HONRADEZ

HONRADEZ

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No es la honestidad virtud que consista en actuar según se piensa y siente, porque no siempre el pensamiento es honrado, ni noble el sentimiento. Pero sí es la honradez cualidad humana que lleva a decir la verdad, actuar con justicia, comportarse con rectitud y mostrar integridad moral, sin mácula de contaminación denigrante para la dignidad humana.

La honradez compromete la actitud con uno mismo y con los demás, promueve la justicia, evita el autoengaño y consolida los principios éticos que deben regir la sociedad, aunque ello exija sacrificios personales y renuncias imprevistas en aras a consolidar el primer valor que debe imponerse en las relaciones humanas, porque el resto de las virtudes siguen los pasos marcados por la honradez.

A la honestidad acompaña la limpieza de espíritu, el compromiso solidario, la generosidad espontánea, el sacrificio ignorado, la bondad humilde, el esfuerzo callado y la inevitable reciprocidad otorgada por los beneficiarios de la honradez ajena, impuesta por la empatía de que quienes participan de la fiesta de la verdad.

La honradez lleva a la paz interior, a la armonía de cuerpo y alma, al respeto personal, a la confianza mutua, a la hermandad entre corazón y razón, a la conformidad entre valores y actuaciones. Y al fortalecimiento de la voluntad necesaria para rechazar propuestas de comportamientos deshonestos.

Frente a la mentira, impongamos la verdad; contra la malicia, ofrezcamos buena fe; contrarrestemos el enmohecimiento espiritual abriendo las ventanas de la decencia; redimamos la opacidad con transparencia; y reverenciemos en el camarín institucional la conciencia social que impulse a la honradez para evitar que caiga en cepos de los tramperos.

Actuemos como hace Aquiles en la Iliada, despreciando a las personas que dicen lo contrario que siente su corazón. Busquemos con el profeta Jeremías por las calles de la vida a ciudadanos justos y virtuosos, evitando que nos pase lo que a Diógenes cuando buscaba, sin encontrar, hombres honestos. Proclamemos junto a Kant que la honradez está por encima de toda política. Y luchemos por imponer la honestidad como postura ética que nos dignifica.

POCO HA CAMBIADO

POCO HA CAMBIADO

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Declaro profunda frustración con la promesa democrática de cambio que tanto anhelábamos, reducida a formales modificaciones estructurales, normativas legales y teóricos códigos éticos de conducta social, mercantil, financiera y política, redactados para embaucar a los ingenuos.

Si para interpretar lo ocurrido en la sociedad española, tuviéramos que optar entre Heráclito o Parménides, es decir, entre la movilidad y el cambio permanente defendido por el de Éfeso o el estatismo propuesto por el nacido en Elea, no dudo en ponerme al lado del segundo, porque poco ha cambiado de cuanto proponían los predicadores que cambiaría.

Los mismos que criticaban la permanencia en cargos oficiales de los líderes franquistas que se eternizaban en las poltronas, hoy prolongan indefinidamente su estancia en los despachos y sus viajes en coches oficiales.

La brutal represión que los “grises” practicaban obedeciendo órdenes superiores contra quienes pedían voz y libertad, hoy se mantiene con similar virulencia contra aquellos que piden pan, trabajo y justicia social.

El mando único ejercido por el dictador y sus cómplices sin oír la voz del pueblo, hoy es practicado por los actuales líderes políticos, que imponen sus mandatos por encima del clamor popular, justificándolo en desvirtuadas urnas.

La prohibición de manifestaciones de aquellos tiempos se ha disfrazado hoy con pancartas autorizadas sin consecuencia alguna porque los mandatarios no las leen, autorizando al pueblo a que grite para que todo siga igual.

El Fuero del Trabajo y los sindicatos verticales se han traducido en leyes laborales dieciochescas, usurpación de derechos conseguidos con sangre y sindicatos donde los sindicalistos han ocupado muchas sillas de sindicalistas.

La confesionalidad católica del Estado, el palio, la mitra y el cilicio, que camparon por sus respetos en tiempos no lejanos, siguen hoy ocupando un lugar privilegiado en el marco de un Estado declarado constitucionalmente aconfesional.

En esta democracia no se cercena legalmente la libertad de prensa con leyes prohibitivas, pero los intereses de grupo, las subvenciones oficiales y los talones bancarios personales, manipulan, recortan, ocultan y disfrazan la información.

La opacidad de otros tiempos se disfraza hoy con leyes de transparencia que transparentan poco, ocultan mucho y guardan información en cofres secretos que debían conocer los paganos de la tragedia y de los sueldos políticos.

La inmersión política en los tribunales de justicia durante las cuatro décadas ominosas, ha permanecido intocable durante las cuatro décadas posteriores, haciendo imposible la justicia igualitaria que pregonan los beneficiarios de la desigualdad.

El nombramiento arbitrario, caprichoso y directo de procuradores a las Cortes, hoy se camufla con listas electorales cerradas, donde los partidos políticos deciden internamente quiénes de sus afiliados ocuparán el poder.

Los embaucadores han pintado de color las rejas, los cerrojos y las alambradas, para hacerlas más bellas, pero su hedor es el mismo. El payaso de las bofetadas sigue recibiendo las mismas bofetadas y la cabeza del niño de Vallecas continúa estando rota. Hoy nos siguen durmiendo con los mismos cuentos de ayer, pero el lobo se ha disfrazado de abuelita para devorar al pueblo si Caperucita no incendia el palacio donde el lobo se esconde.

¡ VIERNES !

¡ VIERNES !

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Los jubilados compensamos nuestra cercanía a la estación término, olvidándonos del calendario y desconociendo el día de la semana en que vivimos, para equilibrar así la lejanía en que se encuentran del gran viaje los jóvenes que trabajan, sin prevenir que la malhadada suerte puede picarles el billete a la vuelta de la esquina.

Recuerdo sin nostalgia el bullicio festivo de los viernes en los patios escolares y las prisas azarosas por acabar la jornada, en horas previas a la cena extramuros que abría las puertas de madrugada a un viaje parisino, la pista de tenis en Bulle, el senderismo suizo, los museos londinenses, el mercado belga de “las pulgas” o simplemente el sillón doméstico en zapatillas con el libro de la mano y música lejana acompañando la lectura.

Con la jubilación se entremezclan los días de la semana en cóctel suave, de pocos grados, escasa agitación y digerible, para ser libado a pequeños sorbos, sin distinguir los sabores que tuvieron en tiempos laborables los siete días que componen el reconfortante brebaje que los trabajadores se beben a grandes tragos durante la semana.

Tiene el lunes sabor a cansancio desganado; el martes viene con el amargo paladar de lo inaccesible; deja el miércoles voluble gusto a incertidumbre; el jueves emboca las papilas con anhelo; impregna el viernes de esperanza el inmediato futuro; el sábado complace la embacadura con joviales aromas; y el domingo por la tarde acidifica la vida con decepcionante hastío hacia un nuevo comienzo desganado.

Pero hoy es viernes, María. Y mañana, sábado, Ángel. Te quedará luego la mañana del domingo, Rafael. Pero todos iréis el lunes a la sala de espera del viernes que hoy os toca vivir con la alegría que los jubilados gozamos durante los años que estuvimos atados con siete lazos a los días de la semana.

EUGENESIA OLVIDADA

EUGENESIA OLVIDADA

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La eugenesia social pretendía mejorar las claves genéticas humanas con técnicas manipulativas para conseguir una raza más inteligente, fuerte y sana, que degeneró en su hermana gemela, impidiendo el nacimiento de personas inferiores para los manipuladores, con el fin de economizar dinero y recursos.

Con semejante pretexto se aplicaron métodos de exterminio olvidados por gran parte de la población mundial que mira para otro lado, sin recordar lo sucedido en hospitales con ciudadanos pertenecientes a grupos humanos despreciables para los matarifes, sin importarle demasiado a una sociedad acomodada que prefiere no recordar.

Fue el Estado norteamericano de Indiana quien dio el primer paso en 1901 promulgando una ley de eugenesia a la que se sumaron años después treinta Estados del mismo país, autorizando a esterilizar todas las personas que no formaran parte del redil socialmente normalizado.

Inicialmente se trataba de impedir que los deficientes mentales tuvieran descendencia, pero más tarde entraron en el saco el grupo de teóricos pervertidos sociales, entre los que se encontraban asesinos, discrepantes, gitanos, meretrices, judíos, violadores, alcohólicos, drogadictos, homosexuales y otras subespecies humanas calificadas como “degeneradas” por quienes ordenaban los tratamientos esterilizadores.

En Europa, fue Alemania la primera que se sumó a las esterilizaciones masivas para higienizar la sociedad y alcanzar la pureza racial perseguida por el Tercer Reich. Pero no sólo fueron los teutones nazis seguidores de la antigua ley indiana, también el Gobierno de Suecia ha reconocido que sesenta mil suecos fueron esterilizados, aplicando una ley de los años treinta que fue derogada en 1976.

INFORMADEROS E HISTORIADEROS COTIDIANOS

INFORMADEROS E HISTORIADEROS COTIDIANOS

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La condición humana, con sus filias y fobias; ideologías y sentimientos; intereses y afinidades; preferencias y rechazos; sintonías y discordancias, lleva a la manipulación informativa y al falseo de datos, que tanto descomponen la historia, nublando la objetividad, oscureciendo la independencia, negando la verdad y contaminando la narración, según la inmoralidad del sujeto y su compromiso con el pagador de servicios.

Tales intrusos que desfiguran intencionadamente la historia cotidiana, merecen el desprecio ciudadano y el destierro a las tinieblas del olvido, porque hieren el alma honrada del pueblo y ultrajan el honor de quienes se dedican al noble oficio de escribir la historia por derecho, con honestidad y sana intención de divulgar los hechos, sin caer en tentaciones bastardas, intereses espurios y simulaciones fraudulentas

Estos despreciables historiaderos cotidianos son herejes de la historia que difunden sus libelos en informaderos sin futuro, dando comunicaciones sesgadas y desfigurando los hechos con narraciones alejadas de la realidad, que deben alertarnos cuando pongamos la vista sobre el papel o las pantallas televisivas.

La responsabilidad intelectual y moral de los cronistas periodísticos debe ir más allá de sus intereses personales, partidistas o económicos, porque los reporteros, columnistas y tertulianos hacen historia del momento concreto que describen, de la psicología social dominante y de la situación política, económica, religiosa y cultural, que vive el país en el momento que firman sus crónicas, dan sus opiniones o divulgan sus reportajes.

EL RIESGO DE SER AMANTE

EL RIESGO DE SER AMANTE

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El empeño del amante por reconocerse en el amor puede llevarle a no encontrar su imagen reflejada en la pupila del amado, quedando vacilante y a la intemperie en el infortunado destino, maldiciendo su estampa por intentar beber agua enamorada en manantiales secos de amor.

Ello sucede cuando el amante limita su existencia a la persona amada y toda visión personal pasa a través de ese filtro que distorsiona la realidad y amenaza catástrofe, porque ese amor roba y no enriquece por falta de respuesta, predestinando al amante desprevenido a sufrir dolor por su esclavitud ante la mirada desdeñosa del amado.

El amante arriesga, empeña su alma, hipoteca la vida, clausura el futuro, vive en la sombra  y sacrifica la vida por el amado, aunque la mutua pertenencia no traspase el umbral de la esperanza, guardando el consuelo de haberse entregado al amor en el desván de la memoria, como recuerdo nostálgico del tiempo que amó sin ser amado.

En la pérdida, sufre el amante la derrota, pretextando esperanzas frustradas, sentimientos estremecidos y temblores abandonados sobre la fría patena de recuerdos estremecidos y senderos empedrados, donde se han borrado las huellas del amor compartido en lejanos atardeceres por caminos arenosos conservados en la memoria.

Tras el desgarro, recompone el amante los girones del alma con solitario empeño, olvida en el lacrimoso insomnio las promesas de permanencia, abre rendijas en el muro del desengaño, redime su dolor con lágrimas amargas y recupera la identidad perdida durante el tiempo que fue amante.

ANESTESIADOS, ABURRIDOS Y CANSADOS

ANESTESIADOS, ABURRIDOS Y CANSADOS

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Pasada la resaca del debate sobre el Estado de la Nación y desinteresados por el resultado de la victoria de “huno” o de “hotro”, es fácil concluir que hemos quedado anestesiados, aburridos y cansados, optando por guardar silencio, pensando más en el fracaso de Tiananmen y los muertos en la plaza mexicana de las Tres Culturas, que en la victoria popular del mayo francés.

Olvidamos que en España gana el que resiste, demostrando el Gobierno tener mayor resistencia que los gobernados, incapaces de seguir el ejemplo de los jóvenes chinos o de los estudiantes que tomaron las calles parisinas en 1968, exigiendo derechos que pretendían usurparles los mandamases desde sus despachos, en plena crisis económica.

Hemos pasado de la indignación, la protesta y la lucha que nos mantenía despiertos, al adormecimiento de la anestesia que nos inmoviliza, al aburrimiento que nos deprime el ánimo y al cansancio que nos retiene en el sillón de la frustración, alejando de nosotros toda posibilidad de redención.

Anestesiados, aburridos y cansados, estamos sobreviviendo a la crisis provocada por quienes no la están sufriendo, abandonados al pairo por un poder político que pretende seguir usurpando la soberanía popular, apelando a las defraudadoras urnas, que nada tienen que ver con la democracia social y participativa secuestrada por los financieros y sus cómplices políticos.

Estamos anestesiados de tanta verborrea charlatana. Aburridos de sonsonetes y promesas incumplidas. Cansados de cadenas y mordazas. Hartos de peregrinar por el desierto. Consumidos por las estafas. Decepcionados por los engaños. Desalentados por los perjurios. Y hastiados de soportar caprichos injustificados y ajustes gratuitos que nos quebrantan.

Anestesiados estamos con politicaína inhabilitante de toda respuesta a estímulos ofensivos, a la prepotencia ministerial, a las provocaciones insultantes y las mentiras institucionales. Aburridos estamos de discursos vacíos de contenido, palabras huecas,  explicaciones incomprensibles, justificaciones inaceptables y trampas electorales. Cansados estamos de fraudes tributarios impunes, manipulaciones argumentales, descarados insultos al común sentido de los mortales y corrimientos de dinero por las alcantarillas oficiales.

Anestesiados, aburridos y cansados, sí; pero no dispuestos a esperar en el andén de la vida la llegada del ángel exterminador que nos pique el billete para el gran viaje, sin liquidar antes a los revisores del tren que controlan la vida y hacienda de los viajeros hacinados en la miseria de los vagones.