ELECTOREROS ( I )

ELECTOREROS ( I )

En los procesos electorales hay dos tipologías muy definidas de aspirantes a sillones  parlamentarios: los políticos, que representan una especie en extinción; y los electoreros, que ocupan en las listas casi todas las plazas disponibles. Esta diferenciación nos permite separar el grano de la caja. Sí, de la caja, no paja, porque los electoreros buscan la caja y no la paja.  Por eso, quiero alertar a los votantes sobre esta fauna mayoritaria que amenaza con invadirnos aún más de lo viene haciéndolo.

Una cosa son los Políticos, así, con mayúscula; y otra muy diferente los electoreros, así, con minúscula. Contándose los primeros con los dedos de una mano, porque no abundan los ciudadanos honrados, dispuestos a gestionar con vocación de servicio público el interés común de los vecinos que representan.

Los Políticos son un bien necesario; y los electoreros una peligrosa epidemia, sin vacuna posible, que amenaza con arrasar los valores éticos fundamentales. Y en esto la Política – también con mayúscula – no tiene culpa de que algunos desaprensivos la ensucien y manipulen de la forma que lo hacen, en su propio beneficio. Esos no son políticos, son electoreros. Personajes que estos días proliferan como las setas en otoño electoral.

Manejan los electoreros como nadie el lenguaje de la confusión, mezclando embustes con afirmaciones solemnes; falsas promesas con declaraciones de principios; y contradicciones perdidas entre frases sin sentido. Son personas que viven de la política y no para la Política, es decir para mejorar la calidad de vida de los ciudadanos y ayudarles a vivir en paz con la prosperidad que merecen.

Entre ellos hay sensibles diferencias. Mirad. El Político se sacrifica por la comunidad que representa; el electorero sacrifica los votantes a su voluntad. El Político tiende puentes; el politiquero abre socavones. Uno habla; el otro grita. Uno sonríe; el otro frunce el ceño. Uno propone, el otro ordena. Uno tiende la mano, el otro picotea el aire con el dedo. El Político es sincero y convincente; el electorero es mentiroso y confuso. El primero puede vivir de su trabajo; el segundo vive de la política. Uno es “intocable”; al otro se le puede sobornar con un plato de lentejas. Uno camina erguido; el otro se arrastra a los pies del amo. El Político es tolerante; el politiquero, dogmático.

En ellos se enfrenta el interés común y el bien propio; el diálogo y la confrontación; la sugerencia y el mandato; la autoridad y el autoritarismo; la paz y la guerra; la izquierda y la derecha; la derecha y la izquierda. Porque en esto falla la teoría relativista y la geometría espacial, pues tanto monta como monta tanto, una como otra.

¡Ah!, y tenemos abundancia de electoreros de todos los colores, escondidos en los rincones de cada partido político.

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