TOLERANCIA

TOLERANCIA

Versodiario 14 :

Tolerar es respetar,                                                                                                                             comprender y converger,                                                                                                                   aceptar, capitular,                                                                                                                               ceder y reconocer

TOLERANCIA

La falta de respeto a ideas, creencias o prácticas de vecinos, diferentes o contrarias a las nuestras, obliga a recordar que la tolerancia es una exigencia de nuestro tiempo, que ha de palparse en nuevos estilos de formas, más frescura en los gestos, mayor conformidad con el pensamiento divergente y aceptación del pluralismo.

Es tiempo de que la prepotencia pase a mejor vida, el tono impositivo bese el suelo, la beligerancia dé paso al entendimiento, la confrontación lleve al encuentro y la mano tendida al rival sustituya al insulto.

En democracia no hay futuro para el cesarismo mediático, ni espacio para el despotismo social. Tampoco para el abuso doméstico, el dogmatismo enfermizo, el grito enardecido para acallar al contertulio, el desprecio a las razones ajenas o el militarismo que ya no practican ni los propios militares en el disciplinado ámbito de la milicia.

La tolerancia, como garantía de paz duradera y convivencia pacífica exige eliminar de los manuales de higiene social actitudes provocativas, ademanes insultantes, posturas descorteses, gestos groseros y palabras ofensivas, que sólo conducen a confrontaciones violentas, polémicas innecesarias, enfrentamiento agresivos y crispaciones malsanas, que terminan helando el corazón a los españolitos que al mundo llegan.

Es necesario que la nueva generación defienda una concepción política liberal, abierta, igualitaria, plural y flexible, frente a la herencia autoritaria, monolítica, discriminatoria, sectaria, dogmática, y centralista, que recibimos quienes hicimos posible el cambio formal del sistema, aunque no lográramos modificar las mentes y actitudes de quienes todavía permanecen inmóviles en su sitio, como si el tiempo se hubiera estancado en el totalitarismo del que procedíamos, y caminan aún con el enfado al hombro y la frustración en el costado, cortando cabezas en rediles ajenos.

Incluso quienes cierran sus puertas a la tolerancia merecen el respeto de aquellos que la practican y la comprensión de su inflexibilidad, porque la transigencia no se  improvisa con juegos de prestidigitación mental, ni algunas actitudes personales son flexibles como juncos, sino firmes como troncos de robles centenarios, difíciles de modificar con la facilidad que algunos camaleones políticos cambian de chaqueta.

La inteligencia no lleva necesariamente a la tolerancia, ni la cuenta corriente o la pobreza lo consiguen. La tolerancia es un estado de ánimo al que se llega con paciente esfuerzo, renuncia diaria, educación mental y cultura social, aceptando con humildad que la verdad absoluta no está en manos de nadie, y que sólo entre todos y contando con todos llegaremos a saberlo todo.

 

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