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PROFUMO DESBRAGUETADO

PROFUMO DESBRAGUETADO

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Los devaneos amorosos del anterior rey de España, – nunca desmentidos por el coleccionista de amantes -, han quedado políticamente impunes ante el Gobierno, el Parlamento y el pueblo, contrariamente a lo que sucedió a mediados del siglo pasado con el maridado y desbraguetado John Profumo, ministro de Guerra británico, cuyos pasajeros encamamientos con la showgirl Christine Keeler le costaron el cargo, cuando se supo que esta compartía cama por oficio prostitulero con el espía soviético Ivanov, llevándose también por delante al primer ministro Macmillan.

En el caso Profumo se mezclaron política y vida privada, agitadas por la guerra fría en la coctelera del espionaje, espesando la corona real, escandalizando al arzobispo de Canterbury y perturbando la flema inglesa, incapaz de mostrar la hipocresía atribuida por Salvador de Madariaga.

En nuestro caso, las presuntas infidelidades reales silenciadas por el monarca, ocultadas por los medios de comunicación y ninguneadas por políticos ante la indiferencia de los ciudadanos por la vida privada del Borbón, nos obligan a recordar que el histórico borboneo de la saga fundada por Felipe de Anjou no fue anecdótico, intrascendente ni fugaz, sino importante y duradero hasta nuestros días.

El maduro conservador Profumo tuvo la desvergüenza inicial de negar en la Cámara de los Comunes sus amoríos con la veinteañera prostituta, hasta que los servicios de inteligencia británicos lo pusieron contra las cuerdas dándole un uppercut con documentos de incuestionable verdad que lo arrojaron a las tinieblas políticas.

No es acertado mezclar vida pública con vida íntima, pero conviene advertir a cortesanos y palmeros que los reyes no tienen vida privada, recordando a los ciudadanos que quien traiciona con infidelidades a su esposa nunca será leal con los súbditos, por muchos juramentos que haga con la mano sobre los evangelios y el crucifijo de testigo.

MARIDAJE INTOLERANTE

MARIDAJE INTOLERANTE

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El maridaje Iglesia y Estado que llevó a Felipe II al altar político-religioso del brazo de Clemente VII, Pablo III, Julio III, Marcelo II y Pablo IV, comenzó a tomar tintes alarmantes con la promulgación de un decreto por el que se prohibía la importación de libros extranjeros y se ordenaba que todos los textos impresos en los territorios gobernados por el rey ¿prudente?, debían llevar la licencia del Consejo de Castilla y la censura eclesiástica correspondiente.

Con ello se pretendía dirigir la mente y los conocimientos de los súbditos en la dirección que más interesaba a la monarquía y al papado, con graves perjuicios para los ciudadanos cultos, los intelectuales y los librepensadores, publicando el Índice de los libros prohibidos por la Iglesia y amenazando de excomunión y tortura a quienes no atendieran lo ordenado.

Antes de contraer matrimonio por poderes en el mes de enero de 1560 con la hija de Enrique II, Isabel de Valois, de catorce años de edad, don Felipe despidió el año 1559 presidiendo un Auto de Fe en la plaza mayor de Valladolid donde fueron condenadas bajo la acusación de luteranismo treinta y dos personas, de las cuales trece de ellas fueron ajusticiadas a garrote y otras dos quemadas vivas: Don Carlos de Sesso y Juan Sánchez, criado del predicador de la corte Agustín de Cazalla, también muerto a garrote, cuya madre fue desenterrada y quemada.

Pero esto no fue bastante para los exterminadores: derribaron su casa para que no fuera ocupada por más espíritus malignos protestantes, cubrieron los restos con sal para ahuyentar libertades y levantaron un paredón de piedra cerrando el paso a la cultura, con un letrero contando el grave delito cometido y la mínima pena impuesta.

PEPE BOTELLA

PEPE BOTELLA

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La reciente abdicación del rey, pone en manos de su hijo y de una periodista la corona de España, recordando que con parecidos méritos para llevarla fue coronado Pepe Botella un día como hoy de 1808 rey de los españoles, en la ciudad de Bayona.

El parecido entre ambos monarcas es que los dos recibieron envenenada herencia de sus padrinos, porque Napoleón puso en manos de su hermano una patata caliente que terminó chamuscándolo y Juan Carlos I “El Afortunado” ha puesto a su hijo frente a un país ya maduro, que se republicaniza con la esperanza de que el bisnieto acabe como su bisabuelo.

José Bonaparte fue consciente que iba a reinar en un país con millones de personas opuestas a su reinado, hispanoparlantes y rebeldes que no facilitarían su labor. Pero no sabemos si el borbónico Felipe VI sabe las dificultades que va a encontrase con un país en crisis, indignado, desencantado y harto de una corrupción que ha salpicado a su propia Casa.

La invasión napoleónica cogió despistados a los españoles, ocupados y preocupados por embrollos reales borbónicos, debido a enfrentamientos entre Carlos IV y su hijo, el felonazo Fernando VII que le robó la corona a su padre, obligándole Napoleón a devolvérsela, para comprándosela este después por treinta millones de reales y un palacio.

Carlos IV salió corriendo, Fernando VII apresado en Francia y José Bonaparte proclamado rey en Bayona, donde formó su primer gobierno antes de instalarse en Madrid, abrazado por los afrancesados, pero insultado por el pueblo que le hizo pasar a la historia como Pepe Botella, aunque fuera abstemio. Todo fue porque en su viaje a Madrid robaron en Calahorra el vino de la comitiva real, decidiendo el monarca decomisar todo el vino de la comarca.

INVIOLABILIDAD E IRRESPONSABILIDAD MONÁRQUICA

INVIOLABILIDAD E IRRESPONSABILIDAD MONÁRQUICA

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Con motivo de la entrega ayer del Premio Cervantes a la entrañable Elena Poniatowska, un cortesano periodista sabelotodo pedía a los españoles que dajáramos en paz al rey y tuviéramos en cuenta que su persona era inviolable, sin responsabilidad alguna, pudiendo hacer de su vida lo que quisiera. Pues no, amigo.

El artículo 56.3 de nuestra Constitución, establece que: “La persona del Rey es inviolable y no está sujeta a responsabilidad”, lo cual no quiere decir que el rey pueda hacer legalmente cuanto le plazca, – aunque lo haga sin apoyo de la ley -, sino todo lo contrario. Lo que eso significa es que no puede oponerse a decisiones políticas del Gobierno ni negarse a firmarlas, por ser trámite de obligado cumplimiento para él, algo que le otorga la inmunidad ya anunciada.

Dicho esto, la realidad no deja claro si la inviolabilidad del rey se extiende también a su ámbito personal, viendo el hermetismo sobre su vida privada y la de su familia, defendida por algunos medios de comunicación, cortesanos y monárquicos, que confunden vida privada con la inviolable vida íntima que a cada cual pertenece.

Así se justifica el blindaje político del rey, a quien no se puede perseguir criminalmente ni demandar civilmente por sus tareas institucionales, quedando fuera de este paraguas su persona física, su patrimonio y su familia, porque todos somos iguales ante la ley como proclama el artículo 14 de la Constitución y la propia voluntad real de que así sea, aunque no sea así.

La inviolabilidad e irresponsabilidad del rey alcanza solamente a sus funciones como Jefe de Estado, pero fuera de ahí es tan violable y responsable como lo somos el resto de los españoles, aunque mencionados políticos, cortesanos y periodistas no quieran enterarse de ello y dediquen su tiempo a proteger al monarca y su amplio séquito familiar.

Cuando una escalera de mano ha hecho su servicio, se guarda; y cuando se cae espontáneamente la costra de una herida cicatrizada, no puede hacerse nada para evitarlo. Admitamos, pues, que la monarquía ha hecho un gran servicio al país. Reconozcamos el poder moderador ejercido. Y aplaudamos su contribución a la unidad nacional. Pero es hora de superar medievales herencia y dar paso a la voz del pueblo para que elija su Jefe del Estado, ocupándonos de saber todo lo que nos falta por conocer de la vida privada del rey, de sus negocios, patrimonio y andanzas, respetando su vida íntima y pensando que más vale lo malo por conocer que lo bueno conocido.

PERPLEJIDAD

PERPLEJIDAD

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Las cosas que suceden en este país están dejando perplejos a muchos ciudadanos y sin capacidad de respuesta, inmovilizados por un asombro que aturde su ánimo, ante los detestables hechos que presencian atónitos frente a la pantalla de la vida.

Que algunas esposas de presuntos corruptos ignoren las andanzas de sus maridos es defendido por ciertos políticos y publicistas; pero que sean expulsados de la carrera judicial los magistrados que pretenden encerrarlos, es aplaudido por ellos.

Que el presidente catalán desprecie la Constitución y otras Instituciones no provoca una respuesta contundente del Gobierno; pero que los ciudadanos se manifiesten en defensa de sus derechos fundamentales requiere una ley mordaza por vía urgente.

Que el rey se hayan hecho multimillonario en poco tiempo contando con empresarios amigos íntimos que han dormido en chirona, no inquieta al personal; pero que algunos ciudadanos enarbolen banderas tricolores por la calle merece castigo.

Que politiqueros, sindicalistos, cajistas y empreSSsarios estén en el punto de mira de la justicia no preocupa a políticos, sindicalistas, cajeros y empresarios; pero estos se rasgan las vestiduras ante las críticas que reciben los tramposos del gremio de cada cual.

Que las mentiras políticas de colores varios lanzadas desde las tribunas atonten a los ingenuos no está bien; pero que la amnesia les lleve de nuevo a las urnas con la papeleta en el bolsillo y la sordera en la Trompa de Eustaquio parece grave.

DESTIERRO DE UNAMUNO

DESTIERRO DE UNAMUNO

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Los artículos de Unamuno contra el Rey y el Directorio militar, provocaron que un día como hoy del año 1924, Alfonso XIII y el general Primo de Rivera decretaran su destierro en la Gaceta de Madrid: “Acordado por el Directorio Militar el destierro a Fuerteventura de D. Miguel de Unamuno y Jugo, S.M. el Rey (q.D.g.) se ha servido disponer: 1º. Que el referido señor cese en los cargos de Vicerrector de la Universidad de Salamanca y Decano de la Facultad de Filosofía y Letras de la misma; y 2º. Que quede suspenso de empleo y sueldo en el de Catedrático de la expresada Universidad”.

Unamuno tuvo noticia oficial del destierro el día anterior a las ocho y veinticinco de la noche, cuando se presentó en su casa de Bordadores el comisario de policía con la orden del coronel gobernador civil, cumpliendo la instrucción recibida del Directorio que le condenaba, dándose el maestro por enterado.

Se le dio un plazo de 24 horas para abandonar Salamanca, optando Unamuno por salir el jueves día 21 hacia Madrid en el tren de las dos de la tarde, como primera etapa de su viaje a la isla, después de dar sus clases por la mañana con toda normalidad, despidiéndose luego de alumnos y profesores.

Llegó a la estación del ferrocarril acompañado de su familia y amigos íntimos, encontrándose en el andén con multitud de gente que fue a despedirlo vitoreándole durante los veinte minutos que tardó en salir el tren, a pesar de la nevada que caía.

Cuando llegó la hora de partir, don Miguel besó a su mujer e hijos y subió a un coche de primera clase entre aplausos de la gente, pronunciando desde la ventanilla unas palabras de afecto y gratitud, exhortando a los presentes a que cultivaran la inteligencia, diciéndoles: “Volveré, no con mi libertad, que nada vale, sino con la vuestra”.

A continuación arrancó el tren, y la multitud agitó sus sombreros, correspondiendo Unamuno desde la ventanilla despidiendo emocionado a todos con su mano derecha, mientras los aplausos y vítores se perdían en el aire a medida que se alejaba el tren.

Los seis años de destierro fue el digno precio que pagó don Miguel por su inconformismo, crítica y rebeldía contra el poder, como testimonial ejemplo de compromiso intelectual, tan escaso hoy día entre nuestros hipotéticos pensadores, sabios y eruditos.

UN REY POR LOS GARITOS

UN REY POR LOS GARITOS

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Empujado por Cánovas del Castillo, el general Martínez Campos dio en Sagunto un golpe de mano para sentar en el trono de España al hijo de la promiscua Isabel – a la sazón bisabuelo del actual rey de España -, que lució corona con el nombre de Alfonso XII desde 1874 hasta el 25 de noviembre de 1885 en que una mala tuberculosis que se llevó por delante con 27 años de edad.

Al poco de sentarse en la sillón real, el monarca inició sus aventuras amorosas con la cantante Adela Borghi, con tal empeño que Cánovas del Castillo pidió al gobernador de Madrid que pusiera a la contralto en un tren y no apartara su vista de ella hasta que dejara de verla en el horizonte.

Acompañado por la “banda de palacio”, el rey Alfonso pasaba la noche de garito en garito y de mesón en mesón, todos ellos deslucidos, donde las meretrices rebajaban precios por sus servicios, y los juegos de naipes desplumaban al personal, preocupando a los cortesanos las andanzas reales, hasta el punto de pedirle estabilizar su vida emocional con un matrimonio que sosegara al monarca.

Accedió a ello don Alfonso casándose con su prima María de las Mercedes, – esa de la  película y la copla -, pidiendo a cambio reanudar sus relaciones íntimas con la cantante Elena Sanz, que la madre Isabel concedió, dándole la coplista dos hijos no reconocidos por razones de Estado, mientras disfrazaba el lecho nupcial de fidelidad los cinco años que compartió cama con la prima, hasta que Mercedes murió.

El segundo matrimonio del rey fue con María Cristina de Habsburgo con quien tuvo dos hijas: María de las Mercedes y María Teresa, dejando en el vientre de su esposa al futuro rey Alfonso XIII, abuelo de Juan Carlos, que nacería cuando el suplantado por Vicente Parra ya había muerto, haciendo llorar a España entera ante las pantallas de cine.