¿DEMAGOGIA, DIPUTADO?
En un momento de enajenación mental transitoria, tan frecuente en ciertos políticos, uno de ellos ha declarado que es demagógico hablar de cinco millones de parados porque todo el mundo sabe que no es cierta esa cifra debido al trabajo negro que se encubre en esos millones. Además – añado yo – ¿cómo puede alguien comerse los codos de hambre si no llega con los dientes a esa articulación?
Tiene razón este parlamentario, hay mucha demagogia acunada con mentiras del tres al cuarto. Si él y los que con él mueven los hilos de las marionetas que deambulan por la piel de toro, dicen que España no va tan mal como dicen los demagogos, será que tienen razón, aunque nadie les comprenda. Pero querríamos que nos aclarara unas preguntas sin importancia, al hilo de sus declaraciones sobre la demagogia existente en su país, que casualmente es el nuestro.
¿Es demagógico hablar del millón de analfabetos que tenemos entre nosotros o de los muertos que se quedan en el camino cansados de hacer cola en las lista de espera de los hospitales por falta de servicios y facultativos?
¿Es demagógico condenar la injusticia de las chabolas, la orfandad de las pateras, las moscas en famélicos rostros y la búsqueda en los contenedores de alimentos desechados por las tarjetas de crédito y productos caducados, que rebañan a la intemperie pobres de solemnidad, mientras en lujosas mansiones millonarias se proponen medidas fraudulentas de ingeniería financiera?
¿Es demagógico proponer que los cuatro millones y medio de euros que la Agencia Española de Cooperación Internacional ha entregado para actividades de cooperación, se emplearan en escuelas de alfabetización y llevar alimentos a los comedores sociales?
¿Es demagógico que el común de los mortales se indigne ante un gobierno que se apellida socialista por no haber dado un puñetazo encima de la mesa cuando el ERE de una empresa con beneficios multimillonarios manda al paro a 8.500 trabajadores, mientras sus dirigentes se reparten millones de euros entre ellos?
¿Es demagógico rechazar la minoración de salarios a los funcionarios y la congelación de míseras pensiones a jubilados, viendo los sueldazos, pluriempleos, y privilegios de los políticos?
¿Es demagógico pedir que paguen la crisis y devuelvan lo que se han llevado, quienes la han provocado y no quienes la están sufriendo, mientras los banqueros conservan la sonrisa, los especuladores engordan su patrimonio y los corruptos mantienen sus cuentas corrientes?
¿Es demagógico pedir un esfuerzo por descubrir a los defraudadores fiscales que nos otorgan el triste privilegio de estar 10 puntos por encima del fraude fiscal europeo, con una tasa del 23 % de nuestro Producto Interior Bruto, que representa varios miles de millones de euros?
¿Es demagógico criticar que un juez, un fiscal, un catedrático o un neurocirujano de la Seguridad Social, perciban menor salario que políticos municipales o diputados, por el trabajo virtual que realizan la mayoría de ellos?
¿Es demagógico censurar que los trabajadores tengan que cotizar 35 años a la Seguridad Social para recibir la prestación por jubilación y que los diputados la disfruten con siete años de ¿trabajo?, bastándole a los ministros con prometer el cargo, aplaudir al jefe y sacar conejos de la chistera?
¿Es demagógico pedir que a los políticos se les haga un examen sobre mínimos conocimientos culturales, y un test psicológico sobre su capacidad mental, en vez de acreditarse con pruebas físicas de genuflexiones e inclinaciones de tronco ante sus padrinos?
¿Es demagógico que los ciudadanos hagamos cuentas sobre lo que pagamos en comilonas, festejos, regalos, coches, viajes, guardaespaldas, teléfonos y chóferes para los miles de políticos que exhiben metálicas tarjetas de crédito alimentadas con el sudor del de enfrente?
¿Es, en fin, demagógico, querido diputado, proclamar que sólo con las dietas que usted percibe sobreviven varias familias en este demagógico país, donde habitan demagogos como usted aprovechándose de la paciencia ajena y la resignación de millones de ciudadanos «indignados»?
Un comentario en «¿DEMAGOGIA, DIPUTADO?»
Si demagogia es una estrategia, que sí lo es, utilizada para conseguir poder político, apelando a prejuicios, miedos, necesidad o esperanza de quienes les escuchan, empleando el uso de la retórica y la propaganda, resulta que tenemos la «suerte» de tener a nuestros políticos, como los mejores catedráticos en el uso de la mentira, osea demagogia.
Aristóteles definía la demagogia como «la corrupción de la democracia».
Así nos va.
Pero siempre nos quedará el privilegio de compartir tus pensamientos, coincidentes con la mayoría sufridora y silenciosa, entre la que me encuentro y con el impertérrito deseo desearnos: Siempre !!! SALUD ¡¡¡