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Mes: noviembre 2014

ALGO SE MUEVE EN CATALUÑA

ALGO SE MUEVE EN CATALUÑA

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El baile de cifras y la interpretación que cada cual hace de los resultados numéricos obtenidos en la consulta catalana, recuerda la afirmación de Borges advirtiendo que la democracia es un abuso lamentable de la estadística, donde los números permiten el manejo de voluntades opuestas a los resultados electorales de los vencedores.

El fracaso proclamado por quienes argumentan que dos tercios de silenciosos catalanes están en contra de la independencia, contrasta con la euforia de los que se abrazan celebrando el éxito del 80 % de vecinos representantes del tercio catalanista que quiere segregarse del resto del país, por considerar que están metidos en un negocio español que no les parece rentable.

Mientras unos y otros debaten sobre tales asuntos, sobrevuela por encima de toda discusión una realidad que nadie sensato puede obviar, porque algo importante se mueve en Cataluña que no puede resolverse con un plasma informativo, saliendo por la puerta de atrás de Congreso o manteniéndose en el centro de la escalera, confundiendo al personal sin saber si se sube o se baja.

La taurina figura del Tancredo inmóvil en el centro de la plaza, pretendiendo que el toro de la realidad social no se fije en él, es un grave riesgo que puede acabar en peligrosa cornada que se lleve por delante la femoral de la convivencia, provocando una hemorragia de irritación ciudadana de consecuencias históricas inimaginables.

ENCUENTRO DE CATÓLICOS REYES

ENCUENTRO DE CATÓLICOS REYES

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Los jóvenes Isabel I de Castilla y Fernando II de Aragón se vieron por primera vez las caras en Dueñas el 10 de octubre de 1469 en el más absoluto secreto, acudiendo la chica disfraza de moza plebeya y el muchacho de mozo de mulas, para no despertar sospechas entre los cortesanos opuestos a dicho encuentro, y se casaron pocos días después.

La unión no fue de carácter amoroso, sino para hacer negocios de Estado antes convertirse en los reyes más católicos de todos los católicos reyes que ha tenido la historia católica de España, uniendo las coronas de Castilla y Aragón e imponiendo su voluntad, tras compartir por primera vez el lecho en el Castillo de Fuensaldaña.

No fue por amor el matrimonio de ambos, sino por intereses económicos, ambición de poder y dominio territorial que se mantuvo hasta que ella murió, dejando Castilla en manos de su hija Juana y el Hermoso duque de Borgoña y conde de Flandes, enloqueciendo la esposa y ocupando Felipe I la regencia, como ha hecho el VI con la abdicación del opaco.

Aquel primer encuentro entre Isabel y Fernando, marcó la política de enlaces matrimoniales que siguieron luego con sus hijos, casándolos con familias reales europeas de conveniencia hasta lograr el dominio habsburgiano deseado por ellos, al comprobar lo bien que les fue desde el primer saludo, tras falsificar la bula papal por su parentesco, al serles negada esta por Paulo II.

Fue la mandona Isabel quien prefirió al dócil Fernando, antes que al francés duque de Guyena, al rey Alfonso V de Portugal y al duque de York para mantenerse en primer plano, llevando la voz cantante en cuestiones de Estado, lecho marital, educación filial y administración de bienes.

POLÍTICO Y GUERRERO CARDENAL CISNEROS

POLÍTICO Y GUERRERO CARDENAL CISNEROS

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Es obligado recordar en el quinto centenario de su muerte al desconocido Francisco de Jiménez, que pasó a la historia como cardenal Cisneros, oscureciendo su condición de clérigo franciscano, arzobispo de Toledo y primado de España, con el ejercicio de su irrenunciable vocación política y militar, pues fue regente, gobernador de Castilla e instigador de guerras contras judíos y musulmanes ante los católicos reyes, antes de abandonar este mundo el 8 de noviembre de 1517 a los 81 años de edad, tras poner en marcha la Universidad de Alcalá.

Tal vez, sin los consejos del cardenal confesor de la católica Isabel, no se hubiera expulsado a los judíos, los musulmanes no se habrían sublevado en Las Alpujarras y las tres culturas convivirían en paz en la piel de toro, pero el inquisidor general Cisneros no facilitó el entendimiento, sino todo lo contrario, calentando la cabeza de los reyes con el resultado ya sabido por la historia.

Pero el cardenal Cisneros no se conformó con intrigar en la corte y ser látigo implacable de infieles judíos y musulmanes, pues al mando de la capitanía general que ejerció demostró ser un gran estratega militar, forjador de la nueva España que nacía, participando en la toma de Granada y encerrando a Juana la Loca en Tordesillas para que Fernando el Católico recuperara el trono castellano.

Puso firme al clero, persiguió a los seguidores del papa-papá Alejandro VI, despertó a tortazos a los relajados clérigos, impulsó campañas militares en el norte de África, diseñó estrategias de combate y pretendió sin éxito encabezar las tropas en el campo de batalla, con la espada por báculo, el casco por la mitra y la coraza por la capa pluvial.

Recordemos, finalmente, que tuvo en su currículo todos los título imaginables y más poder que todos los santos, pero no fue canonizado.

HISTORIA EN ZAPATILLAS

HISTORIA EN ZAPATILLAS

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Si el historiador-divulgador madrileño Manuel Fernández no hubiera muerto hace cuatro años en Salamanca, hoy cumpliría noventa y tres años de una vida entre legajos, archivos y páginas de libros, para acercarnos la historia en zapatillas, con rigor ameno y claridad expositiva poco común entre los eruditos que se anudan corbata intelectual las veinticinco horas del día.

Es historia viva don Manuel por formar ya parte de la historia cotidiana y dar vida a los personajes que la hicieron posible, llevándolos a las estanterías domésticas donde presumen de ser hijos del autor que los resucitó con su pluma. Profesor de elevado asiento. Escritor de alzada vertical a ras de suelo. Contador de la historias en zapatillas. Maestro plegado en doble doctorado. Emérito por sus méritos y académico por su academicismo. Este es el hombre que merece ser hoy recordado y siempre respetado.

El jurado del Premio Castilla y León de Ciencias Sociales y Humanidades no tuvo más opción que darle preferencia de paso en las páginas de la Historia a este hombre sabio de vida, que guardaba en su mente secretos inconfesables de monarcas, cortesanos, clérigos y militares. A este sabedor de historias le cayó en 2006 el premio de Ensayo y Humanidades “José Ortega y Gasset”. Laureles que disfrutamos con él quienes tuvimos el placer de compartir momentos de sus cuarenta y dos años de vida salmantina, donde vivió en el exilio dorado de su fresca senectud, el reconocimiento publico.

Sobre la doméstica mesa camilla nos puso a Carlos V, al patriota Jovellanos, a Juana cautiva en Tordesillas, al segundo Felipe, a la católica Isabel y a la enigmática princesa de Éboli, mientras nos contaba la gran aventura de Cristóbal Colón, su visión de Cervantes y la biografía de España.

Ejemplo de tesón, estudio y lucidez, supo mantener la juventud perpetua de quienes iluminan su espíritu con la luz de la curiosidad intelectual, cuando las piernas ya entorpecen el camino y las arrugas dibujan surcos en los perfiles de unos ojos curtidos por silenciosas horas entre libros y legajos. Este es el caso del preceptor Fernández Álvarez, en quien la bondad y la sabiduría se han hermanado para merecer el aplauso compartido de alumnos, ciudadanos y académicos.

EL SEDUCTOR CANDELAS

EL SEDUCTOR CANDELAS

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Quien llegaría a ser bandolero Luis Candelas fue expulsado del madrileño colegio San Isidro por devolverle dos tortazos a un clérigo que le había dado una bofetada, antes de ocuparse en robar caballos y seducir mujeres que le pagaban sus gastos y alimentaban, a cambio de ir por las calles de su brazo presumiendo de galán hermoso con patilla negra, faja roja y capa charra.

Respetado hacendista peruano de día y jefe de banda de atracadores por la noche, se ocultaba en tabernas de la villa con amantes féminas, logrando cierta admiración de los madrileños que cantaban sus “hazañas” en coplas populares, sin tener en cuenta el daño causado con sus fechorías a los sufridores de sus robos y amenazas de los incondicionales correligionarios.

Ladrón sin sangre en las manos ni violencia en sus mangancias, nos recuerda a Bárcenas, Roldán, Roca, el Dioni y tantos otros, con la diferencia de que estos no serán agarrotados vilmente como le sucedió el seductor Luis Candelas, que fue ajusticiado con el vil garrote a las once de la mañana del día 6 de noviembre de 1837 en un patíbulo situado en la Puerta de Toledo, acompañado por el llanto contenido de incontables damas madrileñas que acompañaron su cuerpo hasta la fosa común que esperaba a todos los ajusticiados.

Condenado a muerte por cuarenta robos, este rico bipolar social, era de estatura regular, pelo moreno, ojos negros, guaperas, con dientes blancos, flequillo bajo el pañuelo, bien afeitado, boca grande y sin bigote, parecía más un aspirante a modelo de belleza que un culto ladrón, pacífico seductor y dialogante con sus ricas víctimas.

FERMOSURA ARTIFICIAL

FERMOSURA ARTIFICIAL

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En el mundo de la artificial belleza física y el desfigurado escaparate social no tiene espacio el talento, porque la presunción de ser lo que no se es ha reservado el derecho de admisión en la vidriera plastificada donde exhiben la piel bronceada con infrarrojos eléctricos los desocupados cerebrales.

Existe un gran comercio de narices, tetas, labios, culos, pómulos y casquerías afines cuya misión es falsificar identidades, retratos y realidades, aunque no lo consigan porque todo aquello que está al alcance del bisturí no forma parte de la esencia de cada cual, aunque se logre un disfraz poniendo euros sobre el mostrador de la frustración.

Es difícil encontrar al intelecto luciendo palmito en las pasarelas de moda, porque se hospeda en el territorio espiritual de los valores humanos invisibles a los ojos teñidos de felices colores camino de una felicidad pasajera, alcanzable sin esfuerzo en los expositores de belleza externa.

En los shopping centers del camuflaje estético se hacinan stores quirúrgicos con las estanterías llenas de prótesis, siliconas y botos sonrientes de porcelanas robadas por el butrón de la hipocresía que entretiene a personas ociosas y disconformes con sus formas, creyendo que con el cambio mejoran el atractivo interior, tan deseable y duradero.

A las mentes huecas y frías con bolsillos rellenos y calientes, se ofrecen piezas selectas de carne humana enlatada, mutilación de imperfecciones, nuevos párpados, estiramientos de piel y cambios de apéndices sensoriales hasta conseguir momificarse en clones idénticos de belleza estereotipada por la moda de turno, para seducir al vecino o vecina que camina a su lado por la calle hasta el socavón de la muerte que devora todo esfuerzo por alargar el tiempo más allá de lo que a cada cual corresponde.

CLASES DE ATEOS

CLASES DE ATEOS

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Antes de clasificar a los ateos, convendría que nos pusiéramos de acuerdo en la idea que cada uno de nosotros tiene del Dios en el que cree, porque no todos los humanos creen en el mismo Dios, ni la forma de creer en él es coincidente en las diferentes culturas deístas que mantienen los seres humanos que pueblan el planeta Tierra.

Obviando este insalvable obstáculo, nos encontramos a simple vista con diferentes tipos de ateos, en el marco de nuestra civilización, sin poner la atención en ninguna religión concreta derivada de la doctrina sostenida por el cristianismo en sus diferentes versiones.

En el gran grupo de incrédulos podemos distinguir tres subgrupos diferentes de personas descreídas, con perfiles bien definidos en cada uno de ellos que permiten situarlas en espacios diferentes con claras fronteras ideológicas que separan unos de otros, aunque se mantengan unidos en la descreencia con matices permanentes.

Dicho esto, parece claro que ateo en general es alguien que niega la existencia de Dios, aunque no todos la nieguen de igual manera porque cada subgrupo lo hace de forma distinta, según su cultura, sensibilidad, personalidad y posibilidades. Pero todos ellos niegan categóricamente lo que otros afirman como cierto, considerando que la verdad defendida por los creyentes es intelectualmente indemostrable, empíricamente irrealizable y se incluya entre las convicciones personales que solo precisan la fe del sujeto para creer.

Están en primer lugar los ateos convictos y confesos, que niegan la existencia de Dios tras reflexiones profundas, razonadas y sentidas sobre esa cuestionable verdad, porque la realidad de la vida va por caminos diferentes a los dogmas y afirmaciones propuestas por la doctrina que sostiene la fe de los creyentes.

El segundo grupo está formado por los ateos escépticos, personas que ponen en duda las creencias de los vecinos, pero sin la convicción suficiente ni argumentario que les lleve a certeza incuestionable sobre la incredulidad que proclaman, lo cual les permite salir del escepticismo en cualquier momento y abrazar la doctrina que conduce al Dios en quien dicen no creer.

Y, por último, están los que niegan la existencia de Dios porque desearían que no existiera, aparentando la convicción de que no existe, viviendo como si así fuera y exhibiendo cierta fanfarronería en el escaparate social ante el que se declaran incrédulos en el Dios que niegan, sin tener certeza en el rechazo que proclaman.