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IMPUNIDAD DE LOS CULPABLES

IMPUNIDAD DE LOS CULPABLES

Cuando los cuartos de vuelta a la economía doméstica se están convirtiendo cada viernes en vueltas enteras, se hace difícil comprender, y más imposible aceptar, la impunidad que disfrutan los responsables de la situación, por mucho que quieran convencernos de lo contrario, pontificando desde aterciopelados sillones políticos y enmoquetados consejos de administración.

Ahorrar no es sólo evitar gastos y apretar el cinturón a los demás, sino gastar bien el dinero de todos. Quienes han tirado con pólvora ajena sobre objetivos megalomaniáticos,  tienen que pagar por ello aunque la ley no facilite la tarea, el amiguismo lo impida y el miedo a perder el pesebre cierre la boca a los denunciantes de las trampas.

¿Quiénes fueron los responsables del aeropuerto fantasma de Lérida y del peatonal de Castellón,  que costaron 82 y 200 millones de euros?

¿Dónde están los iluminados que gastaron 400 millones de euros en unas inoperantes obras de la Ciudad de la Cultura gallega?

¿Qué hacer con los “artistas” que implantaron en Alcorcón la inservible Ciudad del Circo aportando 120 millones de euros vecinales?

¿Cuándo van a ser castigados los responsables de la ruinosa Ciudad de la Luz, L’Ágora, los veloces circuitos urbanos y Terra Mítica?

¿Sigue por ahí el responsable de haber gastado lujosamente en las obras del Palacio de San Telmo la cantidad de 60 millones de euros?

¿Tiene algo que decirnos el dirigente político que dilapidó 90 millones de euros en el puerto de Laredo, donde no hay un solo barco en los amarres?

¿Qué alcalde ha dejado empeñados a los madrileños con 6.891 millones de euros hasta el año 2040 en que habrán pagado 10.406 millones de euros?

No vale la pena seguir, pero debemos saber que muchos de estos personajes  nos gobiernan todavía. Otros están bien acomodados en sillones donde el sudor ajeno nutre sus cuentas corrientes. Y la mayoría de los despilfarradores mantienen privilegiados sueldos mientras nos exigen austeridad, sacrificio y pobreza a los demás.

ACUSACIONES IMPERSONALES

ACUSACIONES IMPERSONALES

La falta de valentía administrativa de algunos gestores públicos, unido al miedo de otros a tirar la piedra contra el caradura, para evitar que se convierta en un bumerán a su propia negligencia, hace que las llamadas de atención a los subordinados sean impersonales y generalizadas, metiendo en el mismo saco a justo y pecadores.

Las declaraciones del secretario de Estado de Administraciones públicas, don Antonio Beteta, son prueba de ello cuando dice al mundo que “los funcionarios deben olvidarse de leer el periódico y tomar un cafelito”. Sus palabras ofenden a muchos servidores públicos honestos y entregados a los ciudadanos, que se llevan trabajo a casa, sin tiempo para desayunar con sus hijos ni recrearse haciendo crucigramas o sudokus, al tiempo que enmascaran a los que no dan palo al agua. Es decir, mal.

Todos sabemos de profesores que se escaquean más de lo que pueden, de cirujanos que no saben coger el bisturí, de administrativos que se pasan el día defraudando con su trabajo a los contribuyentes, de funcionarios que no funcionan, de empleados públicos que roban muchas horas de trabajo con sus retrasos sistemáticos, sus salidas anticipadas y su escaso rendimiento.

Pero también sabemos que a su lado trabajan funcionarios públicos al límite de sus posibilidades físicas sin reconocimiento alguno y, en algunos casos, sufriendo en sus carnes la impunidad con que se mueven los estafadores sociales que están a su lado, siendo de dominio público el desprecio  que ponen en el ejercicio de su profesión sin que el jefe o jefa mueva un dedo para evitarlo.

No comparto para nada la generalización de Beteta, pero los directores de instituciones públicas están obligados a controlar la actividad de quienes dependen de ellos. Deben analizar los rendimientos de los subordinados y verificar el cumplimiento del horario, para eliminar a los parásitos que viven del sudor del vecino.

No hablo de látigos, ni de moving laboral, ni de persecuciones, ni de exigencias de trabajo más allá de lo que corresponde. Pido simplemente a las cúpulas directivas que eviten la discriminación, los “complementos” lineales y generalizados, las llamadas abstractas de atención, la tolerancia de lo que debe ser intolerable y el silencio, amparador de quienes se aprovechas de los demás.

Pero sé que esto no es posible porque así me lo han enseñado mis décadas como funcionario docente y la experiencia, ya que el valor administrativo escasea, la competencia de las cúpulas es dudosa, el apoyo recibido a las sanciones limitado y en algunas ocasiones el jefe debe guardar silencio y mirar para otro lado porque él también tiene mucha mierda profesional que esconder bajo la alfombra de su despacho.

ACLARANDO IDEAS

ACLARANDO IDEAS

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La falta de maridaje entre la realidad y el deseo, hace que la realidad no sea más que un anhelo inalcanzable. Esto nos obliga a poner negro sobre blanco en crédulas mentes de algunos ciudadanos, para que los ingenuos desciendan a tierra de la nube donde duermen, acunados por severas mentiras ceremoniales.

Estos candorosos demócratas ignoran que cuando un corrupto invoca el Estado de Derecho, la justicia se echa a temblar.

Han de saber también que todos tenemos que responder ante la justicia, menos el rey que es un irresponsable constitucional por el artículo 56.3.

Que algunas decisiones judiciales hacen flaco favor a la justicia blindando a los corruptos y garantizando su impunidad.

Que los ciudadanos no somos iguales ante la ley, por mucho que lo diga el monarca y lo proclame el artículo 14 de la Constitución.

Que los ciudadanos votan incondicionalmente a políticos corruptos que se regodean de la victoria otorgada instintivamente en las urnas.

Que la absolución penal de un delito cometido no exime de la responsabilidad política y moral al delincuente, ni a sus cómplices.

Que por robar una barra de pan se duerme en la cárcel y por llevarse 200 millones de las arcas públicas se lucen guantes blancos en televisión.

Que la copropietaria y secretaria de la empresa Aizoon, es decir, la dueña y quien levantaba acta de las reuniones, no tiene responsabilidad alguna.

Que las cárceles están llenas de gente humilde y los Parlamentos, Concejos, Gobiernos y consejos de administración de presuntos delincuentes.

Que todas las leyes tienen gateras por donde se escapan bandoleros de Sierra Política con el arcabuz en la mano, tras efectuar el atraco público.

Que muchos dirigentes están afectados por deficiencias genéticas, taras psíquicas y ambiciones patológicas que les incapacitan para dirigirnos.

DEMOCRACIA A LA ESPAÑOLA

DEMOCRACIA A LA ESPAÑOLA

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Durante años estuvimos justificando lagunas democráticas en el país, argumentando la bisoñez de nuestra democracia y los inevitables efectos colaterales derivados de los cuarenta años de dictadura que padecimos, pero ya no caben más disculpas ni retrasos.

Nuestros jóvenes y los adultos en primera madurez, han nacido y crecido en democracia y somos responsables los de mi generación de haberles ofrecido un sistema de gobierno que poco tiene que ver con la realidad que se vive en países democráticamente consolidados.

Basta comprobar la impunidad política, ética y judicial con que se mueven los dirigentes políticos, para certificar que la igualdad ante la ley, el compromiso moral con el pueblo y la renuncia al cargo, son quimeras inalcanzables en este país.

Basta contemplar la corrupta mancha de aceite que se extiende por la piel de toro, para solicitar que la indignación de los desfavorecidos y parados se derrame por encima de ella y ahogue en sangre la especulación, los abusos, las mentiras y las trampas.

Basta recordar nombres como Flick, KIO, Rumasa, Ibercorp, Urralburu, Salanueva, Roldán, Conde, Naseiro, Hormaechea, Pallerols, Villalonga, Forcem, Gescartera, y ver hoy inscritos en la punta del iceberg a Gürtel, Malaya, EREs, Matas, Palau, Pretoria, Campeón, Renedo, Berzosa y Urdangarín, para darnos cuenta, como dice la pancarta, que no hay suficiente pan para tanto chorizo suelto en un país que juega a ser democrático.

Basta oír a la infanta Pilar mandando callar a los vasallos de su hermano Juanito y culpando a los medios de comunicación de las fechorías de su sobrilítico Iñaki, para sentirnos despreciados como siervos medievales de la gleba.

Basta leer el programa electoral del PP, repasar las hemeroteca y pasear la vista por las videotecas para darnos cuenta del fraude electoral cometido por la gaviota, al prometer que no harían algunas cosas que están haciendo, dañando especialmente a los inocentes de la tragedia.

Basta recordar ciertas gestiones del anterior gobierno, evocar algunos ministros/as y contemplar las navajas que vuelan en Ferraz y Sevilla, para comprender lo que pasó el 20-N y disponernos a aceptar resignados el oscuro porvenir que nos espera con lo que está por venir del socialismo político profesional.

Basta ver tirados en estercoleros políticos valores democráticos como la honradez, igualdad, participación, transparencia, solidaridad, respeto, tolerancia y verdad, para confirmar sin error la degradación del sistema.

Basta comprobar la indiferencia con que una sociedad dormida y adocenada acepta resignadamente el despilfarro institucional, el abuso salarial de políticos y la incompetencia de los dirigentes, para certificar el cierre por defunción.

Basta reflexionar un par de minutos sobre la dimisión del presidente alemán Christian Wulff al apuntar hacia él la fiscalía de Hannover, para constatar el camino democrático que aún nos queda por recorrer.

Basta oír al Jefe del Estado apelar a razones judiciales y penales para acreditar la honestidad de cargos públicos y yernos, olvidando el clamor popular de los súbditos exigiendo testimonio ético, compromiso moral y honradez a la mujer del César.

» LOS DEL 11M «

» LOS DEL 11M «

He oído muchas veces quejarse a doña Espe de quienes proclaman que todos los políticos son corruptos, holgazanes e ignorantes, y tiene razón, porque en esa generalización se incluyen algunos honrados representantes del pueblo que no merecen esos calificativos. Esa es la razón por la cual sorprende que está técnica en turismo, – con la autoridad que le da su nivel intelectual -, llame despectivamente “los del 11M”, al movimiento ciudadano surgido espontáneamente el 15 de mayo, con intención de promover una democracia más participativa, menor dominio de los bancos, nula impunidad para los corruptos y auténtica división de poderes.

Incurre esta buena jugadora de golf en una malintencionada contradicción, pues sabe bien que en ese movimiento hay muchos ciudadanos honrados que están sufriendo lo que a ella no le va a tocar nunca sufrir, cogiendo el rábano por la hojas al poner su atención en los pocos descerebrados que han pretendido reventar el movimiento, sin reparar en los millones de indignados que comparten el ideario de los “indignados”, aunque no vayan con una mochila a levantar la tienda de campaña en la plaza pública.

Si esta señora observara la luna en vez de mirar para el dedo que señala hacia ella, no les habría llamado camorristas, pendencieros y golpistas, como ha hecho en la presentación del libro de Pedro José, porque “los del 15M” no pertenecen a la mafia napolitana, ni agreden a nadie con sus pancartas, ni viven en cuarteles, donde siempre se han fraguado los golpes de Estado en España.

Pero si la presidenta y sus palmeros los consideran camorristas porque solicitan listas abiertas en los comicios, requieren vivienda digna para todos, piden sanidad pública gratuita y demandan enseñanza estatal de primera calidad, pues compartimos que los llame camorristas.

Si por solicitar un puesto de trabajo, pretender más justicia social, exigir que los ladrones devuelvan lo robado, reclamar responsabilidades a los responsables y requerir pan y agua para sus hijos, son pendencieros, pues que lo sigan siendo.

Sólo falta saber qué insulto les espera por pedir la eliminación de los sueldos vitalicios de los políticos, la supresión de sus privilegios, el castigo a los corruptos, la permanencia de un máximo de ocho años en el cargo público y la expulsión de los especuladores.

¿Son golpistas “los del 11M” por pretender eliminar la impunidad en las acciones políticas, el nepotismo en las instituciones públicas, la democracia virtual que se han fabricado y la partitocracia que sólo a ellos beneficia?

¿Son radicales “los del 11M” por reclamar una laicidad constitucional del Estado, la nacionalización de las entidades bancarias rescatadas con su dinero y el control riguroso del fraude fiscal?

¿Son ignorantes “los del 11M” por no dejarse engañar con valores democráticos que los políticos escamotean y utilizan en su propio beneficio como trampolines para el abuso, el engaño y la mordaza?

Que nos disculpe, doña Espe, pero los insultos que dedica a “los del 15 M”, sólo pueden obedecer a torpeza o a maldad. Si del movimiento 15M ella se queda con los “folloneros”, significa que no ha entendido nada y debe marcharse, porque la violencia que ella condena, también es detestada por los que comparten el ideario del movimiento. Pero si conociendo el proyecto que reivindican “los del 11M”, lo rechaza, entonces nos obliga a pensar que se encuentra afectada por alguna de las patologías políticas y sociales que el movimiento de indignados pretende erradicar.

PERIOCISTAS

PERIOCISTAS

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PERIOCISTAS

Podemos estar de acuerdo en calificar de escritor/a a toda persona escribe, – aunque muchas de ellas merecerían ser llamadas escribidoras -, porque no existe titulación alguna para actividad tan estimulante y digna.

Pero esto no ocurre con el periodismo, cuyos titulados soportan estoicamente un intrusismo profesional desconocido en otros oficios, viendo como se autocalifican de periodistas personas que no han pisado las aulas, y otras con diplomas universitarios que nada tienen que ver con el periodismo, aunque ejerzan dignamente su trabajo.

Pero no es a estos honrados entrometidos a quienes voy a referirme, sino a los periocistas. Es decir, a los desvergonzados suplantadores de verdaderos periodistas, acrediten o no la titulación exigida para ejercer tan noble ocupación, ya que para desgracia de todos tienen en sus manos un micrófono, una pantalla o una página, desde donde clavan rejones a la sensibilidad y cultura de propios y extraños.

Me refiero a quienes desde la tribuna pontifican con ignorancia, insultan sin reparos, desprecian a disidentes, pervierten argumentos, condenan el pensamiento divergente y ocultan información que no beneficie a sus patrones y/o a ellos mismos, con un descaro que espanta y una impunidad que irrita.

Hablo de los “creadores de opinión” que agitan los peores sentimientos en televidentes, oyentes y lectores, sin tomar nota de las consecuencias que esto tiene para la convivencia social, porque cuando se calienta la sangre de un fanático es difícil encontrar un extintor que apague el fuego fatuo que se propaga entre las cisuras cerebrales por donde circula el éter del resentimiento, la frustración y la venganza.

Aludo a quienes patrocinan y dirigen programas donde los argumentos de los contertulios son silenciados por las interrupciones continuas de los periocistas que comparten la mesa, impidiendo que los adversarios expongan sus razones. Programas donde el grito cobra fuerza de persuasión y el desprecio a otras ideas y opiniones es norma de conducta.

A estos fascistas de nuevo cuño me refiero, y a cuantos los sustentan, porque en una sociedad democrática, que presume de culta y civilizada,  no tienen cabida las soflamas, los libelos, las descalificaciones, los insultos, las injurias, los engaños, las manipulaciones informativas, el cinismo y todo aquello que dificulta el entendimiento, aunque resulte imposible llegar a él, porque no todo vale, a costa de nada.

En su particular cruzada contra el infiel, estos “pequeños talibanes de sacristía” no reparan en gastos y tiran por la ventana todo lo que les estorba, aunque se trate de la dignidad de las personas y de su honor, con una falta de vergüenza que avergüenza, ensartando el estoque hasta la bola, sin valorar las graves consecuencias que sus soflamas pueden tener, al no dejar títere con cabeza que no piense como ellos.

 

IMPUNIDAD

IMPUNIDAD

Cuando uno piensa lo que piensa, que suele coincidir con lo que no debe pensarse, piensa que el pensamiento de los ciudadanos diverge de lo pensado por jueces y políticos, suponiendo que éstos últimos piensen algo que no redunde en su propio beneficio.

¿Y qué pensamos los anónimos ciudadanos en estos momentos de frustración ante la impunidad que protege a los culpables de la situación? Pues que una diferencia importante entre el estado democrático que disfrutamos y el dictatorial que sufrimos, es que bajo el directorio no se autorizaba crítica alguna, y en democracia pueden denunciarse las injusticias y los abusos, aunque las sanciones sean nulas y los resultados idénticos bajo el imperio de cualquiera de los dos regímenes.

Jorge Díaz lo dejó muy claro en su “pancarta”, denunciando que la democracia permite al pueblo el uso de pancartas para protestar, con el fin de que todo quede igual. Lo cual ya es un paso adelante porque la autarquía también mantiene a los enviciados de guante blanco en sus puestos, pero sin autorizar la censura.

¿Dónde están, sino, los banqueros responsables de los puntiagudos chuzos que nos están cayendo encima? En su mismo sitio. ¿Qué ha sucedido con los políticos que incumplieron sus obligaciones auditoras? Nada. ¿Quién protege los millonarios beneficios de los especuladores sin escrúpulos? Banqueros y cajas fuertes.  ¿Dónde han ido a parar los escandalosos ingresos de corruptos constructores que han endeudado con sus ganancias a media España? En sus bolsillos. ¿Cuántos responsables de las Cajas de Ahorros arruinadas están en la cárcel? Ninguno.

No tenemos noticias hasta el momento del suicidio de algún banquero, ni de la deportación de los especuladores, ni de la ruina de constructores, ni de sentencias judiciales que nos liberen de los mangantes que anda sueltos por calles, oficinas, despachos y empresas.