POLITIQUEROS
Versodiario 11:
En la selva donde estamos ¿ganan? los depredadores que se llevan a dos manos el dinero y los favores
POLITIQUEROS
Los sabios intelectuales que sientan sus nobles posaderas en los sillones de la Institución encargada de limpiar, fijar y dar esplendor a nuestra lengua, nos advierten que hombre político es persona que interviene en las cosas del gobierno y negocios del Estado.
Listos los académicos – como era de esperar – no aclaran qué son las “cosas del gobierno” ni a qué se refieren con “negocios del Estado”. En todo caso, con la buena voluntad que nos asiste sabemos de quiénes están hablando. Se refieren a hombres dignos, generosos, sacrificados y solidarios, que ponen su sabiduría, tiempo y trabajo al servicio de la comunidad que gobiernan, con desinterés y abnegación.
Grupo social – como todos sabemos – casi extinguido, del que apenas si quedan algunos ejemplares residuales en cavernas megalíticas, sótanos medievales y pozos ciegos, donde han sido desterrados por sus voraces sucesores. Plaga bíblica que nos invade y arruina con su insaciable ambición de privilegios, sus tarjetas platino, viajes en primera clase, dietas de sueldos mileuristas, salarios inimaginables, jubilación eterna y complementos adicionales de dudosa procedencia, origen en algunos casos de causas judiciales que no les impiden carcajearse impunemente en su trono democrático de la pobre mayoría silenciosa que sufre resignadamente su impotencia ante los hechos.
Esta especie se define indirectamente en el diccionario – puesto que no figura entre las miles de voces que recoge – como ¿personas? que intervienen y brujulean en política con superficialidad y ligereza, intrigando y con bajezas.
La benevolencia con que los académicos definen esta fauna bien merece una réplica, que ofrezco a quienes me visitan en el escritorio.
POLITIQUEROS
Codiciosos, caciques, trepadores, soplagaitas, tramposos, chaqueteros, lameculos, farsantes, choriceros, mentirosos, vulgares, timadores.
Ignorantes que ocupan, sin rubores, portadas de revistas y letreros simulando que son los curanderos que nos libran de penas y dolores.
Personajes extraños que tenemos ocupando despachos oficiales mientras otros tiramos de los remos,
sabiendo que son causa de los males que el resto de nacidos padecemos por sus viles conductas inmorales.