MENDICIDAD Y MENDACIDAD
Conviene distinguir a los mendigos de los mendaces, es decir, a los que piden limosna y solicitan ayuda hasta la humillación, de quienes mienten más que hablan porque temen la verdad, entremezclándose menesterosos y mentirosos cuando un vecino pobre falta a la verdad o un cínico es pobre de solemnidad.
La diferencia entre ambos es que el mendicante lo es por obligación y el mendaz por devoción. No pide limosna la persona necesitada porque en ello encuentre placer, mientras que el embustero engaña para obtener beneficio con sus fulerías, aunque algunas veces reciba el castigo que merece, traducido en el desprecio ajeno.
Mendicidad y mendacidad son estados personales descompensados socialmente por el capricho de una simple vocal que los distingue, haciendo de todos los pordioseros personas marginadas y de algunos mendaces individuos con prestigio social inmerecido y poder sobrado para aumentar a su antojo el número de mendigos con sus mentiras.