VIRGINIA WOOLF

VIRGINIA WOOLF

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Un día como hoy de hace setenta y dos años, Virginia Woolf  llenó de piedras los bolsillos de su abrigo y se hundió lentamente en las aguas del río Ouse, cumpliendo la sentencia de suicidio dictada por el trastorno de personalidad ocasionado en la infancia con los abusos sexuales infringidos por sus hermanastros al fallecer su madre.

Junto al desequilibrio bipolar, en el agua se diluyeron también las luces y sombras de la escritora más representativa del modernismo literario que  expandió su estilo a lo largo del pasado siglo, desde el círculo intelectual de Bloomsbury, con Bertrand Russell de la mano.

Esta editora de sus libros rompió la cultura narrativa de su tiempo anteponiendo las descripciones ambientales del entorno y los perfiles psicológicos de los personajes, a los fundamentos argumentales predominantes en las novelas de la época, anticipándose al futuro.

Sus íntimas relaciones con las escritora Vita Sackville, no le impidieron amar profundamente a su marido Leonard, llegando a despedirse de él con una hermosa carta que rubricaba diciendo: “No creo que dos personas pudieran ser más felices de lo que hemos sido tú y yo”.

Vaya hoy mi recuerdo a la escritora que defendió la condición de mujer con destacada fuerza, reivindicó su labor como escritora en círculos controlados por pantalones masculinos, llegando a transformarse en un referente europeo de los actuales movimientos feministas.

TRIPALIUM

TRIPALIUM

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Se conoce con el nombre de tripalium los tres palos donde eran amarrados los esclavos para ser azotados. Por eso este nombre se aplicaba en el Renacimiento a las actividades que producían dolor en el cuerpo, como eran los trabajos físicos que dejaban a los obreros apaleados y sin resuello.

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El tripalium del siglo VI derivó en tripaliare, luego en trebejo y concluyó en trabajo, es decir, esfuerzo y sacrificio que aparece cuando la rentabilidad empresarial está por encima del bienestar de los trabajadores, es autorizado por las leyes, consentido por los trabajadores, silenciado por la sociedad, bendecido por la Iglesia y aprovechado por los explotadores.

El trabajo se convierte en tripalium medieval cuando los obreros trabajan doce horas seguidas encerrados en naves, por un puñado de euros. Cuando la miseria ofrece diez brazos al explotador y éste paga salario por dos. Cuando la salud del trabajador pende de un hilo en los núcleos de las centrales nucleares, en campos de fumigación o en las naves de tinte.

El trabajo se convierte en tripalium cuando falta el aire, sudan las pestañas, crujen los huesos, se quiebra el espinazo, no llegan las fuerzas y la enfermedad laboral se hace costumbre. Cuando los cazadores de brazos utilizan como arma la injusta legalidad para azotar las espaldas de los obreros. Cuando el trabajador piensa más en la desgracia del patrón que en su propio infortunio.

En definitiva el trabajo se convierte en tripalium, con hoguera en los pies incluida, cuando la libertad se esclaviza a horarios interminables, salarios raquíticos, escasos derechos laborales y nula seguridad profesional.

ARGUMENTOS PERVERSOS

ARGUMENTOS PERVERSOS

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Las razones esgrimidas por algunos dirigentes políticos y financieros, recuerdan los perversos argumentos utilizados por los esquilmadores españoles de los siglos XVI y XVII que invadieron el nuevo continente, justificando la rapiña de tesoros, los cristazos convertidores de infieles y el exterminio de rebeldes, con palabras que hoy ofenden al sentido común.

En aquellos tiempos se justificaba el suicidio de los indios en las islas del Caribe diciendo que eran holgazanes y se negaban a trabajar. Hoy los suicidios por desahucios se atribuyen a la poca cabeza de los que se ahorcan, mientras el expresidente de la patronal decía que estamos como estamos porque se trabaja poco y se cobra mucho.

En aquellos tiempos los virreyes atribuían a Satán y a la estupidez, que los indios creyeran en sus sueños y pretendieran hacerlos realidad. Hoy Marina del Corral, la secretaria general de Inmigración y Emigración, afirma que los jóvenes licenciados y doctores emigran al extranjero, llevados por “el impulso aventurero de la juventud”.

En aquellos tiempos se informaba desde el territorio conquistado a la corte española, que los rebeldes eran pocos y todos estaban conformes con la explotación, los castigos y las conversiones, porque la mayoría de ellos permanecía resignado en sus chozas. Hoy el presidente del Gobierno dice que la mayoría silenciosa está de acuerdo con los recortes porque se queda en casa y no acude a las manifestaciones.

En tiempo de los esquilmadores se decía que los indios eran incapaces de dominar sus instintos porque comían cuando tenían hambre y no cuando era la hora de comer. Los recortadores de hoy recriminan a los parados que no quieran trabajar y prefieren vivir de las prestaciones por desempleo para satisfacer su primitivo instinto de comer.

En tiempos de los profetas redentores, estos justificaban que los indios adoraran la naturaleza y la tuvieran por madre sagrada, porque eran idólatras. Hoy el ministro de Justicia atribuye las huelgas judiciales a la ambición económica de los jueces y no a su celo por mejorar la profesión que adoran.

En tiempos de los saqueadores se justificaba la desnudez de los indios porque eran salvajes que no tenían vergüenza. Hoy las mareas blancas y verdes de médicos y profesores son descalificadas, porque se trata de rojos sinvergüenzas que salen a la calle sin motivos, en vez de estar en los consultorios, aulas y quirófanos.

ÉL, SIGUE

ÉL, SIGUE

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Hace años existía un humorista en televisión que parodiaba su permanencia en la pantalla afirmando en cada programa la continuidad diciendo: «Yo, sigo». Algo que repetía con insistencia machacona pretendiendo hacer eterna su presencia en la caja tonta, hasta que la audiencia decidió que no siguiera, y el artista desapareció del mapa.

Algo así va a ocurrirle a Rubalcaba en su empeño por mantenerse al frente del partido contra viento, marea, resultados electorales, crítica interna y encuestas que claman su retirada de la cúpula dirigente, porque en política no vale el talento, la honradez, el esfuerzo y la competencia, si las urnas dicen lo contrario.

La diferencia entre Felipito Tacatún y don Alfredo, es que el primero acabó con su vida profesional, pero el solariego puede llevarse por delante el partido socialista, como demuestra la voluntad de voto ciudadano evidenciando la crisis externa socialista. Crisis que se agudiza cada día más con problemas internos de difícil solución, porque algunos megaterios del partido continúan mirándose al ombligo y evitando la autocrítica que tanto les ayudaría a realizar la catarsis que necesita el partido.

A la sordera política que padece la cúpula dirigente socialista desoyendo el grito de rechazo social que reflejan urnas y encuestas, se añade el silencio de los jóvenes militantes del partido que no se atreven a levantar la voz, salvo alguna de ellas que clama en el desierto de la indiferencia colectiva.

Quienes hemos defendido durante muchos años y seguimos defendiendo los valores de la izquierda sin pedigrí de militancia, pedimos una cara joven y sin lastre político al frente del partido que sea capaz de renovar el compromiso y la ilusión ciudadana por una ideología más necesaria que nunca, en este crucial momento histórico plutocrático que estamos viviendo.

CORAZONES HURDANOS

CORAZONES HURDANOS

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Invitado por el Centro de Documentación de Pinofranqueado, pasé ayer el día en Las Hurdes recordando a los hurdanos el viaje que hace cien años realizó Miguel de Unamuno a esa desfavorecida comarca, antes de que por ella se perdieran reyes, príncipes y políticos para fotografiarse con nativos, sin el compromiso que esa tierra merecía.

Pero no fue la descripción de la ruta seguida por el maestro lo que me trae hoy a esta bitácora, sino la lección de grandeza humana que recibí de los corazones hurdanos que compartieron el día conmigo, justificada por el ejemplo de solidaridad que me ofrecieron, la generosidad que destilaron y la inquietud intelectual mostrada en sus preguntas, inquietudes y propuestas.

El motivo de mi viaje se desvaneció ante la nobleza, confianza, autenticidad, simpatía y afecto recibido por los jurdanos que llenaron plenamente el auditorio, un día gris que amenazaba con descargar sobre aquella tierra madrastra otro diluvio universal, para ahogar las esperanzas renovadas de un pueblo orgulloso de su paternidad sobre el terruño que le vio nacer.

Inolvidable jornada al lado de personas con alma limpia, luchador espíritu y disconformidad profunda con la injusta y trágica leyenda que se ha fraguado sobre su comarca, pues en nada se diferencia ese territorio de otras zonas deprimidas de España, que no merecieron el castigo de ser “Tierra sin pan” como se empeñó Buñuel en difundir por el mundo.

Como afecto a los hurdanos que compartieron entrañables horas conmigo entregándome un pedazo de su alma sin pedir nada a cambio, quiero simbolizar mi gratitud con este abrazo sincero y fraternal que envío desde mi rincón a José Pedro y Gervasio para que lo hagan extensivo a todos los que desde hoy serán mis paisanos.

DETESTABLES EVASORES

DETESTABLES EVASORES

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Las evasión de capital en España, protagonizada por banqueros, empresarios y políticos, defraudadores que no merecen el asfalto por donde ruedan sus lujosos coches pues las autovías han sido pagado con dinero de los demás, me estimula a recordar que la evasión de capitales ha sido ejercida por milmillonarios de diferentes colores y déspotas que no merecía lo que robaron al pueblo.

No sabemos si algunos de los grandes dictadores del siglo XX guardaban aseo personal en su vida doméstica, pero tenemos la certeza de que viajaban temporalmente a la lavandería helvética para enjuagar el dinero robado en sus países, hasta dejarlo bien limpio de polvo, paja y tributos.

El escritor suizo Jean Ziegler declaró en su día que Irán pagaba las armas que compraba a Ronald Reagan, con heroína y morfina que se vendía en los sótanos bancarios de Zurich, donde quedaba depositado el dinero de tan ilegal y macabra compraventa.

Los ingenieros financieros suizos se han encargado de eliminar todo rastro del dinero allí depositado por dictador nicaragüense Somoza. Igual pude decirse del haitiano Duvalier, del congolés Mobutu, del maliense Traoré y el mexicano Salinas, cuyo hermano Raúl era conocido en el país azteca como el “señor del diez por ciento” por todo lo que se llevaba en comisiones de los solicitantes que participaban en las privatizaciones de servicios públicos,  y proteger a los mafiosos traficantes de drogas.

Capítulo aparte merece el filipino Marcos, que llegó a tener mil quinientos millones de dólares escondidos en cajas fuertes del país helvético, donde había colocado al cónsul de Filipinas en Zurich, como director del Crédit Suisse.