LA FUERZA DEL MIEDO

LA FUERZA DEL MIEDO

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El miedo no es más que una perturbación angustiosa del estado de ánimo de cada cual, a la que se llega cuando nos acecha un riesgo o un daño que puede ser real o imaginario. Sentimos miedo por el recelo o aprensión que tenemos a que nos suceda lo contrario que deseamos.

De esta forma, el miedo mutila la esperanza, oscurece la voluntad, anula la razón, nubla el pensamiento, incapacita para la acción, genera resignación y anula la rebeldía. Esto lo saben bien quienes explotan el miedo colectivo en su propio beneficio, haciendo de la injusticia nuestra condenación.

El miedo es el gran nubarrón que oscurece las iniciativas. El responsable de que hagamos lo contrario a lo que nos dicta la conciencia.  La palabra que habla por nosotros obligándonos a decir lo contrario de lo que pensamos. El miedo es, en definitiva, quien nos lleva a los dioses, somete nuestros deseos a la voluntad ajena y justifica la obediencia debida.

Es fácil concluir, pues, que el miedo al castigo nos condena al silencio. El miedo a la muerte nos amarga la vida. El miedo a movernos nos lleva a la parálisis. El miedo a protestar nos reduce a la impotencia. El miedo a recordar la historia nos produce amnesia. El miedo a caminar en las manifestaciones nos produce cojera. El miedo a coger las riendas nos deja mancos. El miedo a pedir justicia nos hace mudos. El miedo a escuchar la voz de los sin voz nos vuelve sordos. El miedo a ver la realidad nos deja ciegos.

Y así, cojos, mancos, mudos, ciegos y sordos, vamos con nuestro miedo a cuestas por la vida mientras los beneficiarios del temor colectivo se hacen dueños de nuestras vidas, manteniéndonos escondidos tras los visillos de las ventanas domésticas, sin atrevernos a salir a la calle, esperando con resignación de corderos la llegada del ángel exterminador que nos lleve al matadero.

UNAMUNO, POETA SENTIDOR

UNAMUNO, POETA SENTIDOR

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Fibrosa, sobria, macerada y profunda es la poesía de Unamuno, opuesta a estilos aterciopelados y condimentos estéticos. Poesía parda, dura y terrosa con sabor a estepa castellana diluida en verdores de montes bilbaínos. Lengua de fuego atormentada por el misterio que salmodia en la noche, harto de buscar los ecos de la imposible epifanía.

La poesía del vasco-salmantino no puede ser aprehendida por carecer de término, límite o frontera. No sabe de raza, religión, lengua o patria, pues nace del sentimiento para hacerse universal patrimonio común en medio del mundo cotidiano, versificando cuanto hay de sagrado en la tierra. Por ello, no encuentra Unamuno poesía donde no haya pasión, donde no haya cuerpo y carne de dolor humano que sufre o se complace; donde no haya lágrimas de sangre o dicha del alma que sostengan los versos.

No siega don Miguel ni un solo verso de su obra, ni expurga el más torpe endecasílabo que sale de su pluma. No recorta estrofas ni selecciona contenidos. La vierte toda sin mutilaciones. Íntegra, según del corazón le brota, porque a todo hijo que nace de su alma le da cabida en las páginas, sin predilecciones ni escamoteos, sobreponiendo la sinceridad a la estética.

Este hombre agónico en su lucha por la verdad, vierte su alma en estrofas descarnadas, donde fluye deliberadamente su perpetuo anhelo de perduración, su vocación de vida eterna, sin hallar respuesta a la imposible resurrección en medio de la vida, donde se alza orgulloso él mismo, como árbol solitario, desafiándolo todo.

En cada poema se detiene el tiempo acotando el espacio como si de un autorretrato se tratara, todos ellos hijos predilectos de su alma. Obra poética como dietario vital. Resumen de larga vida envuelta en agónica existencia, donde podemos ver las dudas, esperanzas y lágrimas, de este poeta sentidor.

LA SAL DE LA LIBERTAD

LA SAL DE LA LIBERTAD

Cuando Mahatma Gandhi se puso en 1930 al frente de la marcha de la sal, las ironías, desprecios y burlas de los periódicos hindúes redactados en inglés, fueron unánimes, porque los británicos habían prohibido a los nativos consumir su propia sal, a pesar de ser mejor y más barata que la importada de Liverpool.

Pero aquel hombre diminuto, delgado y miope, que semidesnudo caminaba apoyado en un bastón, inició su andadura hacia el mar con un pequeño grupo de peregrinos al que se fueron añadiendo miles de ellos, en tan sufrida, valiente y arriesgada caminata.

Cuando llegaron al mar tras un mes de marcha, cada uno de ellos cogió testimonialmente un puñado de sal con la única intención de violar la ley, en un acto de desobediencia civil contra el imperio británico, que condujo finalmente a la independencia de la India en 1947, aunque en aquel intento muchos insumisos cayeron ametrallados por fusiles ingleses y más de cien mil acabaron en las cárceles.

El poder siempre ha temido y condenado la desobediencia civil porque su aparición lo aniquila, pero cuando el desprecio y la hambruna llaman a la puerta solo cabe la rebeldía.

SÍ HAY SOLUCIÓN

SÍ HAY SOLUCIÓN

Efectivamente, hay solución, pero no pacífica y civilizada. La crisis no se sustanciará por vía del diálogo debido al desprecio financiero, indiferencia mercantil y sordera política que reina en los despachos, sino por caminos ya marcados a lo largo de la historia.

Nuestro problema no es coyuntural ni pasajero, sino estructural derivado de una crisis sistémica que afecta a las más puras esencias democráticas, desvanecidas por un mal ejercicio del poder otorgado por los ciudadanos a políticos de diferente origen, color y catadura.

No debe preocuparnos la crisis sino la causa que ha originado este hundimiento de las economías domésticas más débiles, a costa del enriquecimiento fácil de quienes sobrevuelan por encima de tragedia que ellos mismos han provocado.

Durante años hemos tenido los ciudadanos ocasiones de evitar la mierda que nos están arrojando encima, y no lo hemos hecho. En unos casos por acción contraria, en otros por omisión directa, en la mayoría por despreocupación, en parte por ignorancia y siempre por ingenuidad y exceso de confianza, pero todos somos culpables de lo que nos está sucediendo.

Los políticos por subvertir la democracia; los «cajeros» por someter su voluntad a politiqueros; los periodistas por olvidar su oficio; los despilfarradores por hacer cortijo propio de la patria común; los banqueros por hacer de la especulación, doctrina; la justicia por quitarse la venda; y nosotros por consentirlo todo resignadamente, elección tras elección.

Esta perversión ha facilitado a los servidores del pueblo servirse del pueblo para satisfacer sus ambiciones personales, en vez de proteger a los ciudadanos de la voracidad de los mercados.

Si cuando el presidente del Bundesbank, Hans Tiet Meyer, predijo el hundimiento de las democracias, afirmando que el estado democrático tenía que someterse a los mercados, el pueblo hubiera estado alerta en las urnas negándose al juego de intereses que los políticos practicaban, otra sería la situación que tendríamos ahora porque se hubieran regulado los mercados evitando el actual colapso depredador que nos ahoga.

La sumisión que están demostrando los políticos a las exigencias del poder económico salvará el sistema capitalista que gobierna el mundo, pero será a costa de acabar con los valores democráticos, hundiendo las economías domésticas, desplomando el estado del bienestar y habilitando morgues a cielo abierto en los descampados.

Una reflexión final para navegantes: los mercados no son entes abstractas e impersonales. No. En los Consejos de Administración y en las cúpulas dirigentes hay personas con nombres y apellidos, que coinciden muchas veces con quienes forman parte de las listas electorales. ¿Qué puede hacer, pues, el pueblo para salvarse y liberar la democracia del yugo esclavizador de la politiconomía? Pues seguir los pasos dados por la historia en momentos semejantes, cuando la revolución fue la única posibilidad de salvación para los ciudadanos.

LA HISTORIA LOS JUZGARÁ

LA HISTORIA LOS JUZGARÁ

Nadie duda que la Historia, – así, con mayúscula -, juzgará con el máximo rigor y desprecio a los políticos pseudócratas de las últimas hornadas, aunque a ninguno de ellos les inquiete la irremediable condena que recibirán en las páginas de los libros, porque cuando esto suceda ya descansarán todos al Valle de Josaphat.

Abochorna el espíritu y encoleriza el ánimo, la fauna descerebrada que está decidiendo en los últimos años sobre nuestras vidas, sin que tales mostrencos perciban los grandes pecados que están cometiendo contra los sectores más débiles de la sociedad.

Son ellos quienes están arruinado la moral y el bolsillo del pueblo, con un descaro merecedor del fuego eterno, aunque éste sólo exista en la mente de los cómplices que reparten bendiciones para mantener intacto el cepillo subvencional.

El desplome ético de la clase dirigente ha llevado al abuso de poder, a la incompetencia y la corrupción, abriendo las puertas a un insultante nepotismo y amiguismo que ha otorgado poltronas a vagos e incompetentes despilfarradores el dinero que teníamos en la hucha, mientras entretenían el tiempo bombardeando la convivencia social y causando un daño irreparable a la convivencia ciudadana, con asquerosas y repugnantes politiquerías de patio de vecinas.

FACEBOOK

FACEBOOK

Mi simpatía por la empresa de Zuckerberg me llevó un día a poner mi cara en su libro, y desde entonces han sido mayores los beneficios recibidos que los pequeños sinsabores llegados de aviesas plumas que se colaron de rondón en mi página, aprovechando la ingenuidad inicial de este asociado.

Verter opiniones, sentimientos, críticas, saludos, aficiones y proyectos para ser compartidos por los “amigos” que acceden a la intimidad de la página de cada cual, es abrir puertas a la esperanza para lograr entre todos un mundo mejor, más unido, fraternal y solidario.

Pero confundir la censura con el insulto, la amistad con el amiguismo,  el interés por la vida ajena con el espionaje, la crítica constructiva con la ofensa personal, la opinión con la mentira y la autorización del propietario de la página a visitarla con la exigencia a introducirse en ella, son caminos directos al destierro de los entrometidos, descarados y curiosos.

Por eso no estoy dispuesto a ofrecer mi página en Facebook a desahogos ofensivos de frustrados visitantes, ironías de estercolero, hirientes críticas, injustificados ultrajes, arbitrarias ofensas, detestables mofas, violentos dicterios, falsas injurias y maledicentes denuestos a diestro y siniestro.

Por eso me reservo el derecho de admisión y no admito que visiten esta página virtual los voceros de la catástrofe o amigos de la sinrazón, ni quienes van por la vida con orejeras políticas o religiosas, que hacen de la intolerancia, doctrina.

IMPOSIBLE NUREMBERG FINANCIERO

IMPOSIBLE NUREMBERG FINANCIERO

No os hagáis ilusiones, amigos, porque el deseado macro juicio de Nuremberg a todos los mangantes y sinvergüenzas de los consejos de administración que arruinaron las Cajas de Ahorro con su gestión, llevándose como premio  indemnizaciones millonarias, no llegará nunca.

En nuestro caso, no gozaremos con un proceso de Nuremberg financiero similar al seguido en esa ciudad contra los criminales del III Reich alemán, sencillamente porque entonces fueron los vencedores quienes promovieron el juicio y condenaron a los asesinos, pero hoy son los vencedores culpables y no parecen dispuestos a hacerse el harakiri, ni a permitir que la justicia interrumpa su millonaria vida, porque los tentáculos políticos también han contaminado las togas que presiden las Audiencias del piso superior.

En nuestro caso, la codicia de los depredadores ha postergado su dignidad; sus golpes de pecho en las iglesias han demostrado ser una farsa; el cinismo que destilan se ha colado por las rendijas de la ley; y su descaro les ha permitido sonreír como hienas, porque la honradez nunca ha formado parte de sus comportamientos morales.

En nuestro caso, son juzgados y desahuciados los inocentes de la catástrofe. Se le quita el pan a quienes nada hicieron para merecer la hambruna. Se paraliza a los trabajadores que sudaron para enriquecer a los culpables. Y se condena a un pueblo inocente de la desgracia, mientras los culpables permanecen en sus puestos, gozando de la impunidad que no merecen y llevándose a manos llenas lo que pertenece a los condenados.