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Etiqueta: togas

ESTAMOS SIN CANDIDATO

ESTAMOS SIN CANDIDATO

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En vista de los sucesivos fracasos en las negociaciones que están teniendo los diferentes aspirantes al inquilinato monclovita, muchos ciudadanos piensan que no hay un candidato al palacete, sin darse cuenta que aunque hubiera pretendiente, nunca habría candidato.

La palabra candidato viene de cándido, que significa blanco, puro, limpio e inmaculado, siendo persona que por sus cualidades morales reúne las condiciones necesarias para ocupar cargos públicos, algo que no parece suceder entre los postulantes a tal honor.

Por eso, en la antigua Roma, los candidatos a dirigir el país lucían togas blancas, y se presentaban con ellas abiertas para que los ciudadanos pudieran ver sus cicatrices de guerra como símbolo del valor demostrado en la lucha, lo que en nuestros tiempos se traduciría en exhibir una limpieza moral acreditada para ejercer el cargo con absoluta honradez.

Esto es algo que no sucede entre los aspirantes a dirigir nuestras vidas, pues como ya hemos repetido muchas veces, en la vida pública no basta con ser honesto, sino que es obligado exigir que los demás también lo sean aunque se trate de compañeros de partido, denunciando públicamente a los malhechores que comparten el despacho de al lado, porque de no hacerlo se convierte el mudo en cómplice por omisión.

Entre el blanco mate procedente del latín albus y el blanco brillante derivado de candidus, hay la misma diferencia que entre el aspirante mate, sin brillo ético ni compromiso real con el pueblo; y el candidato brillante, honrado, competente, veraz y moralmente cuajado que los españoles buscamos por los rincones, para nos guíe con su luminosa candela.

SOPLAR Y SORBER,…. SÍ PUEDE SER

SOPLAR Y SORBER,…. SÍ PUEDE SER

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La perversión del refranero castellano por parte de algunos dirigentes políticos, financieros, eclesiásticos y sociales, es la causa de la profunda crisis que sufren los desfavorecidos que viven al sur de la vida, ajenos a la recuperación que pasea orgullosa sus beneficios por el norte, donde habitan los privilegiados, ignorando la existencia de los sureños.

Sabido es que la ingenuidad popular ha creído siempre que soplar y sorber no puede ser, según el proverbio que niega la posibilidad de realizar ambas acciones simultáneamente, creyendo que no es posible que quien sopla sorba, algo que es falso porque los mandamases realizan las dos acciones al mismo tiempo, compatibilizando lo que parecía incompatible.

Soplan las papeletas electorales para hacerlas volar fuera del alcance de la democracia, y al mismo tiempo sorben beneficios inalcanzables para los demás.

Soplan sobre las cajas de las Cajas para limpiarlas de billetes, y al mismo tiempo sorben codiciosamente indemnizaciones multimillonarias en los despachos.

Soplan las togas incómodas, los disidentes y las denuncias, al tiempo que sorben voluntades judiciales, sumisas lealtades y trituradoras de documentos.

Soplan sobre las redacciones de los medios de comunicación, al tiempo que sorben noticias comprometedoras sobre la basura guardada bajo las alfombras.

Soplan las neuronas de los cerebros incondicionales, al tiempo que sorben sus voluntades para hacer con ellas tantas capas como sayos visten los descerebrados.

Soplan la venda de la Justicia para que vea bien a los sopladores y los exculpe, al tiempo que sorben sentencias condenatorias de los soplistas.

Soplan personal docente, sanitario y social de los colegios, hospitales y hogares, al tiempo que sorben asesores, amigos, familiares y servidores personales.

HÁBITAT CORRUPTOR

HÁBITAT CORRUPTOR

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De la misma forma que no es posible la existencia de osos polares en zonas ecuatoriales, porque el hábitat natural para la supervivencia de estos mamíferos exige bajas temperaturas propias de zonas heladas del hemisferio norte, no sería posible la corrupción que nos invade si el medio social en que se desarrolla no permitiera su existencia.

Es decir, en contra de la culpabilidad que muchos atribuyen de la corrupción a corruptores que corrompen y a corruptos que se dejan corromper, ni unos ni otros hubieran proliferado como hongos en otoño si el ambiente social no les hubiera facilitado el crecimiento, como hacen las arenosas dunas del Sahara impidiendo que broten setas en ellas.

Tampoco es cierto que la corrupción forme parte de la condición humana, como el error y los demás atributos que definen a los seres racionales, pero tan nefasta cualidad estaría reprimida y controlada si el clima social impidiera su crecimiento, rociando con spray moral hasta el último rincón, como hacemos en los hogares para exterminar insectos y roedores.

Resolveremos el problema cuando en la sociedad domine una cultura de honestidad, compromiso moral, ética social, solidaridad compartida y generosidad fecunda, lo cual no es previsible que suceda mientras tengamos grotescas princesas del pueblo, basura en los televisores, especuladores sin escrúpulos, leyes con rendijas, usureros de guante blanco, politiqueros en los escaños, periodistas manipuladores y ciudadanos aplaudiendo a los defraudadores a la puerta de los juzgados.

No obstante, podemos ir cerrando algunas vías de agua putrefacta, saneando el espacio social público con fuerzas y cuerpos de seguridad que pasen la bayeta por todos los rincones, sellen las grietas y pongan ratoneras para que nadie escape de las togas judiciales, para que estas  sacudan el polvo social con todos los ácaros que lleva dentro en una isla desierta donde se extingan corruptos y corruptores.

TOGAS ENFRENTADAS

TOGAS ENFRENTADAS

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Con miedo a errar voy a dar unos pasos por el campo minado de la justicia, sabiendo que una mala pisada puede hacerme saltar por los aires, llevándome el sentimiento de frustración que me embarga viendo la lucha que mantienen las togas judiciales de Castro y las asociaciones de jueces, contra las fiscales de Horrach y Torres Dulce.

El fiscal anticorrupción se ensaña en su recurso contra el juez Castro, y su jefe dice que tiene la obligación de respaldarlo porque ha mantenido siempre el mismo criterio, a diferencia del juez que lo ha modificado, mientras las asociaciones judiciales apoyan al juez Castro y este pide a Horrach que le denuncie por prevaricador.

Eso dicen unos y otros, dándonos a los ciudadanos la oportunidad de opinar lo que pensamos sobre todo ello en foros como este blog donde la libertad de expresión es absoluta, siempre que los insultos no sustituya los argumentos.

Cuando Torres afirma que tiene la obligación de respaldar a Horrach, tal vez sea porque este es la voz de su amo en un oficio jerarquizado y fuertemente politizado, argumentando que la fiscalía siempre mantuvo el mismo criterio, quizás porque desde el comienzo tuvo claro cual debía ser la conclusión, fueran cuales fueran las informaciones recibidas, criticando al juez Castro por su lógico cambio de opinión en vista de las pruebas acusatorias que llegaban progresivamente a su mesa.

La dureza, insultos y descalificaciones personales del recurso fiscal lo invalidan en su propia esencia por carecer de argumentos jurídicos según han declarado las organizaciones judiciales, al tiempo que piden una intervención del Consejo General del Poder Judicial, considerando que el escrito de Horrach se acerca más un libelo que a un recurso.

Enfrentamiento institucional que resulta patético para la ciudadanía, que observa con estupor, espanto y decepción la quiebra de un poder básico del Estado de Derecho, sin que los responsables se den por aludidos ni atiendan el resultados de las encuestas donde se refleja la opinión mayoritaria de los ciudadanos hacia la culpabilidad de la Infanta.

ESTADO DE DERECHO

ESTADO DE DERECHO

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Cuando reyes, gobiernos, financieros, mercaderes y políticos, pretenden justificar lo injustificable, maniatar al pueblo, adormecer rebeldías, estrangular críticas, reprimir manifestaciones y coagular iniciativas ciudadanas, apelan al Estado de Derecho y se les llena la boca con llamadas a la misma ley que ellos conculcan con sus actuaciones y eluden con torticeras maniobras.

Se entiende por Estado de Derecho aquel que se rige por un sistema de leyes, encabezadas por la Constitución, que son aceptadas, compartidas y cumplidas por todos los ciudadanos del país, en el marco de un Estado social democrático, sustentado en la soberanía popular.

En un Estado de Derecho, cualquier poder debe estar limitado y controlado por leyes claras, estables, justas y protectoras, impidiendo que sean transgredidas, atenuadas o modificadas por coronas, escaños, cuentas corrientes o togas dulcificadas con ambiciones de poder.

Tal Estado exige autonomía en los órganos que lo forman, sin injerencias institucionales mutuas, ni usurpación de funciones, ni personalismos en la aplicación de las normas jurídicas que amparan los derechos fundamentales de todos los ciudadanos y sin desequilibrar la balanza de la justicia.

Los cimientos del Estado de Derecho son: la legalidad, la transparencia, el desarrollo sostenible y la paz, siendo la ley el marco de conducta al que están sometidos los poderes que son garantes de su cumplimiento, respondiendo al interés público, ejemplarizando la vida social con sus comportamientos y evitando toda discriminación social, ideológica o política.

LA DESIGUALDAD, ANTESALA REVOLUCIONARIA

LA DESIGUALDAD, ANTESALA REVOLUCIONARIA

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Golpeó ayer las pantallas televisivas el inquietante informe de la ONG Oxfam Intermón, reconociendo que 85 personas acumulan el dinero de ¡3.570 millones! de ciudadanos del mundo, es decir, que la mitad de la riqueza mundial está en manos de un pequeño grupo de terrícolas, que no llega al 1 % de los mortales.

Esta mala noticia permite aventurar sin gran esfuerzo mental, que el imparable aumento de la desigualdad en el mundo es la antesala de la futura revolución, sin que los actuales beneficiarios del sistema se den por enterados y continúen sonriendo impasibles en la cubierta de los barcos, sin percibir la goleta que se acerca dispuesta al abordaje, porque los marineros ya están hartos de remar en sus bodegas, mientras ellos toman piña colada al sol, protegidos por leyes, políticos, gendarmes y otros servidores del sistema.

No puede aceptarse que los ingresos y patrimonio de 10 ciudadanos europeos sea mayor que los gastos rescatadores ocasionados por la crisis, ni que en España se haya incrementado la desigualdad entre ricos y pobres en plena catástrofe financiera, donde los buitres y carroñeros han multiplicado su patrimonio a costa de las desgracias ajenas que ellos mismos han provocado en millones de seres humanos.

Es intolerable el mantenimiento de leyes favorables a la minoría de ricos. Inadmisible que se sostenga la desregularización y opacidad financiera de las empresas. Ofensiva la pervivencia de paraísos fiscales. Insultante la reducción de impuestos a las rentas más altas. Indeseable explotación laboral. Ultrajantes los recortes en servicios públicos básicos. Humillantes las presiones de los mercados financieros. Injusta la discriminación jurídica. Inmorales las drásticas medidas de austeridad que están golpeando sin clemencia a los desfavorecidos, inocentes sufridores de una crisis provocada por los corruptos, inversores y especuladores que están llenando sus redes en el río revuelto de la depresión financiera.

Los dirigentes mundiales que van a sentarse en el Foro Económico Mundial de Davos pasado mañana, deben saber que el mantenimiento de la actual situación política, social y económica, promotora de la creciente desigualdad social y económica, conducirá fatalmente a la revolución popular.

CIERTO OLOR A PODRIDO

CIERTO OLOR A PODRIDO

Con este título no me refiero a la novela de Martín Vigil, sino a ciertos hedores altamente desagradables y penetrantes provenientes de cadáveres o de frituras de honor en togas, con aceite desnaturalizado de colza.

Días atrás pensaba que algo debía estar boca abajo en la justicia española cuando se procesaba a un juez en contra de la opinión del fiscal que pedía la absolución y con la oposición de prestigiosas organizaciones mundiales como Amnistía Internacional, Human Rights Watch y la Comisión Internacional de Juristas, que estuvieron presentes en el juicio como observadoras.

Comenzaba a llegarme un cierto olor a podrido al  ver en el banquillo a un juez en contra de la doctrina “Botín” del propio Tribunal Supremo que impide abrir juicio oral a instancias solamente de la acusación popular.

El sentido común me prevenía de algo perverso circulando por los despachos supremos al enterarme que el tribunal no había admitido la declaración de los tres jueces de la Audiencia Nacional que respaldaron la decisión de Garzón; ni la comparecencia de la fiscal del Tribunal Penal Internacional; ni la presencia en el estrado del juez que proceso a Pinochet; ni estuvo dispuesto a escuchar al magistrado argentino que anuló la Ley de Punto Final y Obediencia Debida.

Pero la confirmación a mis dudas llegó ayer de la mano del mismo tribunal que ha expulsado a Garzón de la carrera judicial, archivando la causa contra él por los cursos en Nueva York, cuando la maquinaría estaba ya en marcha. Repentina actitud, contraria a la posición mantenida por el magistrado instructor del caso, entendiendo Marchena que el delito de cohecho impropio que le imputaba – hasta ayer, ojo – había prescrito.

A estas alturas de la película se dan cuenta que la querella presentada por Panea y Mazón el 12 de junio de 2009 había prescrito. ¿Cómo es posible que unos magistrados tan honrados, experimentados, informados, sabios, respetados y poderosos, no hayan advertido hasta hace veinticuatro horas tal situación, si el proceso llevaba ¡tres años! abierto?

Tampoco ha colaborado a la buena marcha del negocio la traición subconsciente sufrida por la portavoz del CGPJ, Gabriela Bravo, declarando que no todos los imputados son iguales, con la que está cayendo. Después aclaró el lapsus diciendo que dijo lo que no quería decir, pero quedó dicho, aunque echara la culpa al personal diciendo que no se le había comprendido.

Sus señorías comprenderán que muchos ciudadanos no entendamos nada de lo que sucede y que no nos creamos tantos hechos sin sospechar una segunda verdad, salvo que se nos expliquen mejor las cosas para iluminar nuestra ignorancia judicial, porque las encuestas sociales rechazan mayoritariamente algunas sentencias y prestigiosos juristas están en desacuerdo con ellas.