REENCUENTRO
Unos se tumban en divanes de consultas psiquiátricas para eliminar fobias del subconsciente. Otros visitan gabinetes psicológicos para aliviar neurosis. No faltan los que pierden el tiempo buscando santeros que les ayuden a superar depresiones. Y los pecadores hacen cola en los confesonarios para limpiar su conciencia y ahuyentar malos pensamientos, aunque algunas veces sean buenos, reconfortantes y placenteros.
Yo, en cambio, cargo las pilas de la esperanza, refuerzo la energía vital y consolido la autoestima, emborrachándome de abrazos una vez al año, como hice ayer en el recinto del colpicio donde compartí la orfandad y la desgracia en mis años de mi juventud.
Amistad robustecida en fraternal encuentro, donde sólo tiene cabida el afecto y la nostalgia de un tiempo pasado que nunca fue mejor, superado por la hermandad sencilla de unos corazones ebrios de compañerismo, estancados por voluntad propia en solidaridad compartida, ajena a toda competencia y subordinación.
Allí estuvimos todos, en uno solo, sin reservas en la entrega, sin dudas en las concesiones, sin ocultar sentimientos, sin precaución en las palabras y sin desconfianza en los gestos. Simplemente emociones, fotos, recuerdos, promesas de permanencia y alguna pupila humedecida en el abrazo de despedida.
Hoy repito, mudo, los nombres, uno a uno, de los compañeros que enturbiaron sus ojos con mi pena y caminaron leguas con mi carga sobre su espalda. Hoy vienen todos a mi recuerdo con una rama de olivo en los labios anunciándome el privilegio de la amistad.
Vuelven todos recordándome las primeras experiencias furtivas, las interminables filas a la puerta de cada hora, la rebeldía balanceándose en el tablón de anuncios, cuando los “partes” no tenían otra función que anunciar el perpetuo amotinamiento de la razón contra las normas, y su derrota. Y los veo apoyados cada noche en la ventana de la esperanza luciendo un puñado de aire libre en la solapa azul.
Algún día explicaré cómo fue posible la resurrección, a pesar del empeño que ponía el recuento en saber exactamente cuántos faltaban en la lista. Pero eso será después, hoy toca bajar el calendario y comenzar a tachar los días que faltan hasta llegar a las 365 cruces necesarias para alcanzar el próximo encuentro.
5 comentarios en «REENCUENTRO»
Gracias por tus bellas palabras.
No siempre uno comparte lo que lee, es más, en mi caso que soy bastante escéptico de casi todo me resulta bastante difícil hacerlo , pero a veces me llevo la agradable sorpresa de que no sólo comparto, sino que me identifico plenamente con las palabras de quien escribe algo que le sale no sólo de la sinceridad sino de los propios sentimientos que contagian, así lo creo y de ello estoy seguro, este es mi caso. Me siento gratificado y me identifico en la totalidad de tus palabras, sencillamente porque las siento de igual forma, a mi también las horas se me hicieron minutos, el tiempo corría demasiado rápido, no pude como tu dices poder expresar a cada uno de los amigos lo que desearía, pero ya quedan, así lo espero menos de 365 días para volver al abrazo personal, en el próximo encuentro. En fin las «resacas» no son buenas pero con un baso de esperanza seguro que se nos pasa.
Gracias otra vez un abrazo, en este caso «electrónico». Tomás Suárez
A mi regreso a Palencia, busqué en el baúl de los recuerdos, . esperando encontrar tu publicación en «Itinerario…»; no podías fallar, Paco.
Gracias por tus abrazos que, espero se repitan muy pronto.
Creo que en el subcosciente, dejamos de brindar con una copa de vino, para poderlo hacer en una próxima ocasión.
Un abrazo (con el corazón)
Paco. ¿ esta fotografía es del último encuentro?. Yo no estoy. ¿ Seré invisible?.
Un abrazo.
Daniel
Emotivo artículo que sucribo integramente. Tanto mi esposa como yo lo pasamos estupendamente y ya estamos ansiosos de volver al proximo Encuentro Infanta´2012.
Otro abrazo, pero sin lloros.
P.D. Jodido Paco, deberias de haber subido la foto de familia de este año, pero a falta de……
Me da un poco de apuro entrar en algo que es tan vuestro, tan personal y tan íntimo.
Si es que se puede justificar algo mi atrevimiento, es que conozco vuestra historia de boca de unos de aquellos niños compañero vuestro. Por tanto sólo quiero felicitaros y deciros que esto es tan hermoso que a mi también me emociona.
Ojalá sigáis celebrándolo muchos años mas.
Un fuerte abrazo, otro más, el mio, por vuestra solidaridad, por vuestra amistad y fidelidad.