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¿UNIVERSITARIOS? SÍ, POR FAVOR

¿UNIVERSITARIOS? SÍ, POR FAVOR

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La convocatoria oficial del institucionalizado macrobotellón que colapsará la ciudad el próximo jueves día 10 con cincuenta mil jóvenes nativos y foráneos dispuestos a todo, es buen momento para reflexionar sobre la escasa aportación cultural que hacen a nuestra ciudad los treinta mil estudiantes universitarios que tenemos entre nosotros.

Su mínima participación en conferencias, exposiciones, recitales poéticos, sesiones teatrales, presentaciones de libros y otras actividades culturales que se desarrollan en la ciudad, contrasta con su masiva implicación en fiestas y saraos discotequeros, sin que esto signifique crítica al charangueo propio de espíritus juveniles, pero sí cierta decepción por el desinterés hacia la cultura de muchos jóvenes que se encuentran en el máximo nivel de su formación intelectual.

Ser estudiante universitario implica algo más que la ingestión de conocimientos académicos para regurgitarlos en exámenes y alcanzar un título que dé trabajo, aunque esto no siempre se consiga. Ser estudiante universitario exige un compromiso con la cultura, propio de quienes tendrán la responsabilidad de dirigir la sociedad futura. Por eso, aspiramos a que los treinta mil universitarios que conviven con nosotros actúen de catalizadores culturales extramuros de la Universidad, más allá de las aulas escolásticas.

Sorprende la falta de compromiso de muchos estudiantes universitarios – no todos, porque siempre hay excepciones dispuestas a negar la regla –  por su formación integral fuera del recinto universitario, entregados al bullicio, fornicio, droguicio y alcoholicio, como evidenciarán en la Plaza Mayor miles de ellos el día 10 con un vaso en la mano y lo que corresponda en el bolsillo.

Es de dominio público entre nativos y foráneos que la Universidad es la gran “industria” salmantina, los estudiantes máximos consumidores de festejos y el gremio de la hostialería recaudador del patrimonio que los jóvenes dejan en discotecas y tabernas repartidas por todos los rincones y esquinas de la pequeña Roma.

El problema de muchos jóvenes universitarios no es el inevitable bullicio, necesario fornicio y sobrado alcoholicio que practican, porque tales ritos iniciáticos son propios de la condición humana. El problema es que muchos no sientan la necesidad intelectual de hacerle un espacio a la cultura entre el grito, el trago y el polvete.

COMPROMISO ROSADO

COMPROMISO ROSADO

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Lazo

Los medios de comunicación anuncian que se ha batido el récord de participación en la última marcha contra el cáncer de mama que ha tenido lugar hace unos días, en la que han corrido miles de hombres y mujeres de toda condición y procedencia, con una aparente finalidad común, compartida con diferentes criterios por los corredores.

No es arriesgado suponer que entre los participantes en la carrera haya habido ciudadanos y ciudadanas que han guardado silencio ante los recortes sanitarios, han aceptado resignadamente las consecuencias de unas actuaciones falsamente pregonadas como inevitables, y no hayan caminado por las calles en las marchas blancas que luchaban para evitar los tijeretazos.

Lucir un lazo rosa en el pecho como símbolo de la lucha contra el cáncer de mama cuando no se ha combatido en las trincheras sociales contra la reducción de chequeos médicos, controles mamarios, operaciones quirúrgicas y tratamientos clínicos, es una contradicción más de las muchas que planean sobre la piel de toro, simulando un ficticio compromiso rosado con esa enfermedad innombrable contradicho por la realidad de los hechos.

Aceptar en silencio la reducción de personal sanitario. Consentir resignadamente los recortes presupuestarios en sanidad. Mirar para otro lado mientras se incrementaban las listas de espera quirúrgica. Ver con indiferencia las aglomeraciones de pacientes en los pasillos. Y no luchar para mejorar la calidad de la sanidad escondiéndose tras los visillos domésticos, son actitudes incompatibles con llevar un lazo rosa en la pechera, condenadas por Nancy Brinker y la Fundación Susan G. Komen.

ENCUENTRO

ENCUENTRO

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Fue ayer un día de feliz encuentro con antiguas amigas desconocidas que dejaron su juventud junto a un colpicio vecino al que se llevó la mía. Fue una tarde de amistad sin la desconfianza en lo ignorado. Fue una escaramuza fraternal, nutrida de historias participadas en la distancia. Fueron dulces minutos compartidos sin la premura de la prisa, ni la agitación del compromiso.

Sin previo aviso de solidaridad, fuimos hermanando recuerdos hasta llegar a la firme promesa de permanencia y compromiso de posteriores encuentros que no tardarán en llegar, porque cuando la desgracia llama a las puertas adolescentes, los corazones no necesitan más pretextos para compartir la vida feliz que llegó tras el infortunio.

No hay diván psiquiátrico, ni gabinete psicológico, ni santero, ni pitonisa, ni confesonario, que igualarse pueda en aliviar pesares, limpiar conciencias y ahuyentar malos pensamientos, como las manos amigas que no piden certificados de buena conducta, ni acreditaciones de honestidad, ni pedigríes ideológicos, para ofrecer felices sonrisas, reconfortantes palabras, placenteras miradas y sinceros abrazos.

Amistad robustecida en fraternal encuentro, donde sólo tuvo cabida el afecto y la nostalgia de un tiempo pasado en colpicios, superado con la voluntad de sobrevivir a ellos extramuros de las tapias, pero conservando de intramuros la hermandad sencilla de unos corazones ebrios de compañerismo, estancados por voluntad propia en solidaridad compartida, ajena a toda competencia y subordinación.

Fueron tiempos orfandad, lágrimas nocturnas entre sábanas negras y soledad participada en hermandad solidaria. Tiempos de mutilaciones familiares y roturas del almas infantiles, que el tiempo, la voluntad de sobrevivir y la fe en la resurrección, han tornado en amorosa convivencia familiar, sólido velo de olvido, traducido en la dichosa vida otorgada a los hijos, ignorantes del origen de su felicidad.

ROBINSONES

ROBINSONES

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Una singular paradoja de la existencia humana consiste en sentir una inmensa soledad en medio de la multitud, acrecentándose el aislamiento personal cuanto mayor el es número de gente desconocida que nos rodea, creándose un clima de inseguridad que provoca nuestra huida hacia otra soledad menos bulliciosa, pero más amparadora y protectora.

Son esas islas escondidas en rincones ignorados de nuestras vidas, donde nos sentimos felices robinsones como Crusoe, llevando con nosotros todo el mundo interior que nos enriquece, llena el espacio y puebla la isla que habitamos, aunque se muestre desierta al observador exterior, sin necesidad de ir como Diógenes con un candil en la mano buscando amigos.

Cada uno tenemos nuestro pequeño islote donde robinsoneamos con nosotros mismos vivencias y sentires, sueños imposibles y quimeras inalcanzables que nos permiten caminar por la vida junto a los vecinos que comparten sentimientos comunes a los nuestros.

En esa isleta tomamos las decisiones que orientan nuestra vida hacia el encuentro con desconocidas almas gemelas que pasan a nuestro lado sin mostrarnos el rostro, ni tendernos la mano, conformándonos algunas veces con amistades virtuales que nos abren su vida en el “libro de caras”, sin pedirnos prestada la camisa, con una sonrisa en la boca y el corazón en la mano.

El más ingenuo de los robinsones sabe que extramuros del arrecife que protege la ínsula donde él habita, hay más sanchos que quijotes, pero también conoce los secretos de la victoria sobre la codicia y no siempre está dispuesto a devolver risa por llanto, porque la solidaridad le conduce irremediablemente al compromiso.

COMPROMISO DE CONCIENCIA

COMPROMISO DE CONCIENCIA

La noción de conciencia es múltiple, variable y escurridiza, pero ha de ser consecuente con el modo de pensar de cada cual. Por eso remuerde a quien la traiciona, provocándole el desasosiego que siempre acompaña a la decepción personal.

Pero de ahí no pasa el daño, porque el perjuicio que reporta al traidor su remordimiento, se ve compensado con el beneficio que recibe.

Tal es el caso de los militantes de partidos políticos que votan decisiones de las cúpulas dirigentes, en contra de su conciencia.

O el de los militares, obligados a matar a hipotéticos “enemigos”, cumpliendo órdenes de quienes nunca han empuñado un arma contra otro ser humano.

O los policías que reprimen indiscriminadamente con desmedida violencia a porrazo limpio y certero bolazo, manifestaciones de ciudadanos que piden trabajo, pan y justicia.

O el verdugo que ajusticia a un reo, sin conocerlo siquiera, cumpliendo una sentencia o sometiendo su voluntad a una orden externa.

Son objeciones de conciencia conculcadas sin justificación alguna, por mucho que los autores apelen a la obediencia debida, porque ante la muerte y la opresión no hay justificación que tranquilice las conciencias honradas, solidarias y humanitarias, que pagan con el insomnio eterno su claudicación.

COMPROMISO DE AMOR

COMPROMISO DE AMOR

Versodiario 2:

En ti,                                                                                                                                                    para ti,                                                                                                                                                    por ti,                                                                                                                                                      cerca de ti                                                                                                                                              estaré yo                                                                                                                                                siempre,                                                                                                                                                contigo

COMPROMISO DE AMOR

Con nombres ficticios en los personajes, dejadme que aplace para mañana la entrada que había escrito hoy sobre la renuncia de Zapatero, porque prefiero dejaros esta hermosa historia real en la pantalla del ordenador.

Mónica y Ángel viajaban en su coche hacia Salamanca cuando a la altura de Ávila la parca apuñaló con su guadaña una de las ruedas, y las sucesivas vueltas del vehículo enredaron la pareja en un amasijo de hierros, permitiendo con dificultad y doloroso esfuerzo que Mónica mantuviera la entereza para llamar a su padre Antonio y decirle: “Papá, he tenido un accidente y no siento las piernas”.

Tras ser operada sin éxito en Salamanca, quedó en silla de ruedas para el resto de los días, y su padre envuelto en un halo de tristeza del que no se ha recuperado aún, dolorido por la inmovilidad de su única hija.

Habló Antonio con Ángel con intención de liberarle de los lazos que pudieron encadenarle a la desgracia Mónica, replicándole Ángel que su compromiso de amor era eterno, más fortalecido entonces por la desventura compartida.

Unieron sus vidas en matrimonio, tuvieron dos hijas y viven felices en una casa de planta baja, adaptada a las necesidades de Mónica.

Escribo esta página de mi diario con los ojos humedecidos por la emoción de saber que más allá de cualquier contingencia, siempre estará el amor para salvarnos.