NO ES FÁCIL VIVIR ASÍ

NO ES FÁCIL VIVIR ASÍ

Un amigo que compartió conmigo dorado exilio en Suiza, me ha confesado su deseo de abandonar definitivamente la tierra que le vio nacer y marcharse a vivir al país helvético. Huir de España en definitiva, para despedirse de la vida entre aromas de honradez política, seguridad ciudadana, libertad democrática y responsabilidad profesional.

Algo que comparto, aunque el apego a mi familia y terruño me impidan tomar esa decisión, sabedor de que hay otros mundos mejores que este, fabricado por  unos padres políticos putativos que llevan años mirándose al espejo, haciendo de la piel de toro una antesala de estercolero.

Sin haber podido superar el shock cultural que le produjo el regreso a España, este amigo me confesaba estar harto de que en su patria ni siquiera los funcionarios  administrativos funcionen como debían funcionar; que los centros de enseñanza no liberen el pensamiento; los jueces exculpen a los poderosos; el Gobierno indulte a los corruptos; y los policías apaleen indiscriminadamente a ciudadanos que piden trabajo, pan y justicia.

Cansado está mi colega de que las ruinas bancarias se socialicen; el dinero de las grandes fortunas pase las fronteras con más facilidad que los ciudadanos honrados; los políticos de todo signo incumplan impunemente las promesas electorales; los periodistas vayan del ronzal de sus amos; los medios de comunicación corten la comunicación; y los ciudadanos voten pero no elijan.

Por mi parte, sólo me resta desearle suerte en ese nuevo exilio, forzado por su desencanto personal con un país resignado a la desdicha, donde medran los bueyes 
en sus páramos y un yugo ha caído 
sobre el cuello humillado del pueblo, como cantaría hoy Miguel Hernández.

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