta aquí sus cualidades principales, pero también tiene cuatro excelencias cardinales, iguales en número a las proclamadas por el clérigo salmantino.

Gratuito

¿Qué oportunidades lúdicas ruedan por el mundo sin demandar tickets de entrada? Ninguna. Pues “Menéame” es un juego en el que se puede participar sin gastar un solo eurípide ni dejar en prenda objeto alguno a cambio.

Estimulante

El juego es una lucha permanente contra lo imposible, que alienta a los combatientes de la utopía a seguir intentándolo una vez más cada cuatro horas, aunque tal vez nunca consigan alzarse con el triunfo que anhelan, la publicidad que persiguen o el aplauso que desean.

Pacífico

Estando las juguetonas consolas de los jóvenes saturadas de ataques, disparos, machetazos, muertes y mutilaciones, reconforta encontrar un juego pacifista, que pone a prueba el ingenio, la habilidad y los reflejos de los participantes, en su búsqueda reticular por páginas volanderas perdidas entre las rodajas de los meridianos, en su infatigable cabalgamiento por el espacio virtual.   En “Menéame” no hay que matar a nadie para ganar la partida, porque nadie muere por su patria ni provoca que otros mueran por la suya.

Democratizador

Este recreo educa democráticamente a los jugadores con vocación enfermiza de victoria y a quienes van con orejeras por la vida, obligándoles a someter sus criterios, valoraciones y juicios, a la voluntad colectiva. Tomar la censura con la deportividad que exigen las opiniones adversas, y aceptar que la votación es un voluntario ejercicio de libertad, puede ser inestimable escuela democrática, siempre que las opiniones procedan de voluntades honestas y sinceras, lo cual debemos suponer en los votantes, con la misma ingenuidad que a los militares le suponemos el valor.

Unas advertencias finales a los decepcionados con “Menéame”, que no toman este sitio Web de participación como un juego, sino buscando protagonismo y promoción de propias ideas, blogs, propuestas o todo aquello relacionado con miradas al ombligo:

– En este juego no siempre ganan los mejores, como sucede en los concursos.

– Pueden llegar a portada los mediocres porque es un reflejo de la sociedad.

– Hay listillos haciendo trampas, complicidades de camarillas, ociosos maliciosos, manipulaciones ocultas y otras perversiones que ruedan también por el mundo, porque “Menéame” es un reflejo de la vida misma.

Como diría don Pedro: “Es un juego vil que no hay que jugarlo a ciegas, pues juegas cien veces, mil, y de las mil ves febril que nunca llegas”, porque se necesita tiempo y oficio, condiciones obligadas que yo no cumplo, por lo que he decidido abatir el rey contra el tablero y apagar la luz, agradeciendo a Digg, a Galli, a Benjamín y a Carmen los buenos ratos que he pasado con su juego.