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CARTA A UN JOVEN REPUBLICANO

CARTA A UN JOVEN REPUBLICANO

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Estimado Joaquín:

Hace tres días celebraron muchos ciudadanos el 34 aniversario de la Constitución Española que consagra la monarquía parlamentaria en España, y hoy nos toca a ti y a mí rendir culto y honor a la Carta Magna republicana aprobada un día como hoy de hace 82 años, que ungía una organización del Estado cuya máxima autoridad era elegida por los ciudadanos, siendo Niceto el primero en representarla.

He sabido por tu madre Lola, casualmente mi amiga y hermana-huérfana por vocación, que la sangre republicana corre por tus venas con el ímpetu juvenil de los incipientes diecisiete años de tu calendario, algo impensable que a mí me sucediera cuando tenía tu edad porque entonces la palabra república no figuraba en el diccionario, estaba desterrada del vocabulario y condenada a galeras por el régimen que la enterró en vida sin darle tiempo a los primeros balbuceos.

Quienes protagonizamos el milagro de poner en vuestras manos una democracia que no acaba de llegarnos en plenitud, fuimos privados de la libertad que tú ahora tienes para proclamarte abiertamente republicano, junto a todos los que pensamos en una jefatura del Estado no hereditaria, sino conquistada en las urnas por voluntad popular.

Ya ves, Joaquín, algo tan simple como eso, ha de someterse a una tradición sostenida en temores ficticios de un nuevo fracaso, alentado por quienes se empeñan en pregonar los males de la Segunda República, confundiendo a todos, cuando el cáncer estuvo en el desacierto de «hunos» y «hotros» gobiernos republicanos que hicieron inviable esa forma de Estado, inocente de todos los delitos que se le han atribuido intencionadamente durante años.

No tuvo la República culpa de nada, Joaquín, ya que fueron los dirigentes políticos responsables de su fracaso, por dar más golpes en la herradura que en el clavo. Republicanos fueron la gran mayoría de españoles, tanto de izquierda, como de centro, derecha y extremos, desde Gil Robles a Largo Caballero, pasando por Miaja, Franco, Queipo y El Campesino, para terminar en Picasso, Pemán, Ortega, Severo Ochoa, Muñoz Seca,…y Unamuno, diputado en las Cortes Constituyentes de la 2ª República, jurando todos lealtad a ella, pues incluso los militares que se sublevaron, vitorearon a la República en sus bandos rebeldes.

Vivo con resignada tolerancia la imposibilidad de votar al presidente de la tercera república española, pero mantengo la esperanza en que jóvenes como tú boten de una vez esta anacrónica monarquía propia de tribus prehistóricas y feudos medievales, protegida por cortesanos y medios de comunicación que ocultan la realidad de una Casa Real en decadencia.

No tengas prisa, Joaquín, pero trabaja sin pausa para desanacronizar el país, sabiendo que la monarquía acabará cayendo de inevitable muerte natural exigida por la historia de la humanidad, aunque los de mi generación lleguemos con retraso a la cita del notario popular que certifique su defunción, porque intentar evitar su caída es tan inútil como pretender que las hojas no se desprendan de los árboles en otoño o la costra de una herida se mantenga cuando ésta cicatriza.

A comienzos del siglo XX sostenían la monarquía los cortesanos que se beneficiaban de ella, el caciquismo a quien servía de agarradero y la enorme apatía de un pueblo maltrecho y moralmente desarmado por un siglo de luchas cruentas, que marchaba resignado pensando que más valía lo malo conocido que lo bueno por conocer.

Hoy las cosas han cambiado y muchos se niegan a tolerar que un monarca haga ilusoria la soberanía de un pueblo que aspira progresar al ritmo político que exige el desarrollo imparable de las ciudadanas y ciudadanos que escribirán la historia futura y darán vida a la sociedad española del siglo XXI.

Este viejo republicano que no conoció república ni vivió en ella más que en sueños futuristas de una realidad inalcanzable para él, te pide un recuerdo a su memoria el día que la madurez del pueblo no necesita arbitrajes de reyes, príncipes, princesas, infantas y cortesanos, para ocupar la jefatura del Estado.

Este sencillo homenaje esperará de ti en el valle de Josaphat, tu republicano amigo Paco.

OTRA VEZ POR EL SUELO

OTRA VEZ POR EL SUELO

Anda preocupada la familia real con tanta caída del jefe. Los monárquicos empiezan a pensar en el relevo. Todos los republicanos sonríen frotándose las manos a la espera de la caída definitiva. Y el resto de ciudadanos considera que ya son demasiados besos al suelo, piernas rotas, caderas recompuestas, ojos hinchados y narices inflamadas.

Viendo tantas veces al rey por el suelo, caída tras caída, tenemos que pensar que los cinco tropezones debidos al azar, despistes, mala visión o cepas africanas de madrugada,  son premonitorios de la caída monárquica definitiva.

No debemos olvidar que la legitimidad monárquica asentada con toda la realeza real en el Palacio real de la Zarzuela, fue otorgada en julio de 1969 por el mismo dictador militar que se la robó a la República, obligando a ésta a pagar los platos rotos por los gobiernos republicanos de izquierda, centro y derecha.

Hasta ahora, ninguno de los gobiernos democráticos han querido recomponer la vajilla, y convendría que hicieran el esfuerzo de comprar una nueva con el logotipo de la tercera república en los platos.

No basta con ver refrendada en la Carta Magna la legitimidad monárquica impuesta por el general Franco. Es preciso saber qué piensa el pueblo del asunto, aunque exista la seguridad de una respuesta mayoritaria por la monarquía que el actual rey todavía no se ha ganado en referéndum, desaprovechando la oportunidad de cerrarnos la boca a muchos disconformes con su trono.

VISIÓN DE LA REPÚBLICA EN LA DICTADURA

VISIÓN DE LA REPÚBLICA EN LA DICTADURA

En todas las ciudades que visito, busco afanosamente librerías de viejo donde perderme entre el polvo de páginas desgastados por el tiempo, esperando siempre encontrar algo inesperado que ilumine algunos de los múltiples rincones que la ignorancia ocupa en mis limitados conocimientos.

Es así como adquirí ayer en Coruña la Historia de España de Segundo Grado publicada en 1944 por la zaragozana editorial Luis Vives, cuyos contenidos sirvieron de base a la formación que recibí sobre la  historia de la España, durante los primeros años de mi vida.

La lectura de este relato confirma el buen trabajo del servicio de adoctrinamiento y propaganda del régimen anterior para convencernos a los alevines de las maldades de la República, en una burda manipulación que confunde gobiernos con sistema político, atribuyendo a la República las malas acciones de los gobiernos regentados por “hunos” y “hotros”.

Así, en la página 213 del citado libro se mencionan “los crímenes y desafueros de la República”, rematando la faena a vuelta de hoja denunciando los “crímenes republicanos”, como si la República tuviera algo que ver en ello, identificando torticeramente sistema político y gobierno. Es más, gobierno de izquierdas, claro. Es decir, dos manipulaciones en un lote, y por el mismo precio.

Muchos han censurado la monarquía juancarlista argumentando que fue impuesta por el dictador, saltándose a la torera la línea dinástica. Pero son pocos los que han reparado en el gran servicio que hizo la dictadura a la monarquía asociando de forma indisoluble la República a la izquierda, como si Gil Robles, toda la CEDA y los generales Franco, Mola y Sanjurjo no hubieran sido republicanos, y jurado libre y voluntariamente lealtad a la República, en vez de retirarse cobrando íntegramente el sueldo, como hicieron 80 generales y 8000 oficiales que se negaron a ello, cumpliendo la Ley Azaña de 1931.

14 DE ABRIL

14 DE ABRIL

Hace hoy ochenta y un años que Unamuno proclamó la 2ª República española en Salamanca desde el balcón del Ayuntamiento, poco antes de ser nombrado Alcalde Honorífico a perpetuidad por todos los concejales asistentes al pleno municipal.

Título honorario del que fue desposeído la tarde del 13 de octubre de 1936 tras el incidente con Millán Astray en el Paraninfo de la Universidad, regida por don Miguel. Han pasado los años y, finalmente, el sentido común ha ocupado el lugar que corresponde en las cabezas de nuestros ediles, y por unanimidad han decidido este año restituirle el acta de concejal, entregarle la medalla de oro de la ciudad y nombrarle hijo adoptivo de la villa salmantina.

Algo bueno se mueve en el Consistorio charro desde que lideran gobierno y oposición personas inteligentes, dialogantes y sensatas, después pasar un seco desierto democrático, con enfrentamientos vecinales provocados por quien tenía la obligación de evitarlos y con un despotismo en la gestión digno del sectario que ahora disfruta la canonjía senatorial.

Hace un año inserté en este blog el histórico discurso pronunciado por Unamuno a las seis de la tarde del 14 de abril de 1931, que concluyó diciéndole a los  salmantinos: “Permitidme la arrogancia de que sea yo quien proclame la República, en esta Plaza”.

Cierro el aniversario con la misma reflexión, porque aún hoy existen españoles que asocian el régimen republicano a la izquierda revolucionaria, al vandalismo y al desorden, sin percibir que la República no es más una forma de organizar el Estado cuya máxima autoridad es elegida por los ciudadanos de izquierdas y derechas, eliminando privilegios hereditarios propios de poblados medievales, donde la cultura no alcanzaba y la madurez faltaba.

INOCENTADA REAL

INOCENTADA REAL

En el artículo de ayer hablaba de los pobres inocentes que durante todo el año sufren novatadas de los sinvergüenzas que andan sueltos por el mundo, sin percibir que yo también formo parte del grupo de papanatas en el que don Juan Carlos, sus palmeros y ciertos periodistas, nos ha metido a todos los españoles.

A muchos nos gustaría saber por qué los medios de comunicación aplauden algo que merecería abucheo y se empeñan en hablar de las “cuentas del rey” cuando en realidad se trata de una partida presupuestaria de “asignación directa” a la Casa Real, que nada tiene que ver con los gastos que ocasiona dicha Casa ni con las cuentas del rey.

No es casualidad que el monarca haya elegido el día de los santos inocentes para decirnos cuál es su sueldo, porque tiene un envidiable sentido del humor que compensa sobradamente sus limitaciones, haciéndonos creer, como el buen ladrón, que todos son de su condición.

Después de treinta y dos años hemos sabido que ponemos en sus manos 8,4 millones de euros de los que se coge su sueldo, le da al marido de la periodista su parte, y poco más. Pero nada sabemos de los millones que suman todos los gastos de la Casa, y me temo que no lo sabremos hasta que llegue la tercera república.

Sí, porque más allá del dinero que recibe directamente el monarca, la familia real genera elevados gastos que no figuran en dicha asignación, como son los escoltas, la seguridad, el mantenimiento de los palacios (140 millones que paga Patrimonio), los viajes, el parque móvil, las visitas oficiales, etc.

Por eso, a muchos de sus vasallos nos gustaría saber con claridad y sin trampas las cuentas “reales”, para saber en qué se emplea el dinero que damos, evitando indefinibles bloques de gastos y opacidades perpetuas.

A muchos de sus vasallos nos gustaría saber, por ejemplo, cómo ha hecho el rey para convertirse en pocos años en una de las mayores fortunas del país, con un patrimonio de 1.790 millones de euros, según las revistas Forbes y Eurobusiness, que nadie de la Casa ha desmentido.

A muchos vasallos nos gustaría saber por qué Patricia Sverlo no está en la cárcel tras escribir en su libro que el rey tenía 6.000 millones de pesetas en bancos suizos “por si acaso”.

A muchos de sus vasallos nos gustaría saber las conversaciones que tuvo con tres expresidiarios que le aconsejaban en sus finanzas.

A muchos de sus vasallos nos gustaría saber los negocios que ha tenido, los que mantiene y las fuentes de sus enormes ingresos en los años de reinado.

A muchos de sus vasallos nos gustaría saber cuánto paga cada año a la Hacienda pública, porque eso nos acercaría a su patrimonio.

A muchos de sus vasallos nos gustaría saber el origen de este aparente, sólo aparente, gesto de transparencia contable después de tantos años de opacidad.

A muchos de sus vasallos nos gustaría saber por qué el prometido destape financiero del rey no ha pasado de enseñarnos el tobillo derecho.

A muchos de sus vasallos nos gustaría saber por qué nos ha gastado esta pesada broma el día de los santos inocentes, prometiendo decirnos lo que no ha dicho, jugando al escondite con su patrimonio y pretendiendo una burda maniobra de lavado de imagen que ofende al más torpe de los súbditos gobernados por él. ¿O no gobierna? Porque si no gobierna ¿qué hace, pues?

MONARQUÍA NACIONAL

MONARQUÍA NACIONAL

La liquidación oficial de la 2ª República Española no se produjo el 18 de julio de 1936 con el golpe de Estado, sino en 1947 de la mano, puño y fusta del dictador, con la Ley de Sucesión, que declaraba a España como Estado constituido en el reino más singular que saberse pueda, puesto que carecía de rey. Forma de Estado ratificada en 1958 con la Ley de Principios Fundamentales, y en 1967 con la Ley Orgánica correspondiente. Bien.

El más tonto puede darse cuenta que esta monarquía del Movimiento Nacional era un atropello histórico consentido sin remisión posible por el legítimo depositario a la corona y el largo séquito de cortesanos desempleados de uno y otro bando.

Luego vino la imposición del heredero al excepcional trono recién creado. Proceso largo, lento e incierto debido a las discusiones internas que se traían entre manos las distintas familias franquistas sobre la persona del sucesor: Juan de Borbón, Juan Carlos de Borbón, Javier de Borbón Parma, Carlos Hugo de Borbón o Alfonso de Borbón Dampierre, hijo de Jaime, el segundo hijo de Alfonso XIII.

Por razones obvias, no contaba en las quinielas el hermano menor del futuro rey, porque Alfonso murió cuando a Juan Carlos se le disparó accidentalmente un revólver mientras jugaban en el desván de Villa Giralda, llevándose por delante al hermano.

Pero como el gran temor de Franco era que en España reinase una monarquía parlamentaria y liberal, liquidadora el franquismo después de su muerte, decidió proclamar ante las Cortes el 22 de julio de 1969 como sucesor del extraño reino, al nieto de Alfonso XIII, Juan Carlos. Militar amamantado a sus pechos durante años y compañero inseparable de las manifestaciones en la Plaza de Oriente, desfiles militares, misas en el Valle de los Caídos, inauguraciones oficiales y festejos varios.

Se fraccionaron entonces los políticos demócratas que estaban en las catacumbas, en dos grupos: los que consideraban a Juan Carlos elemento de continuidad franquista, y quienes veían en él la única posibilidad de alcanzar la democracia deseada.

Lo más curioso de la situación fue que tras el nombramiento del heredero a la corona, el padre de éste, es decir, el legítimo heredero mantuvo los derechos dinásticos y la jefatura de la Casa Real cedidos por su padre Alfonso XIII, hasta mayo de 1977 en que se produjo la cesión real, – con frustración y dolor de corazón -, a su hijo, el actual rey, legitimando así la sucesión a la nueva monarquía.

Es decir, que los españoles sufrimos un golpe de Estado que derrocó al régimen republicano legalmente constituido. Se nos impuso por ley una monarquía sin consultarnos. Se constituyó el país en reino, pero sin rey ni regente, con un militar como jefe del Estado. Se le negaron los derechos de sucesión a la corona al legítimo heredero. Y se nos impuso constitucionalmente un rey sin derechos dinásticos, que ahora preside el Estado entre el aplauso de todos los ciudadanos, la complicidad de los políticos y el silencio de los medios de comunicación, porque la inmadurez del pueblo exige la presencia de alguien que modere nuestros ímpetus.

DON FILI

DON FILI

El 7 de octubre de 1879 vino al mundo en Salvatierra de Tormes el más grande político que Salamanca ha dado a España, y quiero recordar hoy a don Filiberto Villalobos acercando a la cabecera de la bitácora, a este ciudadano ejemplo de todo lo bueno.

Hablamos de un hombre cabal, es decir, alguien honrado, sincero, leal y generoso. Honrado, porque no se llevó de la política ni un lapicero que no fuera suyo. Sincero, porque la verdad fue siempre su bandera. Leal, porque siempre mantuvo sus convicciones liberales, su respeto a la Constitución y su fidelidad a la República. Y generoso, porque repartió cuanto tuvo, con aquellos que lo necesitaban.

Esta persona encarnó el retrato machadiano del hombre bueno. El amigo que nos hubiera gustado tener siempre con nosotros; el compañero de viaje que ahora nos falta; el contertulio que echamos de menos a diario; el consuegro amable que se nos fue; el médico que añoramos a la cabecera de la cama; el consejero de nuestros pasos. Y,¡cómo no!, el político que quisiéramos resucitar, aunque ahora pareciera un extraterrestre en el Gobierno, un perturbado en el Parlamento o un infiel en el Concejo.

Político tolerante con la derecha cedista; cercano en las relaciones personales; comprensivo con los disidentes; respetuoso con las minorías; tenaz en la defensa del interés común; protector de los débiles; violento contra el sectarismo; y querido por todos.  Fue popular, que no populachero. Benéfico, no limosnero. Dialogante, sin ser ingenuo. Poderoso, sin poderío. Tan admirado como sencillo. Discreto, siendo famoso. Recto, pero indulgente. Más prudente que arrojado. Antes leal que vendido. Tan Quijote como Sancho. Y en sus comportamientos, humano, siempre humano.

Hombre firme, como un  tronco, en sus principios; pero flexible, como los juncos, ante las peticiones de los menesterosos que llamaban a diario a la puerta de su casa. Vehemente contra la explotación de los desfavorecidos y pródigo en favores a quienes necesitaran su ayuda. Irritable con las demoras en decisiones políticas urgentes y paciente con los enfermos que hacían cola en la antesala de su consulta. Exigente con la Reforma Agraria y solidario con los desafortunados. Comprometido en cuerpo y alma con la educación pública. Altruista, trabajador, austero y salmantino militante.

Puedo decir también que este hombre tendió puentes entre los discrepantes. Alentó el encuentro de pensamientos divergentes. Humanizó los despachos ministeriales. Permitió a los desprotegidos pisar las alfombras oficiales. Subvencionó de su bolsillo comedores sociales. Fue un descreído cristiano que hizo creer a los ciudadanos en sus representantes, a los enfermos en su médico, a los creyentes en otro paraíso y a todos, en el grandeza de ser hombre.

Por fidelidad a sus ideas, puso la cartera de Instrucción Pública sobre la mesa del Presidente y se vino tranquilamente a Salamanca, cuando la derecha no le dejó eliminar las clases de religión del Bachillerato. También fueron sus certidumbres personales quienes le dictaron la carta que escribió a su jefe político para decirle públicamente que no estaba de acuerdo con él, cuando votó a favor de la pena de muerte. Pero antes de dejarlo todo, para ser encerrado en la cárcel por la derecha más negra de nuestra historia, salpicó de escuelas públicas toda la provincia.

Hoy su recuerdo da nombre a la antigua calle dedicada a los héroes de Brunete, dignificando el callejero urbano, maltrecho por las bayonetas caladas en las trincheras de la irracionalidad.

Este republicano honrado tuvo la valentía política de marcar el camino que debían seguir los políticos que le sucedieran en el tiempo. Pero unos espesos cardos han crecido en el sendero borrando sus huellas, y las piedras que dejó como señales se las ha llevado el viento, junto a las promesas electorales que golpearán nuestros tímpanos en la inmedita campaña electoral.