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EL OLVIDO DE VIVIR

EL OLVIDO DE VIVIR

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Si tomamos la vida con rigor, nos basta pensar que habita en nosotros como huésped pasajero desposeído de fidelidad eterna, pero con el don divino de la ubicuidad que le permite expandirse hasta el último rincón del mundo donde una célula se mueva en el interior de algo material que nace, crece, se reproduce y muere.

En ese espacio se acomoda la vida con prisa y sin clavar muy profunda la estaca, ni llevar más equipaje que la ropa puesta sabiendo que está de paso, con efímera permanencia, hasta ser desahuciada por la innombrable, dejando en herencia nuestro recuerdo a familiares, amigos y vecinos, que será olvidado el día que el diluvio final que se los lleve a todos por delante en riada inevitable.

Es la vida intermitencia de luz que se apaga en unos cuerpos para encenderse en otros, advirtiendo de sus virajes a quienes van detrás de ella para mostrarles a qué atenerse, antes de hacer una maniobra inesperada que coja despistados a los perseguidores y se despeñen dormidos al volante o enviciados en la ruleta rusa con una flor de oro en la solapa y la ambición en bandolera.

Desatender a tan sensible inquilino es preludio del adiós, por eso no debemos olvidarnos de vivir para evitar que un despiste del azar apague la luz y encienda velas a nuestros pies por tirar la vida por la borda, ocupados en menesteres propios de los enterradores de la virtud y la felicidad.

PROPUESTAS PARA SUBIR AUDIENCIA

PROPUESTAS PARA SUBIR AUDIENCIA

Leo que dos presentadores holandeses, Valerio Zeno y Dennis Storm, han comido carne uno del otro en directo para aumentar la audiencia televisiva. El primero de ellos ha digerido un trozo del abdomen del segundo, y éste se ha manducado un filete de glúteo a la plancha del primero, sin condimento alguno. Vuelta y vuelta, para entendernos.

Bien por los protagonistas del canibalismo. Bien por el director del programa “Conejos de indias”. Bien por el presidente de la cadena BBN. Bien por los espectadores. Bien por los jueces. Bien por los periodistas. Bien por los comités de ética. Bien por los legisladores. Y bien por la audiencia que se deleita con ello en vez de escupir a la pantalla.

Así las cosas, sugiero a Telecinco, por ejemplo,  que reproduzca en directo la escena del corte de ojo que ofrece Buñuel en “Le chien andalou”, pero que lo haga con una niña de cuatro años como protagonista, con una navaja de afeitar oxidada y en horario de máxima audiencia para animar al personal.

Propongo, igualmente, para aumentar la audiencia, que se mutilen en directo los genitales de dos indigentes con unas tenazas de capar cerdos.

Propongo jugar en directo a la ruleta rusa con revólveres del 38 y un premio millonario para el que sobreviva de los cinco participantes en el juego.

Y propongo a los padres políticos de la patria que se desentiendan de nosotros y de la salud mental de nuestros hijos impidiendo leyes protectoras, porque así algún día serán ellos mismos linchados en un plató de televisión para deleite de los espectadores,  estimulados por la bazofia que vierten a diario las pantallas televisivas en busca de audiencia, abusando de la idiocia colectiva, que aplaude, venera y da cancha a corruptos, caraduras, ignorantes, descarados, buscavidas, golfos, bribones y oportunistas.

¿Es eso lo que piden los ciudadanos o es lo que se les da sin consultarles? ¿Hay algún lobby interesado en que se expanda la telebasura? ¿Falta talento para entretener fomentando la cultura y la convivencia? ¿Es cierto que basta con cambiar de canal para huir de la mierda?

Si una persona es lo que come, queremos que nos den alimentos televisivos que nutran la sabiduría, provoquen la sonrisa, cuenten la verdad, eludan la manipulación, faciliten la cordura, promuevan el entendimiento, mejoren la educación, eduquen para el diálogo y hagan placentera las reuniones familiares en torno al plasma sin que éste nos deje «plasmados».