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Etiqueta: electoreros

DETERGENTE JUVENIL

DETERGENTE JUVENIL

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En varias ocasiones he puesto mi esperanza en la justicia por encima de cualquier otra circunstancia, para limpiar el país de politiqueros, electoreros, corruptos, estafadores, despilfarradores, explotadores y otras gentes de mal vivir, que pisan con descaro en la sociedad llevando la insignia de la impunidad en la solapa, la sartén por el mango y el desdén en la mirada.

Pero el entusiasmo mantenido en que la redención viniera de los jueces está comenzando a diluirse como un azucarillo en el océano y espero poco de los libertadores judiciales, porque determinadas actuaciones de jueces y fiscales, no me permiten albergar mucha esperanza en la salvación de los valores humanos, sociales y democráticos que demanda la actual quiebra política, laboral y económica que padecemos.

Comienzo, pues, a poner mis desesperadas esperanzas en la rebeldía de una juventud noble y desinteresada, pensando que la valentía y honradez de los jóvenes es el único detergente capaz de limpiar la suciedad de corrupción, poniendo a cada uno en el sitio que le corresponde y salvando los valores realmente salvadores.

Solo alcanzamos a ver en los medios de comunicación la basura que sobresale de las alfombras, como punta de iceberg enmohecido con la podredumbre que anida en las instituciones, entidades financieras, religiones y otras organizaciones sociales amparadas por siglas que no se corresponden con la conducta que predican en sus códigos.

Nuestro rescate, amigos, no llegara del Banco Central Europeo, ni del F.M.I., ni de la justicia, sino de los jóvenes que nada tienen que perder porque les han robado el futuro aviesos corazones enfermos de codicia, ante la pasividad de los escaños, las togas, capelos y sindicatos, que han permitido el derrame sobre ellos de la undécima plaga bíblica, de la que se librarán con la misma fuerza que lo han hecho otras veces en la historia.

POLÍTICOS PROFESIONALES

POLÍTICOS PROFESIONALES

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Mientras el grueso de ciudadanos hacen su carrera profesional con sacrificio, ganándose el futuro trabajando duramente, otros se matriculan en las escuelas de alevines que los partidos políticos amamantan para nutrir sus filas, exigiéndoles simplemente lealtad a la organización, servidumbre al líder y paciencia en la espera a que el jefe los señale con su poderoso dedo, para sentarse veinte años en la poltrona.

El joven aspirante a un puesto de trabajo debe ganarse la vida opositando a plazas del Estado en dura competencia con el vecino o merecer un puesto en el mercado laboral demostrando competencia, abnegación y sacrificio. En cambio, al militante político juvenil le basta con genuflexionarse ante los patrones, rezar padresuyos al jefe, dar cabezadas doctrinales, repetir consignas y hacer diariamente sesiones de besaculos.

La modorra, gandulería, mentiras, verborrea, sueldos y privilegios de la casta política está llegando a una bajeza moral rayana en el pecado original, con descarados insultos a la inteligencia ciudadana y perversiones políticas ofensivas para la democracia, por obra y gracia de la abyección a que han llegado los partidos políticos, entregados a profesionales del oficio electorero que han hecho oficio de la política, presentándose ante los electores con hiriente desvergüenza.

         Mientras esta taifa de vividores ejercen la carrera política paseando su grotesca vanidad por las tribunas, los ciudadanos honrados se abstienen de participar en el juego electoral, sin percatarse que su implicación en el gobierno es el único medio de acabar con los polítiqueros, electoreros, partideros y tramperos, que se ofrecen a ellos en las elecciones para gobernarlos y administrar sus bienes, cuando en realidad sólo les interesa administrar los propios, aprovechando la extrema depresión de espíritu y escasa conciencia pública común que reina en el país.

DESDE GALLAECIA

DESDE GALLAECIA

Vine a Galicia sabiendo que el pueblo español dormía en la indiferencia, los obreros sufrían pisotones, los estudiantes recibían porrazos y los parados lloraban lágrimas de impotencia, mientras los empresarios sonreían en sus despachos, los banqueros esquilmaban las cajas de las Cajas, la justicia corría velos muy tupidos y los electoreros seguían a lo suyo, que nada tenía que ver con lo nuestro.

En esta tierra que ahora habito las cosas no son diferentes, pero el reparto urbano de quehaceres, sueños, celos, aguas, plegarias y placeres permite decir que Vigo trabaja, Lugo duerme, Pontevedra envidia, Orense puentea, Santiago reza y Coruña se divierte.

El cansancio de Dios al concluir la creación del mundo hizo posible el milagro de las rías gallegas sin tenerlo previsto, al apoyar su mano abierta sobre la tierra recién creada, abriendo en ella con sus dedos surcos por donde el agua penetra tierra adentro. Luego sacudió el creador su mano embarrada para librarse del fango, haciendo involuntariamente posible el prodigio de las islas Cíes, Oms, Sálvora, Cortegada, Arosa, Sisargas y Malveiras.

Pero quienes han agitado mi conciencia amodorrada por la rutina, removido el espíritu adormecido por la lluvia y excitado el ánimo aletargado, han sido siete pescadores a los que he visto inmóviles tirar juntos con fuerza de unas redes pletóricas de escamas. Ejemplo de esfuerzo común para conquistar la vida. Solidario empeño que hace posible la supervivencia.

Testimonio vivo de que juntos podemos pescar y meter en una red a depredadores, politiqueros, defraudadores, usureros, eclesiasteros y otras especies afines, para arrojarlos al mar por no dar la medida ética y solidaria que la convivencia social exige a quienes gobiernan el futuro de sus vecinos.

POLÍTICO VS. POLITIQUERO

POLÍTICO VS. POLITIQUERO

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Una de las peticiones más coreadas por los “indignados” estos días y compartidas por la gran mayoría de ciudadanos, es la sustitución de todos los políticos por ciudadanos honrados, generosos, capacitados y apartidistas que nos gobiernen, es decir, sustituirlos por Políticos, así, con mayúsculas.

Los electoreros y la ausencia de políticos ha llevado a muchos ciudadanos a la perversión conceptual de confundir Políticos con politiqueros, sin darse cuenta que nada tienen que ver unos con otros.

Los Políticos son tan necesarios para la convivencia social, la gestión pública y la administración económica de los bienes comunes, que la ausencia de esta especie extinguida es la causa fundamental de crisis que padecemos.

En la sociedad se ha producido una mutación genética social por la cual una especie necesaria para el bienestar y el progreso colectivo ha mutado a una casta aborrecible de incompetentes individuos sin escrúpulos, capaces de quitarle un caramelo al primer huérfano que pase a su lado.

El cambio ha sido transformar el Político en politiquero y las elecciones en electorería, sin que el diccionario haya incluido los nuevos términos en sus páginas para aclarar las ideas al personal, por lo que nos toca hacerlo a quienes confiamos plenamente en los Políticos y así queremos explicarlo porque el político extinguido nada tiene que ver con el politiquero dominante.

El Político se sacrifica por el pueblo, el politiquero sacrifica al pueblo.

El Políticos sirve al pueblo, el politiquero se sirve del pueblo.

El Político persigue el bien común, el politiquero su propio beneficio.

El Político vive de su trabajo, el politiquero del trabajo de los demás.

El Político ostenta competencia, el polítiquero exhibe su carnet del partido.

El Político es honrado, el politiquero vive de la corrupción.

El político es veraz y sincero, el politiquero vive de la mentira.

Seguid vosotros, amigos….

AVISO A ELECTOREROS

AVISO A ELECTOREROS

El descontento de muchos ciudadanos libres e independientes que se acercaron a las urnas en las pasadas elecciones para votar cualquiera de los partidos electoreros, dirigido por electoreros, con espíritu electorero, compromiso electorero, incumplimiento electorero y engaño electorero, obliga a pensar que algo debe ir por derroteros indeseables en la vida política para que la decepción popular vaya en aumento.

Este es el riesgo de la ingenuidad electoral que hace beatos a pecadores y los sube a los altares. Una vez ocupada la peana sólo tienen cabida las reverencias de los fieles y las genuflexiones de los devotos. Los santos otorgan sus favores a quienes se les antoja, teniendo en cuenta el fervor demostrado por los suplicantes en sus oraciones, los regalos que éstos ponen sobre el altar del ofertorio y las promesas de lealtad hechas por los favores recibidos.

Pero nada de esto satisface a los arrepentidos que dieron su voto a uno de los partidos electoreros, sino todo lo contrario. La irritación va en aumento con cada sonrisa de los defraudadores, cada aplauso de los empresarios, cada respiro de banqueros y cada mirada al espejo de la oposición ensimismada en ella misma.

Tales hechos irritan sobremanera a los decepcionados como vemos cada día, donde la frustración a sobrepujado la esperanza, obligándoles a militar en el partido mayoritario de Independientes Defraudados, ganador indiscutible en las urnas si hoy tuvieran lugar unas elecciones, por voluntad propia de sus afiliados.

Los electoreros olvidan que el pensamiento libre y el sentido común de los ciudadanos no sigue el principio físico de la ley de inercia porque la lógica colectiva delata los sofismas y la ética ciudadana rechaza la mentira por muy serio, ceremonial, solemne y teatral que se ponga delante de la cámara el pinocho de turno.

No han valorado los electoreros que 10.361.756 de ciudadanos anularan su voto, votaran en blanco o, simplemente, no votaran, en las últimas elecciones. Ellos formaron un grupo que bien coordinado representaba hace unos meses la segunda “fuerza política” del país, a tan sólo 468.937 votos del ganador y con 3.387.876 de sufragios por encima del partido socialista. Pero que hoy ganaría por absoluta mayoría unas elecciones.

ELECTOREROS ( I )

ELECTOREROS ( I )

En los procesos electorales hay dos tipologías muy definidas de aspirantes a sillones  parlamentarios: los políticos, que representan una especie en extinción; y los electoreros, que ocupan en las listas casi todas las plazas disponibles. Esta diferenciación nos permite separar el grano de la caja. Sí, de la caja, no paja, porque los electoreros buscan la caja y no la paja.  Por eso, quiero alertar a los votantes sobre esta fauna mayoritaria que amenaza con invadirnos aún más de lo viene haciéndolo.

Una cosa son los Políticos, así, con mayúscula; y otra muy diferente los electoreros, así, con minúscula. Contándose los primeros con los dedos de una mano, porque no abundan los ciudadanos honrados, dispuestos a gestionar con vocación de servicio público el interés común de los vecinos que representan.

Los Políticos son un bien necesario; y los electoreros una peligrosa epidemia, sin vacuna posible, que amenaza con arrasar los valores éticos fundamentales. Y en esto la Política – también con mayúscula – no tiene culpa de que algunos desaprensivos la ensucien y manipulen de la forma que lo hacen, en su propio beneficio. Esos no son políticos, son electoreros. Personajes que estos días proliferan como las setas en otoño electoral.

Manejan los electoreros como nadie el lenguaje de la confusión, mezclando embustes con afirmaciones solemnes; falsas promesas con declaraciones de principios; y contradicciones perdidas entre frases sin sentido. Son personas que viven de la política y no para la Política, es decir para mejorar la calidad de vida de los ciudadanos y ayudarles a vivir en paz con la prosperidad que merecen.

Entre ellos hay sensibles diferencias. Mirad. El Político se sacrifica por la comunidad que representa; el electorero sacrifica los votantes a su voluntad. El Político tiende puentes; el politiquero abre socavones. Uno habla; el otro grita. Uno sonríe; el otro frunce el ceño. Uno propone, el otro ordena. Uno tiende la mano, el otro picotea el aire con el dedo. El Político es sincero y convincente; el electorero es mentiroso y confuso. El primero puede vivir de su trabajo; el segundo vive de la política. Uno es “intocable”; al otro se le puede sobornar con un plato de lentejas. Uno camina erguido; el otro se arrastra a los pies del amo. El Político es tolerante; el politiquero, dogmático.

En ellos se enfrenta el interés común y el bien propio; el diálogo y la confrontación; la sugerencia y el mandato; la autoridad y el autoritarismo; la paz y la guerra; la izquierda y la derecha; la derecha y la izquierda. Porque en esto falla la teoría relativista y la geometría espacial, pues tanto monta como monta tanto, una como otra.

¡Ah!, y tenemos abundancia de electoreros de todos los colores, escondidos en los rincones de cada partido político.