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Autor: Francisco Blanco Prieto

PEATONALIZACIONES

PEATONALIZACIONES

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Aunque haya poco más que decir, pues lo evidente no necesita explicación, conviene recordar que Salamanca es ciudad renacentista Patrimonio de la Humanidad y Capital Cultural Europea, hecha para pasear y concebida para conversar y pensar deambulando entre sus calles y plazuelas, por mucho que la prisa urbana y los vehículos impulsados por motores de combustión interna de dos o cuatro tiempos se empeñen en lo contrario.

Esta degustación artística del céntrico casco antiguo de la ciudad, exige alejar del salmantino museo al aire libre que exhibe nuestra ciudad, las máquinas que todo lo contaminan y trastornan con sus ruidos, humos y vibraciones, salvando los vehículos dedicados a servicios públicos, suministros y transporte de enfermos, así como el acceso restringido a ciudadanos con aparcamiento propio en esa zona.

Ya se han dado los primeros pasos en tal sentido con más timidez que valentía, siendo el momento de pedir un segundo esfuerzo en la peatonalización total del distrito central de la ciudad, porque la Salamanca monumental es uno de los museos al aire libre más importante de todas las urbes del orbe.

Tal museo hay que cuidarlo, porque la piedra dorada responsable de esa belleza, no aguanta todo lo que se le eche encima ni está para más humos, temblores y atropellos; porque la ciudad puede recorrerse andando de un extremo a otro en media hora; y porque los motores de combustión son artilugios que deben usarse para los fines que fueron concebidos y no para contaminar la salud, zarandear el patrimonio artístico común y perturbar la pacífica convivencia ciudadana.

“¿Y las bicicletas que van por libre en zonas peatonales?”, -preguntaba un amigo en la tertulia donde hablábamos de estas cosas mientras paseábamos por la Gran Plaza, cuando un biciclo nos embistió. “Pues que no tendrán carril propio en esas zonas hasta que se lleven por delante a un imprevisible infante o torpe anciano, a las portadas de los periódicos o cabeceras de los noticieros, con el luto en la solapa”.

LA GRANDEZA DEL PERDÓN

LA GRANDEZA DEL PERDÓN

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El error es una cualidad del ser humano que a todos acompaña, merecedora de olvido cuando el transgresor solicita perdón con sincero arrepentimiento por la ofensa producida, siendo el indulto personal virtud evangélica y excelencia social que enaltece a quien lo practica.

Sabed ahora que alguien en trance de acabamiento moral ha solicitado humillante perdón por las ofensas proferidas a un mandamás, erigido en juez y parte, que tiene por oficio no dejar títere con cabeza desde las tribunas públicas y privadas, aceptando los ofendidos por él sus disculpas cuando privadamente las solicita, sabedores los calumniados que el perdón es el mejor camino para la reconciliación, el bienestar y la paz.

Itinerario de generosidad y bondad que los católicos manifiestan seguir ante su Dios entre golpes de pecho, pidiéndole perdón al Todopoderoso por las ofensas realizadas al prójimo, así como ellos perdonan a sus deudores. Por esto, los católicos sin capacidad de perdonar deben ser personas infelices con mucho sufrimiento interno y merecedoras de compasión por la frustración existencial que padecen y el pecado cometido al ofender a su Dios con actitudes alejadas de la religión que aseguran practicar, ante el auditorio que atónito les escucha y contempla con ojos asombrados por su comportamiento opuesto a los principios evangélicos que dicen profesar.

Deben saber los negadores del indulto a quienes arrepentidos de sus acciones lo solicitan, que el perdón engrandece a las personas que lo practican, y los acrecienta en virtudes que acercan a la felicidad, siendo el empecinamiento en el castigo camino de empobrecimiento moral y ruta que conduce a la incomprensión y el desprecio de los corazones generosos.

ASALTO A LA VIDA

ASALTO A LA VIDA

Un centenar de seres humanos procedentes de la hambruna han saltado la doble valla concertinada que limita el norte del sur en territorio africano español, besando con reverencia el suelo conquistado tras jornadas incansables de caminar huyendo del maldestino en que la fatalidad los dejó abandonados al pairo de la vida.

Asaltos que no detendrán las vallas europeas, ni los muros mejicanos, ni las tempestades mediterráneas, ni las muertes incesantes de las pateras, porque cuando las personas no tienen nada que perder están dispuestas a perderlo todo por conquistar un mundo donde se discute la calidad del chocolate mientras los asaltantes se muerden los codos de hambre.

Para comprenderlos es preciso poner el oído en su pecho y escuchar los latidos de su alma exiliada y el desgarrado grito silencioso de la soledad que les acosa con voz ronca de queja resignada y dolorida por la marginación y el desamparo, poniendo al descubierto la huella de las espuelas que el jinete de la miseria deja en su quebrada existencia.

Inmerecido destino del azar que se entretuvo en cuna de terciopelo, mientras la lluvia destilada en las chabolas maldecía el futuro de estos desesperados, humedeciendo con lágrimas enrojecidas el llanto enjaulado en la impotencia de quienes no han cometido otro delito que nacer al sur de la opulencia.

LA DICHA DE SER MADRE

LA DICHA DE SER MADRE

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Las diferentes formas de manifestar la alegría se distinguen por el origen que provoca esta, mereciendo especial atención las actitudes tan opuestas manifestadas por los agraciados, algo que les impide ser complementarias por ser contrapuestas en la causa del regocijo que generan, aunque todas ellas llenen de satisfacción a quienes las disfrutan.

La primera se refiere a la forma que tienen de expresar públicamente su regodeo las personas agraciadas en los sorteos de lotería, sin recato, prudencia, ni pudor, actuando de la forman que todos sabemos: dando gritos, cantando bulliciosos, mostrando enloquecidos el décimo afortunado, saltando, besando maniquíes y libando vino espumoso hasta enrojecer para celebrar ese guiño de la fortuna.

También expresa su alegría con emoción contenida el recién titulado universitario, con la distintiva banda colegial plegada sobre el pecho y los extremos colgando a la espalda. O el catedrático poniéndose orgulloso birrete y toga para abrazar a su familia y amigos, satisfecho de haber conseguido la presea académica perseguida durante años.

Pero ninguna felicidad es comparable al profundo sentimiento íntimo de los enamorados que se acarician en silencio con la mirada, pasean las manos por la piel del otro, se humedecen mutuamente los labios, pierden los pasos caminando solitarios y abrazados por la nube feliz que los envuelve, hasta culminar su andadura en la dicha de la madre primeriza que contempla emocionada el primer gesto de su hijo recién nacido, expresando una felicidad desbordante, sin castañuelas, títeres, alharacas, ni aspavientos.

El rostro de la madre expresa una dicha serena, responsable, comprometida, inquietante y esperanzada, pensando en su hijo, consciente que a partir de ese irrepetible momento la criatura que abraza será el principal argumento de su vida, exponente de su callado sacrificio, permanente renuncia, constante dedicación, incondicional entrega, inagotable trabajo y generoso esfuerzo, para sacar felizmente adelante el retoño que duerme en ese momento a su lado sin importarle nada lo que ocurre alrededor.

BUSCADORES DE PAN Y PAZ

BUSCADORES DE PAN Y PAZ

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Oyendo hablar al megamultimillonario del anaranjado tupé que rige el cono norte de la opulencia, es obligado vacunarse contra la insolidaridad para evitar indeseables contaminaciones, inoculándonos en el alma dosis de fraternidad humana para favorecer las aspiraciones de mejorestar que traen a la espalda quienes huyen de matanzas ordenadas por las manos usurpadoras que firmaron los tratados de paz.

Hacinados en chabolas de plástico y espacios insalubres, aspiran a ser nuestros vecinos tras peregrinar descalzos por la nieve, estrellarse contra muros, colgarse de concertinas o zozobrar en pateras inmigrantes zarandeadas por manotazos salobres sobre la indefensa balsa caucho, huyendo de la muerte y dispuestos a sudar por una patria lejana de la que los vio nacer, en hogares desterrados y con las bocas resecas, tratando de ahuyentar el hambre, con angustia en sus cuerpos y lagrimeantes soledades recordando la tierra de procedencia.

A los inmigrantes y refugiados que pretenden llegar a nosotros desde la hambruna o la pólvora buscando el pan que no pudieron amasar en sus países de origen, debemos acoger como vecinos, sabiendo que su único delito ha sido nacer en áreas de pobreza o de locura fratricida, condenados al abandono por fatal infortunio de la cuna o la codicia, que hace reyes a unos y a otros esclavos de la necesidad, sin merecer unos ni otros la suerte o desgracia que les ha tocado en tan injusto reparto.

ESO, INSTINTO BÁSICO

ESO, INSTINTO BÁSICO

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Poco esfuerzo mental se necesita para comprender que los instintos son pautas de comportamiento que, en los animales, contribuyen a la conservación de la vida del individuo, aunque este juego de palabras que los académicos se han sacado de la manga no aclare a qué se refieren los sabios que han llegado a tal definición sobre aquello que determina el comportamiento humano.

Sobrevivir y reproducirse, es decir, comer y copular, son las dos funciones instintivas básicas que realiza el ser humano siempre que puede, porque en ellas se fundamenta la perduración personal y de la especie, produciendo ambas acciones indescriptible placer a las personas que las practican.

El irracional, antihumano, contranatural y conculcado voto de castidad impuesto a religiosos, religiosas y laicos votivos es, además, contrario al mandato divino de “creced y multiplicaos” y al deseo de Jesús que eligió al casado San Pedro como apóstol cabecera (Mc. 1, 29-31), demostrando la experiencia que puede más el instinto de reproducción en muchos clérigos y monjas, que las normas religiosas y los mandatos eclesiásticos.

El gozoso afán de los humanos por practicar el sexo, pocas veces se ejerce con intención de reproducir la especie, sino de obtener el gratificante goce carnal que produce, al que los seres racionales nos entregamos con oficio y gusto en todo tiempo, para diferenciarnos de los irracionales que solo practican el coito en época de celo.

SEGUNDA OPORTUNIDAD

SEGUNDA OPORTUNIDAD

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La madurez despierta con experiencia ignorada en juventud dormida, cuando se desconoce la fugacidad de la vida que se lleva por delante la historia personal, considerada interminable en años de turbulencia, inseguridad, valentía inconsciente, fantasmas imaginarios y estraperlo sexual.

Todo ello concluye en la madurez, dándonos oportunidad de reacción ante lo indeseable y permitiendo rectificar los errores cometidos, volteando la hoja para ver la cara oculta de la vida y emprender otro camino diferente al recorrido con tropezones.

La madurez permite aplicar todo lo aprendido en las década vividas, evitando arrepentimientos por repetición de actitudes que llevaron a insatisfacciones personales, quebrantos sociales o disgustos familiares, consecuencia de la inexperiencia vital en años de verdores existenciales.

El aprendizaje de vida es cultura intransferible, adquirida en lucha constante por satisfacer el deseo inalcanzable de supervivencia más allá de lo inevitable, ilustrada con imágenes de una realidad irrecuperable que ha de servirnos como punto de arranque y fuerza para vencer el desvalimiento y la incertidumbre en la irredimible certeza del insomnio, cumpliendo sueños para ganar el futuro.