INDIGNACIÓN RESIGNADA
La conciencia colectiva dormita en España acunada por la indignación resignada que paraliza las células revolucionarias, inhabilita la lucha por la justicia y anula la capacidad de respuesta ante los chuzos de punta que están cayendo sobre las viviendas, escuelas, hospitales, juzgados, sueldos y personas, sin que el pararrayos de la sublevación libere al pueblo de la mansedumbre.
La oscuridad del túnel por donde nos están obligando a ir encadenados con pretextos que ofenden al sentido común, nos impide ver la salida, pero oímos y sufrimos los chirridos de los raíles con cada frenazo que los maquinistas dan a nuestra vida, impidiendo que reverdezcan entusiasmos de la juventud.
No me enorgullece pertenecer a una generación que ha tirado la toalla de las luchas juveniles por la libertad, acomodándose a la rutina de pasear entre los escombros que un grupo privilegiado de regidores han arrojado en las calles de la vida, cerrando las puertas del futuro a los jóvenes que deambulan entre ellos.
Tenemos mucho trabajo que hacer, excesivos pecados por redimir y duras horas que pasar en la penumbra, porque los problemas en España no son económicos ni financieros, sino morales, éticos y estéticos, que sólo venceremos cuando tengamos fuerzas para salir de la resignación que domina nuestra indignación.