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Día: 8 de noviembre de 2013

INMORALIDAD, MEDIOCRIDAD Y CODICIA

INMORALIDAD, MEDIOCRIDAD Y CODICIA

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El honrado caballero manchego habló por boca del poeta pidiéndonos sostener la armonía de la vida, el orden social y la justicia distributiva, sobre dadivosa bacía, yelmo protector y honesto halo. Pero los sanchopanzas que rigen la ínsula peninsular han pervertido el mensaje quijotesco del manchego, codiciando la bacía, debilitando el yelmo y viciando el halo.

Inmoralidad, mediocridad y codicia son los pilares que han sostenido y continúan manteniendo en despachos reales, institucionales, financieros, sindicales y sociales, el estado de corrupción que se expande irremediablemente como mancha de aceite, sin que las alfombras puedan ya recoger tanta basura acumulada.

La falta de escrúpulos exhibida por los mediocres en las poltronas dando vía libre a una codicia impune a todo castigo, ha dejado a seis millones de ciudadanos al pairo de la vida, ha desbordado los comedores sociales, ha provocado suicidios, hacinado alumnos, sentenciado enfermos crónicos y pervertido la democracia, encerrándola en el festivalero día de las urnas.

El antídoto que puede salvarnos del envenenamiento social producido por la mezcla corruptiva de inmoralidad, mediocridad y codicia, es un cóctel formado a base de ética, competencia y honestidad, difícil de preparar en estos momentos de turbación, porque los boticarios encargados de fabricar ese fármaco se han diluido en el conformismo, anestesiados por la resignación y domesticados por la mansedumbre, acusando una grave parálisis social irreversible.