DESDE LA INCREENCIA

DESDE LA INCREENCIA

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La Iglesia católica conmemora hoy la festividad de San Francisco de Asís, y muchos amigos y amigas me felicitan en el día de mi santo que yo agradezco sentidamente, aunque no celebro la onomástica desde que monté sobre el caballo que derribó a Pablo de Tarso el día de su conversión al cristianismo, abandonando quimeras en almohadas infantiles aquella jornada.

Como le sucedió al poeta de Tábara, a mí también me han dormido con todos los cuentos y sé todos los cuentos, creyéndomelos en la edad de la inocencia sin prevenir que tales creencias me llevarían a la incredulidad que mantengo desde que la razón me despertó del sueño que mecía mi juvenil ingenuidad.

Mis oídos han escuchado fantásticas historias de ángeles, demonios, resurrecciones, cielos, infiernos, condenas, perdones, dogmas y milagros, de suerte que la tierra donde algunos se pierden es conocida por mí hasta el último de sus rincones, desde que abandoné mi ciega credulidad adolescente en misteriosos misterios que negaba mi razón.

Deshinché la graciosa fe impuesta sin demandar esa gracia, la plegué cuidadosamente, la planché con la razón, la plastifiqué al vacío y la deposité en el cofre donde duermen el sueño eterno todos los cuentos, juntos al hombre del saco que se llevaba a los niños malos, igual que el infierno absorbía los pecadores.

Comparto la austera vida del santo que me da nombre, su vocación de hermanamiento, la prodigalidad de hacer favores, el tiempo dedicado a la meditación, la disponibilidad para la ayuda, el empuje solidario y algo menos su radical pobreza. Estoy alejado del resignado dolor sufrido por las llagas. Y nada me dicen sus estigmas, su fe y la santidad que le ha sido reconocida.

Para atender al vecino que sufre, defender al débil, ayudar al necesitado, luchar por la justicia, solidarizarse con los desafortunados y ser moderadamente feliz, no se precisan premios celestiales, ni absoluciones sacramentales, ni indulgencias plenarias, ni bendiciones apostólicas, ni amenazas infernales, porque basta con mantener la fe en el ser humano, luchar por un mundo más solidario y defender la vida en todas sus formas.

Con este equipaje en bandolera he sobrellevado las mareas anímicas, superado tempestades espirituales, suprimido disfraces, soportado golpes, olvidado traiciones personales, desentrañado falsas mentiras y esquivado encantadores de serpientes, pero también he reído hasta el llanto, amado sin condiciones, disfrutado de la vida y soñado con un mundo feliz, aunque sea tan irrealizable como la credulidad abandonada.

Hoy me consuelo mirando cada día los dos cipreses que planté cuando nacieron mis hijos, en la seguridad de que al emprender el gran viaje que a todos nos espera, ellos harán un mástil con su tronco para navegar por la vida, lo que me da fuerzas para seguir amando la vida que con ellos me espera junto a los que van de camino a mi lado.

PREGUNTAS CON RESPUESTA

PREGUNTAS CON RESPUESTA

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Circulan por los mentideros sociales preguntas con respuestas en sordina, para evitar la indignación del sentido común, el sonrojo de la justicia y la rebeldía de la sangre. Interrogantes que hieren el alma, repugnan a la razón y agotan los insultos del diccionario, sin que las respuestas puedan ser compensadas por otras virtudes sociales, sino con la primera revolución del siglo XXI, que está llamando a la puerta.

¿Por qué los políticos mantienen sus privilegios y sueldos, mientras recortan derechos y salarios de los ciudadanos? Porque ellos deciden sobre sus condiciones de vida y sobre las condiciones de vida de los demás.

¿Por qué los políticos incumplen unilateralmente el contrato que hicieron en las urnas con los votantes en su programa electoral? Porque pueden pervertir impunemente la democracia, dándola por concluida en el escrutinio de papeletas.

¿Por qué los gestores públicos necesitan asesores para el ejercicio de la función que tienen encomendada? Porque para ocupar un cargo político no se precisa acreditar competencia alguna en el área que se administra.

¿Por qué la corrupción política – por acción, omisión o silencio- se ha convertido en la cultura dominante entre el grupo que gobierna a los ciudadanos? Porque la impunidad campa por sus respetos en los tribunales de justicia.

¿Por qué el despilfarro de las arcas públicas se ha convertido en moneda de curso legal en las Instituciones? Porque los gestores disparan con pólvora ajena y de tres se llevan una o dos, según los casos.

¿Por qué los delincuentes políticos se salvan de ir a la trena? Porque el poder legislativo del que forman parte los facinerosos sociales deja abiertas rendijas por donde escapar de la sombra.

¿Por qué los miembros de los Consejos de Administración de las Cajas de Ahorro arruinadas por ellos se han llevado indemnizaciones y jubilaciones millonarias? Porque han sido jueces y parte en el reparto.

¿Por qué la sanidad pública va camino de la privatización? Porque quienes privatizan se benefician de ello sin merma de recibir asistencia en la sanidad pública cuando la necesitan.

¿Por qué la educación de los ciudadanos interesa poco a los gobiernos? Porque su rentabilidad política es a largo plazo y los electoreros han de llevarnos a las urnas cada cuatro años.

¿Por qué la justicia no es igual para todos los ciudadanos? Sencillamente, porque la justicia no es igual para todos los ciudadanos y, en palabras de un alcalde sancionado, “es un cachondeo”.

¿Por qué hay miles de aforados en España? Porque los beneficiados con ese favor legal tienen mucho que ocultar y muchas querellas que eludir en los tribunales ordinarios donde somos juzgados los vasallos.

¿Por qué la justicia del piso superior está politizada y los altos tribunales mediatizados? A esto, que respondan, magistrados, jueces, fiscales, secretarios, gestores y tramitadores judiciales, que de ello saben mucho y callan todo.

«CAMINO» DE SANTIDAD

«CAMINO» DE SANTIDAD

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Un viejo amigo me ha enviado por correo la estampa del «Fundador», como recordatorio de que hoy hace 86 años que el abogado barbastrense José María Julián Mariano fundó una Obra duradera, aunque el nombre de este santo a nadie diga nada, ni importe a nadie.

Pero si recordamos que el pasado 26 de junio hizo treinta y nueve años que murió san José María Escrivá, esto ya alerta a la mayoría. Sobre todo si añadimos que fundó una Obra de Dios en la tierra por mandato divino, a base de santificar el trabajo como oración del apóstol moderno.

Siendo así, es obligado felicitar a todos los Josemarías que ya pueden celebrar su santo, aunque no deben ser muchos, porque hace apenas doce años que fue canonizado el tercer Marqués de Peralta, tras acreditarse los milagros que realizó, comenzando por su propia salvación cuando tenía dos años.

Al fundador del Opus Dei y a sus descendientes nunca le preocuparon las críticas de proselitismo selectivo, ni su agresiva insistencia, el sectarismo social o el secretismo en la Prelatura de la Santa Cruz y Opus Dei, desde su fundación el 2 de octubre de 1928, porque las acusaciones estuvieron compensadas sobradamente con el apoyo de papas, políticos, millonarios, empresarios, ministros y banqueros, a los que se unieron el parado Pepe Rodríguez de astilleros, la gitana Carmela Gúzman y Rodolfo el chabolista.

Todos ellos, seguidores del “Camino” marcado por el santo, que muchos tuvieron como librito de cabecera en su juventud, hasta que la verdad de la vida, las dudas ultraterrenas y la contradictoria realidad testimonial de muchos “obreros” que construían la Obra, los llevó por el camino de la incredulidad, el pecado y la condenación, donde ahora se encuentran.

SESIONES DE CLASE

SESIONES DE CLASE

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Recién comenzado el curso académico, recuerdo las sesiones de clase compartidas durante más de tres décadas con jóvenes esperanzados por alcanzar la vida que esperaba, pero desganados por el tedio de la tarima y aburridos ante la rutinaria tarea que recomenzaba tras el descanso estival descubridor del “verano del 42”, inolvidable refugio donde todos estuvimos amparados algún día.

En las sesiones de clase se ejecuta el plan previsto horas antes, con actividades escolares de motivación, aprendizaje y evaluación, acordes con la metodología adecuada para desarrollar cada objeto de aprendizaje, utilizando materiales de apoyo en un tiempo prefijado de antemano.

El sentido profesional avisa al profesor en qué momento debe introducir el chascarrillo que provoque la sonrisa, el comentario que relaje la tensión intelectual y la broma que divierta a todos. Porque las clases tienen que ser divertidas y relajadas, para introducir en ellas menos temor y más humor, de forma que los alumnos se lo pasen bien mientras incorporan aprendizajes en su estructura cognitiva.

A lo largo del tiempo ha cambiado el perfil de profesor, el modelo de alumno, la metodología, las interrelaciones, las actitudes y el tratamiento personal, hasta el punto que todo lo vivido por mi generación tiene escaso parecido con la realidad actual. No porque la clase en sí misma sea otra cosa, no. Las sesiones de clase mantienen un duende, una emoción, un encanto, un riesgo y una seducción, a la que es difícil substraerse.

Son la quintaesencia de la profesión docente, donde es preciso darlo todo, hasta lo que no se tiene, porque el periodo de clase representa el momento de máxima tensión intelectual en la tarea escolar, siendo a la vez la actividad más estimulante y satisfactoria de cuantas comparten docentes y discentes, representando el mayor reto al que enfrentan juntos, aunque algunas veces domine la indiferencia, el desinterés y el bostezo.

RECUERDO A FRAY LUIS DE LEÓN

RECUERDO A FRAY LUIS DE LEÓN

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El comienzo del curso universitario es buen momento para recordar a Fray Luis de León, insigne maestro del Estudio salmantino, cuya franqueza, valentía y sinceridad, le llevó a  enfrentamientos con el poder escolástico y religioso, alejándole de camarines, estampas y peanas santorales.

Es hábito común de la gente desviar los verdaderos motivos de un conflicto hacia aquellos argumentos que favorezcan la descalificación de quien les ha ganado en la disputa, como hicieron con Fray Luis de León cuando abandonó la Universidad para dedicarse al gobierno de la orden agustina a la que pertenecía.

No debe recordarse a este profesor del Estudio salmantino como persona gratuitamente polémica, sino como clérigo que luchó por defender la verdad y persona que defendió por encima de todo la justicia, aunque esto me llevara a disputas intelectuales, a diferencias personales de todo tipo y a padecer castigos.

Tampoco cabe empeño de recordarlo como personaje testarudo empeñado en lo imposible, sino como ciudadano tenaz en la defensa de las causas que defendía. Ni sería acertado reprocharle falta de entrega a la tarea docente, contabilizando las ausencias a clase, las multas que recibió por ello o las amonestaciones que le llegaron de algunos rectores.

Para quienes esto piensen, conviene recordarles que no le fue posible entregar todo lo que llevaba dentro porque derrochó muchas energías en responder a provocaciones que recibió sin fundamento alguno, defenderse de acusaciones injustas, salir de polémicas estériles y sufrir represiones carcelarias por envidias, turbios intereses y mentiras evidentes.

Puede ser que algún cronista ponga su empeño en demostrar intereses espurios en su vocación religiosa, sin percibir que Fray Luis de León hubiera tenido junto a su padre una vida más cómoda, mejor futuro, mayor bienestar y más dinero del que le otorgaron los votos religiosos.

No han faltado voces pretendiendo atenuar las penalidades carcelarias que pasó, afirmando que durante ese tiempo no fue sometido a tormento alguno y se le facilitaron cuantos libros solicitó, olvidando la necesidad de libertad para un espíritu rebelde e insumiso como el de Fray Luis.

Estos críticos no han comprendido el tormento al que lleva la imaginación del encarcelado, cuando ignora el futuro que le espera pendiente de la sentencia de un tribunal que mantiene al reo encerrado sin haber sido juzgado, acechado por la tortura de cada día, cada hora, cada instante, convirtiendo el futuro en el mayor suplicio, porque duele más el temor a morir, que la propia muerte, sobre todo cuando el origen y la causa de las denuncias hechas contra él, no tuvieron su sede en el celo de la fe ni en la búsqueda de la verdad, sino en la pasión y el odio que alimentaron el deseo de algunos corazones insanos por destruirle con mentiras y calumnias.

EL MIRADOR DE LA CRUZ

EL MIRADOR DE LA CRUZ

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Hace hoy 150 años que Unamuno acomodó en Bilbao su nacimiento, cuna de cuanto fue, y crisol de esperanzas que cristalizaron luego en Salamanca. Pero fue Bilbao, villa fuerte y febril, hija del abrazo del mar con las montañas y cuna de ambiciosos mercaderes, la esperanza del sentidor, el hogar de su alma y la tierra donde posó su joven corazón, para que hiciera de él cuanto fue.

Y en Bilbao, un balcón, manantial de fuerza espiritual y nutriente de inextinguibles ansias y anhelos insaciables: el mirador de la Cruz, que con labios de madre y ojos de enamorado dejó en su espíritu historias de eternidad. Relicario de memorias infantiles palpitantes en su bochito, el suyo, que guardó el mundo de su infancia y juventud. Nido de niñez, rincón querido, en que ensayó con ansia el primer vuelo de amor a Conchita, entregándole su alma de primera edad albergando esperanzas de futuro compartido y consuelo de gozosa prole, con nueve bulliciosos hijos correteando por el patio de las Escuelas Mayores del Estudio.

Cuando ya no es ni se espera al maestro, el Mirador de la Cruz vuelve a ser la eternidad de su porvenir y la nostalgia melancólica de sugestivo retorno imposible al viejo hogar nativo, donde soñaba en días opacos a la muerte, cuando las trenzas de la niña guerniquesa apoyaba embeleso en la almohada del cuarto de su infancia y la cama le brindaba reposo, como un altar de ensueños, ilusiones y anhelos.

Tendidos sobre la desesperanza de inasequible regreso, los que con él vamos de camino desempolvamos en la memoria recuerdos inolvidables de su infancia y mocedad en páginas revividas, mientras suenan desgranadas notas de un piano derritiéndose en el silencio y las pinceladas de Lecuona nos devuelven al eterno mirador de la Cruz.

VIOLENCIA SEXUAL

VIOLENCIA SEXUAL

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Traen las ondas a mi mesa de trabajo la noticia de una violación nocturna en portal oscuro, realizada por un baboso depredador de pestilente moral que acechaba escondido a una víctima, cuyo delito era ser mujer desafortunada a quien el azar puso frente al antropófago sexual desneuronado.

Hay pocas acciones humanas más degradantes para quienes las practican, y humillantes para quienes las sufren, como las violaciones a débiles, indefensas y desprotegidas mujeres, realizadas por alimañas degeneradas, que sólo aspiran a poner una muesca más en sus putrefactas gónadas.

Conjugan las violaciones todos los aspectos acreditativos de la irracionalidad, con mengua de la condición humana, identificando a los violadores con groseros cuadrúpedos que patean el honor de las víctimas y conculcan todos los derechos fundamentales básicos, mientras exhiben una brutalidad selvática.

La cobardía del violador le lleva a ejercer la violencia física, abusando de su mayor fuerza para intimidar a la víctima a tortazo limpio o poniéndole la punta de la navaja en la yugular para doblegar su voluntad. Nula valentía que exige condición bandolera, de vándalo, para ejercerla sin reparos y, muchas veces, con total impunidad por el silencio de las víctimas.

Ruedan por el suelo junto a la mujer violada, todos los principios que sustentan nuestras sociedad, como son: libertad, privacidad, respeto y dignidad, sin que la crueldad del monstruo obtenga placer sexual, porque sólo busca deleitarse con el dominio y sometimiento de la voluntad ajena a su capricho montaraz.

Eso es lo que busca y consigue el violador, sabedor que la satisfacción frustrada de la bestia se reduce a los segundos que tardan los espasmos en llevar el esperma desde las enfermizas vesículas seminales del bruto a la vagina mancillada de la víctima.