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Mes: marzo 2012

¿ REVOLUCIÓN 2012 ?

¿ REVOLUCIÓN 2012 ?

Lamentable ejemplo de dialéctica comunitaria son las diferencias entre clases sociales, donde tesis y antítesis no se funden en acuerdos, sino en combates cuerpo a cuerpo, a contrato calado, que nada tienen que ver con la síntesis dialéctica, teoría de contrarios para superar diferencias sin exterminar al adversario.

Ello es así porque el bando superior no acepta barcos de recreo con menos de mil metros de eslora, mientras los asalariados navegan en cayuco por la vida flotando sobre la miseria, sin más esperanza en la redención que la de su indignación para sublevarse.

La actual pugna dialéctica entre obreros y patronal, negando ésta derechos exigidos por aquéllos, acabará dando paso a las bofetadas en un país jalonado de guerras civiles, que no entiende más dialéctica que la los garrotazos, como expresó Goya con dolor en un lienzo, síntesis de nuestra historia.

Teoría de los contrarios, unidos en la discrepacia para el progreso, que hizo pensar a Hegel y ayudó a Marx en su análisis de la realidad social, obligándole a decir que el motor del cambio histórico era la confrontación entre las clases sociales, siendo la historia de la Humanidad poco más que la historia de la lucha de clases.

Mucho han peleado cristianos con musulmanes a lo largo de siglos. Mucho han combatido azulados políticos conservadores con enrojecidos militantes liberales. Y mucho llevan disputado empresarios con trabajadores, esgrimiendo cada facción sus argumentos con mayor o menor fortuna; con diferente credibilidad; con desigual poder; y con intereses enfrentados, pues mientras unos pretenden sobrevivir, los otros viven sobre las vidas de los primeros.

Eterna dialéctica sin posibilidad de integración en una síntesis que facilite el entendimiento, incrementada en estos tiempos por el hachazo de una crisis provocada por quienes han lanzado un torpedo a la línea de flotación de la estabilidad laboral, saliendo a hurtadillas de la galera, mientras los remeros ven impotentes como se hunde el barco que ha de ahogarles, al tiempo que los capataces ponen grilletes en los tobillos de condenados galeotes.

Quienes sobrevuelan por encima de la tragedia, ignoran que el futuro no les pertenece como al pueblo se le ocurra desenterrar por quinta vez las guadañas. Los trabajadores del siglo XXI deben mantener los derechos laborales conquistados tras muchas décadas de luchar por ellos. Los proletarios actuales exigen vivir con la dignidad que merece el ser humano, por exigua que sea su cuenta corriente.

En nombre del Caballero de la Mancha levanto mi voz para recordar a los desmemoriados que el hidalgo señor tiene muchos seguidores dispuestos a cumplir la ley de caballería que exige liberar al esclavizado. Mantengo la esperanza en que los escasos caballeros andantes que pisan moquetas, lucen capelos, visten togas y ocupan escaños, ayuden a los afligidos y menesterosos, porque “no deben hacerse esclavos a los que Dios y la naturaleza hizo libres».

De no hacerlo, es probable que los desfavorecidos sociales incorporen el año 2012 a la nomina de revoluciones históricas y añadan sus dígitos a los de 1789, 1911, 1917 y 1959, siguiendo la estela de las rebelión francesa, la sublevación china, el levantamiento ruso y la insurrección cubana, porque cuando los ciudadanos no tienen nada que perder, están dispuestos a perderlo todo.

SIN PALABRAS

SIN PALABRAS

Así, sin palabras, me ha dejado un viejo amigo de cuyo nombre nunca voy a olvidarme, porque no hay suficientes voces en el diccionario para agradecer su gesto de afecto, su entrañable recuerdo y el desinterés con que ha dedicado su tiempo a quien nunca le ofreció nada.

Inestimable brote verde en tiempo seco de valores, cuando muchos pretenden comprar amistad en taquillas sin existencias ni restos de compañerismo. Apreciable cabo de luz en la penumbra de una hermandad deshabitada, cuando la generosidad huye espantada hacia el ocaso. Desprendida concesión que se niega a ser correspondida, cuando el intercambio mercantil de favores se oculta en las cloacas del interés mutuo y el mercadeo de amistades interesadas pretende, sin conseguirlo, oscurecer la fraternidad entre almas grandes ocupadas por sinceros afectos.

Sin esperarlo, ni presentirlo, ni merecerlo, ha entrado en mi vida el sencillo artesano con un hermoso canto a la amistad, al desprendimiento y al recuerdo de necesidades compartidas en un colpicio, del que sólo tengo memoria para recordar a quienes conmigo allí estuvieron, como es el caso de este corazón ambulante que desparrama su bondad por las calles de Madrid sin alardear de la generosidad que le sobra.

Agradezco las plumas de caña que conservaré sobre mi mesa de trabajo como una reliquia. Pero, sobre todo, agradeceré siempre junto Saint-Exupéry y su Principito las horas que me ha dedicado este amigo, porque es el tiempo que ha perdido elaborando las plumas lo que las hace importantes.

¿HUELGA LA HUELGA?

¿HUELGA LA HUELGA?

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Hablaba ayer del nuevo “producto” que están exportando los alemanes intentando sangrar aún más la piel de toro, mientras el selecto grupo de privilegiados se frota las manos en contrabarrera.

Siguiendo la estela marcada por los teutones, reformamos las pensiones incrementando en dos años la edad de jubilación. Y siguiendo la huella germana reformamos en quince días la intocable Constitución para establecer un techo a la deuda pública. Ahora toca poner la alfombra roja para dar paso a los contratos vertedero. Bien.

Se trata simplemente de obedecer órdenes tudescas para alcanzar un falso «milagro» a base de remar con grilletes en galeras para allanar el camino a empresas y empresarios. Hay tres opciones posibles a cual más detestable: trabajar más horas cobrando el mismo dinero, hacer el mismo trabajo pero con menos salario o simplemente aceptar contratos humillantes para reflotar el empleo con lágrimas proletarias. Alentadoras opciones y estimulante futuro para los trabajadores de toda edad y condición.

Contratos basura, trabajos precarios, menor seguridad, mayor desigualdad y explotación dieciochesca que reducirá el paro con peores trabajos, enriquecerá a los de siempre, aumentará las diferencias sociales y multiplicará por diez el individualismo enviando la solidaridad a galeras, al grito de ¡sálvese el que pueda!

Todo ello aderezado con una disminución en cantidad y tiempo de la prestación por desempleo que puede llegar a endurecerse hasta límites insospechados, si tenemos en cuenta que en Alemania al terminar la prestación por desempleo, sólo reciben ayuda los parados por solemnidad. Es decir, los que no tienen nada, pero nada de nada, a los que se paga una modesta pensión de 362 euros, el alquiler de la casa donde viven y la calefacción. El solemne parado que tiene coche o vivienda ha de venderla, y si un pordiosero está en el paro, ve reducida su pensión en función de los “ingresos” que obtiene mendigando en la calle.

En resumen, el milagrero ejemplo alemán consiste en reducir el paro con millones de trabajos de mierda que multiplican las desigualdades sociales. ¿Estamos de acuerdo con ello? Paro o más desigualdad, esa es la cuestión. Ángela ordena, Mariano obedece y el pueblo dirá mañana lo que piensa.

ANTE LA HUELGA GENERAL

ANTE LA HUELGA GENERAL

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La experiencia de mis años por Centroeuropa me permitió constatar fielmente la complementariedad entre la Europa del norte y la del sur, siendo la primera racionalista, tecnológica y productiva y la segunda sensitiva, humanista y lúdica, dándose una a la otra lo que cada una tenía que a la otra le faltaba.

Pero las cosas han cambiado en poco tiempo y la tendencia a la homogeneización social, política y laboral se ha impuesto, con victoria de los proyectos norteños. Ello, aunque todos salgamos perdiendo, nadie se entere de lo que ha pasado y la resignación se haya apoderado de los corazones rebeldes.

En tiempos no muy lejanos, Alemania se conformaba con exportar maquinaria y tecnología, es decir, coches, motos, electrodomésticos, televisiones y cuantos aparatos pasen por vuestra la mente. Pero desde hace unos años ha dado el paso definitivo para acabar con el proyecto sureño, exportando también su modelo laboral y productivo con una exigencia impositiva sin precedentes, vendiendo al mundo un milagro alemán incompatible con el sentimiento austral.

Cierto es que enarbolan la bandera del éxito presumiendo de haber reducido el paro en ocho años en dos millones de personas, pasando de cinco a tres millones de parados, pero los procedimientos empleados para conseguirlo no pueden ser aceptados por una sociedad humanista, culta y solidaria que rechaza métodos mercantilistas insolidarios para conseguir los fines impuestos por una plutocracia sin escrúpulos, que se da golpes de pecho en las iglesias y merienda chocolate con churros en suntuosos salones con prelados.

No puede hablarse de reducción del paro si éste va acompañado de trabajos basura y desprecio laboral. No puede elogiarse una reforma que abarata el trabajo y flexibiliza el despido. No puede hablarse de un milagro que sacrifica salarios, disminuyendo la protección y rebajando la calidad. Sobre todo si detrás del escenario se oculta entre bambalinas el deseo de obtener una mayor rentabilidad por parte de la minoría privilegiada que vive del sudor ajeno.

¡ ENHORABUENA A TODOS !

¡ ENHORABUENA A TODOS !

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No hay como inyectarse una buena dosis electoral en vena para salir del pesimismo y la resignación, porque las urnas son el mejor antídoto contra el desánimo y la decepción. El PSOE se felicita por el cambio de tendencia; los populares por su victoria histórica en Andalucía; Izquierda Unida por el aumento de confianza ciudadana; UPyD porque sienta a un militante en el escaño; y el Foro por asentarse como segunda fuerza. ¡Todos contentos!

Las papeletas llevan a los líderes políticos a un país de fantasía multicolor en el que una alucinante catarsis les permite euforizar con la mayor ilusión. Así sucede, – elección tras elección -, entre la clase política cuando los ordenadores escupen los resultados electorales contra la pantalla, sin conseguir salpicar de fracaso a ninguno de los partidos contendientes.

Equilibrio dialéctico insostenible en el que la autocrítica brilla por su ausencia y todos enarbolan estandartes victoriosos, aunque la realidad objetiva sea bien distinta. Todos parecen haber ganado las elecciones. La derecha porque ha ganado en el sur con escasas posibilidades de gobernar; la izquierda porque sale victoriosa en el norte pero no alcanzará el sillón presidencial; los unidos en la izquierda porque de ellos depende el reparto; y un exiguo diputado, porque ha sido la gran novedad electoral.

Pues ¡enhorabuena a todos!, y que la suerte acompañe a los descendientes de quienes comenzaron la Reconquista y a los que acabaron con ella. Todos contentos y felices ante las cámaras, llevando por dentro la frustración que genera saber que en la oposición hace un frío que pela, aunque se hayan ganado las elecciones.

PACOCAMPISMO

PACOCAMPISMO

Ahí sigue don Francisco Camps sacando pecho, aprovechando que los ciudadanos honrados no se han recuperado aún de la estupefacción sufrida con sus vergonzosas conversaciones telefónicas, y sin darse cuenta que sus compañeros de partido están pasando la guadaña cada cinco minutos para segarle los pies en cuanto asome por los alrededores de Génova.

Confundir la votación de un jurado carente de básicos conocimientos ortográficos, con la inocencia moral, el compromiso ético y la limpieza política, sólo es propio del Pacocampismo. Nueva doctrina polítiquera que consiste en protegerse la cara con cemento armado en lugar de crema Poms, sonreír sin mostrar demasiado los colmillos, alardear de superhombre poniéndose plataformas en los zapatos, contar con la ayuda de Dios para llegar a la Moncloa y remar el L’Albufera.

Sabed, amigos, que es el Pacocampismo una corriente de pensamiento fundada por un elegante abogado valenciano que luce hermosos trajes con gaviota en la solapa. Personaje que destaca por su cinismo, chulería y prepotencia. El Pacocampismo es una extraña forma de hacer política, originada por un virus cuya cepa procede de Borbotó, hospedándose luego en despachos a media luz de la noche valenciana, cuando un arrebato despótico del fundador le llevó a tomar la coctelera y poner dentro de ella un buen chorro de ambición, bastante cara dura de alto grado, una rodaja de impunidad y mucha codicia de poder. Luego agitó el recipiente con energía, llenó la copa de su “amiguito del alma” y brindó con él sin percibir la mancha en el traje debida a las gotas que cayeron al chocar las copas, prueba muda de la acusación no percibida por el jurado popular que lo juzgó, mientras el “recibidor” deseaba larga vida al “conseguidor”.

Ahora, con el fuego fatuo de la sentencia metido en las entrañas ha decidido calentarse las manos dando tortazos a diestro y siniestro. Y para desocupar el cerebro de buenos pensamientos ha redactado el código del Pacocampismo, mientras ofende al inquilino de la Moncloa, aspirando a ocupar su trono.

Leyendo este breviario puede verse que sus tres características básicas son: permanente sonrisa de conejo, furibunda ambición de poder y descarado cinismo. Por eso defiende la teoría de que todo puede conseguirse con despotismo y rostro pálido. Por eso hicieron cola en su despacho tantos especuladores sin escrúpulos. Por eso en torno al Pacocampismo hay un olor fétido que trasciende los filtros más potentes. Por eso muchos populares no soportan ya el hedor que despide y comienzan a fumigar sentido común a su alrededor, acompañado de tímidas gotitas de ética y democracia.

El Pacocampista que se precie ha de asomar la cabeza a través del cartón blanco de la camisa, arriesgándose a que se la corten. Irá planchado, bien trajeado, entallado y sonriendo. Adiestrará su olfato oliendo en despachos de la planta superior y tendrá el rejón dispuesto para lanzarse en picado contra el primer disidente que divise. Si pierde la habilidad de hacer negocios nocturnos después de la cuarta copa, será excluido del grupo. Llevará siempre en el bolsillo una maza para aporrear sobre las mesas; una cuchilla para afilarse la lengua; una escofina para limar el crecimiento continuo de su nariz; y un dedo índice de plástico para acusar. Pero nunca llevará preservativos, porque su religión se lo prohíbe.

Los seguidores del Pacocampismo deberán ser flexibles en apariencia, arrastrarse como serpientes y ser más escurridizos que las anguilas. Cualidades que les permitirán moverse entre los pasillos de la política sin recibir la mínima salpicadura aunque estén más pringados que una tostada.

SOLEDAD FINAL

SOLEDAD FINAL

Al rodearme José Antonio con sus palabras en un abrazo solidario, unido al incondicional amor filial a la madre que tantos días humedeció la almohada con lágrimas de viudedad al verlo partir hacia el Infanta, no he tenido más opción que tomar la pluma para verter el sacudimiento interno que su recuerdo puso en la orfandad que compartimos, aunque jamás paseáramos juntos por el Patio Central.

Con su pregunta ha vibrado la fibra de Ángel y volado el recuerdo de José María a lejanos recuerdos junto al río Henares, haciendo posible el hermanamiento de nobles sentimientos en la pantalla virtual. Gracias por ello a quien propició la ocasión de tal encuentro y me dio la oportunidad de parafrasear los versos del poeta recordando ¡qué solos se quedan los viejos!

La inevitable soledad de la muerte a la que nos enfrentaremos todos en solitario y sin compañía alguna, por muchos que sean los que toman nuestras manos en el andén del último viaje, no justifica el abandono en la sala de espera de la estación de quienes nos han llevado hasta donde ahora estamos.

Abandono en algunos casos familiar y siempre profesional, sin comprensión alguna, en un alarde de despilfarro social y laboral que nadie evita, muy superior al despilfarro de la megalomanía política en obras faraónicas inservibles.

Aparcar en un rincón la experiencia lúcida de quienes han ido abriendo paso a los que hemos ido detrás; despreciar la sabiduría no contenida en libros ni en aulas universitarias; subestimar sabios consejos; postergar maduras opiniones; desdeñar la pericia demostrada, y rechazar la veterana voz ilustrada, son delitos sociales sin posible redención y actitudes que sólo conducen al suicidio moral de una sociedad ciega y sorda por voluntad propia.

Pero más triste es olvidarse de abrazar cada día a quienes todo lo han dado por aquellos que los olvidan. Más ingrato es olvidarse de corresponder a todos los bienes recibidos. Y más doloroso es abandonar a quienes saborean amargamente la soledad, porque los hijos que todo han recibido de ellos le niegan el tiempo que a ellos pertenece y el cariño que merecen.

“¿Tienes padres todavía?”, preguntaba José Antonio a todos sus compañeros en el libro de caras amigas, sin esperar respuesta. Y yo aconsejo a los afortunados que pueden abrazar a sus padres todavía, que no pierdan el tiempo porque su soledad no espera y una vez pasado el rubicón de la vida no cabe el arrepentimiento.