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Mes: octubre 2012

LO SIENTO, TENGO QUE MATARLE

LO SIENTO, TENGO QUE MATARLE

Se cumplen hoy cuarenta y cinco años de la captura y asesinato en Bolivia de Ernesto Che Guevara. Ídolo popular y romántico guerrillero que pretendió llevar hasta el último rincón del tercer mundo, la revolución cubana.

El ordenante de su muerte fue el agente dela CIA Félix Rodríguez y el ejecutor el sargento Terán, cumpliendo ambos un mandato de la autoridad que les exoneraba de toda responsabilidad. Tiene gracia. Ninguno de los tres fue siquiera juzgado, librándose de toda culpa el ordenante, el intermediario y el ejecutor.

Tal vez, las últimas palabras que el médico asmático Guevara escuchó fueron las del sicario Rodríguez, cuando le dijo: “Mi comandante, lo siento, son órdenes superiores”. Llamó entonces al sargento y señalándole el cuello le ordenó: “Dispare de aquí para abajo, porque se supone que este hombre ha muerto en combate”.

Terán disparó dos ráfagas de metralleta, cayendo el Che al suelo con las piernas rotas y el corazón destrozado.

Esto sucedió un triste, inolvidable y sangriento 9 de octubre de 1967, cuando las balas concedieron vida eterna al mito y los oprimidos del mundo juraron una venganza social que aún permanece en la sala de espera, porque el miedo ha paralizado sus voluntades  y la antorcha revolucionaria del Che sigue apagada, rodando por el suelo camino de la nada.

COMPROMISO DE CONCIENCIA

COMPROMISO DE CONCIENCIA

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La noción de conciencia es múltiple, variable y escurridiza, pero ha de ser consecuente con el modo de pensar de cada cual. Por eso remuerde a quien la traiciona, provocándole el desasosiego que siempre acompaña a la decepción personal.

Pero de ahí no pasa el daño, porque el perjuicio que reporta al traidor su remordimiento, se ve compensado con el beneficio que recibe.

Tal es el caso de los militantes de partidos políticos que votan decisiones de las cúpulas dirigentes, en contra de su conciencia.

O el de los militares, obligados a matar a hipotéticos “enemigos”, cumpliendo órdenes de quienes nunca han empuñado un arma contra otro ser humano.

O los policías que reprimen indiscriminadamente con desmedida violencia a porrazo limpio y certero bolazo, manifestaciones de ciudadanos que piden trabajo, pan y justicia.

O el verdugo que ajusticia a un reo, sin conocerlo siquiera, cumpliendo una sentencia o sometiendo su voluntad a una orden externa.

Son objeciones de conciencia conculcadas sin justificación alguna, por mucho que los autores apelen a la obediencia debida, porque ante la muerte y la opresión no hay justificación que tranquilice las conciencias honradas, solidarias y humanitarias, que pagan con el insomnio eterno su claudicación.

CONDENAS REDENTORAS

CONDENAS REDENTORAS

Ante la pasividad e inoperancia de políticos, cómplices y beneficiarios de la situación en que nos encontramos, no queda otra opción que confiar en el justicia y el honrado valor de quienes tienen que administrarla, para salir a flote del lodazal donde estamos embarrados.

Es absurdo pedir a los decadentes políticos que se hagan el harakiri eliminando sus privilegios, reduciéndose el sueldo, suprimiendo dietas, borrando el Senado, uniendo ayuntamientos y erradicando la corrupción política, porque su vocación, aficiones e intereses, van en sentido opuesto.

A los indignados, decepcionados y frustrados ciudadanos sólo nos quedan dos opciones posibles para  dignificar la vida política, es decir, apenas hay dos caminos a seguir para rearmar éticamente la sociedad y salir cuanto antes de la crisis: reproducir los sucesos de 1789 o mordernos los puños y confiar en la justicia.

Mantengo la convicción de que quienes formamos el pueblo aceptaremos gustosos todo lo que se nos eche encima, por duros que sean los sacrificios demandados, si quienes los exigen dan ejemplo de renuncia y austeridad.

Tengo la certeza de que los ciudadanos caminaremos silenciosos por la vía dolorosa, si los ladrones nos acompañan con su condena cuestas, tras devolver los miles de millones que han robado con la mayor desvergüenza.

Estoy convencido que si el juez Fernando Andreu  logra que terminen en la cárcel los 33 consejeros políticos y sindicalistas de Bankia, con Rato, Acebes y Olivas a la cabeza, acusados todos ellos de apropiación indebida, estafa, falsedad y fraude, habremos dado un gran paso para superar la depresión que nos han provocado los estafadores.

Si, además, el magistrado consigue clarificar los créditos de Bankia a los partidos políticos y las indemnizaciones recibidas por los mandatarios de la entidad, al tiempo que todo el dinero evaporado se condensa de nuevo en la caja, este será el gran brote verde que estamos esperando.

Si los jueces que tienen sobre la mesa de sus despachos los casos «Urdangarín», «Gürtel», «Berzosa», «Alcorcón», «Millet», «Campeón», «EREs», «Matas», «Pretoria», «Malaya», etc. consiguen evitar a los encausados enfermedades debidas a la radiación solar ultravioleta, poniendo a los «presuntos» un siglo a la sombra, esos infinitos brotes verdes de limpieza ética harán del secarral español, un vergel.

CONDICIONES PARA SER POLÍTICO

CONDICIONES PARA SER POLÍTICO

Un veterano y experimentado político español, acreditado en la historia por su inigualable currículo político, tras dedicar su vida a la gestión pública, llegando a ser tres veces presidente del Gobierno, ministro de varias carteras, presidente del Congreso y del Senado, alto ejecutivo institucional y algunas cosillas más por el estilo, dejó escrito en sus «Reflexiones y recuerdos», que “los sentimentales y los místicos no sirven para el ejercicio del poder”.

Razones poderosas debía tener don Álvaro de Figueroa para decir esto, y gratitud le debemos quienes no encontrábamos explicaciones ni argumentos para determinar con precisión las condiciones que debían tener los políticos para ejercer el poder. Pero atendiendo a la sabia voz del Conde de Romanones, ahora ya lo tenemos claro.

Según este Grande de España, para ser político hay que carecer de sentimientos, es decir, deben tenerse entrañas contaminadas y carecer de la vida espiritual, conciencia moral y compromiso ético, propio de los místicos.

Bien, pues en España podemos presumir con orgullo de tener los mejores políticos de la galaxia, suponiendo que los marcianos se rijan por los mismos comportamientos de los «decadentes» políticos terrícolas.

El señor conde nos ha dejado claro qué personajillos ejercen el poder, explicándonos el porqué las personas con sentimientos nobles y honrada vida espiritual, viven alejadas del cínico mundo político, interesado, codicioso, avariento y perverso, hasta el insulto.

¡Ah!, se me olvidaba. Un amigo, compañero, filósofo y honrado concejal popular que volaba a lomos de la gaviota sobre un pueblo cercano a Salamanca que “tiene tren, pero no tiene tranvía”, le oyó un día a su jefe de filas, – antiguo alcalde de la ciudad charra y hoy en el cementerio de elefantes -, que la ética no tenía espacio en la política, cuando el modesto edil apelaba a la moral pública con ocasión de un problema en el Consistorio.

MANDATOS DIVINOS

MANDATOS DIVINOS

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Lleva años insistiendo Rajoy en sus críticas a los socialistas, que las cosas hay que hacerlas “como Dios manda”. Pero no acaba de decirnos cuál es el mandato de Dios. Qué órdenes se reciben por inspiración divina en la Moncloa a través del motorista angelical portador de los mensajes celestiales.

Ante tal situación, sorprende la falta de colaboración del cardenal Rouco, la no contratación de un logopeda a tiempo completo y la ausencia de un otorrino en el palacio del presidente, porque sólo caben tres opciones para explicar los sucesivos fracasos de las medidas tomadas por Rajoy cada viernes de dolores: o Dios no manda lo que tiene que mandar y se equivoca más de lo previsto; o Rajoy no comprende bien los mandatos divinos; o está sordo.

Personalmente, pienso que nuestro hombre está afectado por las tres dolencias a la vez, especialmente por la segunda de ellas. El pobre no entiende nada porque oye lo que quiere, sin poner atención a lo que Dios le dice a través de sus mensajeros.

Basta leer el Libro de los Proverbios (24,11) para saber que Rajoy no obedece al Señor cuando le ordena: “¡Libra a los que son llevados a la muerte!”. Por si tuviera dudas sobre la inoportunidad de sus decretos, le dejó a través de Isaías (10.1-2) este post-it en su mesa de recortes: “¡Ay de los que decretan leyes injustas y de los que toman decisiones injustas, para privar de justicia a los necesitados, para robar sus derechos a los pobres, hacer de las viudas su botín, y despojar a los huérfanos!”. Por si desconociera cuál va a ser su paradero eterno, los Salmos (41.1), le recuerdan: “Bienaventurado el que piensa en el pobre”. Y para los circunloquios marianísticos sin pies, cabeza, ni sentido, profetiza Job (16.3): “¿Tendrán fin las palabras vacías?”

FRANCO VS. HITLER

FRANCO VS. HITLER

Ayer tuve una elocuente conversación con varios amigos que derivó inevitablemente en la penosa situación que están viviendo muchos de nuestros vecinos. Ante ello, uno de los contertulios criticó a Rajoy por no enfrentarse a Merkel, poniendo como ejemplo el mérito y los “huevos” que tuvo Franco negándose a seguir las órdenes alemanas, evitándonos así entrar en la Segunda Guerra Mundial, cuando en Hendaya negó a Hitler la participación de España en la barbarie que asolaba Europa.

Vamos, que según este amigo con Franco no pasaría lo que está pasando, porque Rajoy es un «marianocomplejines» que se está bajando los pantalones ante Merkel para arruinar a los inocentes de la tragedia, en lugar de darle el portazo en las narices como hizo Franco con Hitler.

Bien, pues aclaremos lo que es obligado aclarar, porque no es cierto que el dictador español hiciera lo que la propaganda franquista dicen que hizo, aunque yo esté de acuerdo con este amigo en el sentido de abandonar temores, prejuicios y obediencias a la «cancillera» para seguir el camino que mejor convenga a los ciudadanos, pero no como hizo Franco “poniendo los cojones encima de la mesa”, entre otras cosas porque no los puso, ni los tenía, ya que le faltaba un testículo, según testimonio de sus biógrafos.

Los de mi generación fuimos adoctrinados en que Franco nos libró de los nazis y de la segunda gran guerra, haciendo uso de su excepcional talento político mediante una genial maniobra diplomática, negando a Hitler la piel de toro, en la histórica entrevista que ambos mantuvieron en Hendaya.

Pero las aguas democráticas de la transición, trajeron la verdad por boca de Joaquín Satrústegui desmintiendo el cuento narrado en aulas, periódicos de cinco flechas y radios del movimiento, por los ideólogos del régimen, ya que fue el mariscal Petain, y no Franco, quien nos libró de la tragedia mundial, pues el gallego estaba empeñado en meternos de hoz y coz en ella, presintiendo la victoria alemana, según palabras del mismísimo general Kindelán.

EXILIO Y DESEXILIO CON BENEDETTI

EXILIO Y DESEXILIO CON BENEDETTI

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La separación de la tierra que nos vio nacer conduce al exilio por razones de distinta índole, aunque esta palabra se haya reservado a causas políticas, guardando el término emigración para referir el exilio derivado de la pobreza, el desempleo y la hambruna. Tal fue el caso del exilio republicano español o la falta de futuro en la década de los sesenta, que provocó el éxodo masivo de españoles.

Quienes hemos conocido el exilio en alguna de sus formas, sabemos que el desexilio llega a veces con el amargo sabor de la despatriación vecinal, pues al retornar, los paisanos identifican al exiliado como “el suizo”, “el francés”, “el alemán” o “el belga”, después de haber sido señalado durante años como “el español” por los vecinos en el país de acogida.

La nostalgia del terruño, y no de la patria, es la ocupación sentimental del exiliado,  apenas interesado por el himno nacional y la bandera. El que abandona la tierra madre lleva en su maleta la familia que le espera, los amigos escolares, la infancia perdida, la calle de sus juegos, los amores primerizos, el idioma materno, los pucheros domésticos, las canciones juveniles, la siesta, el chateo y la tertulia.

De todo esto hablaba hace hoy 28 años, la noche del 2 de octubre de 1984, con Mario Benedetti en la Rote Fabrik de Zurich, – según veo reflejado en mi diario de aquel tiempo -, el día que llevé a los alumnos a la conferencia que allí dio el escritor uruguayo, dirigida a la colonia de exiliados políticos acogidos en Suiza.

De forma imprevisible y generosa compartimos Mario y yo nuestro común exilio, aunque en mi caso fuera dorado y en el suyo forzado por la situación política de su país. Guardo con entrañable afecto, infinita nostalgia y redentor estímulo, las horas nocturnas de conversación, tabaco y vino, que pasamos juntos, agradeciéndole cuanto ofreció el veterano intelectual de sesenta y cuatro años a un joven profesor de treinta y cinco años que sostenía románticas esperanzas justicia social y democracia real que no llegaría a conocer en su vida.

Encuentro inolvidable que el azar ha puesto hoy en mis manos al hacer la revisión anual de “papeles” que guardo en mi retiro de Varykino, a punto ya de concluir con los frescores otoñales.