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Mes: marzo 2014

DOMINIO DEL MIEDO

DOMINIO DEL MIEDO

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El poeta de Tábara llegó al andén de la estación término para tomar el tren hacia el gran viaje, llevando poca sabiduría en la mochila porque solo tenía certeza de las experiencias vividas, dejándonos como legado en sus versos que el miedo nos hace inventar los cuentos que nos duermen desde la cuna a la tumba.

Y tenía razón el farmacéutico al advertirnos del riesgo que corremos a sufrir una sobredosis de miedo que nos domine, paralice y debilite, doblegando nuestra voluntad y sometiéndonos a caprichos ajenos que nos impidan seguir nuestro camino, dejándonos sin capacidad de respuesta ante los dictados de la conciencia.

El miedo nos hace conformistas, cobardes y sumisos al misterio, por temor a ser apaleados en la plaza pública por una sociedad conservadora asentada en el diván de la indiferencia, que desprecia la inteligencia con igual desdén que arroja a la papelera un folio en blanco por miedo a emborronarlo con propuestas desalienantes.

El miedo a la verdad nos encadena, aunque sepamos por el evangelio laico que la verdad nos hace libres, pero también tememos a la libertad porque no sabemos qué hacer con ella ante las múltiples direcciones obligatorias que nos imponen quienes gobiernan nuestra temerosa voluntad.

Pero debemos saber que si perdemos el miedo a la reflexión personal alcanzaremos la libertad; si perdemos el miedo a la muerte lograremos conciencia plena de nuestra existencia; y si perdemos el miedo al miedo seremos complacidos con la felicidad de liberarnos de cuentos y cadenas, aunque terminemos la lucha con jirones en la piel del alma, por decidir ser dueños de nuestra propia vida.

ASIMETRÍAS SOCIALES

ASIMETRÍAS SOCIALES

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La desigualdad es un problema social histórico, generado por las diferentes posibilidades de acceso que tienen las personas a los recursos materiales, económicos, sociales, sanitarios y culturales, por razones de diversa índole, que concluye en un trato desigual y discriminatorio, con notables ventajas para los favorecidos y graves perjuicios para los desafortunados.

Tal situación lleva a la explotación de los oprimidos por parte de una selecta minoría de opresores que concluye con la exclusión social de los primeros y la hegemonía de los segundos, fraccionándose la sociedad en dos grupos antagónicos de diferente composición y militancia, con desiguales oportunidades en la justicia, educación, trabajo, sanidad y bienestar.

La antropología revela que las sociedades paleolíticas eran igualitarias, salvo en tareas diferenciadoras por razones de sexo y edad, no existiendo más disimilitudes adicionales hasta que las especializaciones del neolítico provocaron las primeras asimetrías sociales en el acceso a los bienes naturales, algo que se complicó en las sociedades preestatales, donde se reforzaron y consolidaron las desigualdades sociales entre los seres humanos.

La discriminación derivada de la creciente desigualdad, conduce a obstáculos de la clase dirigente a los dirigidos, para que estos no puedan acceder al privilegiado lugar que ocupan los directores, ni gozar de los mismos beneficios y favores acumulados por la minoría poderosa que tiene reservado el derecho de admisión.

Será difícil desterrar algunas desigualdades, porque la herencia biológica condiciona las alternativas y el cariotipo de cada cual decreta ocasionalmente el futuro. Pero la igualdad ante la ley y la igualdad de oportunidades son irrenunciables para las personas, sea cual fuere su condición, estado, sexo, raza, profesión, edad o capacidad económica, porque todos los hombres hemos sido creados iguales, como proclamaba la Declaración de Independencia de los Estados Unidos del norte.

11 – M

11 – M

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Eran las 7:37 h. del 11 de marzo de 2004, cuando explosionaron las tres primeras bombas asesinas, ocultas bajo los asientos del tren 21431 que se encontraba estacionado en la vía 2 de la estación de Atocha, convirtiéndose en macabro preludio de los otros siete artefactos que un grupo de vesánicos descerebrados dejaron abandonados en los trenes, llevándose por delante a 192 ciudadanos inofensivos, indefensos, inocentes y pacíficos.

Esta barbarie ha dado fama universal y eterna al numerónimo 11-M, como testimonio de cruel matanza irredimible, porque no hay Dios que perdone la salvajada realizada por animales pertenecientes a una raza todavía por definir, pues los depredadores, sabandijas y alimañas tienen más nobles sentimientos que los sanguinarios autores de semejante bestialidad.

Cuerpos partidos en pedazos, piernas diseminadas entre los raíles, brazos amputados colgando de los postes, luto de sangre en uniformes policiales, impotencia en manos de bomberos, huellas de locura en ropa de voluntarios y lágrimas negras en pupilas enrojecidas de dolor por la rabia contenida.

Vino luego el indigerible cóctel de la confusión formado por Titadine, Goma-2 Eco y datos erróneos que alimentaron teorías conspirativas no disueltas con las palabras del portavoz batasunero Arnaldo Otegui desvinculando totalmente a ETA de la masacre, ni canceladas con el comunicado que la propia ETA envió al diario Gara y a Euskal Telebista negando cualquier responsabilidad en el atentado, ni olvidadas con la sentencia judicial, que aún sobrevuelan como buitre negro de catástrofe entre los incrédulos.

Y, finalmente, el testimonio de un pueblo más reflexivo y maduro que sus dirigentes, sin que los mandamases se hayan dado por enterados y continúen insultando el sentido común de los ciudadanos que hacen cola en los colegios electorales, para gritarles una vez más en las urnas lo que no entendieron tras los detestables atentados de hace diez años.

Pero cientos de poetas anónimos desempolvaron el arpa dormida
bajo la corteza del dolor,
para cantar nanas redentoras de aflicción con arpegios solidarios, acompañando las almas
truncadas que tomaron el tren aquella mañana para ir al trabajo, ignorando la tragedia que les esperaba bajo los asientos.

HONRADEZ

HONRADEZ

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No es la honestidad virtud que consista en actuar según se piensa y siente, porque no siempre el pensamiento es honrado, ni noble el sentimiento. Pero sí es la honradez cualidad humana que lleva a decir la verdad, actuar con justicia, comportarse con rectitud y mostrar integridad moral, sin mácula de contaminación denigrante para la dignidad humana.

La honradez compromete la actitud con uno mismo y con los demás, promueve la justicia, evita el autoengaño y consolida los principios éticos que deben regir la sociedad, aunque ello exija sacrificios personales y renuncias imprevistas en aras a consolidar el primer valor que debe imponerse en las relaciones humanas, porque el resto de las virtudes siguen los pasos marcados por la honradez.

A la honestidad acompaña la limpieza de espíritu, el compromiso solidario, la generosidad espontánea, el sacrificio ignorado, la bondad humilde, el esfuerzo callado y la inevitable reciprocidad otorgada por los beneficiarios de la honradez ajena, impuesta por la empatía de que quienes participan de la fiesta de la verdad.

La honradez lleva a la paz interior, a la armonía de cuerpo y alma, al respeto personal, a la confianza mutua, a la hermandad entre corazón y razón, a la conformidad entre valores y actuaciones. Y al fortalecimiento de la voluntad necesaria para rechazar propuestas de comportamientos deshonestos.

Frente a la mentira, impongamos la verdad; contra la malicia, ofrezcamos buena fe; contrarrestemos el enmohecimiento espiritual abriendo las ventanas de la decencia; redimamos la opacidad con transparencia; y reverenciemos en el camarín institucional la conciencia social que impulse a la honradez para evitar que caiga en cepos de los tramperos.

Actuemos como hace Aquiles en la Iliada, despreciando a las personas que dicen lo contrario que siente su corazón. Busquemos con el profeta Jeremías por las calles de la vida a ciudadanos justos y virtuosos, evitando que nos pase lo que a Diógenes cuando buscaba, sin encontrar, hombres honestos. Proclamemos junto a Kant que la honradez está por encima de toda política. Y luchemos por imponer la honestidad como postura ética que nos dignifica.

POCO HA CAMBIADO

POCO HA CAMBIADO

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Declaro profunda frustración con la promesa democrática de cambio que tanto anhelábamos, reducida a formales modificaciones estructurales, normativas legales y teóricos códigos éticos de conducta social, mercantil, financiera y política, redactados para embaucar a los ingenuos.

Si para interpretar lo ocurrido en la sociedad española, tuviéramos que optar entre Heráclito o Parménides, es decir, entre la movilidad y el cambio permanente defendido por el de Éfeso o el estatismo propuesto por el nacido en Elea, no dudo en ponerme al lado del segundo, porque poco ha cambiado de cuanto proponían los predicadores que cambiaría.

Los mismos que criticaban la permanencia en cargos oficiales de los líderes franquistas que se eternizaban en las poltronas, hoy prolongan indefinidamente su estancia en los despachos y sus viajes en coches oficiales.

La brutal represión que los “grises” practicaban obedeciendo órdenes superiores contra quienes pedían voz y libertad, hoy se mantiene con similar virulencia contra aquellos que piden pan, trabajo y justicia social.

El mando único ejercido por el dictador y sus cómplices sin oír la voz del pueblo, hoy es practicado por los actuales líderes políticos, que imponen sus mandatos por encima del clamor popular, justificándolo en desvirtuadas urnas.

La prohibición de manifestaciones de aquellos tiempos se ha disfrazado hoy con pancartas autorizadas sin consecuencia alguna porque los mandatarios no las leen, autorizando al pueblo a que grite para que todo siga igual.

El Fuero del Trabajo y los sindicatos verticales se han traducido en leyes laborales dieciochescas, usurpación de derechos conseguidos con sangre y sindicatos donde los sindicalistos han ocupado muchas sillas de sindicalistas.

La confesionalidad católica del Estado, el palio, la mitra y el cilicio, que camparon por sus respetos en tiempos no lejanos, siguen hoy ocupando un lugar privilegiado en el marco de un Estado declarado constitucionalmente aconfesional.

En esta democracia no se cercena legalmente la libertad de prensa con leyes prohibitivas, pero los intereses de grupo, las subvenciones oficiales y los talones bancarios personales, manipulan, recortan, ocultan y disfrazan la información.

La opacidad de otros tiempos se disfraza hoy con leyes de transparencia que transparentan poco, ocultan mucho y guardan información en cofres secretos que debían conocer los paganos de la tragedia y de los sueldos políticos.

La inmersión política en los tribunales de justicia durante las cuatro décadas ominosas, ha permanecido intocable durante las cuatro décadas posteriores, haciendo imposible la justicia igualitaria que pregonan los beneficiarios de la desigualdad.

El nombramiento arbitrario, caprichoso y directo de procuradores a las Cortes, hoy se camufla con listas electorales cerradas, donde los partidos políticos deciden internamente quiénes de sus afiliados ocuparán el poder.

Los embaucadores han pintado de color las rejas, los cerrojos y las alambradas, para hacerlas más bellas, pero su hedor es el mismo. El payaso de las bofetadas sigue recibiendo las mismas bofetadas y la cabeza del niño de Vallecas continúa estando rota. Hoy nos siguen durmiendo con los mismos cuentos de ayer, pero el lobo se ha disfrazado de abuelita para devorar al pueblo si Caperucita no incendia el palacio donde el lobo se esconde.

¡ VIERNES !

¡ VIERNES !

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Los jubilados compensamos nuestra cercanía a la estación término, olvidándonos del calendario y desconociendo el día de la semana en que vivimos, para equilibrar así la lejanía en que se encuentran del gran viaje los jóvenes que trabajan, sin prevenir que la malhadada suerte puede picarles el billete a la vuelta de la esquina.

Recuerdo sin nostalgia el bullicio festivo de los viernes en los patios escolares y las prisas azarosas por acabar la jornada, en horas previas a la cena extramuros que abría las puertas de madrugada a un viaje parisino, la pista de tenis en Bulle, el senderismo suizo, los museos londinenses, el mercado belga de “las pulgas” o simplemente el sillón doméstico en zapatillas con el libro de la mano y música lejana acompañando la lectura.

Con la jubilación se entremezclan los días de la semana en cóctel suave, de pocos grados, escasa agitación y digerible, para ser libado a pequeños sorbos, sin distinguir los sabores que tuvieron en tiempos laborables los siete días que componen el reconfortante brebaje que los trabajadores se beben a grandes tragos durante la semana.

Tiene el lunes sabor a cansancio desganado; el martes viene con el amargo paladar de lo inaccesible; deja el miércoles voluble gusto a incertidumbre; el jueves emboca las papilas con anhelo; impregna el viernes de esperanza el inmediato futuro; el sábado complace la embacadura con joviales aromas; y el domingo por la tarde acidifica la vida con decepcionante hastío hacia un nuevo comienzo desganado.

Pero hoy es viernes, María. Y mañana, sábado, Ángel. Te quedará luego la mañana del domingo, Rafael. Pero todos iréis el lunes a la sala de espera del viernes que hoy os toca vivir con la alegría que los jubilados gozamos durante los años que estuvimos atados con siete lazos a los días de la semana.