MEDIOCRIDAD

MEDIOCRIDAD

La realidad confirma que nuestro problema no es la deuda pública y privada, ni el rescate, ni las autonomías, ni el euro. Ni siquiera el egoísmo natural del ser humano o su capacidad para mentir son responsables de la decadencia moral y falta de compromiso ético que convierte a los animales racionales en terribles depredadores de su especie.

Es la falta de mérito y capacidad de los dirigentes sociales lo que nos ha llevado al sótano donde estamos encerrados sin posibilidad de redención a medio plazo. Es la ineptitud de los polítiqueros lo que hace imposible la salvación, pues han optado por la dedocracia, exigiendo a los dirigentes el débil mérito de llevar carnet entre los dientes y logotipo en la solapa.

Mediocridad se llama esta grave epidemia que padecemos, para la cual no se ha descubierto vacuna ni tratamiento alguno, porque quienes tendrían que aplicar los medios para erradicar la pandemia son los propios beneficiarios de su expansión, y no están dispuestos a inmolarse para salvarnos de sus continuos disparates y mamoneo.

A esta situación degenerativa no se llega en pocos años, porque la contaminación existente afecta a todos los sectores sociales, donde se ha infiltrado una legión de incapaces a decidir por los demás, careciendo de los más elementales criterios para ser rectores.

Hoy muchos mediocres dirigen centros educativos, gerencian hospitales, administran bienes comunes, ocupan sillones oficiales, dictan sentencias, presiden sociedades, regentan empresas, lideran sindicatos, gobiernan entidades, capitanean fuerzas de seguridad, encabezan listas electorales, acaudillan sindicatos y  controlan medios de comunicación

En un país gobernado por mediocres, donde los ciudadanos brillantes provocan repulsión, todo se explica: que los cerebros emigren, los banqueros sean insaciables, la Iglesia guarde silencio, los chistes consuelen la desgracia, se limite la libertad, se manipule la información, se mienta impunemente, la justicia no sea ciega, prolifere la basura televisiva, falten ideas y los pícaros se aprovechen de la situación.

RECOGIDO HOMENAJE

RECOGIDO HOMENAJE

Tan sencillo y discreto, como afectuoso y sincero, fue el pequeño homenaje que profesores y alumnos del Instituto “Torrente Ballester” rindieron ayer a Unamuno en el patio central del centro, donde los estudiantes leyeron algunos poemas suyos, tras las palabras del director y la entrega de unos premios literarios.

Media hora después de bajarme del asfalto que me devolvió a Salamanca tras mi periplo por tierras gallegas, fui invitado a cerrar este acto de homenaje con unas palabras, ante el original busto de don Miguel que Ángel Posada había realizado con hojas del periódico “El País” pintadas de blanco, queriendo representar con ello la capacidad de Unamuno para seguir llevando al país en su cabeza, setenta y seis años después de abandonarnos.

Nula fue la relación personal entre Unamuno y Torrente, pero intensas las horas que el gallego-salmantino pasó leyendo la obra del vasco-salmantino, desde que cayeron en sus manos los primeros libros de don Miguel, cuando Torrente se encontraba en Vigo, allá por el año 1928.

Don Gonzalo frecuentó al año siguiente las tertulias madrileñas, sin posibilidad de encontrarse con don Miguel en la Granja del Henar o en la Cacharrería del Ateneo, porque el sentidor vasco se encontraba autoexiliado en Hendaya. En cambio, sin coincidir en el tiempo, compartieron la tertulia en el Novelty donde ambos acudían de forma habitual.

En mis breves palabras, pedí a los jóvenes que ocupaban el soleado patio, lo que Unamuno les hubiera demandado: riguroso cumplimiento de la disciplina académica; esfuerzo y constancia en el trabajo; respeto en todos los órdenes; y voluntad de empujar a los profesores a ser cada día mejores maestros, enseñándoles a enseñar. Y exhorté a mis antiguos compañeros a recibir enseñanzas de los estudiantes, porque enseñar es ante todo y sobre todo, aprender.

ES HORA DE PARTIR

ES HORA DE PARTIR

Con la saudade nostálgica de cada año, he cerrado la maleta del alma con mis mejores recuerdos de este año y me voy a la estepa castellana, dejando en los verdores gallegos abrazos renovados y nuevas amistades duraderas en el tiempo.

Es hora de partir con la duda del regreso, porque el futuro se estrecha cada vez más y la incertidumbre planea sobre lo venidero, sin anticipar la venturosa profecía del regreso a esta tierra tan querida.

Tomo la mano de Rosalia para despedirme de vosotros, pensando si nos veremos algún día:

Adiós os meus amigos

e aos recordos pequenos;

adios, vista dos meus ollos:

non sei cando nos veremos.

A vosa terra, vosa terra,

la terra que tanto amo,

hortiña que quero tanto,

amistades que prantei.

¡Adios, ata pronto, adios!

¡Adios Julio! ¡Adios Marián!

¡Adios Marisa y Ceferino!

¡Adios Begoña y Santiago!

¡Adiós Ángeles y Sofía!

¡Adios a Domingo y Ana!

¡Os deixo aquí na vosa terra,

deixo a aldea que conozo

por un mundo que me espera!

Deixo amigos, por amigos,

deixo a veiga polo mar,

deixo, en fin, canto ben quero…

                                    ¡Quen pudera non deixar!…

 

ADORMIDERA

ADORMIDERA

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Lo que tenía que pasar, pasó. El efecto adormecedor del balompié ha hecho su tarea, bien manejada siempre en dictaduras y democracias, consiguiendo  entumecer al mismo pueblo que veinticuatro horas antes había incendiado las redes sociales con protestas por el rescate bancario que va a pagar, sin que nadie le haya consultado sobre la utilización de su dinero.

La causa del adormecimiento colectivo es una planta de la familia de las deporteveráceas, que tiene hojas alabeadas para deformar la visión de la realidad; color rojo, rojo, pero rojo de la roja, no de hoces y martillos; flores con pétalos donde colgar la frustración; y frutos capsulares indehiscentes para esconder en ellos la indignación entontecida.

La planta de la que hablo es originaria de occidente, se cultiva en jardines televisivos y por escisiones con tijeras recortantes en las cápsulas rojas de su fruto se extraen los goles causantes de la sedación universal, aunque esta vez el corte no haya sido profundo, impidiendo rescatar totalmente al pueblo de la postración en la que se encuentra por abuso del Gobierno sobre el patrimonio común.

Han fallado los balompédicos atletas, y el desconsuelo de la marea roja empatando con la squadra azzurra, ha empañado con decepción la victoria que usureros, desahuciados, politiqueros, empresarios, parados y trabajadores, habían anticipado con excesivo optimismo, mientras pastaban juntos en el césped , llevados por la necesidad de un rescate moral.

Habría bastado un regate acertado, un cabezazo en su sitio, una portería más grande o  un puntapié afortunado, para que el balón rompiera la red donde nos ha pescado el Gobierno, porque no damos la medida que exige la justicia social para la pesca de la especie desprotegida a la pertenecemos todos los ciudadanos, menos el privilegiado grupo de engañabobos que nos esquilma, depredadores que nos devoran y politiqueros que nos engañan.

La sangre roja social viene estos días tiznada con maniobras de distracción y amarillismo, el otro color de la enseña nacional, porque no sólo de disgustos y realidades vive el hombre, sino de sueños que benefician a los jugadores con multimillonarias «primas» que pagamos los «primos».

ASCO DE SER HOMBRE

ASCO DE SER HOMBRE

Poco antes de morir, en plena contienda incivil, Unamuno escribió unas notas sobre la revolución y la guerra que tituló El resentimiento trágico de la vida. Páginas escritas con dolor, en las que criticaba agriamente a «hunos» y «hotros», describiendo el sentimiento que le provocaba tanta barbarie con la frase que da título a mi bitácora de hoy: «¡Da asco ser hombre!»

No es la la lluvia gallega de estos días, responsable de que mi estado de ánimo vaya naufragando por los charcos. Son las noticias que llegan a mi mesa las que agitan el espíritu y encolerizan el teclado del ordenador, para sangrar la decepción y desahogar el alma, en un momento en que muchos están comiéndose los cables de la luz por falta de alimento, como Charlot devoraba una de sus botas en “La quimera del oro”.

La especulación feroz de la necesidad ajena. El insaciable apetito de riqueza de los que van sobrados. El avance imparable de la pobreza y el paro. La falta de solidaridad. La corrupción Malaya. Los EREs. falsos andaluces aliñados con narices de platino. La mancha de aceite del caso Gürtel que amenaza con  llegar desde Gata a Finisterre. El piélago de Baleares con Matas matando ilusiones. El Palau de Cataluña con sus desviaciones de Palacio. El caso Pretoria con apretados millones en cada “pelotazo”. Los cadáveres de niños mutilados en Siria. La muerte por hambruna en el cuerno africano. Los mendigos que mueren de frío en las calles del mundo. El deshonesto remate a la portería real del yernísimo. La macabra especulación del Deutsche Bank jugando con la muerte de los ancianos. Y los cadáveres de niños abandonados en las calles de Al Houla por la más abominable crueldad contra indefensos ciudadanos.

Añadimos sueldos e indemnizaciones millonarias a incompetentes banqueros, pagados con dinero de los desahuciados. Enfermos que se mueren en las listas de espera de hospitales. Emigrantes limpiando los salivazos de la xenofobia. Opacos paraísos fiscales que guardan fortunas privadas superiores al presupuesto de algunos países. Intercambios de armas por drogas. Y privilegiados lujos del norte humillando la miseria sureña.

Horribles muertes de hambre, sangrías de animales, torturas indiscriminadas, órdenes que envían a jóvenes al matadero y jefes religiosos que predican amor fraterno con casullas bordadas en oro y anillos de esmeraldas, mientras guardan tesoros incompatibles con la doctrina que proclaman defender.

Además, gozamos de un fraude fiscal que limpio y blanqueado eliminaría el hambre en el mundo. Se explota a los indefensos y se desprecia a los marginados, son estafados los ignorantes, aumentan los abusos de poder, proliferan pederastas en acción y se comercia con personas.

El gasto militar, es decir, el dinero que empleamos en matarnos unos a otros asciende a 1.464.000.000.000 millones de dólares, cantidad suficiente para que todos los humanos que habitamos el planeta en 2012, tuviéramos la calidad de vida que cabe esperar dentro de cien años al selecto grupo de privilegiados.

Tal vez, algunos lectores no estén de acuerdo con el sentimiento expresado por Unamuno, pero sabed que más de uno de vuestros vecinos sienten ascos de la especie humana a la que pertenece, única que mata a sus semejantes por ambición de poder y dinero, al tiempo que se autoproclama racional.

CHOVE EN EL MAR

CHOVE EN EL MAR

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Muchas veces he cantado con don Amancio, no Ortega, sino Prada, a los ríos y fontes de Rosalía y también he pedido lluvia con el berciano.  ¡Deixalo chover y tronar!, gritábamos, sin saber las consecuencias derivadas de nuestras peticiones.

¡Calado hasta las prendas íntimas me ha dejado la lluvia sin piedad en el monte Zapateira!, lo cual me hace pensar que no entonábamos demasiado bien las canciones gallegas o que nos faltaba el acento necesario para darle la dulzura que otorgan los nativos a sus “graciñas”, “poquiño” y “Paquiño”.

Dicen que en Santiago la lluvia es arte, pero en el campo es preludio de pulmonía, de la cual me ha librado el apóstol, gracias a Dios. Es decir, que tras “cerrar España” ha tenido tiempo el de Zebedeo para ocuparse de mi salud, con ayuda del Jefe.

Superado el indeseable chapuzón de lluvia, a base de más agua bajo la ducha, me eché por los Cantones arriba hasta el paseo marítimo, con chubasquero,  paraguas y buen humor.

Entonces todo fue distinto y se hace difícil explicar con palabras la compensación recibida, porque fue la lluvia en el mar espectáculo de placer imposible de predecir. Apoyado sobre la balaustrada y recogido bajo la protección amparadora del quitalluvias donde golpeaban discretamente las gotas, pude recordar un espectáculo semejante en mi soltería mallorquina, cuando la milicia universitaria me llevó a los acantilados de Cabo Blanco una tarde de lluvia inclemente que recuerdo con nostalgia conmovida, en la lejanía de un tiempo enloquecido de juventud y amor furtivo en el coche ametrallado de gotas frente al mar.

VISIÓN DE LA REPÚBLICA EN LA DICTADURA

VISIÓN DE LA REPÚBLICA EN LA DICTADURA

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En todas las ciudades que visito, busco afanosamente librerías de viejo donde perderme entre el polvo de páginas desgastados por el tiempo, esperando siempre encontrar algo inesperado que ilumine algunos de los múltiples rincones que la ignorancia ocupa en mis limitados conocimientos.

Es así como adquirí ayer en Coruña la Historia de España de Segundo Grado publicada en 1944 por la zaragozana editorial Luis Vives, cuyos contenidos sirvieron de base a la formación que recibí sobre la  historia de la España, durante los primeros años de mi vida.

La lectura de este relato confirma el buen trabajo del servicio de adoctrinamiento y propaganda del régimen anterior para convencernos a los alevines de las maldades de la República, en una burda manipulación que confunde gobiernos con sistema político, atribuyendo a la República las malas acciones de los gobiernos regentados por “hunos” y “hotros”.

Así, en la página 213 del citado libro se mencionan “los crímenes y desafueros de la República”, rematando la faena a vuelta de hoja denunciando los “crímenes republicanos”, como si la República tuviera algo que ver en ello, identificando torticeramente sistema político y gobierno. Es más, gobierno de izquierdas, claro. Es decir, dos manipulaciones en un lote, y por el mismo precio.

Muchos han censurado la monarquía juancarlista argumentando que fue impuesta por el dictador, saltándose a la torera la línea dinástica. Pero son pocos los que han reparado en el gran servicio que hizo la dictadura a la monarquía asociando de forma indisoluble la República a la izquierda, como si Gil Robles, toda la CEDA y los generales Franco, Mola y Sanjurjo no hubieran sido republicanos, y jurado libre y voluntariamente lealtad a la República, en vez de retirarse cobrando íntegramente el sueldo, como hicieron 80 generales y 8000 oficiales que se negaron a ello, cumpliendo la Ley Azaña de 1931.