LOS «INDIGNADOS» NO PUEDEN SER LA GRAN PANCARTA DEMOCRÁTICA

LOS «INDIGNADOS» NO PUEDEN SER LA GRAN PANCARTA DEMOCRÁTICA

Tras peregrinar de pueblo en pueblo durante un mes, los “indignados” llegaron el sábado a la Puerta de la Sombra situada en el kilómetro cero de la meca política del reino, para dar un grito mudo en la noche que se ha oído en Eta Carinae. Y han acampado bajo plásticos multicolores, convertidos – por obra y gracia de políticos, periodistas y privilegiados ciudadanos -, en la mayor pancarta de la historia democrática española.

Así es, para desgracia de todos nosotros, porque los hechos parecen confirmar que tan deseado movimiento popular no pasará de ser una formidable pancarta que esta democracia nuestra pone en manos de los ciudadanos para que griten, con la intención de que nada cambie y todo permanezca en el lugar que han deseado los de siempre, dándole la razón al chileno Jorge Díaz que anticipó en 1970 lo que ahora está sucediendo. Una pena.

Tal situación obliga a reflexionar sobre lo que no se quiere pensar ni decir, para evitar que los amantes de las cruces totalitarias encuentren pretextos que sólo existen en sus mentes y comiencen a manipular el pensamiento colectivo con vaticinios de catástrofe patrocinadores de abominables salvadores de la patria, pero la realidad es que esta irreal y falsa democracia no gusta a los demócratas de pata negra.

Las críticas, desprecios, abandonos y olvidos de quienes tendrían que elogiar, apreciar, acompañar y recordar las peticiones de los millones de indignados desperdigados por los rincones de la piel de toro y más allá de las fronteras peninsulares, obliga a pensar en que se autorizan acampadas urbanas y protestas de los “indignados” para que éstos suelten toda la adrenalina que tienen acumulada y no se embarquen en aventuras de mayor calado que podrían afectar a quienes la crisis no ha rozado ni manchado.

Los ciudadanos escépticos con el movimiento 15-M sonrieron al ver que las urnas les dieron la razón siete días después; los periodistas críticos con los “indignados” se autofelicitaron al ver cumplidos sus vaticinios el 22 de marzo; y los políticos que se negaron aceptar el apellido “real” que los indignados pusieron a la democracia que demandaban, se frotaron las manos y eliminaron sus propuestas de futuros programas electorales.

Para silenciar a todos los que ven folclorismo en este movimiento de dolor y frustración, propongo a los “indignados” movilizaciones ciudadanas más comprometidas que pongan a los detractores contra la pared y sirvan de termómetro social al propio movimiento. Podrían comenzar, por ejemplo, convocando una huelga general, porque de los sindicatos ya no se esperan grandes cosas, pues los miles de ¿sindicalistas? que ocupan despachos en las sedes están bien abrigados al calor de las liberaciones.

Organizaros bien, “indignados”, para evitar que los escépticos denuncien el desorden; elegid bien vuestros líderes y representantes para coordinar adecuadamente los esfuerzos; blindaros contra las críticas y ataques que van a llegaros de los partidos que pretenderán fichar a vuestros dirigentes y descalificaros porque les restáis protagonismo; apretad los dientes y resistir porque millones de ciudadanos confían en vosotros; estad vigilantes y expulsad del movimiento a los herejes e intrusos que pretendan corromperlo desde dentro; demostrad al mundo que no sois botelloneros, ni gamberros sin oficio, ni provocadores, ni desalmados, sino jóvenes comprometidos con vuestro futuro y el de nuestros nietos, que lucháis por una sociedad más justa e igualitaria donde todos tendrían cabida si la tarta se repartiera más equitativamente; y tened fe en el éxito porque somos muchos los que os estamos aplaudiendo en silencio, con las fuerzas algo gastadas de haber luchado sin éxito por los mismos ideales que vosotros defendéis ahora.

Pertenezco a la generación del cambio, que hizo posible la transformación de la dictadura en estado democrático de derecho, pero mucho ha cambiado desde los primeros pasos y esta no es la democracia que soñábamos ni la sociedad que pretendíamos. El sarampión va en aumento y sois vosotros, los “indignados”, la única vacuna que puede erradicar la epidemia de corrupción, gandulería, especulación, abusos, mediocridad, explotación y politiquería, que nos invade.

 Gracias, al menos, por el intento.

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