PABLO NERUDA
A las 22:30 horas del domingo 23 de septiembre de 1973, moría en la clínica Santa María de Santiago de Chile, Ricardo Eliecer Neftalí Reyes Basoalto, el más grande poeta del siglo XX, en palabras de García Márquez, doce días después que el general Pinochet y sus muchachos liquidaran a tiro limpio la democracia en Chile, encerrando al país en el pozo más negro de su historia.
Murió Pablo de dolor por la tragedia de su patria, aunque el pretexto oficial fuera el antiguo cáncer de próstata que le acompañaba desde hacía tiempo, siendo llevados sus restos a la casa que tenía frente al mar en Isla Negra, cuando ya el dictador había quemado todos sus versos, exterminado con pólvora su esperanza y rapiñado lo poco que al poeta le quedaba.
Entre mascarones de proa se despidió de la vida, dejándonos eternos sueños de amor en sus estrofas, cantos de libertad en poemas rebeldes a la injusticia, rutas de solidaridad entre los versos, ecos solidarios en caracolas y nostalgias salobres fraternales que hoy recuperamos en el aniversario de su muerte.
Frente al apacible mar del recuerdo, compartimos lunas, pétalos y sonrisas, alzando nuestra copa de vino para brindar por la eternidad de Pablo, junto al viento ultramarino que alimenta la desesperanza en la imposible redención de la herida en su costado, mientras La Chascona y La Sebastiana continúan llorando reclinadas frente a la bahía de Valparaíso.