POLVORÍN GRIEGO

POLVORÍN GRIEGO

No me he cansado de predecir durante años la revolución del sur, porque nunca me pareció normal que mientras en el norte discutíamos sobre la calidad del chocolate, en el sur muriera cada cinco segundos un niño de hambre. La respuesta a tan ominosa situación tiene que pasar por la revolución de los millones de sureños, hartos de que explotemos su territorio los norteños, esquilmemos sus recursos, chantajeemos su trabajo y los tengamos mendigando por las alcantarillas despojos que arrojamos a las cloacas los ciudadanos del norte.

Pero las cosas han cambiado a peor porque el sur se ha extendido incluso a los territorios del norte. La ambición de los que están en el ártico social donde habitan politiqueros, constructores, banqueros y especuladores, ha roto el saco de la paciencia ciudadana y ahora peligra la paz mundial, porque los sureños del mundo se están pertrechando de razón y tienen en su poder el más devastador ariete, al que han sustituido la cabeza del carnero por una bomba capaz de terminar con el desamparo que llevan sufriendo desde que la Humanidad tomó este nombre.

Es un arma invisible con tal poder de destrucción que si se proponen utilizarla aniquilarán todo lo que encuentren a su paso. Es madre de hijas menores como el hambre, que a muchos ha obligado a abandonar familia y raíces en busca de espacios donde saciarla.  Armamento tan poderoso sólo está en poder de quienes no tienen nada que perder y están dispuestos a perderlo todo, incluso la vida.

¿A qué puede temer quien sobrevive bebiéndose las lágrimas de su familia y ofreciendo las suyas a su hijos? ¿Con qué argumentos pueden serenarse los ánimos de quienes están en el paro viendo como unos pocos nutren sus arcas con salarios y beneficios que alejarían el hambre del mundo si todo se repartiera un poco más?

Ya no existen tierras de promisión, ni trabajo, ni alimento, ni futuro, ni esperanzadoras cigüeñas presagio de bonanza. El territorio sureño se expande poblándose de buitres especuladores girando en corrientes térmicas políticas buscando la presa para rapiñar desahucios, embargos, despidos, joyas familiares, decomisos, retenciones, bloqueos e incautaciones.

El plan de ajuste griego pretende obtener 78.400 millones de euros en cinco años, a base de impuestos, privatizaciones y recortes públicos. Pero en este apretón de cinturón no se mencionan los bancos, ni los políticos, ni los depredadores. Son los inocentes de la crisis quienes tendrán que pagar la ineptitud de los polítiqueros, la usura de los bancos y la ambición de los estraperlistas, con el silencio cómplice de las iglesias que no se atreven a tirarse al ruedo.

Tradicionalmente se ha dicho que cuando Alemania o Francia estornudan, se acatarra toda Europa, pero hoy es más cierto que la revolución griega está haciendo temblar al mundo político y financiero, porque los descendientes de aqueos, dorios, jonios y eolios se han hartado de soportar incompetentes, corruptos y explotadores, que actúan con total impunidad, amparados por inmunidades parlamentarias que los eximen de ser juzgados y apresados.

Con los “indignados” puede hablarse porque no han llegado al límite de su paciencia, pero los “desesperados” que nada tienen que perder, rechazan apelaciones al Estado de Derecho, peticiones políticas europeas, reclamaciones de bancos mundiales y votos parlamentarios. A la desesperación se llega por vía del hambre y la hartura, agotada ya la resignación. Y cuando el hambre y la frustración se abren paso, se pone en juego la vida para exterminar al adversario, con tal de sobrevivir y vencer el desengaño.

 

VIVIR LA VIDA

VIVIR LA VIDA

Al poeta bilbaíno le quedaba la palabra después de perder el tiempo, sufrir sed, pasar hambre y abrir los ojos hasta desgarrárselos. A Rick y a Lisa, perdidos en Casablanca, les quedó para siempre París, donde vivieron un amor inolvidable. Hay cantante que va en julio por la iglesias pregonando que le queda la esperanza. Los creyentes católicos esperan disfrutar en el cielo lo que no han gozado en la tierra. Y a todos los demás nos queda íntegra la vida a partir de ahora, que es lo único que necesitamos para ser moderadamente felices.

Acompañándonos estará la vida por toda la eternidad, quedando ésta reducida a los años que tenemos por delante para sonreír, amar, soñar y compartir. Y nos queda la vida entera, porque ni rey ni roque podrá arrebatárnosla mientras dure. En ello está nuestra fuerza y la feliz esperanza de que cada día sea mejor que la noche abandonada en la almohada al amanecer.

Y viviremos amando todo lo amable que encontremos en el camino.  Esta pasión por vivir explica muchas sonrisas inexplicables, muchos temblores de almas desfavorecidas y algunas sacudidas del espíritu, injustificables para la ciencia. Sonrisas entumecidas muchas veces por noticias imprevistas que anuncian inevitables despedidas, nunca deseadas por su amargura.

Pero vivir no es sólo tener vida, como se le antoja al diccionario, tan cercana a la existencia pasiva de muchos seres formados por células muertas. Vivir es tomar del brazo a la vida y vivirla cada día, dispuestos a gozar de las felices novedades que esperan o a vencer las dificultades que aguardan su turno en la sala de espera.

Entre las esencias de la vida que nos permiten disfrutarla, os recuerdo el crotoreo de las cigüeñas en las espadañas, la alborada del sol, el aroma del pan recién horneado, la sonrisa de un niño, el azafranado color de los girasoles, el saludo del vecino, la verde copla de la hierba, el suave planear de las gaviotas, la fruta redondeada por el viento, los abrazos de bienvenida, las gotas de lluvia en los cristales, el canto de las aves al amanecer, un clavel en el ánima del fúsil y la felicidad de vivir con honradez entre tanta miseria. Incluso las lágrimas derramadas en postreros adioses, forman la sustancia de nuestra vida.

Con estas armas intentaremos derrotar la muerte aunque no lo consigamos.

Esto quería dejar escrito hoy en mi bitácora, tras recibir ayer la noticia de que un amigo de juventud se ha olvidado de vivir, dejándonos su mochila llena de esperanzas frustradas y proyectos por cumplir, en un recodo del camino.

Hasta siempre, Jesús.

 

CAPRICHOS A 120 km/h

CAPRICHOS A 120 km/h

De las muchas formas que hay de gobernar, destaca por su arbitrariedad el gobierno caprichoso a golpe de decreto o, si se prefiere, el gobierno por decreto a golpe de caprichos. Modalidad que consiste en someter la vida de los ciudadanos a decisiones condicionadas por la dirección que tome el viento en torno a la cabeza de quienes hacen del país, cortijo de recreo.

Si se trata de un sirocazo, su influencia en mentes con pinzas flojas puede tener efectos desoladores en los vecinos, incapaces de comprender decisiones que no tienen pies, ni cabeza, ni tronco, ni extremidades. Es decir, sin cuerpo ni fundamento alguno, producidas por calenturas temporales de mentes seudoprivilegiadas que en momentos de política delirante deciden jugar con los ciudadanos, en lugar de gobernarlos con el respeto que merecen.

Las  monarquías han tenido sus validos sin nombramiento formal, pero con más poder que el propio rey. Ahí está el de Olivares para demostrarlo, hombre de confianza y presidente in pectore para Felipe IV, aunque no fuera más que sumiller de corps, caballerizo mayor y camarero mayor, pretextos para estar en todo momento al lado del monarca y decidir por él.

Pero las cosas han cambiado. En el actual Estado monárquico, el presidente otorga a sus validos ministerios y otras menudencias sin importancia. Concretamente, el profesor de economía del premier tiene en su poder la industria, el turismo, el comercio y la voluntad del patrón, para que éste patrocine sus genialidades.

¿Cómo, si no, se explica el regalo de bombillas de bajo consumo, previo paso por correos? ¿Quién puede entender  el fracaso del plan “vive”? ¿Qué explicación puede darse a los nuevos recibos eléctricos? Y, finalmente, ¿a qué vino la bajada del límite de velocidad, por mucho que el valido se empeñara en justificar el ahorro a base de poner en fila no sé cuántos miles de barriles de petróleo desde Sirio hasta Shaula?

¿Quién hizo el cálculo y cómo lo hizo? ¿Se tuvieron en cuenta las horas de trabajo invertidas en el cambio de pegatinas, su coste de fabricación, el transporte y la energía empleada en ello? ¿Se ha calculado el coste moral y económico que representa volver a la situación de partida del 7 de marzo, a partir del 1 de julio?

Hay más: si la medida tomada ha sido tan saludable que ha permitido en cuatro meses reducir en ¡450 millones de euros! la balanza de pagos, ¿por qué no seguir con ella? Y si no ha sido así ¿por qué ocultar el error cometido?

Y, sobre todo, ¿se ha evaluado el desgaste ciudadano, la indignación y el cansancio de una población harta de que le tomen el pelo, como han puesto en evidencia todas las encuestas relativas a tan caprichoso decreto?

 

INSULTOS POLÍTICOS

INSULTOS POLÍTICOS

Vamos directamente al grano: ni España se desmorona, ni es comparable con Sodoma y Gomorra,  ni los cuatro jinetes del Apocalipsis se han apostado en los puntos cardinales del país a la espera de una orden divina para lanzar el ataque definitivo que nos aniquile a todos de un plumazo. Nada de eso es verdad, a pesar de los esfuerzos que hacen algunos por acongojar a quienes les escuchan. Tranquilos, que la realidad sólo llega al gris oscuro.

Ocurre, simplemente, que los políticos van por caminos que nada tienen que ver con las rutas que seguimos los ciudadanos. Eso explica los excesos verbales de ambas cuadrillas y los insultos que mutuamente se propinan. Mirad, si hiciéramos caso a las descalificaciones que se hacen unos a otros nos uniríamos los ciudadanos para acabar definitivamente con ellos. Pero como sabemos que todo pertenece al teatro público, pues nada, ni vemos, ni oímos, ni compartimos, aunque la gran mayoría, callamos.

Las acusaciones mutuas de mentirosos son tan frecuentes que de ser ciertas estaríamos en manos de dos pandillas de cínicos de diverso color y pelaje. Cuando unos tildan a los otros de irresponsables y éstos les responden llamándoles ineptos, no debemos concluir que estamos rodeados de irresponsables ineptos. Y si  un alto dirigente acusa a otro del bando contrario de pirómano político y éste responde llamándole borracho, tampoco debemos pensar que hemos puesto la antorcha en manos de un borracho al frente del polvorín autonómico.

La guinda a tanto piropo la puso un diputado cuando le gritó a otro del partido contrario “¡cállate cabrón!”, durante un debate parlamentario, obligándonos a pensar en una oscura competencia para ver quien insulta más y mejor, en el menor tiempo y con mayor eficacia. Esa es la forma que tienen de dirimir sus diferencias. ¡Ah! luego nadie tiene culpa de nada, porque unos responsabilizan a los otros de la situación para garantizar el mal entendimiento.

También se califican mutuamente de farsantes, autoritarios, antidemócratas, cobardes, antipatróticos, expoliadores, sinvergüenzas, traidores y de otras lindeces por el estilo, que de ser ciertas, imaginaos en manos de quienes estaríamos.

No contentos con insultarse entre ellos, algún incontrolado se acuerda de nosotros y nos llama miserables, mientras otro califica como “tonto del culo”,  a un periodista incómodo, y se queda tan contento. Son así.

Pero no hay que dar importancia a estas perlas. Los ciudadanos somos bastante más sensatos y prudentes que estos dirigentes, elegidos por nosotros entre los que nos ofrecen los partidos, como mal menor, porque no tenemos otros.

 

TENCAS POLÍTICAS

TENCAS POLÍTICAS

Llevo unas horas en la blanca tierra que mantienen dos carboneritos, viendo a la Clara ir a misa con el librito en la mano a pedirle a Dios perdón, mientras la enamorada exige a su hombre echar el surco derecho a la ventana para ser labrador de sus padres mañana.

En estas coplas estaba cuando unos amigos me invitaron a cambiar las sardinas gallegas por tencas salmantinas y hasta Matilla de los Caños me fui en compañía de mi amigo Antonio a degustar ese pez dulceacuícola que habita en el lodo de las charcas, capturado «de esa manera» por los anfitriones de la cena.


 

 

 

 

Pero no va de tencas la entrada de hoy, sino de política porque entre los once que compartimos mantel estaban el alcalde Nazario y el teniente de alcalde Ciriaco, obligándonos en la sobremesa al inevitable comentario político, que reproduzco con su autorización, como testimonio de una situación ejemplarizante de lo que ocurre en pequeñas localidades.

Preguntón: ¿En el pueblo quién gobierna?

Ciriaco: Quién va a gobernar, el Partido Popular. Tenemos cinco concejales y los socialistas dos, y de milagro, porque no los merecen. Aquí presentaron a la alcaldía una maestra que no es de aquí, nadie la conoce y ni siquiera vino por el pueblo el día de las elecciones. ¿Quién cojones va a votarles? Eso sí, en las elecciones generales siempre ganan los socialistas porque hay muchos trabajadores. Pero en las municipales se vota a las personas y ninguno de los 712 habitantes conocía a la candidata socialista. Tenían que haber presentado a alguien del pueblo.

Preguntón:  ¿Cuánto cobráis los concejales?

Alcalde y teniente de alcalde: ¡Ni un duro! Es más, el cargo nos cuesta dinero de nuestro bolsillo. Estamos aquí para servir a los vecinos, aunque todo sean problemas. Sobre todo cuando uno pide o protesta por algo y otro viene pidiendo y protestando por lo contrario.

Preguntón: ¿De dónde sacáis los siete millones de pesetas para las fiestas?

Nazario: Pues de impuestos y del Estado, pero este año hay que bajar el gasto aunque sea difícil porque las vaquillas, que son millón y medio, no pueden quitarse; las orquestas, dos millones y medio, tampoco se pueden tocar; las setecientas mil de la paellada popular hay que mantenerlas; y luego los juegos para los chavales, etc.

Preguntón: ¿Y el trabajo?

Nazario: Pues mucho. Que si reuniones aquí y allá, viajes, negociaciones y más de mil quinientas firmas que hay que echar. Pero todo lo haces por la gente, porque si fuera por el dinero, sería la ruina.

Preguntón: ¿Y las recalificaciones…?

Ciriaco: ¿Corrupción dices? Aquí nada. De eso no hay. Queremos aumentar el perímetro del pueblo y es imposible. Pedimos algo y vienen los ingenieros con el helicóptero y dicen: aquí no y aquí tampoco. Y luego tienen que estar los vecinos de acuerdo porque si uno dice que no, se jodió.

Así fue la tertulia y así queda escrito, agradeciendo las tencas, la conversación y la amistad que allí recibí por parte de todos, estando obligado a corresponder.

 

INEVITABLE SAUDADE

INEVITABLE SAUDADE

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Llego de Galicia a mi tierra castellana con el alma en un puño, no porque se hayan terminado las vacaciones, pues los jubilados estamos apartados de todo compromiso profesional hasta que la vida nos ponga la zancadilla y la parca nos recoja para llevarnos al valle de Josaphat, para descubrirnos, al fin, dónde se encuentra el dichoso paraje, aunque algo me dice que está mucho más lejos de la escatología de lo que algunos imaginan.

 

 

 

 

 

Pues bien, decía que he llegado al campamento base con espíritu encogido, invadido por una consoladora saudade provocada por el sentimiento melancólico de alejamiento de una tierra querida, que me impulsa a volver a ella cuando apenas he dejado de pisar su suelo.

Fue el lusitano Melo quien definió en 1660 mi estado afirmando que es un «bem que se padeçe y mal de que se gosta», es decir,  un bien que se padece y mal que se disfruta. Algo diferente a la morriña, como nostalgia de la tierra natal, porque no se oyeron en Galicia mis primeros llantos, ni Coruña guarda los recuerdos infantiles. Pero sí es cierto que resta en mi ánimo un sentimiento de tristeza por la lejanía de los verdores que he dejado a tras, por los manteles que he abandonado y, sobre todo, por los coruñeses que allí quedaron. A ellos va mi mejor recuerdo y en ellos está gran parte de la nostalgia que se ha colado entre los renglones de esta carta.

En un mundo del “sálvese el que pueda”, emociona ver que alguien invierte el rumbo de su vehículo para acompañar a un desconocido hasta el lugar que demandaba. Cuando el empleado de un comercio dedica dos horas de la tarde de un sábado a resolver el problema de un forastero que se ha quedado sin ordenador, de forma gratuita y con amabilidad desconocida, al protagonista le parece vivir en el maravilloso país de Alicia. Abrir de par en par las puertas del Instituto de La Guarda a un turista para que se deleite con un salón de actos de 1889, no es frecuente en otros lares. Si perdido entre langostas, bogavantes, cigalas, percebes y aletas mil, la vendedora ofrece generosamente una lección magistral sobre todas las especies de pescados  que había en el mostrador, uno queda graciosamente desconcertado.

 

 

 

 

 

Esta señora pescadera, – señora por su señorío  -, con pocas palabras me explicó las consecuencias de la crisis que estamos pasando. Fue el día de san Juan, con el mercado casi vacío. Al preguntarle yo si notaban la crisis, me respondió: “Bueno, bueno, bueno,…”. Quedó dicho. Pero hubo aclaración complementaria cuando le expresé mi sorpresa por la calidad y precio de los productos allí expuestos, y me respondió en gallehispanis: “Es que los de siempre no están en crisis. La crisis es para la mayoría silenciosa. Ya casi no se vende ni la sardina, que hoy está a 7 euros. La gente prefiere comprar “zancos” de pollo, que son más baratos y se aprovechan más que las sardinas. El marisco lo traemos para la minoría de “otros” que se están beneficiando de la crisis que ellos mismos han traído. Y de los políticos no quiero ni hablar…”. Ha dicho.


Así me ha ido la feria y así la cuento. Estas actitudes coruñesas y otras que podría contar, son ejemplos de galleguismo auténtico, alejado de la corriente intelectual que lo patrocina desde despachos oficiales, entidades privadas, asociaciones y fundaciones. Término que cogió fuerza en 1916 con las Irmandades gobernadas por intelectuales y pequeña burguesía, empeñados en dignificar la lengua gallega, mientras los coruñeses de a pie se empeñaban y se siguen empeñando, en que nadie sea forastero en su ciudad, como a mí me ha sucedido siempre que he pisado sus verdores y dejado una parte de mi espíritu entre ellos, sin saber cuándo volveré a su mar.

Con este pensamiento he llegado a Salamanca recordando los versos de Rosalía: Adiós, ríos; adios, fontes  / adios, regatos pequenos / adios, vista dos meus ollos: / non sei cando nos veremos.

CONDUCTORES MATONES

CONDUCTORES MATONES

Las ciudades no serían lo que son si los coches dejaran de rodar por sus calles. Los decibelios dañarían menos los tímpanos, los pulmones estarían sonrosados, habría más espacios verdes purificando el aire, se reduciría la crispación vial, habría más camas libres en los hospitales, se ahorraría consumo energético y viviríamos algunos años más.
Pero como esto no es posible, habrá que intentar hacer más amables las ciudades desterrando de ellas a los conductones, es decir a los conductores matones que van campando por la ciudad como si fuera un cortijo de su propiedad.

El problema no está en los necesarios vehículos a motor, sino en los sujetos que se acomodan detrás del volante, a caballo en una moto o sobre el sillín de una bicicleta. Si, también sobre los biciclos, porque últimamente los velocipedistas van despendolados por aceras y zonas peatonales, llevándose por delante lo bueno y malo que encuentran a su paso.

En todas las ciudades existen ejemplares de raza humana que van por las rúas atropellando los derechos de los demás con total impunidad y, en algunos casos, hasta con arrogancia impropia de personas supuestamente civilizadas. Galopan desbocados por las calles, ignorando semáforos y aparcando los vehículos donde se les antoja, aunque interrumpan el tráfico o bloqueen pasos de peatones, porque el aparcamiento en doble fila es el deporte preferido de muchos ¿ciudadanos?

Estos matones, que se mueven por la ciudad perdonando la vida al resto de los mortales y abusando de la buena voluntad de sus conciudadanos, no merecen consideración alguna. Los perdonavidas que se divierten desafiando a los demás en las rotondas aprovechándose de la buena educación de la mayoría, han de ser desterrados a selvas donde se disputen el espacio entre ellos como manada salvaje.

Tengo amigos especialmente educados mientras se sostienen sobre sus zapatos, que se transforman en seres desconocidos cuando se ponen al volante de su automóvil. Representan el ejemplo más claro que conozco de la transformación que sufría el Dr. Yekil cuando Mr. Hide tomaba las riendas de su vida.

 

 

 

 

 

El mal conductor es, fundamentalmente, irrespetuoso, egoísta e insolidario. Piensa sólo en él mismo sin tener en cuenta el quebranto que puede ocasionar a los demás con sus acciones. Campa por sus respetos de un sitio para otro de la ciudad sin reparar en nadie ni en nada, como si circulara por su finca de recreo. Además, algunos de estos pendencieros deben tener atrofias musculares en sus extremidades inferiores que les impiden caminar unos metros siquiera, porque pretenden entrar con el coche allá donde vayan, sean instituciones, entidades, comercios o bares.

Debemos proponer a todos los alcaldes la construcción de unas rampas de entrada en tales dependencias, que permitan a estos enfermos acercarse con sus motores de explosión hasta las ventanillas y mostradores, para evitarles quebrantos físicos irreparables.