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ESO, INSTINTO BÁSICO

ESO, INSTINTO BÁSICO

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Poco esfuerzo mental se necesita para comprender que los instintos son pautas de comportamiento que, en los animales, contribuyen a la conservación de la vida del individuo, aunque este juego de palabras que los académicos se han sacado de la manga no aclare a qué se refieren los sabios que han llegado a tal definición sobre aquello que determina el comportamiento humano.

Sobrevivir y reproducirse, es decir, comer y copular, son las dos funciones instintivas básicas que realiza el ser humano siempre que puede, porque en ellas se fundamenta la perduración personal y de la especie, produciendo ambas acciones indescriptible placer a las personas que las practican.

El irracional, antihumano, contranatural y conculcado voto de castidad impuesto a religiosos, religiosas y laicos votivos es, además, contrario al mandato divino de “creced y multiplicaos” y al deseo de Jesús que eligió al casado San Pedro como apóstol cabecera (Mc. 1, 29-31), demostrando la experiencia que puede más el instinto de reproducción en muchos clérigos y monjas, que las normas religiosas y los mandatos eclesiásticos.

El gozoso afán de los humanos por practicar el sexo, pocas veces se ejerce con intención de reproducir la especie, sino de obtener el gratificante goce carnal que produce, al que los seres racionales nos entregamos con oficio y gusto en todo tiempo, para diferenciarnos de los irracionales que solo practican el coito en época de celo.

A MI COLEGA MARINA

A MI COLEGA MARINA

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Tengo para mí, que al colega José Antonio Marina, filósofo titulado universitario y pedagogo por nombramiento propio, se le ha ido la pinza a fuerza de filosofar sobre la educación, porque no caben mayores desatinos en tan corto espacio de tiempo, como los disparates verbales que este profesor de Secundaria ha lanzado contra sus colegas, tras perder el buen sentido que tuvo en otros tiempos cuando apostaba por una «movilización educativa», que implicara a toda la sociedad en mejorar la educación.

Al comenzar su discurso sobre el modelo de evaluación del profesorado defendido por él, pensé equivocadamente que se trataba de una calentura ocasional y pasajera. Pero luego, este jubilado profesor de Secundaria ha seguido martilleando con lo mismo, mereciendo ya unas palabras al respecto por parte de quien ha dedicado muchos años a la evaluación educativa con cuatro libros en su haber sobre el tema, varios artículos, un proyecto de cinco volúmenes dedicados a la Autoevaluación Institucional y su tesis en Didáctica.

La vieja idea de someter a evaluación la práctica docente es tan buena, como lo sería la de evaluar a los jueces, médicos, funcionarios, políticos, clérigos y cualquier gremio profesional que considerarse pueda. El problema es que Marina se desliza por un tobogán provocador, imprudente y desacertado, al que respondemos con esfuerzo en cinco puntos, porque la respuesta a su proyecto merecería un replicario interminable.

  1. En nuestro país, que es el suyo, estamos lejos de contar con gabinetes profesionalizados en evaluación educativa, lo que significa poner el enjuiciamiento sobre los profesores en manos de aficionados y oportunistas, con el daño que esto ocasionaría a los evaluados, al propio sistema y a la sociedad.
  2. Oírle decir al señor Marina que los buenos profesores no pueden cobrar igual que los malos, significa que este filósofo tiene claro quienes son unos y otros, algo difícil de adivinar dadas las características de los procesos educativos, la falta de una carrera docente, la desigualdad de recursos, la diversidad de centros y la heterogeneidad de alumnos.
  3. Detrás del proyecto de Marina se esconde el paradigma cuantitativo de la evaluación, sancionador y excluyente, tan alejado del modelo cualitativo y formativo que debe tener la evaluación educativa, integradora, criterial, contextualizada, negociada, científica, ética y participativa.
  4. El management, la valoración, el examen sancionador o la auditoria no son aplicables en la evaluación educativa de la práctica docente, inspirada en la detección de las deficiencias para superarlas, corregirlas y mejorarlas, pero nunca para sancionar ni excluir al docente que incumple su oficio, porque bastante tiene con intentar aprenderlo mediante ensayo y error, por falta de formación inicial.
  5. Referente a la propuesta cicatera, dislocada, insolente y obscena del señor Marina, pidiendo que los «buenos» profesores denuncien a los «malos» y fomenten la exclusión de estos del sistema, proponemos que esto se extienda al resto de profesiones, viéndonos obligados a pedir su eliminación, por incompetencia, como responsable de elaborar el Libro Blanco de la Función Docente que le ha encargado el abogado, IX barón de Claret, reconocido especialista mundial en temas educativos.

Aprovechando la amistad y confianza que el ministro tiene con este profesor de Filosofía, le recomendamos que dedique sus esfuerzos a conseguir que la asignatura de Filosofía recupere su puesto en el currículo escolar, porque necesitamos mentes jóvenes bien estructuradas.

PROPUESTA ARZOBISPAL

PROPUESTA ARZOBISPAL

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Mirando para Grecia, retomamos hoy la propuesta hecha por el utielano arzobispo de Valencia, don Antonio Cañizares, de vender bienes de la Iglesia y destinar presupuesto diocesano para ayudar a los pobres, pidiendo a los feligreses que entreguen diezmos para los desfavorecidos con el fin de fortalecer la caridad de clérigos y seglares, en el ámbito eclesiástico, rogándoles al mismo tiempo implicación para superar el paro, promoviendo iniciativas que generen empleo, porque los desfavorecidos son “la opción preferencial de la Iglesia”, según sus palabras.

Dicho esto, conviene advertir al monseñor que la sociedad caritativa, misericordiosa y compasiva, tiene que dar paso al Estado Laico de Bienestar, con obligación de promoverlo quienes fueron elegidos para ello, sin destruirlo con pretextos ofensivos al sentido común y argumentos lacerantes para la sensibilidad de quienes nada tienen que ver con el Estado de Corrupción, la Política Dilapidadora y el Politiqueo de Favores que domina las Instituciones públicas y las Cajas Rotas por el despilfarro.

Bien está la intención del cardenal, pero más nos gustaría verlo en la trinchera social detrás de las pancartas, defendiendo la vida de los enfermos sentenciados a muerte, con la misma fuerza que luchó la jerarquía eclesiástica en las calles contra el aborto y en defensa de la vida fetal, porque si merece condena acabar con la vida de un ser que está por nacer, igual o mayor condena merece la muerte del padre o madre de ese hijo que se espera, por carecer de cuidados, comida que lo sustente, médicos que lo atiendan y fármacos que los curen.

Es buena la propuesta del cardenal pidiendo a su grey que ofrezcan o compartan pisos con madres solteras, con embarazadas que no quieran abortar o con mujeres que sufran malos tratos, pero mejor sería denunciar, condenar y luchar contra los salvajes desahucios especulativos que ponen a esas mujeres en la calle, sin compasión alguna.

Finalmente, más que pedir a los feligreses entregar diezmos personales para los pobres, convendría que Cañizares impusiera duras penitencias, excomulgara y negara bendiciones a los políticos corruptos, mentirosos y pluriasalariados que gozan de poder y privilegios, inalcanzables para el resto de los mortales, aunque no sea condecorado con la medalla de oro de la Comunidad valenciana, como lo ha sido Rouco en la de Madrid.

A VUELTAS CON CAPELOS Y MITRAS

A VUELTAS CON CAPELOS Y MITRAS

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Del sumo pontífice para abajo, todo depende del papa, cuya palabra es infalible cuando habla fuera de la cátedra, su voluntad se hace mandato para los creyentes y su dedo señala los beneficiados con capelos y mitras, que posteriormente distribuyen con su báculo canonjías y parroquias entre los pastores del Señor que apacientan la grey católica.

No es ya que las mujeres tengan vetada la administración de Sacramentos reservada a los hombres, sino que tal privilegio solo alcanza a los ungidos para ello que se mantienen formalmente célibes, aunque haya muchos clérigos secularizados y seglares dispuestos a cumplir tareas sacramentales con probada vocación, que no pueden hacerlo por compartir hogar con mujer e hijos.

Cuento con grandes amigos curas, frailes, obispos y seglares comprometidos con la línea ético-profética del evangelio que un día compartí con Llanos, Díez Alegría, Boff, Cardenal, Sobrino, Casaldáliga, Ellacuría, Cámara, Forcano, sor Raquel y mi querido Juan Jesús, que no se sienten representados por los representantes impuestos desde el Vaticano, porque están más cerca de la redención de los desvalidos, la liberación de oprimidos y la lucha por la justicia, que de oficiar ceremoniales Te Deums en los Jerónimos o la Almudena.

En la Iglesia, los diferentes niveles jerárquicos solo representan a la autoridad superior que los nombra a dedo y en secreto, sin que los feligreses participen en la elección de los ministros de Dios en la tierra, manteniéndose vigentes las palabras del cardenal Tarancón referidas a que todas las autoridades religiosas tenían tortícolis de tanto mirar a Roma, como repetidores de señales vaticanas, en vez de ser representantes católicos elegidos por el pueblo de Dios.

ESTIGMA HOMOSEXUAL

ESTIGMA HOMOSEXUAL

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En vísperas del Día Internacional del Orgullo Gay, cuando los homosexuales tomarán mañana orgullosos y festivos las calles para solicitar más tolerancia con su preferencia sexual y la igualdad de trato, nos llegan las imágenes de un apaleamiento a dos homosexuales, como indeseable advertencia de lo que no puede suceder.

Tan deplorable espectáculo nos obliga a recordar que la vida sigue siendo difícil para ellos, aunque no tanto como lo fue hasta los disturbios de Stonewall en 1969 que marcaron el inicio del movimiento de liberación homosexual, aunque setenta países mantengan la persecución hacia ellos.

Hoy día, las leyes han superado la aversión del sector homofóbico de la población, legalizando una situación rechazada por muchos ciudadanos que presentan claros síntomas despreciativos hacia quienes comparten vida, sentimientos y aficiones con personas del mismo sexo.

Los vecinos reticentes a la homosexualidad deben saltar por encima de los siglos y ubicarse en el presente XXI donde vivimos, dejando atrás el reinado de Satanás en las playas caribeñas medievales, cuando practicaban libremente el amor en sus costas las personas del mismo sexo.

Es hora de quemar la orden de 1.446 promulgada por el rey Alfonso que enviaba homosexuales a la hoguera: “Mandamos y disponemos por ley general, que todo hombre que tal pecado cometiere, de cualquier guisa que fuere, sea quemado y reducido a polvo por el fuego, por tal que nunca de su cuerpo ni de su sepultura, pueda ser oída memoria”.

Directrices que siguieron nuestros católicos reyes, ordenando quemar vivos a los homosexuales en hogueras aromatizadas con el desprecio hacia los pecadores de sodomía, hasta ese momento apedreados en la plaza pública y colgados en la horca entre bendiciones de clérigos y aplausos de la feligresía.

La técnica de exterminio fue mejorada en 1513 por el capitán jerezano de los caballeros, Vasco Núñez de Balboa, tras ser el primero en asomarse al Océano Pacífico desde su costa oriental. Este marinero de aguas homofóbicas decidió alimentar los perros con carne de quienes practicaban el “abominable pecado contra natura”, y comenzó por echar a su perro Leoncico un homosexual desnudo para que mostrara a los demás canes el arte del descuartizamiento a dentellada limpia.

 

MALTRATO DE PALABRAS

MALTRATO DE PALABRAS

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Nacen las palabras cuando la boca pronuncia sonidos inteligibles o las manos garabatean caprichosas formas legibles sobre el papel en blanco, semejantes a brotes libres con vida propia o formando parte de una frase unificada con claro significado, intencionado propósito y pretendida fortuna.

La ingenuidad de las palabras, facilita que los falsarios se oculten en su sombra, los escribidores las disloquen, los tertulianos las malgasten, los explotadores amenacen, los publicistas engañen, los políticos se escondan tras ellas, los represores maltraten, mientan los periocistas y los demagogos las confundan con sinónimos.

Al carecer de precio, nadie paga por maltratar las palabras, alterar su significado, invertir el orden de las letras que las forman, mutilarlas para limitar su fuerza, vestirlas de retórica para esconder la desnudez de su verdad, encriptarlas para ocultar su mensaje o comerciar con ellas en parlamentos.

Los usurpadores de palabras disparan con ellas al pecho de los ingenuos perforándoles el corazón con falsas promesas. Los amantes ocasionales perjuran con ellas fidelidades. Los pecadores fingen propósitos de enmienda. Los clérigos bendicen la pobreza. Y el gran incautador justifica la expoliación.

Hay un gran comercio de palabras. Se venden, se prestan, se cambian y hasta se dan, con honor, palabras. Palabras para la pena, para las urnas, para la muerte y para la vida. Palabras altas y bajas; duras y tiernas; agrias y dulces; gruesas y finas. Palabras en manos de palabreros que embaucan, hipnotizan, deslumbran, hieren y ciegan.

Son las palabras meretrices en gargantas de proxenetas del lenguaje y alcahuetes del diccionario, que abusan de ellas y las patean, las maltratan impunemente en público, las humillan en los platós televisivos, las pervierten en los periódicos y las deforman en las tribunas, convirtiéndolas en sonidos guturales carentes de significado.

INFIERNOS INTERIORES

INFIERNOS INTERIORES

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Dice San Lucas en su evangelio que el reino de Dios está entre nosotros, dando oportunidad a mi querido Tolstoi a ratificar que verdaderamente el reino de Dios está en nosotros, texto recomendable en tiempos de no violencia activa. Pero ni el santo, ni el padre de Ana Karenina, que también nos habló de guerras y paces,  mencionan el infierno interior que habita en muchos seres humanos.

Infierno que abrasa los corazones de quienes buscan en las escombreras y contenedores de las ciudades restos de alimentos con que nutrir la indigencia.

Infierno que arde en los parados-okupas de padres y abuelos, y en los jóvenes que emigran buscando el futuro que le niegan los cortijeros de la patria.

Infierno que carboniza la esperanza de los topos humanos en galerías mineras y contaminados de pesticidas en plantaciones donde sudan de sol a sol.

Infierno que calcina el ánimo de los explotados por un salario de subsistencia, obligados a realizar cien trabajos desarraigados de su oficio natural.

Infierno que incinera a las personas que ponen manjares en las mesas de los amos, sin que estos les permitan recoger las migajas que caen al suelo.

Infierno que flamea en los clérigos que bendicen la miseria de los pobres, anunciándoles la bienaventuranza del reino de los cielos.

Infierno que hierve las venas de mujeres explotadas por proxenetas sin conciencia, y el abuso de niños engañados con terrones de azúcar por paidófilos sin escrúpulos.

Infierno que prende la liberación de inmigrantes en manos de mercaderes, que comercian con la indefensión de los que sudan en tierra ajena sin papeles.

Infierno que agosta las almas negras que provocan los infiernos anteriores, haciendo añicos la vocación de felicidad que todos los seres humanos tenemos.

Para todos estos incendiarios de la felicidad ajena pido el infierno interior que les lleve a sufrir tanto como ellos hacen sufrir a los demás.