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Mes: febrero 2012

PATRICIA FLORES

PATRICIA FLORES

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La viceconsejera de Asistencia Sanitaria de la Comunidad de Madrid, doña Patricia Flores, se pregunta, – y nos pregunta a los demás -, si tiene sentido que un enfermo crónico viva gratis del sistema sanitario público, y los demás nos preguntamos si tiene sentido que una persona con demencia crónica y sensibilidad de cuadrúpedo dirija la sanidad madrileña.

También nos preguntamos si tienen sentido los supersueldos de políticos y suculentas dietas que les pagamos, unido a los privilegios que disfrutan, por hacer y decir las cosas que hacen y dicen, con voz engolada y cara de cemento armado, impunemente, con desvergüenza y sin ser cesados.

¿Tiene sentido el gran poder que tienen los mandamases y la patrimonialización que hacen de los bienes públicos?

¿Tiene sentido la impunidad ante el despilfarro de millones de euros en la gestión pública, ejemplificado en aeropuertos y obras faraónicas injustificadas?

¿Tiene sentido el enriquecimiento ilícito de muchos políticos con el dinero común, a base de corruptelas que ofenden a la mafia calabresa?

¿Tiene sentido que se apoye económicamente a la banca y a los banqueros con dinero público para que sigan especulando y beneficiándose?

¿Tiene sentido que los principales paganos de la crisis nacional y mundial sean los que menos culpa tienen en la quiebra del sistema?

¿Tiene sentido que los ejecutivos políticos, los legisladores parlamentarios y los jueces de las Audiencias sigan permitiendo las injusticias sociales reinantes?

Hay muchas enfermedades sociales crónicas más graves, señora viceconsejera, que tienen menos sentido y arruinan más las arcas del Estado. Mire hacia ellas, erradíquelas, y no meta la tijera en los tratamientos a pacientes crónicos, que bastante tienen ya con lo que tienen, ellos y sus familias.

Nos gustaría oír a la señora viceconsejera denunciar a sus compañeros políticos implicados en tramas de corrupción antes de oírla vincular a los enfermos crónicos con los ajustes presupuestarios.

Nos gustaría ver a la señora viceconsejera repetir sus palabras sin sonrojarse, en un foro con cancerosos, bronquíticos, diabéticos, hipertensos, infartados, artríticos, hemofílicos, asmáticos y epilépticos.

Nos gustaría que la viceconsejera de Asistencia Sanitaria de la Comunidad de Madrid tuviera algo más de respeto por los enfermos crónicos, y algunas dosis de gusto ético y estético al defender sus argumentos, en caso de que los tenga. Por ejemplo, una buena idea sería modificar la carga impositiva para que los enfermos crónicos millonarios pagaran los tratamientos de quienes no pueden llegar a fin de mes.

EL TREN DE LA INFANCIA

EL TREN DE LA INFANCIA

Un viaje en tren a Medina del Campo me ha llevado a los años de estraperlo, sabañones, dolor, cementerio y traje azul marino. Años de abandonar el desnutrido hogar familiar y marchar con la orfandad al hombro camino del colpicio, para restaurar en él penurias bajo la sombra amparadora de una acacia regada con lágrimas de infortunio en el patio central.

Idas y venidas, pasaporte en mano, a lomos de un cetáceo de hierro que esperaba sudando en la estación antes de dar un bufido anunciando su salida. Arranque lento, ceremonioso, entre quejidos de hierros y soplidos de vapor, previos al galope enloquecido sobre raíles, con un zarandeo que impedía la estabilidad a quienes recorrían sus entrañas revisando billetes para dar con los pícaros, y pidiendo carnets de identidad con la enseña policial detrás de la solapa, para trincar a “rojos” despistados.

Rodando hierro sobre hierro se acometían las trincheras tajadas en oteros, donde el ruido se hacía más ensordecedor como presagio de trueno y el ajetreo multiplicaba el estrépito, preludio de catástrofe. Todo el temor quedaba en la simple ceguera por la carbonilla que entraba en el compartimiento tiznando de puntos negros las camisas, cuando alguien se olvidaba subir la ventanilla, antes de introducirse la máquina en las fauces de la montaña a través del túnel arqueado con granito.


Soplaba y resoplaba el monstruo de acero en la planicie saludando con su columna de humo a los campesinos que agitaban pañuelos al viento asombrados de ver aquel prodigio trotar desenfrenado en la pradera, mientras ellos roturaban la tierra con yuntas de bueyes o recogían espigas en verano a golpe de hoz sobre las cañas.

Paradas interminables para calmar la sed del endriago. Incesante trasiego de viajeros. Asiento de tercera, con listones de madera que vareaban el cuerpo. Pan de hogaza con embutido, tortilla y torreznos compartidos a golpe de navaja, mientras pasaba de mano en mano alguna bota de vino, entre bromas, chascarrillos y anécdotas que amenizaban el viaje del huérfano cabizbajo en el camino de ida al colpicio, tornándose meses después en nerviosa celeridad del reloj al regresar esperanzado a la casa prometida de los abuelos.

CÉLULAS INCONTROLADAS

CÉLULAS INCONTROLADAS

Escribía Unamuno en su Diario íntimo: “Cuando uno está tísico evita su familia el decírselo y trata por todos los medios de engañarle para no decirle que le queda un año o unos meses de vida. ¿Son más cuatro, cinco, diez años, que uno? ¿No somos todos tísicos? Pocos piensan en que todos estamos condenados a muerte”. Haced con esta reflexión lo que mejor os parezca.

En tiempos bíblicos, el cáncer sería una plaga enviada por Dios para castigar anualmente a ocho millones de sus hijos e hijas por los pecados cometidos. Hoy, en cambio, sabemos que es un torpe certificado de defunción, firmado por unas células incontroladas que deciden crecer y multiplicarse de forma enloquecida, desafiando toda lógica y conculcando las leyes de reproducción celular.

Células incontroladas que van a su antojo paseándose por vasos linfáticos y sanguíneos, haciendo impunemente de las suyas, plantando el campamento base donde se les antoja sin solicitar permiso al propietario del terreno, arrasándolo todo como caballos de Atila, inoculando temores en los corazones afligidos y destilando lágrimas de impotencia en propios y extraños.

Células incontroladas que se agrupan en una masa amorfa llevándose por delante todo lo que encuentran a su paso y lo que está al borde del camino.

Células incontroladas que se reproducen más allá de lo razonable invadiendo los tejidos del huésped donde se alojan y el alma de quienes le rodean.

Células incontroladas que humillan la sabiduría humana, incapaz de dar con el líder de la manada escondido en la sangre, para llevarlas a todas al suicidio.

Células incontroladas que se cuelan de rondón en nuestras vidas sin que nadie las invite ni previo aviso de llegada, para amargarnos la fiesta de la vida.

Detestables células incontroladas que controlan caprichosamente nuestra vida y los sentimientos de las personas que amamos.

A quienes ya recibieron la visita desalentadora de tan repugnantes criaturas y fueron con dolor despedidos, vaya nuestro recuerdo inolvidable. A las personas que hoy conviven con ellas en silencio, enviamos nuestro apoyo solidario esperando que tales bichos sucumban a la radio-quimio. Y a los que estamos en la sala de espera nos queda la inevitable resignación de saber que si no vienen ellas a buscarnos, alguien se acercará a por nosotros.

Pero a todos los que aún estamos por aquí, envío el deseo de que tengamos un feliz tiempo de espera en este solidario sábado 4 de febrero en que celebramos la jornada mundial contra el cáncer.

¡ POR MANITÚ !

¡ POR MANITÚ !

Mí escribir con gran dolor dolor / y decir con decepción, / que no estar de acuerdo con tú, / por perder gran elección / sin aprender la lección. / Por dejarlo todo igual, / cuervo ingenuo no fumar, / la pipa de la paz con tú. / ¡Por manitú!

Comienza en Sevilla el 38 Congreso Federal del Partido Socialista Obrero Español de consecuencias imprevisibles para los militantes y decepcionate en los “preparativos” para los ciudadanos socialistas, que alimentan con sus votos el poder de los políticos de la rosa.

Amigos afiliados al partido desde lugares diferentes, me han hablado del silencio al que están siendo obligados dentro y fuera de las sedes, impuesto por la disciplina militante. Vale, pero no es mi caso, porque conservo intacta mi independencia y sigo creyendo después de cuarenta años en lo que no han creído quienes me miran de reojo.

Comienza el Congreso bajo el lema “La respuesta socialista”, atribuyéndose el partido un todo que no le pertenece, porque muchos socialistas que no militan en el partido, tal vez tengan respuestas diferentes a las que propongan en la reunión los socialistas de carnet, es decir, los profesionales del socialismo, patrimonializando una doctrina que comparten  más ciudadanos de los que se arrogan el patrocinio de la misma.

Me parecería más adecuado que el lema fuera “La respuesta del partido socialista” para que los socialistas de a pie que van por las esquinas predicando la ideología perdida en los escaños, no se vieran incluidos en las respuestas que den los socialistas con pedigree a ¿qué?

Esta es la pregunta inevitable: respuesta socialista ¿a qué? ¿Al nombramiento de un/a  Secretario/a General que nada tiene de nuevo/a? ¿Respuesta a la frustración que le espera a la facción perdedora del Congreso? ¿Al descontento de los votantes que están hartos de ver las mismas caras en los carteles? ¿Respuesta a una renovación que amenaza con no llegar nunca?¿Respuesta a la decepción de quienes llevan meses reclamando una oposición en el Parlamente mientras los dirigentes se han estado mirando al espejo intentando resolver sus problemas?

Lo que cantó Javier Krae hace años a Felipe, hoy puede tener un espacio en este partido socialmente acobardado y sin fuerzas para renoverse, al que los megaterios tienen atado y bien atado, impidiendo a miles de cuervos ingenuos fumarse la pipa de la paz con ellos, por no haber tenido “nada claro como acabar con el paro”, obligándoles a decir “Tú, mucho partido pero ¿es socialista, es obrero?”. Ciudadanos indignados con un partido incapaz de remangarse y coger por las solapas a banqueros, especuladores y politiqueros internos, externos y mediopensionistas.

Y envolviendo a todo ello, el gran esperpento que aglutina la continuidad. Esos espejos deformantes que don Ramón nos dejó en el callejón del gato, donde los profesionales de la política observan una realidad distorsionada que les lleva a degradar valores socialistas, mientras exponen sus entrañas en el escaparate de la plaza pública.

El empeño en verlo todo a través del espejo cóncavo irreal conduce a una galopante presbicia mental que cabalga hacia la nada ideológica, llevándose por el camino preciados valores que a todos pertenecen. Sabemos que el sardinero «apasionado del poder» como ha dicho alguien de la «casa» está inspirando su obra cumbre surrealista en este congreso al que muchos se han sumado pidiendo más salud, dinero y amor ¿para quién?, junto a la abogada de Esplugues nieta de un anarquista aragonés, maltratada injustamente por el periódico vocero de su opositor y calificada por Ibarra como «Zapatero con faldas».

VALOR MILITAR Y VALOR CIVIL

VALOR MILITAR Y VALOR CIVIL

Durante los cuarenta años de falsa paz impuesta por la dictadura, a los militares jóvenes descendientes de quienes combatieron a bayoneta calada en las trincheras de Brunete y del Ebro, – que no habían participado en guerra alguna -, se les «suponía el valor» en su hoja de servicios. Hoy los militares profesionales de todos los ejércitos parecen acreditar el valor con su presencia en  “guerras pacíficas” donde algunos pierden la vida.

Pero las guerras no hacen valerosas a las personas que en ella participan, siendo así que un ciudadano pacifista puede ser más valiente que otro belicista. Quiero decir que el valor no se adquiere en las guerras ni en academias militares, ni es patrimonio de los ejércitos profesionales. Un pueblo levantado en armas civiles tiene más valor que un ejercito con armas de guerra.

La técnica militar y la disciplina cuartelera no hacen a las personas más valientes que la entereza civil, siendo así que defiende mejor su independencia un pueblo libre sin capacidad de ataque, que otro armado carente de valor cívico, como le sucedió a los atenienses, hoy en desgracia.

Considero al valor cívico como verdadero valor y virtud del pueblo. Pueden los militares poner a prueba su arrojo en la guerra, pero el valor cívico que lleva a la rebeldía y a la revolución, tiene más fortaleza que el de los vehículos blindados y armas de larga distancia.

En los cuarteles no se enseña valor, sino disciplina, subordinación y obediencia. Y el valor militar no consiste en acudir a una guerra, sino en tener valor civil para evitarla. Por eso los conflictos bélicos me parecen actos de cobardía. Y por eso, igualmente, me parecen muy cobardes los caudillos que envían ciudadanos al matadero.

El valor militar se acredita con heridas, mutilaciones y muertes, haciendo a los soldados héroes a la fuerza. En cambio, el valor cívico consiste en dar la vida por la patria sin hacer que el enemigo la dé por la suya. El valor cívico consiste en desvivirse por la nación que se habita. Vencerse a sí mismo en la lucha diaria contra el pesimismo. Perseverar en la batalla por una sociedad más justa. Dominar tentaciones espurias que degeneran la condición humana. Combatir la mediocridad, el nepotismo y la incompetencia. En una palabra, participar en la guerra civil contra todo lo detestable que nos rodea.

El valor cívico consiste en sustituir a los seis soldados que izaron la bandera en la isla de Iwo Jima, por valientes civiles que levanten en nuestra sociedad la bandera de la justicia, la honradez y la solidaridad, como signo de victoria sobre la corrupción, el abuso la explotación y el engaño.

DIGODIEGO POLÍTICO INOLVIDABLE, YA OLVIDADO

DIGODIEGO POLÍTICO INOLVIDABLE, YA OLVIDADO

Es oficio de políticos decir Diego, donde antes se dijo digo, o al revés. Cambio actitudinal intencionado que se hace con ánimo de engañar al personal para conseguir privilegios y favores que de otra forma serían imposibles de alcanzar.

Digodiegos que forman parte inseparable de la actividad política,  utilizados en mítines electorales, promesas de gobierno y adhesiones incondicionales, para tranquilizar a quien corresponda, acompañados siempre de justificaciones que sólo aceptan los beneficiarios del cambio.

Entre todos los digodiegos de la actual historia de España, destacan dos de ellos, – que se encierran en uno como los mandamientos -, por la tolerancia con que los ciudadanos hemos aceptado el trueque, sin percibir las consecuencias del mismo ni reparar en el sujeto protagonista del engaño.

Invito a los lectores del blog a descubrir el personaje que se oculta tras las declaraciones que vienen a continuación, hechas cuando el dictador paseaba con sus botas y espuelas por la piel de toro, mientras el Villa Giralda se negaban a aceptar la defenestración del legítimo heredero.

El general Franco es, verdaderamente, una figura decisiva, históricamente y políticamente para España. Él es uno de los que nos sacó y resolvió nuestra guerra de 1936. Después de esto, él jugó un papel político para sacarnos de la Segunda Guerra Mundial. Y por esto, durante nuestros últimos 30 años, él ha sentado las bases para el desarrollo de hoy en día, tal como usted mismo puede constatar. Franco es para mí un ejemplo viviente, día a día, por su desempeño patriótico al servicio de España y, por esto, yo le tengo un gran afecto y admiración.

Quienes duden sobre el autor de estas palabras y no hayan dado con la respuesta, pueden encontrarla en: http://www.youtube.com/watch?v=M6x4KDhSynU

Adulaciones lógicas si tenemos en cuenta que nuestro hombre había jurado adhesión incondicional al dictador y a los Principios del Movimiento Nacional, sustitutivos de la Constitución votada por los españoles en 1931, legitimando al mismo tiempo el golpe de Estado del 18 de julio de 1936, ante la indignación del auténtico heredero a la corona de España, como pueden ver los lectores en este enlace: http://www.youtube.com/watch?v=Od01GvIdS_s

Digodiegos olvidados y testimonio histórico que confirma sin paliativos la herencia recibida y sus vínculos con una monarquía que Franco dejó atada y bien atada, sin que nadie hasta hoy haya podido desatarla, por mucho que turbios negocios, amores descarriados, malas compañías, opacidad en cuentas y yernos desaprensivos, lo hayan intentado.