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Mes: julio 2012

SANGRE DE PRESIDENTES

SANGRE DE PRESIDENTES

Según me explica un amigo taurino, cuando el torero recibe el tercer aviso se queda sin morlaco, avergonzado y abucheado por el público. Eso va a ocurrirle al Gobierno si no cambia la faena de aliño que está haciendo al pueblo.

Los “indignados” ya dieron su primer aviso, acompañados por los desahuciados. Luego sacaron pañuelos y cohetes los mineros. Y ahora están colgando las batas los médicos, dejando la tiza los profesores, sacando pancartas los funcionarios y aguantando porrazos y disparos de goma los manifestantes.

Mantienen los puños cerrados los parados y están los desesperados a la espera de nada sin esperanza alguna, siendo éstos los más peligrosos, porque quienes no tienen nada que perder están dispuestos a perderlo todo, incluso su propia vida, como intentó hacer ayer un trabajador al prenderse fuego en Israel.

Los políticos deben saber que hubo un tiempo no muy lejano en que se combatió el orden establecido con magnicidios de máxima altura, para derrocar el sistema.  Eran tiempos con amplía capa social en el umbral de la pobreza que exigía la regeneración de España y la mejora de las condiciones de vida de la población.

Fue entonces cuando cayeron asesinados tres presidentes del Gobierno, salvándose de milagro el propio rey Alfonso XIII en 1906 y el general restaurador borbónico, Martínez Campos.

Los primeros ministros tiroteados que derramaron su sangre con macabra fortuna para ellos, fueron: Cánovas del Castillo, en 1897; José Canalejas, en 1912; y Eduardo Dato, en 1922, aunque después vendría algún «vuelo» más, por causas diferentes a las anarquistas.

No se trata de dar un aviso a navegantes sordos, pero sí de recordar páginas de nuestra historia moderna para ser tenidas en cuenta por quienes piensan que la resignación del pueblo es infinita, sus lágrimas inagotables, la paciencia ilimitada, eterna la mansedumbre y la obediencia ciega.

RATEROS RATO S.L.

RATEROS RATO S.L.

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La valentía ejemplar exhibida por el magistrado Andreu puede jugarle una mala pasada si se despista en su pretensión de sentar en el banquillo a una persona tan honrada como don Rodrigo Rato, si hacemos caso al sabio refranero español  cuando nos advierte que “quien a los suyos se parece, honra merece”, y Rato se parece mucho, pero que mucho, a los suyos, es decir, a los rateros que le precedieron en la dinastía que él ahora encabeza.

Si parecerse a padre, hermano y tío es garantía de honradez, Rato es muy honrado,  porque es difícil encontrar mayor aval de esa virtud que el mostrado por Rodrigo en la imitación de los gloriosos y honestos comportamientos de sus familiares más cercanos. Por eso el juez don Fernando debe andarse con cuidado en sus actuaciones, pues en el Auto llama a declarar como imputado a una persona muy honrada, según el refranero.

Sí, porque el millonario padre-patrón de Rato, es decir, Ramón, fue condenado en 1967 por el Juzgado Especial de Delitos Monetarios, a tres años de cárcel en Carabanchel y dos multas de 176 millones de pesetas por evadir dinero y quebrar dos bancos. ¡Qué perla de hombre!  Y después, su hermano Ramón y su tío Faustino también fueron condenados a dos años de prisión y 44 millones de pesetas de multa. ¡De casta le viene al galgo!

A nadie extraña el empeño social en desacreditar al ratero que en tiempos de bonanza económica mundial estuvo al frente de los euros públicos. Muchos  recuerdan su salida por la puerta de atrás del FMI. Y todos condenamos su gran mentira con las cuentas de la “primera banca española”, mientras tocaba la campanilla en la Bolsa.

Pobre hombre y pobres aplauseros populares que ahora se esconden fingiendo no conocer al falso hombre milagro, mito de cartón en época de prosperidad.

Del tío-abuelo, la criada-monja, la hija robada y otras pequeñas cosas, ya hablaremos porque tenemos saga de Rodrigo para rato.

¡QUE SE JODAN!

¡QUE SE JODAN!

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Sabíamos las andanzas del rey del despilfarro, que construirá en los próximos meses un puerto de mar frente al Congreso de Diputados, para que en la próxima deglaciación su pequeña Andreita pueda navegar en el escaño, pero nada sabíamos de la chiquilla hasta que un indeseable deseo se hizo realidad en su boca, al vocear desde la poltrona: ¡que se jodan!

Según parece, la hija del afortunado lotero Fabra está indignada por la manipulación que se ha hecho de sus palabras, pues ella no pedía que se jodieran los parados que tanto ama, sino los socialistas de la bancada opuesta.

Ahora debe aclararnos el significado de la partícula “se” para saber si habla de que se jodan los sociatas en forma verbal reflexiva, es decir, que cada uno se joda a sí mismo, o que se jodan unos a otros. En todo caso, son muchos, pero que muchos, los ciudadanos que siente la tentación de cambiar el «se», por «te», como respuesta a su exabrupto.

La presencia del papá a la puerta de los juzgados, nos informa que en el cariotipo de la niña falta el gen de la ética, pero ignorábamos que careciera también del cromosoma de la estética, imprescindible para sentarse en el Parlamento, aunque sus correligionarios no lo crean y la disculpen, ignorando que tales actitudes no representa a nadie, salvo a sus compañeros de negocio.

DEL SUICIDIO AL HOMICIDIO

DEL SUICIDIO AL HOMICIDIO

La defensa que hacen del “sistema” los beneficiarios del mismo, y  los ajustes de pantalón que el Gobierno está imponiendo al pueblo, terminarán por conseguir que los ciudadanos arruinados por el modelo y los recortes acaben con los autores de ambos sin miramiento alguno, cambiando simplemente los suicidios por homicidios.

En principio, algunos desfavorecidos han optado por la autoinmolación a los pies del Partenón, el suicidio en las escalinatas romanas o la muerte lenta por objeción al copago farmacéutico, como ha hecho Agustí Aguilar, un jubilado con incapacidad permanente que morirá no tardando mucho por negarse a pagar las múltiples medicinas que necesita para sobrevivir.

Estos suicidios y los que están por venir, no han afectado a los dirigentes del sistema, sean políticos, banqueros o grandes empresarios, que se mantienen firmes en sus privilegiadas posiciones sin mover una pestaña, ni tener en cuenta el riesgo que corren si se invierte la voluntad de los suicidas.

Quiero decir que puede llegar un día en que estos ciudadanos desesperados decidan abandonar la vida acompañados por quienes les han puesto la soga al cuello. Pretendo avisar a la impasible clase dirigente del riesgo que corre si los suicidas que viajan al valle de Josaphat acuerdan llevarse por delante algún ministro, consejero de empresa o diputado que aplaudió la ruina, para dar utilidad a su muerte, garantizándose al tiempo un espacio eterno en el altar de mártires por redimir a sus hermanos de los depredadores.

ABUCHEO AL APLAUSO

ABUCHEO AL APLAUSO

Fui crítico en su día con la ministra italiana de Trabajo, censurándole sus lágrimas de cocodrilo el día que saltaron de sus ojos ante las cámaras de televisión al pronunciar la palabra “sacrificio”, mientras anunciaba las medidas de ajuste que había decidido aplicar el Gobierno de Monti, en Consejo de Ministros. Incluso llegué a pedirle que supliera el llanto con la dimisión.

Creo que me equivoqué, después de ver las risas y el entusiasmo con que han aplaudido los congresistas populares, puestos en pie, los duros recortes propuestos por su jefe de filas sin mostrar el mínimo gesto de dolor.

Guardando silencio, los efectos habrían sido los mismos, evitándonos a los ciudadanos el bochornoso espectáculo de ver a nuestros representantes vitorear la ruina que acecha a muchas familias.

Elsa Fornero tuvo al menos el detalle de expresar su dolor, – real o fingido -, antes quienes más iban a sufrir las medidas que anunciaba. Sus lágrimas mostraron la solidaridad, – real o fingida -, con los más desfavorecidos. Sus palabras entrecortadas revelaban una aflicción, – real o fingida -, compartida con el tartamudeo de los vecinos que castañeaban los dientes de temor ante lo que se les venía encima.

Nada de esto vimos ayer en el Congreso, sino todo lo contrario. Por eso, quiero abuchear desde aquí aquellos aplausos, porque evidencian lo que todos sabemos: que a los diputados no les afecta el castigo, porque nadie aplaude quebrantos para él y su familia, por muy justificados que éstos sean.

DUDAMEL

DUDAMEL

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He disfrutado con Dudamel hace apenas un mes, cayendo en las redes de su talento y simpatía de forma irremediable. Fue en el tradicional Concierto Nocturno de Verano, dirigiendo a la orquesta sinfónica de Viena en el Palacio de Schonbrunn de la capital austriaca, lujosa residencia veraniega de los Habsburgo.

Obras de Chaikovski, Mussorgsky, Borodin, Strauss y Debussy, que concluyeron con una guinda final inesperada y valiente que desconcertó a muchos y emocionó a los televidentes españoles, haciendo volar al mundo las notas del intermedio de La boda de Luis Alonso.

El rotundo éxito obtenido le garantiza dirigir el famoso Concierto de Año Nuevo en 2014, aunque algún mentecato coja el rábano por las hojas, confundiendo el culo con las témporas, denigrando su capacidad, conocimientos, preparación y maestría, simplemente por sus orígenes.

Este joven venezolano ha concluido su gira europea en el madrileño Auditorio Nacional, dejando boquiabiertos a los afortunados melómanos que asistieron al concierto, para disfrutar con arpegios inéditos, sabias notas y armonías inolvidables, regustos de placer musical.

Pero a todos, incluso a los que contaminan de poliquería nobles ideas liberadoras de miseria, nos ha dejado este director de orquesta el proyecto que ha permitido a 400.000 jóvenes venezolanos, de los que 300.000 viven por debajo del umbral de la pobreza, que aprendan música, llegando muchos a formar parte de la Orquesta Simón Bolívar, que ofreció el concierto dirigido por Dudamel en la capital de España.

EL CHOCOLATE DEL JILGUERO

EL CHOCOLATE DEL JILGUERO

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Muchos indianos ricos del siglo XVIII tenían en casa un loro al que daban un trozo de chocolate de baja calidad, que el animal picoteaba. Pero ya pasada la época de bonanza, los arruinados ricos  disfrazaban su pobreza suprimiendo la jícara de chocolate al loro. Esto justifica que cuando se pretende solucionar la ruina económica ahorrando demagógicamente una partida de gasto insignificante, se hable de suprimir el chocolate del loro.

Pues bien, cuando el efecto producido por la supresión de gastos tiende a cero, hablamos del chocolate del jilguero, por tratarse de un dispendio insignificante y sin efecto alguno sobre la economía, que sólo consigue generar malestar en el pobre animal.

Pero si la decisión de quitarle el chocolate al jilguero, viene acompaña de insultante demagogia, entonces ya el malestar se transforma en indignación, provocando que el pájaro termine por hacerse un espacio entre los alambres de la jaula para irse a comer en las toneladas de trigo que guardan en sus graneros, quienes han suprimen el sustento básico que alimenta a los encarcelados en la red tejida por los depredadores.

Esto sucederá algún día si alguien no lo remedia, debido al egoísmo y la falta de inteligencia de quienes han tenido la desvergüenza de suprimir medicinas gratuitas, eliminar el agua de la dieta a los enfermos, quitar la comida a los médicos de guardia y obligar a pagar por el sillón del acompañante, cuyo gasto no es comparable con los excesivos sueldos y cargos dirigentes que hay en los hospitales, las prolongaciones más allá de la edad de jubilación a parásitos inútiles de solemnidad, ingresos económicos de los políticos, irracionales indemnizaciones a los “cajeros”, inoperancia del Senado, mamoneo de los Ayuntamientos e hipermegamultimillonarios rescates bancarios.