BELLEZA

BELLEZA

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La belleza comparte con el amor la vocación de eternidad, sintiendo ambos el pálpito emergente de la sorpresa, complaciéndose en el esplendor de la sensualidad, virtualizando triviales experiencias cotidianas y hermanándose en la lindeza de lo contemplado, porque amar no es otra cosa que ver algo hermoso y querer compartirlo con la persona amada.

El deleitoso placer de la belleza camina desprevenido a saltos por la vida, presentando su tarjeta de visita inesperadamente, disfrazada de anónimos gestos fraternales, pinceladas en el lienzo inmaculado, descorbatados arpegios espontáneos, siluetas en la arcilla virginal o sorprendentes guiños de la naturaleza.

La belleza es preludio de redención para quien la descubre en la sonrisa infantil, la pupila emocionada, el golpe de silencio sobre la patena salobre del océano, el armiño de las cumbre nevadas, la esperanza de las praderas verdecidas o el pétalo preludio de la fruta que se abre al beso de la primavera.

En cambio, la vulgaridad mental, el desprecio espiritual, la tosquedad de los números, el abuso mercantil, la procacidad de la vida y el mirar sin ver, ponen tupidos velos a la belleza que despunta en los atardeceres, cuando enrojece el crepúsculo en el horizonte del mar, el polen fecunda las corolas o el vuelo de las aves se torna apareamiento.

Acompañad a la belleza, amigos, acompañadla en su peregrinar por la indiferencia de la vida para evitar su lamento desconsolado cuando suspira abandonada en la soledad estéril del mercadeo, enlagrimada al no poder observarse a sí misma reflejada en las pupilas que se contemplan.

NOSTALGIA DE LA PESETA

NOSTALGIA DE LA PESETA

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La humilde peseta fue nuestra compañera durante 146 años, hasta el 28 de febrero de 2002 en que pasó definitivamente a peor vida para los nostálgicos enamorados de la “rubia”, que la llevaremos en el monedero de los sueños lo que de vida nos quede, porque una amistad tan leal, noble y duradera no puede olvidarse por mandatos del mercado.

En 1737 ya era pieza que valía dos reales de plata de moneda provincial, siendo acuñada con el nombre de peseta en 1809, ante las narices de Napoleón que paseaba con descaro su altanera soberbia por la piel de toro, con ella en el bolsillo, hasta que logramos echarlo de nuestras tierras.

Con pesetas pagó la calenturienta reina Isabel a sus tropas para vencer a los carlistas, mereciendo por ello ser llamados “peseteros”, y con la Gloriosa revolución Septembrina el ministro de la hucha pública, señor Figuerola, jubiló el moribundo escudo, implantando la peseta como unidad monetaria nacional, hasta que hace doce años pasó al baúl de los recuerdos, un día como hoy.

Los de mi generación que manejamos la peseta en nuestra infancia y juventud, recordamos que  por 5 céntimos nos daban una “lágrima” en el quiosco, por 30 céntimos un chicle bazoka, por 50 céntimos un helado del carrito ambulante, por 1 peseta jugábamos al futbolín, por 2 pesetas fumábamos cigarrillos de anís y por 5 pesetas íbamos a la “matinal” del domingo, cuando los millones de pesetas se medían en kilos.

Los mercados financieros, políticos y comerciales mataron la peseta, pero ella vive en el corazón de todos nosotros porque la “rubia” ha sido amiga fiel y orgullo popular que se ganó el afecto y la confianza de quienes la conocimos y nos cobijamos bajo su protección, sin prevenir el desamparo del euro que acechaba en la sombra.

Nunca bajó la peseta el sueldo a funcionarios, ni redujo prestaciones sociales, ni especuló con la pobreza, ni obedeció mandatos externos de usureros globalizados, ni se sometió a prestamistas extranjeros, cumpliendo honradamente su trabajo y luchando dignamente contra las turbulencias económicas, sin que muchos estimaran entonces su valor.

INSOLIDARIA AMNESIA ALEMANA

INSOLIDARIA AMNESIA ALEMANA

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Alemania insiste en seguir dándonos cuartos de vuelta con más recortes hasta que a muchos no les quede ni gota de esperanza en la redención de la miseria donde habitan, desde que los teutones se apropiaron del torniquete, olvidando que en tiempos no muy lejanos se tuvo con ellos la generosidad y la clemencia que hoy niegan a los demás.

Efectivamente, el 27 de febrero de 1953 se inició en Londres el proceso de acuerdo sobre la deuda externa alemana para resolver el enorme endeudamiento de los alemanes, sin aplicarle medidas restrictivas ni políticas de austeridad que hubieran desencadenado una reducción del comercio, decrecimiento de la producción y bajada del consumo, como ellos hacen ahora con varios países europeos.

Se les facilitó a los alemanes el desarrollo y el comercio exterior sin desestabilizar su economía, anulándoles los 25 países acreedores el 62,6 % de la deuda, evitando al mismo tiempo el anatocismo, es decir, el cobro de intereses sobre intereses, y se hizo con la generosidad de olvidar que semejante deuda había sido contraída con motivo de las dos guerras mundiales que promovieron en 1914 y 1939.

La deuda contraída por Alemania antes de la Segunda Guerra Mundial era de 22.600 millones de marcos y la deuda de posguerra ascendía a 16.200 millones, dando un total de ¡38.800 millones marcos! de 1945, que debían pagar a Estados Unidos, Reino Unido, Francia, Bélgica, Canadá, Ceilán, Dinamarca, Grecia, Irán, Irlanda, Italia, Liechtenstein, Luxemburgo, Noruega, Pakistán, España, Suecia, Suiza, la Unión de Sudáfrica y Yugoslavia, entre otros.

Pero todos estos países le perdonaron 24.300 millones, permitiendo así la pronta recuperación de Alemania, al quedarle solamente una deuda de 14.500 millones pagadera en 57 años, que liquidó el 3 de octubre de 2010, recuperada ya de la ruina y pisando fuerte en todas las instituciones y entidades financieras europeas y mundiales.

El famoso milagro alemán tuvo mucho que ver con la indulgencia y solidaridad de los países acreedores, muchos de los cuales sufren ahora la ingrata amnesia de los alemanes, su escasa generosidad, nula solidaridad y detestable codicia al pretender que Grecia venda el Partenón para enjugar la deuda.

ANESTESIADOS, ABURRIDOS Y CANSADOS

ANESTESIADOS, ABURRIDOS Y CANSADOS

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Tras el debate sobre el Estado de la Nación, donde el escenario, los protagonistas y los discursos han sido los de siempre, con un gobierno exhibiendo éxitos y la oposición denunciando fracasos, los ciudadanos hemos quedado anestesiados, aburridos, cansados y en silencio, pensando más en el fracaso de Tiananmen y los muertos en la plaza mexicana de las Tres Culturas, que en la victoria del mayo francés.

Olvidamos que en España gana el que resiste, demostrando el Gobierno tener mayor resistencia que los gobernados, incapaces de seguir el ejemplo de los estudiantes que tomaron las calles parisinas en 1968 exigiendo derechos que pretendían usurparles los mandamases desde los despachos oficiales, en plena crisis económica de los sesenta.

Hemos pasado de la indignación, la protesta y la lucha inicial que nos mantenía unidos y despiertos, al adormecimiento de la anestesia que nos inmoviliza, al aburrimiento que nos deprime el ánimo y al cansancio que nos retiene en el sillón de la frustración, alejando de nosotros toda posibilidad de redención.

Anestesiados estamos con la morfina oral de los discursos; aburridos de escuchar los mismos sonsonetes; cansados de peregrinar por el desierto; resignados a sobrevivir en medio de la crisis provocada por quienes no la están sufriendo; hartos de soportar abusos injustificados, impunes estafas, viciosas mentiras, caprichos injustificados y gratuitos quebrantos que nos dejan abandonados al pairo del poder político usurpador de urnas, a las que fuimos engañados con promesas de actuación contrarias a los hechos.

Anestesiados estamos con politicaína inhabilitante de toda respuesta a estímulos ofensivos contra la prepotencia gubernamental, las provocaciones insultantes y los engaños institucionales.

Aburridos estamos de discursos vacíos de contenido, palabras huecas, explicaciones incomprensibles y justificaciones inaceptables del «sin papeles» para mantenerse a la cabecera de una oposición que demanda urgente relevo.

Cansados estamos de ver las mismas caras, oír idénticos argumentos y sufrir descarados insultos al común sentido de los mortales por parte de «hunos» y «hotros», mientras todos ellos mantienen intactos su salario y privilegios.

Pero no estamos dispuestos a esperar en el andén de la vida la llegada del ángel exterminador que nos pique el billete para el gran viaje, sin liquidar antes a los revisores del tren que controlan la vida de los viajeros.

VIRGEN CONDECORADA

VIRGEN CONDECORADA

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El señor Fernández, a la sazón católico ministro del Interior y supernumerario de la Obra de Dios, ha tenido a bien conceder la Medalla de Oro al Mérito Policial a la Virgen Nuestra Señora María Santísima del Amor, maridando así creencias personales con gestión pública, obviando la aconfesionalidad del Estado y contraviniendo la Ley sobre Condecoraciones Policiales, aunque la distinción otorgada tenga carácter honorífico.

Dicha Ley establece en su artículo 4 que para recibir tal medalla es preciso ser miembro de las Fuerzas de Seguridad del Estado o hacer actos relevantes en defensa del orden, de las personas o de la propiedad. Condiciones que dicha Virgen no cumple, salvo que el ministro demuestre al pueblo lo contrario, teniendo en cuenta que los milagros y la intransferible fe religiosa personal no validan intenciones ministeriales.

Por otro lado, en su artículo 5, dicha norma jurídica exige que los receptores de la Medalla concedida a la Virgen, hayan muerto en acto de servicio, sufrido mutilaciones, heridas graves, deformidades o inutilidad, incluyendo también el haber realizado servicios trascendentales que hayan puesto de manifiesto excepcionales cualidades de patriotismo, lealtad y abnegación, actuando ejemplarmente con valor, capacidad, eficacia y extraordinario mérito. Algo sin constancia pública de que haya sido realizado María Santísima del Amor.

Teniendo en cuenta que esta Virgen no reúne los requisitos exigidos por la ley para merecer esa Medalla, parece conveniente retirarle la máxima distinción policial otorgada y entregársela a cualquiera de los policías que se juegan la vida y dejan la piel en su trabajo con esfuerzo, solidaridad y sacrificio, velando por nuestra seguridad y la del templo donde se venera la imagen virginal.

El libro de cabecera de los miembros pertenecientes a la Obra les recuerda en el pensamiento 499 que María Santísima quiso siempre pasar inadvertida, como una más entre todas las mujeres de su pueblo, por lo que rechazaría el protagonismo social y las distinciones políticas. Igualmente, en la reflexión 507 advierte el santo José María a sus seguidores sobre la humildad de la Madre Santa María que no se dejó ver entre las palmas de Jerusalén.

Además, la palabra de Dios desautoriza el maridaje entre leyes humanas y divinas, ordenando a los creyentes (San Mateo, 22,21) dar al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios, por lo que debe resultar poco complaciente para la Virgen esta medalla honorífica, pidiendo la Madre de Cristo a sus fieles que mejor cumplan la doctrina de amor al prójimo predicada por su hijo, donde no tienen cabida las concertinas, ni las mentiras, ni las exclusiones, ni los hacinamientos, ni la represión de quienes piden pan y justicia social evangélica.

EL IMPRESOR GUTENBERG

EL IMPRESOR GUTENBERG

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Traemos hoy a esta bitácora el recuerdo de lo sucedido en una humilde imprenta de Maguncia a finales de febrero de 1455, cuando Johannes Gutenberg comenzó a estampar los primeros renglones de la historia, alumbrando la imprenta que no ha dejado de imprimir desde hace más de quinientos años para gozo de editoriales, libreros y lectores.

Gutenberg decidió que el primer libro que viniera al mundo en su máquina fuera la Biblia, impresa en lento proceso y primogénita de las otras 180 hermanas que tardó cinco años en imprimir a dos columnas de 42 renglones, antes de que se filtraran entre las tejas de su taller las primeras críticas y disputas.

Controversias que porfiaban si Gutenberg fue el primer impresor de la historia o si otros habían descubierto la imprenta antes que él. Discusiones sobre si la Biblia fue el primer libro impreso con técnicas tipográficas o se adelantaron otros. Quejas sobre patronazgo intelectual, polémicas estériles y disputas baldías para quienes durante siglos se beneficiaron del artilugio impresor.

El inventor de la imprenta de tipos móviles murió arruinado y sin saber que el tiempo llevaría a las pantallas libros electrónicos de bibliotecas virtuales que postergarían su hallazgo, aunque muchos sigamos fieles al libro empapelado, con la necesidad vital de acariciar las páginas impresas.

¡ CHAPEAU, JORDI !

¡ CHAPEAU, JORDI !

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El falso documental dirigido por Jordi Évole que emitió ayer noche La Sexta con el título de “Operación Palace”, no consiguió engañar a todos los que nos pegamos a la pantalla, pero convenció a muchos, despertó fantasmas ocultos, suscitó dudas y nos hizo disfrutar con una nueva manera de hacer televisión, recordando a Orson Welles en “La guerra de los mundos” y a Stanley Kubrick con su “Operación Luna”, simuladora de la falsa llegada del hombre a la Luna.

Lo verdaderamente meritorio de Évole no ha sido el buen juego de ficción que puso en pantalla, ni la farsa de una posible verdad que sigue corriendo por los mentideros urbanos y rurales, sino la denuncia que hizo el programa de la manipulación informativa a la que estamos sometidos por el quinto poder, servidor de los cuatro primeros que dominan el mundo.

Las palabras de los protagonistas, los argumentos de los participantes en la simulación, las tomas falsas, el fingimiento de los actores y la veracidad de las imágenes, convirtieron en drama político un sainete televisivo, cumpliendo sobradamente su objetivo de convertir una mentira en verdad, sin recurrir a la vulgaridad de Goebbels ni a la grosería intelectual de muchos políticos que insultan el sentido común del pueblo con mentiras directas a la línea de flotación de la inteligencia colectiva.

Tanto los espectadores incrédulos y desconfiados que delataron el enredo, como los asombrados e indignados que se creyeron la mentira, deben reconocer el éxito de la idea, el atrevimiento del proyecto y la valentía de los realizadores por llevar a la pantalla una apuesta infractora de normas televisivas, transgresora de modales al uso y contraventora de convencionalismos comunicativos, con dos mensaje ocultos de inapreciable valor para una sociedad informativamente manipulada y opaca que camina del ronzal, embridada por ocultos poderes dueños de la voluntad comunal.