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Mes: octubre 2012

SÍ HAY SOLUCIÓN

SÍ HAY SOLUCIÓN

Efectivamente, hay solución, pero no pacífica y civilizada. La crisis no se sustanciará por vía del diálogo debido al desprecio financiero, indiferencia mercantil y sordera política que reina en los despachos, sino por caminos ya marcados a lo largo de la historia.

Nuestro problema no es coyuntural ni pasajero, sino estructural derivado de una crisis sistémica que afecta a las más puras esencias democráticas, desvanecidas por un mal ejercicio del poder otorgado por los ciudadanos a políticos de diferente origen, color y catadura.

No debe preocuparnos la crisis sino la causa que ha originado este hundimiento de las economías domésticas más débiles, a costa del enriquecimiento fácil de quienes sobrevuelan por encima de tragedia que ellos mismos han provocado.

Durante años hemos tenido los ciudadanos ocasiones de evitar la mierda que nos están arrojando encima, y no lo hemos hecho. En unos casos por acción contraria, en otros por omisión directa, en la mayoría por despreocupación, en parte por ignorancia y siempre por ingenuidad y exceso de confianza, pero todos somos culpables de lo que nos está sucediendo.

Los políticos por subvertir la democracia; los «cajeros» por someter su voluntad a politiqueros; los periodistas por olvidar su oficio; los despilfarradores por hacer cortijo propio de la patria común; los banqueros por hacer de la especulación, doctrina; la justicia por quitarse la venda; y nosotros por consentirlo todo resignadamente, elección tras elección.

Esta perversión ha facilitado a los servidores del pueblo servirse del pueblo para satisfacer sus ambiciones personales, en vez de proteger a los ciudadanos de la voracidad de los mercados.

Si cuando el presidente del Bundesbank, Hans Tiet Meyer, predijo el hundimiento de las democracias, afirmando que el estado democrático tenía que someterse a los mercados, el pueblo hubiera estado alerta en las urnas negándose al juego de intereses que los políticos practicaban, otra sería la situación que tendríamos ahora porque se hubieran regulado los mercados evitando el actual colapso depredador que nos ahoga.

La sumisión que están demostrando los políticos a las exigencias del poder económico salvará el sistema capitalista que gobierna el mundo, pero será a costa de acabar con los valores democráticos, hundiendo las economías domésticas, desplomando el estado del bienestar y habilitando morgues a cielo abierto en los descampados.

Una reflexión final para navegantes: los mercados no son entes abstractas e impersonales. No. En los Consejos de Administración y en las cúpulas dirigentes hay personas con nombres y apellidos, que coinciden muchas veces con quienes forman parte de las listas electorales. ¿Qué puede hacer, pues, el pueblo para salvarse y liberar la democracia del yugo esclavizador de la politiconomía? Pues seguir los pasos dados por la historia en momentos semejantes, cuando la revolución fue la única posibilidad de salvación para los ciudadanos.

LA HISTORIA LOS JUZGARÁ

LA HISTORIA LOS JUZGARÁ

Nadie duda que la Historia, – así, con mayúscula -, juzgará con el máximo rigor y desprecio a los políticos pseudócratas de las últimas hornadas, aunque a ninguno de ellos les inquiete la irremediable condena que recibirán en las páginas de los libros, porque cuando esto suceda ya descansarán todos al Valle de Josaphat.

Abochorna el espíritu y encoleriza el ánimo, la fauna descerebrada que está decidiendo en los últimos años sobre nuestras vidas, sin que tales mostrencos perciban los grandes pecados que están cometiendo contra los sectores más débiles de la sociedad.

Son ellos quienes están arruinado la moral y el bolsillo del pueblo, con un descaro merecedor del fuego eterno, aunque éste sólo exista en la mente de los cómplices que reparten bendiciones para mantener intacto el cepillo subvencional.

El desplome ético de la clase dirigente ha llevado al abuso de poder, a la incompetencia y la corrupción, abriendo las puertas a un insultante nepotismo y amiguismo que ha otorgado poltronas a vagos e incompetentes despilfarradores el dinero que teníamos en la hucha, mientras entretenían el tiempo bombardeando la convivencia social y causando un daño irreparable a la convivencia ciudadana, con asquerosas y repugnantes politiquerías de patio de vecinas.

FACEBOOK

FACEBOOK

Mi simpatía por la empresa de Zuckerberg me llevó un día a poner mi cara en su libro, y desde entonces han sido mayores los beneficios recibidos que los pequeños sinsabores llegados de aviesas plumas que se colaron de rondón en mi página, aprovechando la ingenuidad inicial de este asociado.

Verter opiniones, sentimientos, críticas, saludos, aficiones y proyectos para ser compartidos por los “amigos” que acceden a la intimidad de la página de cada cual, es abrir puertas a la esperanza para lograr entre todos un mundo mejor, más unido, fraternal y solidario.

Pero confundir la censura con el insulto, la amistad con el amiguismo,  el interés por la vida ajena con el espionaje, la crítica constructiva con la ofensa personal, la opinión con la mentira y la autorización del propietario de la página a visitarla con la exigencia a introducirse en ella, son caminos directos al destierro de los entrometidos, descarados y curiosos.

Por eso no estoy dispuesto a ofrecer mi página en Facebook a desahogos ofensivos de frustrados visitantes, ironías de estercolero, hirientes críticas, injustificados ultrajes, arbitrarias ofensas, detestables mofas, violentos dicterios, falsas injurias y maledicentes denuestos a diestro y siniestro.

Por eso me reservo el derecho de admisión y no admito que visiten esta página virtual los voceros de la catástrofe o amigos de la sinrazón, ni quienes van por la vida con orejeras políticas o religiosas, que hacen de la intolerancia, doctrina.

IMPOSIBLE NUREMBERG FINANCIERO

IMPOSIBLE NUREMBERG FINANCIERO

No os hagáis ilusiones, amigos, porque el deseado macro juicio de Nuremberg a todos los mangantes y sinvergüenzas de los consejos de administración que arruinaron las Cajas de Ahorro con su gestión, llevándose como premio  indemnizaciones millonarias, no llegará nunca.

En nuestro caso, no gozaremos con un proceso de Nuremberg financiero similar al seguido en esa ciudad contra los criminales del III Reich alemán, sencillamente porque entonces fueron los vencedores quienes promovieron el juicio y condenaron a los asesinos, pero hoy son los vencedores culpables y no parecen dispuestos a hacerse el harakiri, ni a permitir que la justicia interrumpa su millonaria vida, porque los tentáculos políticos también han contaminado las togas que presiden las Audiencias del piso superior.

En nuestro caso, la codicia de los depredadores ha postergado su dignidad; sus golpes de pecho en las iglesias han demostrado ser una farsa; el cinismo que destilan se ha colado por las rendijas de la ley; y su descaro les ha permitido sonreír como hienas, porque la honradez nunca ha formado parte de sus comportamientos morales.

En nuestro caso, son juzgados y desahuciados los inocentes de la catástrofe. Se le quita el pan a quienes nada hicieron para merecer la hambruna. Se paraliza a los trabajadores que sudaron para enriquecer a los culpables. Y se condena a un pueblo inocente de la desgracia, mientras los culpables permanecen en sus puestos, gozando de la impunidad que no merecen y llevándose a manos llenas lo que pertenece a los condenados.

EL «SISTEMA»

EL «SISTEMA»

Estamos dominados por un “sistema” que ha impuesto su método, donde impera el dominio de unos países sobre otros y de unas personas sobre otras, sin que los perjudicados se rebelen contra él, ni los beneficiarios del mismo agradezcan los servicios prestados a los remeros que sudan en las galeras de sus barcos para que ellos viajen felizmente en cubierta, tomando el sol y bebiendo piña colada.

Evito hablar de clases sociales para no herir castos oídos de puritanos capitaleros y eludir la crítica de sus palmeros publicistas, acusándome de utilizar un lenguaje trasnochando y perdido en la historia, por real que sea el desequilibrio existente entre el palacete y la chabola; el yate y la patera; el avión y la bicicleta; los sueldos millonarios y las limosnas; el caviar ruso y el mendrugo; la hartura y la hambruna.

El “sistema” ha convertido al vecino en enemigo; el amor en estraperlo; la solidaridad en rapiña; los trabajadores en utensilios; la competencia en peldaño de ascenso; el poder en ángel de la guarda; y el dinero en becerro de oro al que adorar cada noche antes de dormir y reverenciar por la mañana al salir de casa.

MORIR CURADO

MORIR CURADO

Durante 2.500 años, los médicos pretendieron curar neumonías, melancolías, reumatismos, apoplejías, roturas óseas, neurosis y hasta los dolores de cabeza, sangrando a los pacientes a tajazo limpio o con sanguijuelas, para librar los cuerpos enfermos de la mala sangre.

Es obvio que las sangrías no conseguían otra cosa que debilitar a los pacientes hasta acabar con su vida en muchos casos, convirtiéndose así en la peor peste, aunque los médicos que las aplicaban mostraran su satisfacción afirmando que los enfermos morían curados. Esto explica los millones de sanguijuelas vivas que compraban todos los países cada año.

Hoy las sangrías no tiñen de rojo los hospitales, ni los sangradores llevan bata blanca. Hoy las sanguijuelas tienen forma humana y ocupan despachos protegidos por leyes que les benefician. Hoy las sangrías expelen fluidos incoloros con amargo sabor a lágrima.

Hoy los sangradores lucen trajes de alpaca y almas de trileros mientras nos sangran, afirmando que nos están curando, aunque sepan que moriremos desangrados a causa de la disentería política, la hidropesia parlamentaria, la dispepsia bancaria, la hipocresía religiosa, el mamostesio institucional y la estafaresia corruptiva, sin que ellos se apliquen una lavativa para facilitar la salida de la mierda moral que llevan dentro.

DENUNCIA AL JUEZ PEDRAZ

DENUNCIA AL JUEZ PEDRAZ

El mismo sindicato que se tiró a la yugular del juez Garzón, ha desplegado la artillería legal contra su amigo Santiago Pedraz, denunciándole ante el Consejo General del Poder Judicial por haber cometido presuntas faltas graves en su Auto de sobreseimiento de las acusaciones policiales contra los cabecillas de las manifestaciones frente al Congreso.

Entienden los denunciantes que el juez ha ido más allá de lo permitido en un Auto judicial, escribiendo inadmisibles comentarios sobre políticos y policías. Bien por los sindicalistas. Estoy de acuerdo con ellos y apoyo su denuncia, porque basta ya de rojerío progresista que pretende decolorar el tradicional azulón de la judicatura.

Efectivamente, la afirmación del juez sobre la clase política calificándola como “decadente” representa una grave e inmerecida valoración de la misma, rechazada por la inmensa mayoría de la población que considera ejemplar el comportamiento de la “casta”, y así la valora en las encuestas del CIS, poniéndola a la cabeza en los baremos de las mayores preocupaciones ciudadanas, por su destacada honradez, capacidad de trabajo, vocación de servicio, demostrada competencia, generosidad sin límites, escaso salario y carencia de privilegios.

Se excede igualmente el juez en el Auto, al decir que la policía se extralimitó en sus funciones, porque determinados miembros de los cuerpos de seguridad están autorizados por ley a invadir estaciones cuando se les antoje, golpear indiscriminadamente a los ciudadanos que esperan trenes en los andenes, romper tabiques nasales a sospechosos, maltratar a quienes ya están reducidos y arrastrar ancianos por el suelo.

Comete una grave ofensa el juez al decir que la policía exageró el delito en el atestado, porque la determinación de los manifestantes estaba clara: asaltar el Congreso como hizo Tejero, dar un golpe de Estado y hacerse con el poder. Bastaba con ver las guillotinas portátiles que portaba cada manifestante, y el rechazo popular que tuvieron de la ciudadanía, pues la inmensa mayoría de españoles no acudimos a la manifestación madrileña porque estamos de acuerdo con las medidas tomadas por el Gobierno, como tan sabiamente dijo el presidente del mismo.

Dicho esto, sólo cabe esperar que la sensatez de los miembros del Consejo les conmine a rechazar la denuncia, porque el sentido común es algo muy necesario cuando los cambios de presión política y temperatura mercantil modifican las variables termodinámicas sociales, provocando agitación en las partículas del recinto por elevación de la temperatura financiera.