CARNE DE CAÑÓN

CARNE DE CAÑÓN

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La historia es pródiga en guerras donde mueren a paladas millones de ciudadanos anónimos que son utilizados como carne de cañón por quienes no pisan el frente de batalla, ni pegan tiros, ni corren riesgos, ni dejan huérfanos y viudas, ni sufren amputaciones, ni quedan ciegos, ni utilizan sillas de ruedas tras las explosiones.

Cientos de millones de personas de todo el mundo han muerto en guerras, donde la barbarie humana muestra su peor cara a los indefensos ciudadanos, sin que tengamos noticias de reyes, jefes de gobierno o ministros, que estén sufriendo rasguños en su delicada piel, tras combatir en las trincheras.

La historia viene de lejos, pues ya en la conquista española del cono sur, los virreyes utilizaban indígenas para luchar contra sus propios hermanos indios, que caían como moscas por los dos bandos, una vez doblegados los rebeldes a la dominación española, aunque la historia nos la hayan contado de otra manera.

Los jefes que allí quedaron aprendieron tan bien el mensaje que los negros argentinos ocuparon la primera línea de fuego en la lucha por la independencia. Negros fueron también los brasileños que cayeron en su guerra con Paraguay. Y miles de indios peruanos y bolivianos tiñeron de sangre la tierra en la guerra contra Chile.

Los gobernantes que dan la orden de ataque permanece en los despachos enviando los ciudadanos al matadero, sin percibir que dar la vida por la patria no es ofrecer la muerte por ella en una guerra, sino trabajar por su engrandecimiento, progreso y bienestar.

DESEMPLEO Y SUBSISTENCIA

DESEMPLEO Y SUBSISTENCIA

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Hay quienes dicen que el paro genera delincuencia, cuando en realidad lo que aumenta la criminalidad es la necesidad de subsistencia, por mucho que los provocadores de la crisis se empeñen en llamar delito a la obligación vital de comer, exigida por el instinto natural de supervivencia.

Es el hambre, la explotación laboral, los humillantes salarios, la usura bancaria, el despido libre, la estafa financiera, el abuso especulativo, la impunidad de los estafadores, los recortes vitales y la pérdida de derechos fundamentales, lo que ha convertido el delito en justificación de redención delictiva.

Los códigos legales se han convertido en armas arrojadizas contra la miseria que lleva al hurto de alimentos o robo de dinero para adquirirlos, inundando las calles de personas desfavorecidas que deambulan por los contenedores de basura, en busca de algún desperdicio con que engañar el hambre que atenaza su honradez.

Es el engaño masivo de las participaciones preferentes lo que lleva a la rebeldía social de los damnificados por las trampas urdidas en despachos especulativos, aprovechando vilmente la ignorancia y confianza de los clientes en sus consejeros bancarios.

Son las leyes trasnochadas, descompensadas e injustas las que llevan a los ciudadanos desahuciados a rebelarse contra ellas, ante la sordera política y la indiferencia de los depredadores, que comparten con ellos mantel en los banquetes.

Es la obligación legal impositiva de mantener embriones indeseados en los vientres, lo que mueve a la rebelión de la sociedad ante la infeliz vida que espera a padres y descendientes con mutilaciones mentales.

Pero los explotadores del hambre han de tener cuidado porque la desesperación de los ciudadanos que no tienen nada que perder, puede llegar a transformar los suicidios en homicidios, llevándose con ellos a mejor vida a los responsables de su tragedia.

BLAS DE OTERO

BLAS DE OTERO

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Noventa y ocho años cumpliría hoy el poeta bilbaíno Blas de Otero, si el aire de sus pulmones no le hubiera cerrado las puertas de la vida, tras sesenta y tres años de peregrinaje en busca de una democracia apenas rozada con los dedos de sus manos encallecidas, hartas de luchar contra una dictadura que se antojaba interminable.

La muerte del padre y un hermano puso a Blas rumbo al pesimismo, dejándolo abandonado al desabrigo obsesionante de la muerte que le llevó a los marianos religiosos Luises, impregnando sus primeros versos de mística cristiana mientras intertextualizaba palabras de Juan Ramón y los poetas del 27 en su lírica.

El desconsuelo por la situación familiar y la frustración de posguerra le llevó a un sanatorio antidepresivo, del que salió reforzando una posición escéptica, previa a su poesía interrogativa, haciéndose hombre entre los hombres, recuperando el sosiego interior, abriendo sus puertas a la solidaridad y al compromiso social, antes de autoexiliarse a Francia donde se afilio al partido comunista, crisol de su ideología humanista, intentando cambiar el mundo con los versos de su poemario Pido la paz y la palabra.

La añoranza de la patria le devolvió a España y se perdió en ella por caminos vecinales al encuentro del pueblo, trabajando de obrero, peregrinando por rutas de pobreza, recorriendo caminos a la intemperie y viviendo de oficios alejados de su formación jurídica.

Llegaron los premios literarios, la fama y los viajes a la URSS, China y Cuba en la década de los años sesenta, donde vivió tres años casado con Yolanda Pina en La Habana hasta su divorcio y regreso a España, retomando la amistad y el amor con Sabina de la Cruz hasta su muerte, agradeciendo a esta la serenidad emocional que le permitió reanudar la creación poética, dando todos sus versos por un hombre en paz.

“Escribo en defensa del reino del hombre y su justicia. Pido la paz y la palabra. Si he perdido la vida, el tiempo, todo lo que tiré, como un anillo, al agua, si he perdido la voz en la maleza, me queda la palabra. Si he sufrido la sed, el hambre, todo lo que era mío y resultó ser nada, si he segado las sombras en silencio, me queda la palabra. Si abrí los labios para ver el rostro puro y terrible de mi patria, si abrí los labios hasta desgarrármelos, me queda la palabra”

DOMINIO DEL MIEDO

DOMINIO DEL MIEDO

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El poeta de Tábara llegó al andén de la estación término para tomar el tren hacia el gran viaje, llevando poca sabiduría en la mochila porque solo tenía certeza de las experiencias vividas, dejándonos como legado en sus versos que el miedo nos hace inventar los cuentos que nos duermen desde la cuna a la tumba.

Y tenía razón el farmacéutico al advertirnos del riesgo que corremos a sufrir una sobredosis de miedo que nos domine, paralice y debilite, doblegando nuestra voluntad y sometiéndonos a caprichos ajenos que nos impidan seguir nuestro camino, dejándonos sin capacidad de respuesta ante los dictados de la conciencia.

El miedo nos hace conformistas, cobardes y sumisos al misterio, por temor a ser apaleados en la plaza pública por una sociedad conservadora asentada en el diván de la indiferencia, que desprecia la inteligencia con igual desdén que arroja a la papelera un folio en blanco por miedo a emborronarlo con propuestas desalienantes.

El miedo a la verdad nos encadena, aunque sepamos por el evangelio laico que la verdad nos hace libres, pero también tememos a la libertad porque no sabemos qué hacer con ella ante las múltiples direcciones obligatorias que nos imponen quienes gobiernan nuestra temerosa voluntad.

Pero debemos saber que si perdemos el miedo a la reflexión personal alcanzaremos la libertad; si perdemos el miedo a la muerte lograremos conciencia plena de nuestra existencia; y si perdemos el miedo al miedo seremos complacidos con la felicidad de liberarnos de cuentos y cadenas, aunque terminemos la lucha con jirones en la piel del alma, por decidir ser dueños de nuestra propia vida.

ASIMETRÍAS SOCIALES

ASIMETRÍAS SOCIALES

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La desigualdad es un problema social histórico, generado por las diferentes posibilidades de acceso que tienen las personas a los recursos materiales, económicos, sociales, sanitarios y culturales, por razones de diversa índole, que concluye en un trato desigual y discriminatorio, con notables ventajas para los favorecidos y graves perjuicios para los desafortunados.

Tal situación lleva a la explotación de los oprimidos por parte de una selecta minoría de opresores que concluye con la exclusión social de los primeros y la hegemonía de los segundos, fraccionándose la sociedad en dos grupos antagónicos de diferente composición y militancia, con desiguales oportunidades en la justicia, educación, trabajo, sanidad y bienestar.

La antropología revela que las sociedades paleolíticas eran igualitarias, salvo en tareas diferenciadoras por razones de sexo y edad, no existiendo más disimilitudes adicionales hasta que las especializaciones del neolítico provocaron las primeras asimetrías sociales en el acceso a los bienes naturales, algo que se complicó en las sociedades preestatales, donde se reforzaron y consolidaron las desigualdades sociales entre los seres humanos.

La discriminación derivada de la creciente desigualdad, conduce a obstáculos de la clase dirigente a los dirigidos, para que estos no puedan acceder al privilegiado lugar que ocupan los directores, ni gozar de los mismos beneficios y favores acumulados por la minoría poderosa que tiene reservado el derecho de admisión.

Será difícil desterrar algunas desigualdades, porque la herencia biológica condiciona las alternativas y el cariotipo de cada cual decreta ocasionalmente el futuro. Pero la igualdad ante la ley y la igualdad de oportunidades son irrenunciables para las personas, sea cual fuere su condición, estado, sexo, raza, profesión, edad o capacidad económica, porque todos los hombres hemos sido creados iguales, como proclamaba la Declaración de Independencia de los Estados Unidos del norte.

11 – M

11 – M

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Eran las 7:37 h. del 11 de marzo de 2004, cuando explosionaron las tres primeras bombas asesinas, ocultas bajo los asientos del tren 21431 que se encontraba estacionado en la vía 2 de la estación de Atocha, convirtiéndose en macabro preludio de los otros siete artefactos que un grupo de vesánicos descerebrados dejaron abandonados en los trenes, llevándose por delante a 192 ciudadanos inofensivos, indefensos, inocentes y pacíficos.

Esta barbarie ha dado fama universal y eterna al numerónimo 11-M, como testimonio de cruel matanza irredimible, porque no hay Dios que perdone la salvajada realizada por animales pertenecientes a una raza todavía por definir, pues los depredadores, sabandijas y alimañas tienen más nobles sentimientos que los sanguinarios autores de semejante bestialidad.

Cuerpos partidos en pedazos, piernas diseminadas entre los raíles, brazos amputados colgando de los postes, luto de sangre en uniformes policiales, impotencia en manos de bomberos, huellas de locura en ropa de voluntarios y lágrimas negras en pupilas enrojecidas de dolor por la rabia contenida.

Vino luego el indigerible cóctel de la confusión formado por Titadine, Goma-2 Eco y datos erróneos que alimentaron teorías conspirativas no disueltas con las palabras del portavoz batasunero Arnaldo Otegui desvinculando totalmente a ETA de la masacre, ni canceladas con el comunicado que la propia ETA envió al diario Gara y a Euskal Telebista negando cualquier responsabilidad en el atentado, ni olvidadas con la sentencia judicial, que aún sobrevuelan como buitre negro de catástrofe entre los incrédulos.

Y, finalmente, el testimonio de un pueblo más reflexivo y maduro que sus dirigentes, sin que los mandamases se hayan dado por enterados y continúen insultando el sentido común de los ciudadanos que hacen cola en los colegios electorales, para gritarles una vez más en las urnas lo que no entendieron tras los detestables atentados de hace diez años.

Pero cientos de poetas anónimos desempolvaron el arpa dormida
bajo la corteza del dolor,
para cantar nanas redentoras de aflicción con arpegios solidarios, acompañando las almas
truncadas que tomaron el tren aquella mañana para ir al trabajo, ignorando la tragedia que les esperaba bajo los asientos.