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EL MONSTRUO CAPITALISTA

EL MONSTRUO CAPITALISTA

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Por trasnochado que parezca el término capitalista, la situación actual obliga a calificar de monstruoso el capitalismo especulativo que domina el mundo, arrinconando valores humanos y principios morales en el desván del olvido, como se abandonan desperdicios en los estercoleros.

En tal capitalismo, la indiferencia ocupa el espacio de la empatía; silencia el individualismo la hermandad; desplaza la usura a la generosidad; los decretos anulan la justicia social; el desinterés claudica ante la voracidad; la avaricia vence al desprendimiento; el altruismo sucumbe a la codicia; y el egoísmo nubla la solidaridad con la fuerza de un tornado que amenaza el bienestar común.

Sufrimos la voracidad de los buitres especuladores carentes de escrúpulos morales, dispuestos a rapiñar todo lo que encuentren a su paso, especulando con la miseria ajena y abusando del poder que la injusta legalidad les otorga con leyes favorecedoras que un imparable y peligroso incremento de la quiebra social.

El monstruo capitalista especulativo va por libre y circulando sin limitación alguna por las autopistas mercantiles y financieras, apeándose solo para caminar por los barrizales sociales con botas de tachuelas pisoteando lo que encuentra a su paso, sin que el poder político pueda detenerlo porque se ha constituido en Estado por encima de los Estados, para gobernar el mundo con infinito poder invisible, sin pasar por las urnas.

La crisis financiera ha vaciado las despensas de muchos ciudadanos, arruinado el pequeño comercio, expulsado del empleo a millones de trabajadores, desplomado la dignidad humana y quebrando el alma del pueblo inocente que ocupa la aldea global sufriendo las consecuencias de la tragedia, multimillonando la crisis a los multimillonarios que especulan sin escrúpulos con la pobreza de los vecinos.

PESADILLA

PESADILLA

La pesadilla de esta noche me ha traído el desconsuelo de olvidar en isla de frustración el sueño del Estado del Bienestar que había comenzado a ser realidad en España con tantos años de retraso. Sueño descuartizado a tijeretazo limpio y machetazo sucio, asestado por mano extraña, con la voracidad de buitres hambrientos.

Al despertar, descubrí que no había sido una pesadilla nocturna la causa de mi abatimiento, sino la espantosa realidad de un país que agoniza, sin que nadie acuda a practicarle la respiración asistida para librarle de una muerte segura.

Defunción provocada por mercaderes sin escrúpulos, usureros oportunistas, estafadores sin entrañas y especuladores de la pobreza. Todos ellos han dictado la sentencia de muerte, apoyados por una legión de líderes incompetentes, mediocres administradores y cobardes políticos, sometidos al mercado internacional y los intereses financieros.

Amarga decepción de lo que pudo ser y no fue. Penosa frustración de  ver como nos alejamos de la tierra prometida, mientras los dioses de barro permaneces acampados en el Sinaí de la riqueza, gozando de sueños que a todos pertenecen y disfrutando del milagro reservado a los vencedores. Los mismos que lucen toisones de oro en la solapa, muescas de abusos en la cartuchera y cuentas corrientes en paraísos alejados de la miseria que rodea a los eternos perdedores.

LA BURBUJA DE «INDIGNADOS» E INDIGNADOS

LA BURBUJA DE «INDIGNADOS» E INDIGNADOS

Politiqueros, banqueros y especuladores nunca tomaron en serio la burbuja inmobiliaria que los expertos anunciaban, porque sabían que toda la mierda derivada de su inevitable explosión nunca llegaría a salpicarles, y tenían razón.

Ahí siguen los miembros de esos tres colectivos ocupando suntuosas viviendas, brindando con Moet Chandon, navegando en yates de lujo, viajando en coches de gama alta y multiplicando sus ingresos, mientras los inocentes sufridores de sus acciones se hacinan bajo plásticos tras el desahucio, beben agua en los regatos, flotan en lodazales, viajan hacia la nada en las oficinas del paro y multiplican el dolor, la impotencia y la indignación, padeciendo injustamente las consecuencias de una crisis en la que no tuvieron arte ni parte,  que terminará por llevarlos a las barricadas.

La sordera de los parlamentarios, el abuso de los consejos de administración y la indiferencia de los estraperlistas continúan soplando la burbuja de “indignados” e indignados, sin percibir que su explosión les pondrá contra las cuerdas, impidiendo que salgan ilesos de la deflagración que se avecina, por ignorar que la paciencia tiene un límite y la resignación no es eterna.

En esta ocasión los explotadores rodarán  por el suelo al silbo de la revolución, porque es muy extensa la amargura, excesivo el agravio, demasiada la aflicción y profundas las llagas del alma. Sabed, granujas de guante blanco y buitres de la miseria, que un hispano herido tiene más peligro que un león hambriento y en estos momentos son millones los españoles indignados que están heridos y al acecho.

ESFERICIDAD DEL INSULTO

ESFERICIDAD DEL INSULTO

Dirigiéndose a un peón de albañil que habría hecho algo censurable según el criterio del constructor, éste le insultaba llamándole tonto esférico, es decir, que el pobre obrero era tonto, se le mirase por donde se le mirase, dada la homogeneidad de la esfera.

Pero lo que este católico de misa dominical utilizaba como insulto degradante a uno de sus “hermanos”, la iglesia que en su seno lo cobija declara al ofendido afortunado en su esfericidad porque los bienaventurados resucitarán en forma de esferas y entrarán rodando en la eternidad, según nos cuenta Borges que anticipó hace casi dos mil años Orígenes, en Alejandría. Vamos, que el trabajador ofendido es un resucitado que va camino de la eternidad rodando, ….por el suelo, a base de patadas , como la propinada por el patrón.

Junto a este humilde obrero, – tonto esférico según el capataz -, ruedan a su lado muchos  pobres de verdad, no de espíritu evangélico, acompañados de forzados mansos capados en su libertad por la dureza de una vida inmerecida, porque nadie es acreedor de la necesidad, mientras haya quien arroja al contenedor el sustento de una familia.

También ruedan con el tonto los que lloran su desgracia compartiendo las desgracias de quienes tienen hambre y sed porque les falta el pan, el agua y, por supuesto, la justicia. Los misericordiosos no ruedan, pero van al lado de ellos retirando las piedras del camino para evitar que se desnuquen en alguno de los giros. A los puros de corazón no se les ve por parte alguna dado que no pasan de media docena. Los pacificadores ruedan también hasta que una bala les hace pedazos el corazón y entonces ya no ruedan, sino caen como tablones sobre la arena del desierto.

Los que no ruedan con los afortunados tontos esféricos son los políticos perseguidos por la justicia que piensan poco en el cielo, porque están muy cómodos en los sillones oficiales. No ruedan, pero flotan en el aire girando sobre el patriarca, centrifugando cuanto interfiere a sus intereses y manteniéndose en órbita circular sobre la presa como hacen los buitres con la carroña.