DEMOCRACIA A LA ESPAÑOLA

DEMOCRACIA A LA ESPAÑOLA

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Comenzaron los griegos a utilizar la palabra democracia en el siglo V a. de C., – uniendo los términos  demos (pueblo) y krátos (poder, gobierno) -, para expresar el gobierno del pueblo. Significado que fue cambiando con el tiempo, hasta llegar a las actuales democracias que nada tienen que ver con la originaria ateniense, fundada en una democracia pura y dura, llamada “directa”, que los indignados apellidan “real”. En ella, el pueblo soberano toma las decisiones de gestión en asamblea, sin utilizar intermediarios que ejerzan el poder en su nombre.

Este modelo ha sido históricamente defendido por ciertos políticos y pensadores, como el ginebrino ilustrado Rousseau, que apostó decididamente por la soberanía del pueblo en “El contrato social”, llegando a afirmar que el hombre nacía libre, pero vivía encadenado. También se han sumado a la democracia directa el anarquismo y un tímido sector de la izquierda convencional.

En contra de esto, las democracias modernas han optado por la representatividad, significando formalmente que el pueblo elige sus representantes para que éstos tomen decisiones en bien de los representados, lo cual ha derivado en España en un gobierno absoluto de los partidos políticos. Son ellos quienes escogen los candidatos que pueden representar al pueblo, y una vez elegidos ejercen el poder sin tener en cuenta los deseos ciudadanos, aunque sean sobradamente conocidos por ellos, cerrando las puertas a consoladores plebiscitos, negando referendos, excluyendo iniciativas ciudadanas y suprimiendo destituciones populares que permitan a los votantes enviar a su casa a los mudos, corruptos, pesebreros y aduladores.

Esto explica que una gran parte del pueblo esté reclamando una verdadera democracia por mucho que algunos políticos y periodistas se hayan molestado con el apellido “real” que los indignados han añadido a la democracia que demandan, por considerar que ésta es única y no necesita adjetivos que la definan. Pero están en un error porque nuestra democracia no permite la intervención del pueblo en el gobierno.

El fraudulenta democracia española autoriza a demandar realismo en esa forma de gobierno donde ha de predominar la voluntad ciudadana, algo que en este país nuestro no ocurre porque gran parte de los políticos se oponen a ello, acusando una fingida sordera que les impide enterarse de la voluntad popular.

¿Alguien duda que los ciudadanos exigen la exclusión de los polítiqueros que los partidos mantienen en sus filas? ¿Se puede dudar que la presencia en escaños de procesados políticos repugna a la población? ¿Existe un solo político que cuestione el deseo ciudadano de que los jueces y fiscales sean verdaderamente independientes y “ciegos” en sus veredictos? ¿Algún político niega que los responsables de la brutal crisis no la padecen, y que la están sufriendo los inocentes de la tragedia? ¿Quién duda que el pueblo daría su brazo por ver erradicada la corrupción en la gestión pública? ¿Hay en el Gobierno o en el Parlamento alguien que desmienta el deseo ciudadano de modificar la ley  electoral y acabar con la partitocracia que hurta a los ciudadanos la posibilidad de elegir nominalmente a sus representantes? ¿Se está cumpliendo la Constitución en aspectos tan fundamentales como la igualdad de oportunidades profesionales, laborales, judiciales y sociales; el respeto al honor y la intimidad; la protección de la infancia y juventud; el derecho a la educación, vivienda digna y adecuada, sanidad y trabajo?

Tal vez las respuestas a estos interrogantes dieron razones a Borges para decir que la democracia era un exceso de la estadística, recibiendo críticas de quienes negaban la farsa de un modelo ingresado en la UCI, donde permanece. También el Nobel Saramago criticaba la democracia decadente, ineficaz y decepcionante que en este artículo se denuncia, cuestionándola en un lúcido ensayo.

 No existe democracia si la moral pública institucional no es el máximo valor que la sustenta, el mascarón de proa de la nave del Estado; la quilla profunda que evita el naufragio. Sin ética, la democracia se convierte en el arte del embaucamiento y  engaño; la aproximación a la “ambigüedad constructiva” citada por Petra Kelly; el fraude de la  persuasión para hacer posible lo inadmisible; una trampa para captar ingenuos;  el engaño como oficio; la impunidad de la inmoralidad; y el alimento que necesitan los salvadores de la patria para enlodarnos en la miseria.

Representar al pueblo es cumplir su voluntad, satisfacer sus expectativas, abrir cauces de participación, ponerse al servicio de los ciudadanos, alentar el progreso, impulsar la justicia social, defender causas nobles y fomentar virtudes deseables en la sociedad, como son la honradez, la verdad, el respeto y la dignidad.

Los ciudadanos no debemos formar parte de un juego en que todo se justifica diciendo que se hace la única política posible porque, como decía Aranguren, estamos obligados a imaginar un mundo mejor, soñar con la utopía y a pedir lo imposible, sin poner almíbar en las decisiones erróneas ni aceptar justificaciones de lo injustificable.

En estos momentos, la historia brinda a los decepcionados la oportunidad de alistarse al colectivo de demócratas anónimos y apadrinar los partidos antipartidos que no están registrados, para formar entre todos una organización ciudadana que haga verdaderamente real la democracia en España que todos deseamos.

 

ES HORA DE PARTIR, SEÑOR RODRÍGUEZ

ES HORA DE PARTIR, SEÑOR RODRÍGUEZ

El injusto y machacón “váyase señor González” que Aznar repitió sin ton ni son en todo lugar cada tres segundos, fue inspirado por un condenado en el madrileño juzgado nº 8 de lo penal, por delito continuado de injuria grave contra el coordinador de Urgencias del Hospital Severo Ochoa de Leganés Luis Montes, a quien se hartó de llamarle nazi en diversos medios.

Los roldanes, veras, rubios y gales, hicieron posible que el dichoso sonsonete tuviera éxito y Felipe se convirtió infelizmente en el florero más valioso de la moderna historia de España, y el mayor despilfarro político que pudiera imaginarse, aparcando en conferencias una cabeza política de la talla estadista de Isidoro.

Lamento decir que hoy no calificaría de injusta esa cantinela si el candidato gallego diera nueva vida a un similar soniquete aplicando el mismo imperativo al señor Rodríguez, porque la situación lo demanda y el deterioro de la imagen presidencial, lo exige.

Afortunadamente, el presidente se ha anticipado al sonsonete, decidiendo ayer anticipar su salida del palacete de la N-VI por voluntad de quienes le han empujado hasta la puerta de salida sin cumplir el plazo previsto por la ley, dejando sillón, escaño, teléfono, guardaespaldas y tarjetas en la papelera de su despacho.

Finalmente, el grupo que lo mantenía en estado agónico al frente del gobierno le ha convencido para que se vaya cuanto antes con Sonsoles y a las niñas a su casa, a la espera del juicio que la historia haga de su mandato, porque hoy es prematuro aventurar un juicio
objetivo, aunque pueda suponerse que su acción de gobierno no ha sido tan positiva como aplauden sus incondicionales, ni tan nefasta como proclaman los detractores. Seguro que el presidente “en funciones” se llevará los buenos recuerdos de su gestión, dejando los errores debajo de las alfombras, sabiendo que ya encargarán los enemigos de meterlos en su florero un día sí y otro también.

Se llevará el señor Rodríguez, la alegría de las tropas regresando de Irak y la esperanza en su Alianza de Civilizaciones. Recibirá el saludo de los matrimonios homosexuales que se crucen con él por la calle. Será bien recibido en las casas de ciudadanos beneficiados por la ley de autonomía personal y atención a las personas en situación de dependencia. Se consolará en las noches tristes con la ley para la igualdad efectiva entre mujeres y hombres. Presumirá ante los amigos de la creación de los Juzgados de Violencia sobre la Mujer. Vigilara, escoltado por los nuevos españoles huidos de la hambruna, la correcta regularización de inmigrantes. Y sentirá orgullo por el esfuerzo realizado para que los terroristas de ETA guardaran sus armas en el zulo de la paz.

Pero hace bien en apartarse del camino porque ya se estaba convirtiéndose en la piedra más incómoda para el candidato. Por su propio bienestar y por el bien del partido, hace bien en irse anticipadamente antes de que fuera demasiado tarde, aunque se lleve en el corazón la pena de haberle dado al Partido Popular la disculpa para someternos a un ajuste tan brutal que será recordado durante varias generaciones.

Nos queda por saber las razones le han llevado al señor Rodríguez a convocar las elecciones anticipadas el ¡ 20 de noviembre !

SOMALIA, NUESTRA VERGÜENZA

SOMALIA, NUESTRA VERGÜENZA

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Viendo en la televisión las imágenes de la hambruna en Somalia se me ha descompuesto el alma, encogido el corazón y acrecentado la incredulidad, porque mi entendimiento no puede aceptar el Dios todopoderoso y creador  que me presentaron en la infancia, mientras la fatalidad de la cuna determine la vida humana de forma tan contundente.

Juan Arias no podía creer en un Dios complaciente con los ricos a cuya puerta yace el hambre y la miseria, ni yo tampoco. Y rechazo con Cifermann el Dios que hace la vista gorda a injustas distribuciones de riqueza, que llevan a criaturas inocentes a la muerte por inanición, mientras otros desperdician la redención de estas muertes.

“Más cornadas da el hambre” comentaba un famoso torero para explicar su desprecio a la vida ante el toro, pero la cornada que el hambre ha dado al cuerno de África llevándose por delante a millones de personas de un lado para otro en un éxodo vergonzante para el primer mundo, supera toda consideración.

No es la sequía de dos años sin lluvias la consecuencia del exterminio, sino el olvido y la falta de alimentos la causa de las moscas que devoran el rostro de los niños en Somalia, Kenia, Yibuti, Uganda y Etiopía, ante la indiferencia de los dueños del mundo que alimentan a sus perros con filetes de ternera y agua envasada en recipientes esterilizados, mientras discuten la calidad del chocolate.

Morir de hambre en un mundo donde hay alimentos para todos une a la crueldad de la muerte por inanición, el insulto de la deshumanizada raza humana que contempla impasible el rosario de cadáveres en las cunetas y el acecho del buitre al niño moribundo.

Debo confesar que esta situación de hambruna me indigna más que la denunciada por nuestros “indignados”,  porque la muerte de miles de niños por carecer de un mendrugo de pan que llevarse a la boca, silencia toda reivindicación.

Caravanas de ancianos que no pueden dar un paso, mujeres sin fuerzas para incorporarse, adultos desnutridos y niños famélicos, caminan desperdigados decenas de kilómetros rumbo a la muerte, entre pestilentes animales muertos, sin los cuales se encoge aún más su futuro, porque las cabras, burros y camellos son necesarios para sobrevivir.

En el campo de refugiados de Dadaab, se hacinan 400.000 hambrientos, en la región de Turkana el índice de desnutrición alcanza el 50 % y en Somalia no pueden contabilizarse los muertos, donde cuatro millones de personas necesitan ayuda urgente paz, en un país sin ley atormentado por una guerra incivil.

Y mientras esto ocurre en el sur, en el norte sufrimos enfermedades por sobrepeso y la FAO denuncia que 1,3 billones de toneladas de comida acaban cada año en los vertederos.

CIELO QUE ESTÁS ENTRE NOSOTROS E INFIERNO QUE HABITAMOS

CIELO QUE ESTÁS ENTRE NOSOTROS E INFIERNO QUE HABITAMOS

Supongo que Lucas tendría sus razones para anunciarnos el reino de Dios entre nosotros y que León Tolstoi escribió su gran obra pacifista con ese título para convencernos que la Iglesia y el Estado eran dos instituciones anticristianas.

Estos golpes de fe me llevan a descubrir el cielo terrenal – único cielo – en toda donación de amor generosa y desinteresada; en el rumor de la hierba que crece en el berciano valle del Burbia; en las manos entrelazadas de los enamorados; en la gota de lluvia que resbala sobre el pétalo de una flor silvestre; en el grano trigo que da vida a la espiga desde en el fondo de la tierra; en el ave que planea al amanecer sobre el altiplano; en la agitación del primer beso de amor adolescente; en la respuesta del capullo de amapola que nos anticipa si será fraile o monja en primavera; en el niño que interroga sobre el origen de la vida; en la caricia del aire al atardecer viendo la luz agotarse en el crepúsculo; en la sabiduría y sosegada mirada del anciano; en la espuma que agita las torrenteras; en el manso copo de nieve que blanquea los tejados; en el verso que abriga la soledad; en la paz inquieta del espíritu rebelde a la injusticia; en la sobremesa de una fraternal comida; en el velero que saluda dejando su estela rubricada; en la humildad de pedir indulgencia por errores cometidos; en el olor a tierra húmeda tras la tormenta; en la generosidad y entrega de agnósticos y ateos a las causas ajenas; en la contemplación de la obra de Leonardo; en la solidaridad que arriesga su bienestar; en el golpe de fortuna cuando la suerte redime la pobreza; en la lluvia que cae sobre el coche de los amantes que contemplan el mar desde un acantilado; en la vela que ilumina tímidamente la estancia donde las notas de un adagio conmueven el alma; en la fruta refrescante compartida un cálido día de verano; en el sol que rebota en las fachadas encaladas; y, sobre todo, se muestra el cielo en la felicidad  de quienes ocupan su tiempo en hacer felices a los demás.

No está el infierno en el infierno, que no existe. Se encuentra usurpando espacios cotidianos, porque el averno se ha hecho carne y habita entre nosotros, sin haber solicitado permiso ni tener licencia autorizada para ejercer un dominio que se expande sin aparente redención.

Encontramos el infierno en la mirada famélica del niño comida por las moscas; en la barbarie de guerras declaradas o encubiertas bajo el manto de un pacifismo inexistente; en el cinismo institucional, la mentira reglada y el engaño como oficio;  en la trágica mueca del drogadicto muerto por sobredosis; en las manos encallecidas de explotación laboral infantil; en los especuladores capaces de quitarle un caramelo al huérfano; en el llanto desconsolado de la viuda de guerra; en el alma negra de los politiqueros; en la decepción de una amistad traicionada; en el quebrado espíritu de ladrilleros que se enriquecen arruinando a los demás; en la falsa justicia al servicio del poder y la riqueza; en la resignación de enfermo que muere esperando la operación que no llega nunca; en el dolor de las víctimas terroristas; en la malicia del periodismo sectario que a todos envilece; en el desprecio de la meretriz embarazada que vende sexo en la calzada; en la basura que destilan las pantallas televisivas; en la soledad del anciano que finge el olvido; en la ruina humana de abandonadas jeringuillas rotas por suelos de marginación; en el nauseabundo olor de la corrupción; en el olor a tierra quemada por depredadores ecológicos; en el arrepentimiento del parapléjico por exceso de velocidad;  en el desengaño de un fracaso amoroso; en el silencio de una pareja que sobremuere con el amor perdido; y, sobre todo, está el infierno en la falta de cultura, origen de muchos dolores que padecemos.

Cielo e infierno no son ultraterrenos. Están acompañándonos en este mundo. Caminan a nuestro lado, conviven con nosotros y con nosotros se entrelazan, aunque tratemos de evitarlo y no queramos darnos por enterados.

LOS «INDIGNADOS» NO PUEDEN SER LA GRAN PANCARTA DEMOCRÁTICA

LOS «INDIGNADOS» NO PUEDEN SER LA GRAN PANCARTA DEMOCRÁTICA

Tras peregrinar de pueblo en pueblo durante un mes, los “indignados” llegaron el sábado a la Puerta de la Sombra situada en el kilómetro cero de la meca política del reino, para dar un grito mudo en la noche que se ha oído en Eta Carinae. Y han acampado bajo plásticos multicolores, convertidos – por obra y gracia de políticos, periodistas y privilegiados ciudadanos -, en la mayor pancarta de la historia democrática española.

Así es, para desgracia de todos nosotros, porque los hechos parecen confirmar que tan deseado movimiento popular no pasará de ser una formidable pancarta que esta democracia nuestra pone en manos de los ciudadanos para que griten, con la intención de que nada cambie y todo permanezca en el lugar que han deseado los de siempre, dándole la razón al chileno Jorge Díaz que anticipó en 1970 lo que ahora está sucediendo. Una pena.

Tal situación obliga a reflexionar sobre lo que no se quiere pensar ni decir, para evitar que los amantes de las cruces totalitarias encuentren pretextos que sólo existen en sus mentes y comiencen a manipular el pensamiento colectivo con vaticinios de catástrofe patrocinadores de abominables salvadores de la patria, pero la realidad es que esta irreal y falsa democracia no gusta a los demócratas de pata negra.

Las críticas, desprecios, abandonos y olvidos de quienes tendrían que elogiar, apreciar, acompañar y recordar las peticiones de los millones de indignados desperdigados por los rincones de la piel de toro y más allá de las fronteras peninsulares, obliga a pensar en que se autorizan acampadas urbanas y protestas de los “indignados” para que éstos suelten toda la adrenalina que tienen acumulada y no se embarquen en aventuras de mayor calado que podrían afectar a quienes la crisis no ha rozado ni manchado.

Los ciudadanos escépticos con el movimiento 15-M sonrieron al ver que las urnas les dieron la razón siete días después; los periodistas críticos con los “indignados” se autofelicitaron al ver cumplidos sus vaticinios el 22 de marzo; y los políticos que se negaron aceptar el apellido “real” que los indignados pusieron a la democracia que demandaban, se frotaron las manos y eliminaron sus propuestas de futuros programas electorales.

Para silenciar a todos los que ven folclorismo en este movimiento de dolor y frustración, propongo a los “indignados” movilizaciones ciudadanas más comprometidas que pongan a los detractores contra la pared y sirvan de termómetro social al propio movimiento. Podrían comenzar, por ejemplo, convocando una huelga general, porque de los sindicatos ya no se esperan grandes cosas, pues los miles de ¿sindicalistas? que ocupan despachos en las sedes están bien abrigados al calor de las liberaciones.

Organizaros bien, “indignados”, para evitar que los escépticos denuncien el desorden; elegid bien vuestros líderes y representantes para coordinar adecuadamente los esfuerzos; blindaros contra las críticas y ataques que van a llegaros de los partidos que pretenderán fichar a vuestros dirigentes y descalificaros porque les restáis protagonismo; apretad los dientes y resistir porque millones de ciudadanos confían en vosotros; estad vigilantes y expulsad del movimiento a los herejes e intrusos que pretendan corromperlo desde dentro; demostrad al mundo que no sois botelloneros, ni gamberros sin oficio, ni provocadores, ni desalmados, sino jóvenes comprometidos con vuestro futuro y el de nuestros nietos, que lucháis por una sociedad más justa e igualitaria donde todos tendrían cabida si la tarta se repartiera más equitativamente; y tened fe en el éxito porque somos muchos los que os estamos aplaudiendo en silencio, con las fuerzas algo gastadas de haber luchado sin éxito por los mismos ideales que vosotros defendéis ahora.

Pertenezco a la generación del cambio, que hizo posible la transformación de la dictadura en estado democrático de derecho, pero mucho ha cambiado desde los primeros pasos y esta no es la democracia que soñábamos ni la sociedad que pretendíamos. El sarampión va en aumento y sois vosotros, los “indignados”, la única vacuna que puede erradicar la epidemia de corrupción, gandulería, especulación, abusos, mediocridad, explotación y politiquería, que nos invade.

 Gracias, al menos, por el intento.

¿ESTÁN LOS RESTOS DE SANTIAGO EN LA CATEDRAL?

¿ESTÁN LOS RESTOS DE SANTIAGO EN LA CATEDRAL?

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Hoy, 25 de julio, llegarán a la octocentenaria catedral de Compostela miles de peregrinos para venerar las supuestas reliquias del santo que allí se guardan en urna de plata desde 1886. Ellos se acercan con la duda de que los restos de Santiago que allí se conservan, sean los verdaderos; y yo me mantengo en la distancia con la seguridad de que se trata de un montaje muy necesario en aquella época para la cristiandad, que se mantiene por los rentables beneficios religiosos y comerciales que proporciona.

Lutero afirmaba que las reliquias descubiertas en su día correspondían a un animal, siendo calificadas como el “principal emporio de la superstición papal” por el ejército inglés que se batía contra las tropas españolas de Felipe II.

El teórico osario del predicador fue redescubierto en 1879 tras andar vagando por el mundo durante tres siglos, certificando los investigadores que se trataba simplemente de antiguos restos humanos. No faltan los que afirman reconocer en ellos los huesos de Prisciliano, el obispo ajusticiado por hereje en el siglo IV, aunque esto tampoco parece muy creíble.

Lo que está claro es que no hay documento escrito o testimonio con base científica fiable para acreditar la creencia oficial profesada por los millones de peregrinos que han abrazado el busto metálico del apóstol y visitado su cripta, incluidos reyes, príncipes, papas, lecheros, turistas, peregrinos, hojalateros y vendedores ambulantes.

Incluso yo mismo, las tres veces que he realizado el Camino de Santiago he dado la “cabezada” en la entrada del templo y posado mis manos en la espalda del busto, sin poder conseguir la acreditación correspondiente porque el clérigo que las concedía dedujo de la entrevista mantenida que mi falta de fe no merecía ese premio, conformándome con la estampita que me regaló, pero satisfecho porque mi hijo vio cumplido su anhelo de tener la Compostelana.

No obstante, si el hecho de creer que allí se encuentran los restos del látigo que flageló a los  infieles musulmanes y el matamoros inclemente, consuela y satisface a los creyentes, pues todos felices alimentando el mito católico que nutre la fe religiosa de los fieles, estimula el comercio, revitaliza la hostelería, fomenta el turismo y despierta el entusiasmo festivo en los que llegan rotos a la Plaza del Obradoiro.

Alsina, profesor de historia medieval en Santiago, ya dijo en su día que con la tumba de Santiago “cabe tanto el hallazgo como el invento”. Por otro lado, el texto sagrado nos dice que Herodes ordenó la decapitación del apóstol en torno al año 43, por lo que parece difícil que su cuerpo fuera sepultado lejos de Palestina.

Las primeras noticias documentales de la presencia de Santiago en España se sitúan a finales del siglo VI, en el “Breviario de los apóstoles”, obra anónima que habla de la presencia del hijo de Zebedeo como predicador del evangelio «en Hispania y a otros lugares occidentales, que difundió la luz de su predicación en el ocaso del mundo”, asegurando que el cuerpo de Santiago se encontraba sepultado en Aca Marmarica. Adivinen ustedes.

Finalmente, el mito recibió el espaldarazo definitivo alrededor del año 825, con el hallazgo de un sepulcro en la actual Compostela, basándose en la leyenda del ermitaño Pelayo que vio resplandores luminosos en un monte cercano a su ermita, junto a revelaciones celestiales. Este rezador comunicó a Teodomiro, obispo de Iria Flavia, la noticia, quien se recogió tres días en oración antes de ordenar el rastreo de la zona en busca de una explicación mística al suceso, hallándose un monumento funerario en el Campus Stellae que fue inmediatamente adjudicado a Santiago, para fortalecer la moral de los ejércitos cristianos, siendo Alfonso II el Casto, rey de Asturias, el primer peregrino que se acercó hasta la hipotética tumba del apóstol para solicitar ayuda militar al santo y ganar la vida eterna.

USTED NO SABE CON QUIÉN ESTÁ HABLANDO

USTED NO SABE CON QUIÉN ESTÁ HABLANDO

El enfrentamiento protagonizado la noche del pasado día 14 por el senador socialista Curbelo en un local de alterne, que derivó en agresiones verbales, insultos y amenazas a los policías que prestaban servicio en la comisaría donde quiso postrarlos a sus pies, me trae a la memoria un incidente similar del que fui testigo hace veintiocho años, cuando otro dirigente político local amenazó a un policía que nos pidió los DNIs, al rechazar el agente el carnet del partido que el susodicho le presentaba como identificación. ¿Sabe usted quién soy yo?, le dijo en tono amenazante el político al policía, ante la sorpresa de éste que reculó discretamente, optando por dejarnos seguir en paz con nuestra tertulia en un rincón del ágora salmantino.

Salvando la distancia en el tiempo y diferenciando claramente las actitudes de uno y otro, así como los móviles del incidente, duele la coincidencia de comportamiento de ambos políticos,  amenazando a los agentes de la autoridad y reclamando privilegios que no les corresponden.

Acabo de leer el acta policial del enfrentamiento protagonizado por Curbelo, que un buen amigo de la infancia me ha enviado, y he quedado mudo, inmóvil, atónito, estupefacto y sin respiración, ante las agresiones verbales que este sujeto propinó a los servidores públicos que le atendieron.

Indignación, enojo, condena, impotencia y vergüenza que él no tiene, son las palabras que definen mi estado de ánimo al leer los disparates que el fulano de la Gomera dirigió a los policías, en medio de su ebriedad. Quiero hacerlas públicas en este blog con la literalidad que fueron pronunciadas,  para que sintáis conmigo el asco que yo siento.

El exsenador socialista y actual ¡presidente del Cabildo de La Gomera! inició su heroicidad diciéndole al policía que le atendió: “Tu eres un pringao y estás hablando con un senador”. En vista de su actitud, intervinieron otros agentes a los que insultó gravemente diciéndoles: “Sois unos terroristas, borrachos, hijos de puta, sinvergüenzas, soy senador y voy a ir uno por uno a por vosotros, voy a acabar con vuestras carreras, que estáis pagados por los putos fachas del Partido popular. Sois unos putos vendidos”. Tras esta primera refriega dialéctica, continuó echando bilis: “Soy senador, y vosotros más que policías sois unos terroristas, sois unos borrachos, no sabéis con quien estáis tratando, soy del senado y voy a acabar con vuestras carreras”. Con su bravuconería en alza, agarró por el pecho a un funcionario rompiéndole el polo de la uniformidad, mientras gritaba: “Sois unos terroristas. Os vais a cagar. Voy a acabar con vuestra carrera. Soy senador y no me podéis hacer nada hijos de puta, putos borrachos de mierda. Vendidos”.

Son palabras textuales recogidas del acta policial que concluyen con un colofón despreciable e indecente: “Me voy a dedicar el resto de mi vida a arruinaros la vida. Os deseo a todos los policías que estéis que os muráis todos de cáncer y yo veré con mis ojos  como se mueren todos vuestros putos hijos, fachas de mierda, maricones, cobardes, abusadores,  os habéis arruinado la vida por detenernos”.

No sé las razones que pueden tener los gomeros y gomeras para mantener a espécimen semejante a la cabeza del Cabildo, pero algo de vergüenza deben tener al verse representados por un pájaro de semejante plumaje, al que hicieron, además, senador del reino, diputado regional y emir del casimirato gomero, anónimo cincuentón perdido en la calenturienta noche madrileña con la cartera sobrada de billetes y miseria.