A LOS NUEVOS CONCEJALES

A LOS NUEVOS CONCEJALES

Pasada la resaca electoral a base de beber agua enturbiada con resignación, y superado el sandokanazo con ayuda de psiquiatras cordobeses, procede cerrar la trilogía electoral haciendo algunas consideraciones en voz alta a los concejales que asentarán sus posaderas en los sillones consistoriales. Sedes conseguidas en un caso por errores y falta de autocrítica del adversario y en el otro logradas por el voto incondicional de familiares, vecinos y poco más. Pero todos ellos concejales por gracia política de sus respectivos caudillos que los pusieron en las listas.

En esta hora se me ocurre, por ejemplo, sugerir a los nuevos concejales que el dinero empleado en brindar con cava por el éxito personal obtenido, lo utilicen en comprarse guantes metálicos de carnicero que protejan sus manos de posibles ampollas ante los enfebrecidos aplausos que tienen que dedicar al benefactor que los puso, donde los puso. Incluso tendrán que hacer una hora diaria de flexiones de tronco hacia adelante, no hacia atrás, cuidado; y que un dentista les ponga prótesis metálicas para mantener una sonrisa perpetua ante los despropósitos del jefe.

Les recomiendo también cursos de logopedia para engolar la voz y transformarla en lo que no es, con el fin de convencer a los demás de lo que no se creen ni ellos mismos.  ¡Ah!, y que compren tres palillos para mantener la boca y los párpados abiertos de par en par cada vez que hable el  gran conseguidor desde el camarín donde todos le veneran.

Propongo, igualmente, la distribución de collarines articulados que sólo permitan el balanceo hacia delante y hacia atrás de la cabeza, y la compra de orejeras que impidan ver lo que sucede alrededor, para caminar sin desviarse de la estela que deja el padrino.

Han de documentarse bien los nuevos concejales leyendo libros y manuales de incuestionable valor formativo, entre los que destacan «Triunfa quien sirve», “Cómo disparar sin apuntar”, «Los beneficios de aplausos y genuflexiones», Trabajar, ¿para qué?», “Manual del perfecto calambacheador”, “Cómo salir del paro sin esfuerzo», «Vivir a costa del vecino», «Decálogo del manipulador” y “Pa chulo, yo”, todos ellos escritos por los mastines protectores que vigilan los rebaños de cada facción.

En cambio, para evitar la pena de excomunión, está desaconsejado leer el IPLP (Index Papelorum Libelus Prohibitorum), que contiene recortes de periódicos donde figuran las fechorías, mentiras, trampas, caprichos y provocaciones del patriarca y de todos los palmeros que secundan ciegos sus acciones a la espera de que caiga algo.

Tampoco es beneficioso negarse a la obediencia ciega, a la disciplina interna castrense y a caminar con las filas bien apretadas en las comisiones y propuestas, que quien manda, manda, y obedecer es salvoconducto para salvar la beneficiencia personal, porque la discrepancia se paga con el destierro.

Ahora toca tunelar los cerebros de los incondicionales y justificar la presencia en los ayuntamientos de inútiles concejales eternos y de encausados judiciales, aunque el sentido común desaconseje poner zorras a vigilar gallineros.

Pero que nadie se inquiete ni llame sicarios a los defensores de lo indefendible, pues más vale ser cómplice en el sillón que honrado en el paro, mientras la mayoría silenciosa mantenga la resignación, las listas permanezcan cerradas y los adeptos les sigan votando por los siglos de los siglos. Amén.

 

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