DOBLE INSEGURIDAD LABORAL
La relación inversa que mantiene la seguridad con su antónimo, nos permite afirmar que la inseguridad laboral ha ganado terreno en los últimos años, obligando a los trabajadores a tirar por la borda grandes paquetes de estabilidad que se habían almacenado durante muchas décadas en el desván laboral, tras siglos de luchas, privaciones, sacrificios, condenas y muertes.
A la inseguridad tradicional que se ha llevado por delante a miles de obreros caídos de los andamios, se añaden enfermos crónicos que hacen cola a la puerta de los hospitales, como silicóticos, envenenados con productos químicos, quemados por electrocuciones y mutilados por máquinas, al ser obligados a trabajar sin las oportunas medidas de seguridad en el trabajo.
Pero ha tomado cuerpo una nueva inseguridad laboral, fruto de la sumisión política, que está llevando a la explotación de millones de proletarios indefensos que sobreviven en la intemperie legal, desamparados por unas leyes encaminadas a proteger clase dominante, haciendo sonreír a la insaciable patronal y aplaudir al mundo financiero.
Esta doble inseguridad confirma una incertidumbre laboral sin precedentes, donde los trabajadores se preguntan angustiados quién los comprará tras la inmediata depuración que les espera. Y la duda sanitaria obliga a los asalariados a interrogarse sobre las consecuencias que tendrá su próximo accidente de trabajo.
En resumen, mientras unos pierden trabajo otros pierden la vida trabajando, sin que esta siniestra situación parezca inquietar a quienes deciden sobre la vida de los trabajadores desde los despachos donde han sido puestos por ellos.